XXVIII. ¿Saldrías conmigo?
Cristián: ¿Te gustaría salir conmigo, Mar?
Cristián: Marcos.
* * * * *
Arturo: ¡¿Que acabas de hacer qué?!
Cristián gimió y enterró su rostro en la almohada. Sí, él también empezaba a pensar que fue mala idea. Justo después de mandar el mensaje.
El problema fue precisamente el tiempo: después de mandarlo. ¡No antes!
Dios. ¿En qué estaba pensando?
Seguramente Mar pensaría que estaba loco o que era una broma o, peor, que se estaba burlando de él.
Pero ya estaba hecho y ahora necesitaba apoyo moral y Arturo tendría que servir. Después de todo era su culpa, ya que se le había ocurrido justo después de responder a su mensaje y contarle que las cosas iban muy bien con Mar.
Él había pensado que, después de su enorme metedura de para, Marcos estaría demasiado molesto –y con razón– y que les costaría volver a ser amigos. Pero, una vez más, Mar le demostró que era perfect...o.
Así que, técnicamente, todo era culpa de Arturo. ¿Cierto?
«Claro que sí», se dijo Cristián a sí mismo y luego descubrió uno de sus ojos para escribirle al culpable de su desgracia.
Cristián: Le pregunté a Mar si quería salir conmigo.
Cristián: Todo fue tu culpa.
Cristián: Y, antes de que preguntes, no me ha contestado :(
Sí, hablando de drama, incluso agregó un emoji triste.
¿Por qué aún no contestaba?
¿Es que estaba pensando cómo rechazarlo sin ser demasiado grosero?
¡¿Y por qué Arturo se tardaba tanto en responder?!
Arturo: Lo siento, me estaba riendo.
Y hablando de groserías... ¡Qué descaro!
Pero antes de que respondiera, llegaron más mensajes.
Arturo: Preguntaría por qué lo invitaste, pero es obvio. Siempre te ha gustado el chico lindo...como amigos. Antes de que enloquezcas, me refería a gustar como amigos. Eso ya lo hablamos. Y era obvio que al retomar contacto, volvieran las ganas de estar cerca y conocerse más que estaban ahí desde un principio.
Arturo: Antes de que enloquecieras con aquello de que es hombre y el miedo a que alguien pensara que eres gay cuando claramente eres súper hetero...
Cristián: Detecto sarcasmo aquí, Arturo. Y no me gusta.
Cristián: No soy súper nada.
Arturo: ¿Ni siquiera súper hetero? 😱
Cristián: Arturo...
Arturo: Ya. Está bien. Sólo era una broma. Había olvidado que todavía no se puede bromear contigo sobre estas cosas. Eres muy bebé en estas cuestiones todavía, ni pequeño pupilo.
Cristián puso los ojos en blanco y esperó, porque los puntitos suspensivos indicaban que seguía escribiendo.
Arturo: No me burlo de que hayas invitado a Marcos ni insinuo nada. Creo que hemos dejado en claro que hombre o mujer, independientemente de tu orientación sexual e identidad de género, todos somos capaces de ser simplemente amigos. Me alegra que tú puedas recuperar a tu Mar.
«Mi Mar». Sonaba bien.
Arturo: ¿Cuándo van a salir?
Arturo: ¡Quiero una foto!
Cristián hizo una mueca. No tomaría una foto de Mar para Arturo. Eso sería súper raro.
Cristián: No le voy a tomar una foto para ti. ¿Qué te pasa?
Arturo: ¿Celoso, cariño?
Arturo: Además, me refería a una foto de ambos, tonto.
Cristián se obligó a no pedirle que no lo llamara así. Empezaba a pensar que era el único que le daba tanta importancia a las palabras cariñosas y los halagos. Realmente, ahora que lo pensaba, esperaba que Marcos no llamara "Guapo" a todos.
Cristián: Sigue siendo un gran NO.
Sí podía tomarla, pero no se la mandaría a Arturo.
Cristián: Y Mar ni siquiera me ha contestado. Probablemente dirá que no.
Arturo: No creo que diga que no. Y si el mensaje lo mandaste hace menos de una hora, déjame decirte que estás siendo dramático.
Cristián miró la hora del último mensaje enviado a Mar y odió a Arturo cuando notó que lo había mandado hacía cuarentena minutos.
No estaba siendo dramático.
Cuarentena minutos eran más que suficientes para leer el mensaje y escribir una respuesta, aunque estuviera ocupado. Con un simple "Sí" le bastaría. No necesitaba más.
Arturo: Escríbeme cuando estés más tranquilo.
Arturo: O más intenso porque, obviamente, dijo que sí y te estás volviendo loco por los nervios.
Cristián estuvo a nada de arrojar su móvil cuando un montón de caritas burlonas llegaron. Odiaba a Arturo. ¿Por qué era así?
* * * * *
—¡Marcos, pon atención! —con el grito de Sasha llegó también una brocha que golpeó su frente.
Y la muy maldita incluso se atrevió a reírse.
—¡Auch! —Marcos se quejó. Sobó el punto donde lo habían golpeado y dejó la brocha a un lado. Ni siquiera se fijó cuál era o sí estaba dañada. Había cosas más importantes ahora mismo.
Como el mensaje de Cristián que llevaba más de media hora leyendo. Todavía no podía creer que fue real. ¿Cómo era posible un cambio tan radical en unos pocos días?
Quizá era una broma o alguien había tomado su celular y escribió ese mensaje.
Marcos asintió, de acuerdo consigo mismo. Algo así debía haber pasado. Eso tenía sentido.
