Capítulo 1
Hawái era justo como lo había imaginado: cálido, vibrante y con un aire que olía a libertad. No podía evitar sonreír mientras bajaba del taxi y alzaba la vista hacia el enorme resort Pearl Horizon. Las palmeras, el sol reflejándose en las ventanas, y la brisa suave que revolvía mi cabello parecían darme la bienvenida a este nuevo capítulo de mi vida el cual, sin duda, tenía una gran pisca de suerte.
Después de meses tan complicados, este viaje era todo lo que necesitaba. En Corea tan solo tenía problemas esperando, sin un techo donde quedarme y un ex que quería dejar en el pasado aplastado, bien aplastado.
Había apostado todo en aquel sorteo que se había hecho en el centro comercial al que me invitó Aeseol, mi mejor amiga, teniendo la esperanza de que ir por un poco de ropa nueva me pondría feliz, ya que nada me había alegrado por más que lo había intentado. Y al final no había estado tan mal, pues a pesar de que al principio no encontré nada de mi agrado o los precios parecían ir más allá de lo que podía costear, gané el premio más gordo que había tenido en toda mi vida: una semana completa de viaje a Hawái con todo pagado.
Poco me importó como es que eso era posible. Tan solo nos dejamos llevar, compramos ropa veraniega y con el pasar de los días pedimos con todas nuestras fuerzas que no fuera un fraude. Teníamos los papeles, teníamos ropa para la ocasión... El universo tendría que haber sido muy malo para arruinar todo lo que habíamos planeado.
Pero no fue así, y por lo mismo Aeseol repitió durante todo el vuelo que Hawái era perfecto para reiniciar mi vida, obtener vibras positivas y disfrutar hasta no poder más. Y, aunque en verdad no estaba del todo segura si lo podría lograr, decidí creerle. Después de todo, no podía haber nada peor luego de no tener casa y terminar una relación de siete años. Estar en un lugar paradisíaco era como estar en el mismísimo cielo.
Arrastré mi maleta hacia la recepción, con mi boleto de check-in en la mano, mientras intentaba no tropezar con las baldosas impecables que decoraban el suelo. Todo en este lugar gritaba lujo sin importar a dónde mirara, desde las columnas de mármol hasta las flores frescas en cada rincón, agregando color y uno que otro aroma agradable. Una parte de mí se sentía fuera de lugar, como si alguien fuera a decirme que el resort no era para alguien como yo. Y en cierta medida era así. Se notaba a leguas que era un lugar para personas con una situación económica mejor a la mía y no podía engañarme a mí misma. Si no hubiera sido porque había ganado el premio mayor, probablemente en mi vida nunca habría conocido un lugar tan lujoso para disfrutar.
Ser mesera de catering no pagaba lo suficiente para darse muchos lujos y un viaje a Hawái por una semana claramente no era algo que podía costear mi billetera. Y sin bien no era exactamente la primera vez que veía un lugar en donde se sentía el aroma a gente adinerada, nunca me había tocado estar del lado sin uniforme y donde podía dejar que otros me atendieran.
Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no vi venir a un hombre que, literalmente, chocó conmigo.
—¡Ay! —retrocedí un paso para evitar caer, y sostuve mi boleto con fuerza, mientras mi maleta tambaleaba a mi lado.
Levanté la vista, lista para decir algo, pero me encontré con unos ojos oscuros que me miraban fijamente. Era alto, lo suficiente para tener que esforzarme un poco para verlo. Llevaba encima un perfume que se sentía por sobre el aroma floral y su estilo casual iba completamente en sintonía con el lugar.
—I'm sorry —dijo, con una voz sorprendentemente suave para alguien que tenía una apariencia tan impecable.
—Está bien, no pasa nada —murmuré, aunque mi tono salió un poco más cortante de lo que quería.
¿Quién camina sin mirar por dónde va? Y peor aún. ¿Por qué no respondí en inglés cuando él había hablado en ese idioma? No era una experta en el idioma, pero al menos por mi trabajo me sabía defender lo básico, o eso pensé hasta que se me ocurrió responder sin que mi cerebro hiciera clic. Estaba en el extranjero, en un resort en dónde el último idioma que se iba a hablar era el coreano, pero ahí estaba yo pasando vergüenza de forma gratis.
Mientras mantuvimos miradas por unos segundos, sentí algo extraño, como si el tiempo se detuviera por un instante. Pero sacudí la cabeza y me hice a un lado, dejándolo pasar de una vez. No tenía tiempo para estorbar en la pasada de alguien más ni tampoco podía desperdiciar mi instancia en el lugar. Tenía una gran habitación que me estaba esperando y no podía dejarla plantada. Los últimos días había estado durmiendo en un sofá que tenía mi espalda bastante destruída.
