XXIII. Heterocurioso
—Mar, no puedes seguir así —Sasha tiró de las mantas para intentar sacar a su amigo del sofá.
Llevaba dos días demasiado triste y ella se preocupaba de que pudiera convertirse en una depresión.
¿Sabes cómo saber si tu tristeza ya no es simplemente eso? Cuando empieza a afectar tu vida, cuando te impide realizar actividades que sabes que debes hacer, cuando no te deja disfrutar aquello que siempre amaste...
Y Marcos siempre, desde que Sasha tenía memoria, había amado el maquillaje. Poder trabajar haciendo lo que amaba había sido su sueño cumplido. Pero ahora llevaba dos días sin grabar un sólo video, sin subir fotos a su Instagram, tenía varios compromisos con marcas pendientes e iba sin una pizca de maquillaje –¡lo que casi nunca pasaba en él!–.
—Sí puedo —Marcos murmuró contra la almohada a la que se aferraba.
—Cariño, deja eso —Sasha se sentó a su lado—. Él se lo pierde. Sabes que los heterosexuales son de lo peor... —eso le ganó al menos una sonrisa de Marcos y un “Tú eres hetero”.
Al menos lo había hecho sonreír. Sasha tomó la mano de su amigo y jugueteó con sus dedos, mirando las caritas sonrientes en las uñas. Ojalá no fueran las únicas felices. —Sí, pero yo no ando haciendo sufrir a chicas guapas. Y por eso mismo tú sabes que los heteros están prohibidos.
—Yo no sabía que Cristián era un heterosexual, homofóbico y estúpido. ¡Mira que pensar que yo era mujer!
Sasha hizo una mueca. Ya Marcos le había explicado bien lo que había sucedido. —Bueno fue una confusión...
—Una confusión estúpida —se quejó Marcos—. Yo nunca me referí a mí en femenino, mi perfil dice "Hombre" e interés "Hombres".
—Tienes que aceptar que "Mar" quizá se asocie más a una mujer...
Marcos resopló molesto y se sentó. —¡Claro que no! ¿Y tú de qué lado estás? Además "Mar" es un sustantivo que proviene del latín "Mare" que pertenecía al género neutro, es decir, ni masculino ni femenino. Y actualmente pertenece al grupo de palabras de género ambiguo, lo que quiere decir que acepta ambos. Generalmente los poetas usan el femenino y lo llaman "La mar"; pero los pescadores simplemente dicen "El mar", en masculino. ¡Así que ni tú ni Cristián me pueden decir que intento ser alguien que no soy! "Mar" no es exclusivo para mujeres.
Terminó con un “Jum” adorable y cruzándose de brazos.
Sasha lo miró, tratando de mantener una expresión seria. Sabía que esto era importante para su amigo, pero es que... No pudo evitarlo y terminó riendo a carcajadas. —¡No puedo creerlo! ¿En serio, Marcos? ¿Googleaste sobre el género de la palabra "Mar"?
—¡Ay, cállate! —Marcos la golpeó con un cojín. También estaba sonriendo, aguantándose la risa. Sí, había investigado sobre la palabra, ¿y qué?
Era inocente en este romance fallido y tenía todo para comprobarlo.
Sasha iba a decir algo, pero el sonido de una notificación lo interrumpió. Marcos gruñó. Estaba harto.
—Deberías apagar eso —dijo su amiga, ya más controlada—. No te hace bien en este momento.
Y es que sus fans no dejaban de preguntar por él. ¿Por qué había interrumpido su última transmisión? ¿Dónde estaba su novio? ¿Cuándo lo conocerían? ¿Por qué ya no había contenido nuevo?
Dentro de esos miles de comentarios, había quizá sólo cinco o seis preguntando si Mar estaba bien. Y era difícil para él ignorar todos esos miles a favor de unos cuantos.
—Al menos por ahora, apágalo o desactiva las notificaciones —le insistió Sasha.
Marcos asintió. Se sentía desnudo sin maquillaje y pensar en dejar las redes sociales lo hacía sentirse vacío... aunque quizá ambas sensaciones tenían más que ver con cierta persona en particular.
Tomó el móvil y sus ojos se abrieron enormes al notar que la notificación no era de ninguna de sus redes sociales.
—¿Es en serio? —Sasha dijo, mirando sobre su hombro e intentando quitarle el celular—. ¡Qué descaro de este hombre! ¿Y tú por qué no has borrado esa maldita aplicación?
Pero Marcos salió rápidamente del sofá, corriendo con el móvil contra su pecho.
