XXIX. ¿Celos?
Los celos son los hermanos del amor, como el diablo es hermano de los ángeles.
(Stanislas de Boufflers)
Entre sus principales opciones había tres Youtubers con igual o más fama que él.
Sol era un chico hermoso que en sus inicios había sufrido ciberbullying debido a que lo consideraban muy "femenino". Constantemente recibía malos comentarios para de tipo “habla como hombre”, “¿por qué usas ropa de mujer?”, “por más que intentes ser una chica, no lo eres”. Nadie entendía que Sol no intentaba ser mujer ni pretendía hacerse pasar por una, simplemente era él mismo y así era feliz.
Marcos lo admiraba mucho.
Después estaba Carlo. Un chico muy andrógino que precisamente debido a eso, por sus rasgos masculinos y femeninos, había sido aceptado por todos. Hombres y mujeres lo seguían y lo halagaban mucho. Y ese cabello plateado. Uf, Marcos se imaginaba demasiados looks brillantes con él.
El último –que era a quien estaba viendo cuando Cristián llegó– era Rude. Y Rude era, ciertamente, demasiado rudo y oscuro. Quizá el amante del maquillaje más masculino que Marcos hubiera conocido. Alto, musculoso, con voz profunda. Y la cantidad de estereotipos que Rude rompía era enorme. Él había demostrado que un hombre no dejaba de ser "masculino" simplemente porque le gustaba el maquillaje.
Y sí, ok, probablemente Marcos había tenido un ligero crush con él. Hubo un tiempo en el que pasaba horas mirando sus videos.
Probablemente sería el mejor momento para una colaboración. Ya no sentía que se moría por conocerlo, pero sería fascinante grabar juntos. ¡Sólo imagínalo!
Probablemente había estado sonriendo como un tonto mientras le hacía zoom a la foto, cuando ese “¿Qué estás viendo, Mar?” llegó.
Y esa mano... ¡Esa maldita mano en su hombro que quemaba y lo llenaba de electricidad!
Ya no sabría decir si las mariposas eran por la emoción ante una posible colaboración con un viejo crush o por la cercanía de Cristián. Su... amigo.
* * * * *
Nervioso es decir poco. Lo que Cristián estaba sintiendo cuando salió de la oficina no se comparaba a nada que hubiera sentido antes. Probablemente ni siquiera en su anterior cita con Mar.
«Pero esto no es una cita —se recordó—. Somos sólo dos amigos saliendo».
Aunque... Espera, ¿los amigos pueden tener citas?
Iba a sacar su móvil para preguntarle a Arturo, cuando precisamente llegaron varias notificaciones de la aplicación. Cristián se detuvo, con el corazón golpeando con fuerza. ¿Y si era Mar para cancelarle?
Sería una buena venganza después de lo que él le había hecho.
Casi que no quería ver los mensajes, pero al final lo hizo. Y era Arturo que, como siempre, no ayudaba en nada.
Arturo: ¡Tú puedes, tigre!
Arturo: No, espera. Esa frase es muy desagradable y, además, ustedes son sólo amigos.
Cristián puso los ojos en blanco y escribió una respuesta rápida.
Cristián: ¿No tienes nada mejor que hacer?
La respuesta de Arturo fue rápida:
Arturo: En realidad, no. Estoy buscando inspiración para mi nueva novela. Es sobre un chico hetero y...
Arturo: Como sea, eso no es lo importante ahora. ¿Ya estás en tu cita?
Cristián: Voy de camino.
Cristián: Y no es una cita.
—¡Y no sé qué hacer! —masculló en voz alta.
Y, por la respuesta de Arturo, parecía leerle la mente.
Arturo: Fuera de broma, no estés nervioso. Todo estará bien. Ustedes son demasiado compatibles, como amigos. Siempre y cuando no hagas nada estúpido e hiriente, no debería haber problema alguno. Recuerda que todos tenemos un límite; no llegues al de Mar. Si hay algo de lo que no estés seguro, mejor pregunta y no asumas nada.
«Sin presión», pensó Cristián.
Arturo: ¡Suerte en tu cita!