Tenía que ser agradecida porque al menos era un lugar decente para dormir, pero también tenía que ser realista. Aeseol todavía vivía con su madre y de igual forma me habían dado un espacio, pero estaba claro que no podía permanecer toda la vida ahí.
—¡Yoomi! —la voz de mi amiga me sacó del momento.
Había cambiando varios pasos más que yo, dejando la distancia suficiente para que tuviera que elevar la voz. Estaba agitando una de sus manos desde el otro lado del vestíbulo, con esa sonrisa enorme que siempre tenía cuando estaba emocionada.
—¡Ya voy! —le respondí, ajustando la correa de mi bolso a la vez que tomaba mi maleta y me echaba a caminar.
Antes de alejarme del todo, miré hacia atrás por reflejo. El hombre seguía allí, de pie en la recepción con su porte imponente y su cabello ligeramente desordenado llamando la atención de otros turistas que pasaban por ahí. Me dedicó una mirada que fue desde mis pies hasta mi cabeza y luego de ello regresó a ver su teléfono como si nada hubiera pasado.
«Qué arrogante», pensé, y me giré hacia Aeseol, dejando el encuentro atrás. No tenía sentido gastar mi tiempo en alguien que probablemente ni siquiera recordaría que había estado a punto de tumbarme. Este viaje era para mí, para disfrutar, no para analizar a extraños, mucho menos a uno que me había dedicado una mirada tan desagradable como si hubiera visto una plaga en vez de a otra persona. El maldito estaba bueno, aunque su actitud me pareció que no era la mejor si podía mirar a alguien de forma despectiva.
Aunque no lo culpaba del todo. Probablemente mi aspecto no tenía que ser el mejor luego de tantas horas de vuelo. A diferencia de Aeseol que se había arreglado un poco antes de llegar al lugar, yo me había dedicado a ver el paisaje y tomar fotos para poder guardar el momento más allá de mi mente. Necesitaba pruebas físicas de que no se trataba tan solo de un sueño que estaba teniendo mientras dormía en ese duro sofá.
—¿Qué pasó? —preguntó viendo mi aspecto ligeramente confundido.
—Choqué con ese hombre —le dije apuntando disimuladamente a quien ya se había dado la vuelta para solo poder ver su espalda.
Pensar en ello medio un poco de vergüenza, pero al final los dos teníamos que haber estado distraídos, de otra forma aquel hombre podía haberme esquivado para no pasar por la incómoda situación. Nadie iba por la vida planeando chocar con otro, y si así era... Definitivamente tenía que buscar ayuda para tratarse.
—Es para soltar el último rastro de mala suerte que traías contigo —dijo de forma juguetona—. Ahora ya estás lista para empezar las mejores vacaciones de tu vida —sin decir nada más, tomó mi maleta y comenzó a caminar hacia el ascensor.
—Claro, más que lista —le respondí, aunque en el fondo una pequeña parte de mí seguía dudando.
Tras la mirada de ese hombre me había sentido como un bicho raro, y a eso se le sumaba que eea difícil dejar atrás todo lo que había pasado en los últimos meses. Pero estaba decidida a intentarlo. En un lugar tan precioso no podía dejar que los malos momentos opacaran la felicidad que podía sentir. Prácticamente estaba en el paraíso, no podía pedir nada mejor.
Cuando llegamos a nuestra habitación, Aeseol tiró su bolso sobre la cama más cercana a la ventana y se dejó caer a un lado como si ya hubiera recorrido todo el resort. No la culpaba, el lugar era tan grande que incluso podía ser fácil perderse si no se ponía atención. El camino para llegar ahí desde el ascensor no era tan difícil, pero apostaba cualquier cosa a qué desde cualquier otro punto del lugar llegar a la habitación iba a tomar más trabajo del que podía pensar.
—Dime. ¿No es este es el lugar más hermoso que has visto? —sus ojos cerrados sintiendo la suavidad de la cama me dejaron en claro que íbamos a dormir muy bien.
Me detuve un momento para observar la vista: el océano infinito brillaba bajo el sol de la tarde, y las palmeras se balanceaban con la brisa veraniega. El lugar solo se podía describe con una palabra: perfecto. Ninguna imagen que había visto antes de viajar le hacía justicia a lo que mis propios ojos estaban viendo.
Los aromas, los colores... Todo era algo que nunca había imaginado. Pensar que iba estar ahí por una semana se sentía irreal.
—Es increíble —admití, dejando mi maleta a un lado.
Pero antes de que pudiera acomodarme o saltar sobre mi cama para ver si era tan buena como parecía, Aeseol ya estaba planeando nuestro itinerario.