—¡Marcos, borra ese mensaje y esa aplicación ahora mismo!
Marcos hizo un puchero. —Tú no entiendes. Yo...lo quiero.
Y dicho eso se fue a encerrar a su habitación para ver el mensaje que Cristián le había escrito.
«Ojalá sea una disculpa de verdad o, con suerte y por el bien de mi corazón, una despedida», pensó.
No lo era.
Maldita sea. Definitivamente no lo era.
Todo lo contrario.
* * * * *
Cristián suspiró, cansado, cuando terminó su turno en el trabajo. Este último par de días había sido insoportable, asfixiante.
Ya no lo juzgaban tanto, estaba pasando de moda su aparente pertenenciaba la Comunidad LGBT, ahora simplemente lo evitaban. Igual que Johnny.
Y, a ver, que para él no era nuevo que su amigo era un poquito homofóbico. Pero no creyó que llegaría a tanto. Sí, él entendía que quizá las personas que se fijan en alguien de su propio sexo son ¿raras?, pero es que a Johnny o a cualquier otro en qué le afectaba que los demás no fueran "normales".
Además era su amigo. Si ese fuera el caso y le gustaran los hombres –que no era así–, ¿no debería intentar apoyarlo al menos?
Estos últimos días le habían servido para pensar demasiado. Mar le había dejado reflexionando sobre eso desde antes. ¿Por qué el hecho de que sea un hombre o una mujer cambia algo en el amor? Y no en el sentido de que tú debas sentirte obligado a ser algo que no eres, es decir, no van a gustarte los hombres o las mujeres a fuerza. Pero sí hablando de que el amor no tiene que ser obligatoriamente por uno de los dos y no siempre el opuesto a ti.
Y sí, todavía no lo entendía del todo; pero hablar con Mar este último mes había sido uno de los momentos más felices de su vida. Ella era... Uff, él era...maravilloso. Y ok, fue raro llegar y descubrir que era un hombre. Pero Mar le había demostrado ser una buena persona, ¿de verdad era anormal? ¿Se iría al infierno sólo por ser quien era?
Cristián no podía imaginarse a un ser tan brillante y bondadoso en el infierno, si es que tal cosa existía.
Y aun así no podía obligarse a pensar en estar con... Mar, cuando era un hombre.
Harto de todo, había buscado más chicas en las opciones. Buscó más configuraciones y se dio cuenta que había más especificaciones: puso un rango de edad entre veintidós y treinta años, sin hijos, que les gustara leer, que les gustara el cine... En el aspecto físico sólo pidió una cosa: ojos verdes. Más allá de eso, no le importaba la apariencia de la mujer que lo acompañaría a la boda de su hermana.
Y debería haberlo hecho sonreír ver a tantas mujeres de ojos verdes. Un perfil tras otro. Eran cientos. Y de repente se sintió como Grenouille de El perfume obsesionado con las pelirrojas. Hablando de asesinos seriales.
Así que no, no fue feliz cuando una tal Maricarmen –cuyo perfil decía que era amante de la Literatura antigua– aceptó su mensaje.
Maricarmen comenzó hablando de la Literatura griega y, aunque no había mariposas en su estómago, Cristián se interesó por la conversación; pero luego ella mencionó el Mito del andrógino y su corazón se aceleró.
¿Tenía que ser precisamente aquella historia que habla sobre el origen de los hombres y el amor, la que dice que antes había tres sexos –masculino, femenino y andrógino– y que al separados viven buscando a su otra mitad, ya sea hombre mujer y cualquiera está bien?
Cristián no fue grosero con Maricarmen, porque la chica era interesante y además tenía ojos verdes, lo que la convertía en una gran opción para su cita; pero sí le dijo que tenía que irse, que después hablaban.
Y debía estar loco, pero luego de mucho pensarlo volvió a la configuración y en intereses seleccionó "Ambos".
Ese "Ambos" que al inicio lo hizo preguntarse cómo alguien podía ser ambos. Se rio mientras lo hacía, preguntándose qué demonios le estaba pasando. Dejó la configuración de antes, la edad, los pasatiempos y los ojos verdes. Y un montón de chicos aparecieron mezclándose entre los perfiles que antes eran sólo de mujeres.
Varios quisieron conectar y contactar con él.
Cristián había sentido algo ácido quemando su estómago. No se sentía atraído por la foto de ninguno de ellos. Aunque, bueno, tampoco por ninguna de las chicas. Nadie le provocaba nada en ese sentido.