Y no pudo decirle que no era una cita porque ya se había desconectado. Agh, Arturo de verdad era imposible.
Ahora el resto del camino fue incluso más nervioso que antes. Hasta tropezó un par de veces y golpeó a una anciana sin querer y, por la mirada que le echó, parecía que lo estaba condenando al infierno.
—¡Lo siento! —y sí, su disculpa no había servido de nada.
Repitiendo las palabras de Arturo en su cabeza, «No hagas nada estúpido ni hiriente», fue que se acercó a Mar. Sabía que era él. No porque hubiera estado viendo obsesivamente sus fotos y videos; simplemente lo reconoció.
Y no, sus ojos no se desviaron a la piel desnuda de su hombro.
Y su mano había aterrizado ahí por pura casualidad.
No fue demasiado agradable la suavidad de su piel y cómo la sintió erizarse bajo su toque. La tensión cuando Marcos saltó y después se giró para mirarlo.
Cristián apartó la mirada rápidamente, porque no quería actuar como un raro ni ponerlo incómodo, debía ser normal y agradable con Mar ya que no quería perder su amistad. Pero entonces se topó con la imagen en la pantalla del móvil de Mar y su ceño se frunció. Era un tipo todo oscuro y rudo, un patán seguramente.
Y Marcos aún no respondía su pregunta cuando sus miradas se encontraron. Los ojos de Mar eran demasiado dulces, había motas doradas que no había notado antes, y ahora mismo eran enormes. Sus labios se separaron, como si fuera a decir algo por fin, y la mirada de Cristián se dirigió a ellos.
Se sintió como si el aire se agotara de repente, fue difícil respirar. Pero no parecía tan necesario. Sus labios... No fue consciente de estarse inclinando hacia él ni de la presión que estaba ejerciendo en su hombro.
Hasta que Marcos soltó una risita nerviosa y se sacudió su mano, no sin antes acariciarla suavemente como si se disculpara por alejarlo.
Hubo un poco de electricidad en el dorso de su mano, ahí donde Mar lo había tocado. Y algo horrible en su estómago. Su cara ardía de vergüenza. ¿Qué acababa de pasar?
¡¿Había estado a punto de besar...lo?!
Eso no estaba bien. Los amigos no hacen eso.
Y ahora Marcos se veía demasiado incómodo y no lo miraba mientras tomaba más de su bebida.
* * * * *
Afortunadamente la incomodidad se fue demasiado pronto. Con Cristián siempre era así. Todo era fácil.
Pronto empezó a hablarle de libros y una serie policíaca que había empezado. Y sus manos se movían tanto, sus ojos azules brillaban y no dejaba de sonreír. Era imposible para Marcos no sonreír también.
Se rio cuando se dio cuenta que, por estarlo observando, se había perdido lo que estaba diciendo. —Está bien. Para, para. ¡Ya no sé de qué historia estás hablando!
—Oh —Cristián perdió su sonrisa y fue casi físico el cómo le afectó. Miró hacia cualquier lugar, menos a Marcos. Su ceño se frunció y unas manchitas rojas aparecieron en sus mejillas.
Y entonces Marcos recordó cuan evidente había sido en sus conversaciones que Cristián no estaba acostumbrado a tener el apoyo de la gente, a que hubiera genuino interés en lo que él hacía. No sólo estaba claramente confundido, probablemente también tenía problemas de autoestima.
—Lo siento. No quise decir que no me importaba, Cris. Sólo ve más lento. Yo no soy tan listo como tú y no puedo manejar tantas tramas a la vez —Marcos extendió su mano sin pensar, pero la retiró inmediatamente cuando se dio cuenta que estaba tocando la de Cristián.
Pero Cristián ya la había tomado, sus dedos pasaban suavemente sobre los suyos mientras tímidamente volvía a contar sobre aquel interesante asesino serial. No sin antes haberle dicho que “Sí eres listo”.
Y no, sus 'caricias' no estaban ayudando a las mariposas en su estómago a entender que sólo eran, y serían siempre, amigos.