—Primero, vamos a echar un vistazo a la piscina. Luego, a tomar unos cócteles en el bar, y escuché que esta noche hay una fiesta en la playa. ¿Qué dices?
—Digo que me dejes respirar un segundo para disfrutar de esta delicia de colchón —respondí riendo, por fin pudiendo sentir por mí misma que tal era la cama.
Y wow, era la mejor cama que había tocado mi cuerpo. Las mantas eran tan suaves que mi piel agradeció el tacto y olían al mejor suavizante que alguien podía utilizar. De seguro había mejores habitaciones en el resort, pero no me quejaba para nada con la que nos había tocado. Para ser gratis, era mucho mejor de lo que podía esperar.
Por otro lado, era verdad que no podía evitar pensar en todo lo que había dejado atrás: discusiones, lágrimas e intentos fallidos de avanzar para terminar en el suelo otra vez. Sin embargo, este viaje era mi manera de demostrarme que podía seguir adelante. Que la vida solo es una y tenía que disfrutar al máximo cada momento feliz como si fuera lo único.
El itinerario de mi amiga no sonaba nada mal, y estaba dispuesta a seguirlo con tal de disfrutar las primeras horas desde que habíamos llegado.
Más tarde, ya estando arreglada para no parecer un vagabundo en medio de tantos lujos, junto con Aeseol salimos de nuestra habitación para poder comenzar a seguir todos los planes que teníamos. La emoción de mi mejor amiga se me contagió hasta el punto de que me había esforzado lo suficiente para poder decir que era la primera vez en mi vida que me veía tan atractiva. Nunca antes había tenido la oportunidad de usar un vestido veraniego, pero con la ayuda de Aeseol había escogido algunos y wow, eran tan preciosos que hasta me daban ganas de usarlos en invierno solo para lucirlos.
Me veía bien, lo suficiente para llamar la atención de alguien por ahí, que si bien no era mi intención... Ser deseada no me parecía para nada mal.
Mientras caminábamos hacia la piscina para explorar un poco, mi vista recorrió el lugar y lo vi de nuevo. El hombre con el que había chocado al llegar. Estaba sentado en una de las tumbonas cerca del bar, con una bebida en la mano y el rostro oculto parcialmente por unas gafas de sol, pero aun así logré reconocerlo enseguida.
Aunque había varias personas a su alrededor, me pareció que destacaba como si el resto del mundo estuviera desenfocado. Realmente era como si le hubiera pedido al sol que le prestara algo de luz para no pasar desapercibido.
Intenté ignorarlo, pero fue inútil. De alguna manera, sentí que sus ojos seguían mis movimientos y aquello me obligó a no apartar la mirada. Ya no veía desarreglada, para nada, por lo que por lo menos imaginé que sus ojos ya no me veían de esa manera que me había hecho pensar que era un tipo desagradable.
—¿Yoomi? —Aeseol me sacó de mis pensamientos antes de que pudiera seguir. Aparté los ojos del sujeto en cuestión para enfocarme en mi amiga— ¿Está todo bien?
—Sí, sí —por el rabadillo del ojo todavía podía sentir la presencia del hombre con el que había chocado.
No tenía sentido pensar en alguien que ni siquiera conocía. De seguro tan solo tenía mi atención al tener rasgos asiáticos en un lugar desconocido. Porque claro, si lo pensaba bien, su rostro era el que más familiar se me hacía luego de mi mejor amiga. Aunque su cuerpo no se quedaba atrás si pensaba en sus muslos gruesos y sus brazos marcados que había alcanzado a ver a la distancia. Era imposible negarlo, la camisa guayabera y los shorts que llevaba le quedaban bastante bien.
Algo en mí sabía que este viaje estaba a punto de volverse emocionante. Aquel hombre de mirada arrogante iba a estar incluído a pesar de que no estaba en mis planes desde el inicio. Esos ojos con mirada profunda a la distancia habían captado mi atención desde el primer momento que los había visto y acortar la distancia entre nosostros no pareció tan mala idea.
Nuestros cuerpos habían chocado antes, no pasaba nada si volvían a chocar otra vez.
—Muy bien, vamos a tomar algo entonces. ¡Siento que puedo ser capaz de tomarme la piscina si seguimos aquí!
Tras un último vistazo a quien estaba cruzando el agua, seguimos hacia el bar. Yo también necesitaba tomar algo, y de preferencia que acabara con la repentina sed que me había invadido.
01/02/25
¡Aquí el primer capítulo! ¿Qué tal les ha parecido? ¿Qué creen que pasará en el siguiente?
Y por cierto, ¿ya leyeron la historia de NewHopeland? 👀
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