«¡Mentiroso!», gritó esa molesta vocecita. Y es que había habido al menos dos momentos en que Mar le había provocado reacciones incómodas a su cuerpo.
Pero Cristián ignoró esa voz y, con suma concentración, leyó los perfiles de los chicos que querían contactarlo. Uno de ellos llamó su atención. Se llamaba Arturo, tenía veintiocho y su perfil ponía que era escritor de Ciencia ficción.
«¿Por qué no?», había pensado dando clic a la solicitud de mensaje.
Arturo: ¡Hola!
Cristián había sonreído ante los dos signos de admiración. Al menos tenía buena ortografía.
E, ignorando las etiquetas sociales, ignoró ese saludo.
Cristián: No soy gay.
Arturo: Okay. Entonces ¿qué hacemos aquí ahora mismo?
Cristián: Sólo quería...hablar con alguien. ¿Está mal eso?
Arturo: ¡Para nada, guapo! Hetero, homo, bi, heterocurioso...puedo mantener una conversación con cualquiera. No todo tiene que terminar en sexo, Cristián.
Cristián: No me digas "guapo" y no soy heterocurioso.
Y sí, eso lo había escrito después de investigar qué significaba. ¡Ni siquiera sabía que había un nombre para eso!
Arturo: Hay muchos "no" por aquí. Me suena un poco negación, ¿sabes?
Cristián borró el "No" que estaba escribiendo y lo cambió por un "Tu perfil dice que eres escritor. ¿Qué tipo de historias te gusta crear?".
Y, qué extraño, eso los mantuvo hablando hasta más de la una de la madrugada.
No hubo ningún interés ni remotamente sexual o romántico por Arturo, ni él mencionó nada que no fuera sobre las historias que le gustaban leer y escribir; pero se sintió bien hacer un nuevo amigo...o algo así.
¿Y qué había dicho Arturo? ¿No todo tiene que terminar en sexo?
Y, oye, si podía ser amigo de Arturo, ¿por qué no de Mar?
—Marcos —se recordó en voz alta a la vez que sacaba el móvil y escribía un mensaje.
Cristián: Hola. Quizá te extrañe que te escriba. Quiero disculparme por mi actitud y mis palabras del otro día. Estuvo completamente fuera de lugar. En mi defensa, realmente me sorprendió. El problema no eres tú, ya sé que suena cliché. No hay nada malo contigo, no es tu culpa ser hombre. Es decir, yo también lo soy. Quizá ese sea el verdadero problema. No sé. Lo que intento decir es que yo buscaba una mujer, necesito una cita para la boda de mi hermana y... Soy idiota, eso ya lo sabes, no tengo que decírtelo. Te lo demostré en el café. Pero soy el tipo de idiota que se equivoca y pone en intereses "Hombre" creyendo que se refería a mí. Nunca busqué conocer a un chico, así que me sorprendió que tú lo fueras. Pero lo que tuvimos...es decir, las conversaciones, me refiero las conversaciones, esas fueron reales. Me caes bien y sé que te gustó, lo dijiste antes, pero te referías a algo diferente. Lo sé. Como amigos o algo así. Y creo que ser hombres ambos no nos impide serlo. ¿Recuerdas que te dije al inicio, que sólo buscaba alguien para conversar? Eso sigue en pie.
Mandó ese enorme testamento, sintiéndose un poco sin aliento. Pero luego se dio cuenta que se enredó tanto con las palabras que nunca dijo lo que realmente quería. Menudo escritor mediocre era que no podía ni siquiera redactar un mensaje de texto decente.
Cristián: Así que mi pregunta es ¿podemos ser amigos?
Cristián: Por favor.
Cristián: Sé que soy un idiota, pero no me gustaría perderte.
—No todo tiene que terminar en sexo —se repitió y rogó para que Mar, Marcos, respondiera—. Y que su respuesta sea un "sí". Por favor.
* ~ * ~ *
¡Hola! ¿Cómo están? Perdón por tardar un poco en actualizar aquí. Gracias a los pocos que le dan amor a esta historia con votos y comentarios. La verdad es que estoy un poco desanimada aquí, pero por ustedes sigo ❤️
¿Se esperaban la aparición de Arturo?
¿Qué piensan que dirá Mar? ¿Y qué harían ustedes en su lugar?
Les cuento que comencé una nueva historia que empezaré a actualizar regularmente al terminar esta. Se llama El heredero de Yuanfen. Es un mpreg. ¡Espero puedan leerlo!
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