—¡Dios! Marcos, de verdad que hoy estás imposible. Llevamos media hora tratando de grabar esto. Se está haciendo tarde y quiero irme a descansar.
Marcos hizo un puchero y ella suspiró exageradamente.
—Léeme este mensaje —le pidió, sabiendo que se arriesgaba a ser regañado.
Sasha hizo mala cara. —Soy tu amiga y te ayudó a grabar porque te quiero... Y por la paga —agregó ante la mirada de su amigo—, claro. Pero, principalmente, porque soy tu amiga. No te voy a leer nada a menos que te quedes ciego y realmente lo necesites. Tienes dos manos perfectamente funcionales para sostener el aparto y un par de ojos para hacerlo tú mismo.
—¡Por favoooor! —y un puchero más grande.
Ella gruñó, pero tomó el móvil. Y aunque no lo leyó en voz alta, su cara fue suficiente para saber que no había leído mal. Cristián realmente lo había invitado a salir. De nuevo.
Sasha empezó a tomar sus cosas. —Ni siquiera voy a preguntar qué vas a responder, porque es obvio que no sabes o no quieres decirle que no a nada. Y también es evidente que hoy ya no lograremos nada, así que después seguimos.
—¡Ah! —agregó justo antes de salir—, ¿sabes qué? Deberías decirle que sea mañana, antes de que tenga tiempo de pensarlo y enloquezca otra vez y te trate como si no tuvieras un corazón.
Marcos suspiró. Sabía que su amiga todavía no lo perdonaba por su actitud anterior y que no estaba del todo de acuerdo con esta segunda oportunidad, pero aun así lo apoyaba. Y aunque lo había dicho como broma, él pensó que qué diablos, ¿por qué no?
Mar: Claro. Mañana, después de tu trabajo. En el mismo lugar.
Ni siquiera un minuto después, llegó la elocuente respuesta Cristián que lo hizo sonreír.
Cristián: Ok.
Marcos negó, todavía sonriendo. Esto tenía pintas de que acabaría tan mal, para él, otra vez.
* * * * *
Al día siguiente, lo pensó mucho antes de vestirse y maquillarse.
Quizá sería mejor algo más discreto. Ropa un poco más casual, neutra. Y un maquillaje muy ligero, natural...de ese que toma horas, pero pareciera que no llevas casi nada.
Y había tenido que arreglar sus uñas de nuevo porque las mordió un poco.
Tuvo que regañar a las mariposas de su estómago y recordarles que no era una cita, era una salida con un amigo.
—Sólo amigos —se dijo en voz alta—. Y eso está bien para mí.
Esto era un poco la prueba de fuego. O Cristián la aprobaba y demostraba que, aunque él era un chico y gay, podían ser amigos; o reprobaba y le rompía definitivamente el corazón.
Así que se vistió para la ocasión. Si iba a arriesgarse a ser destrozado otra vez, al menos se iba a ver genial.
Se puso unos desgarrados jeans negros, demasiado ajustados y con unas cuantas cadenas colgando desde sus caderas. Un crop top rojo que, por alguna razón, siempre se resbalaba de su hombro derecho. Una chamarra de cuero. Y maquillaje ahumado con destellos dorados.
¿Discreto? Definitivamente no.
¿Él mismo? Claro que sí.
Si Cristián quería ser su amigo, venía con todo el paquete. Mucho maquillaje y, de vez en cuando, ropa estrafalaria incluidos.
Y sí, quizá había exagerado un poco. Pero era mejor más que menos. Al menos en esta ocasión. Era preferible exagerar que ocultar lo que él era para hacer feliz a otros. Quien era.
De nuevo, llegó temprano. Sabía que Cristian tardaría unos quince minutos en salir de la oficina y, luego, unos pocos más en llegar aquí. Si es que llegaba, si no había sido una broma.
Pero esta vez no estaba muerto de miedo. De hecho se sintió como si hubiera dejado su corazón en la mesa junto con su chaqueta cuando se la quitó. Ni siquiera iba a esconderlo, estaba ahí expuesto para cualquier monstruo que quisiera devorarlo, mientras esperaba.
Tan expuesto como su hombro, porque ese maldito top insistía en irse de lado. Al final dejó de luchar contra él y lo dejó así.
Dio un trago a su capuchino y revisó los perfiles de los chicos que estaban en su lista de opciones para el reto de novios. Todavía no se decidía por uno. Frunció los labios y golpeó un par de veces la pantalla para hacerle zoom al rostro de uno de ellos. Era bonito.
Y estaba tan distraído con eso que realmente saltó cuando sintió una mano en su hombro desnudo y una voz familiar demasiado cerca: —¿Qué estás viendo, Mar?
Un escalofrío lo recorrió por completo, comenzando en ese punto en que sus pieles estaban en contacto. La chispa se alojó finalmente en su estómago y la mano de Cristián –¡que aún seguía ahí!– se sentía como fuego en su hombro.
Tragó, demasiado nervioso para hablar. Levantó la mirada, no tanto porque Cristián estaba, inesperadamente, demasiado cerca. Él apartó la mirada de su móvil y ese azul, que había pensado nunca más volvería a ver, se cruzó con su mirada.
El pulgar de Cristián presionó no tan suavemente y luego...
* ~ * ~ *
Luego ustedes se enojan 😂
¡Hola! ¿Cómo están? ¿Se esperaban esto? ¿Qué piensan que sucederá en esta segunda-primera cita?
Bueno, como creo que les ya había dicho, estamos en los últimos capítulos. Así que como nos acercamos al final de esta historia, intentaré actualizar más seguido para no perder el hilo y terminar pronto. ¿Qué esperan del final?
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