—¿Qué? —Cristián preguntó de repente. Su ceño fruncido de nuevo.
Marcos aprovechó para recuperar su mano. Estuvo a punto de decir “Nada”, pero al final no lo hizo. Eso sería una mentira y no, no iban a comenzar otra vez una amistad con mentiras, confusiones u omisiones. Así que lo dijo: —Simplemente no entiendo. ¿Qué te hizo cambiar tan rápido? No puede ser que en sólo unos días cambiarás todas tus ideas, pero estás aquí y te doy la mano y no te vuelves loco y... —negó con la cabeza—. No entiendo.
Inesperadamente, Cristián se rio. —Todo esto es culpa de Arturo.
—¿Quién? —y no, su voz no había cambiado. Él estaba bien.
Ni le importó la forma en que Cris, Cristián, sonrió cuando lo explicó: —Conocí a un chico en la aplicación. Se llama Arturo y él me ha explicado que...
No. No se estaba alterando. No le importaba que aparentemente Cristian se hubiera vuelto loco al saber que "Mar" era un chico y no una chica, pero también eso le sirviera para cambiar sus intereses a sólo hombres y que ahí hubiera conocido a este chico genial llamado Arturo.
Y no estaba maldiciendo internamente a este pobre Arturo cuyo único pecado era hacer feliz y libre a Cristián. Lo que él no pudo hacer.
—¿Mar, estás bien? —Cristián sonaba preocupado.
Pero ¿por qué estaría preocupado? ¿Sólo porque estaba destrozando el panquecito de chocolate sin haber sido consiente de ello?
Iugh. Y ahora sus uñas estaban asquerosas y el pobre panque deshecho.
Intentó sonreír, pero fue más una mueca. Estaba por decir que sí cuando Cristián tomó una servilleta. Y apenas había comenzado su “Gracias”, cuando se dio cuenta que no iba a ofrecérsela sino que tomó su mano y él mismo empezó a limpiar sus dedos.
Marcos intentó no mirar ni notar la ternura y la delicadeza con la que lo estaba limpiando. Ni darle tanta importancia al hecho de que Cristián ni siquiera miró por si alguien lo estaba viendo tomar de la mano a otro hombre.
¿Y por qué demonios ahora no paraba de tocarlo?
¡Esta no era la clase de amigos que quería que fueran!
Justo a tiempo –antes de que sufriera un infarto– Cristián lo soltó. Su sonrisa se tambaleó un poco cuando sus miradas se encontraron. —Tenías chocolate —explicó, comenzando a jugar nerviosamente con la servilleta sucia.
Claro. Tenía chocolate. Eso lo explicaba todo, ¿no?
Eran su imaginación todos esos toques.
Tenían que serlo.
—¿Y entonces? —dijo Cristián, después de aclararse la garganta—. Nunca contestaste —señaló con su barbilla en celular en la mesa—. ¿Qué estabas viendo?
Marcos se relajó y sonrió. La respuesta a eso era fácil, volvían a terreno seguro. —Estaba viendo a mi futuro novio —anunció con una enorme sonrisa.
Ok. Probablemente no fue la mejor forma de decirlo, daba pie a malas interpretaciones, y ciertamente fue desafortunado que justo en ese momento Cristián le hubiera estado tomando a su bebida.
—¿Estás bien? —Marcos preguntó, preocupado.
Cristián tosió un poco, mucho, más y luego hizo un gesto con la mano. Probablemente era un “sí”. Su voz apenas salía y aún así preguntó algo que sonó como: —¿Tu qué?
¿Era molestia o sorpresa eso en su tono?
* ~ * ~ *
Les dije que actualizaría más seguido, así que aquí estamos. He dividido esta cita en dos capítulos, ¿qué les ha parecido este comienzo?
Debo confesar que tengo un fetiche lector con los celos. O sea nada enfermizo y obsesivo, pero me encanta cuando los personajes se dan cuenta que sienten algo porque se ponen celosos. No sé si me explico 😅
En fin. Supongamos que Mar hace esa colaboración, de los tres chicos mencionados, ¿quién les parece más interesante? ¿Y por qué?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro