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DO' nietos y una Nana

Viernes en la noche, KyungSoo vestido con un pantalón de chándal gris que había visto mejores días y su camiseta blanca, la que tenía pequeños orificios en la parte inferior; se encontraba como todos los días en casa de su abuela Seulgi, recostado en el viejo sofá frente al televisor, con una mano sujetando el tazón con nachos y con la otra, cambiando los canales de forma parsimoniosa, mientras esperaba que fuera las 8 de la noche, momento en el que se transmitiría el último episodio de la serie Dos mujeres y un Kim –remake de una famosa novela latinoamericana que el menor de los Do seguía fielmente cada capítulo en compañía de su nana, quien en ese momento se encontraba pelando las papas con las que prepararía los tamales coreanos con sazón latino, famosos en el vecindario, el cual era un pequeño paraíso latino, donde inmigrantes con sed de nuevos comienzos llegaban a Corea en busca de su sueño americano, o debo decir ¿su sueño coreano?

—¡Nana! Ya va a empezar la novela. —Con un potente grito que hizo que los perros del vecino aullaran, un muy emocionado Kyungsoo le notificó a su abuelita, que ya estaba por iniciar; acto seguido se dedicó a limpiar los lentes de sus gafas con la camisa que a estas alturas ya tenía más de una mancha de nachos.

—Aguanta mocoso ¿No me estás viendo ocupada con las papas? —indicó ella indignada. El joven no hizo más que soltar una pequeña risa jocosa y subir el volumen del televisor. Su abuela aunque la quería mucho, era un poco cascarrabias.

Ya había pasado 20 minutos, KyungSoo se había acercado tanto al televisor que ya se encontraba sentado en la punta del sofá, mordiéndose las uñas, con el pestañeo al mínimo ¡No quería perderse ni un segundo! La novela estaba en su mejor momento pues Kim Woo Bin finalmente descubría que el hijo de la Rosé María no era suyo.

—¡Díselo Yuri, dile que ese hijo no es de él! —Desesperado le gritaba al televisor, como si estuviera esperando que este le respondiera.

El hijo, ese hijo, el hijo de Rosé María, ese hijo...

—Ya díselo mujer de Dios. —Era demasiado drama para su frágil corazón.

Ese hijo no es...

Para mala suerte de KyungSoo el televisor de un momento a otro dejo de dar imagen, impidiéndole ver el desenlace de aquella escena. Rápidamente como quien compite para las olimpiadas, corrió hacia donde estaba el aparato y empezó a golpearlo creyendo falsamente que por un milagro de san Siwon se arreglaría.

Trágico lo sé

—Ya deja de darle golpes al pobre televisor, no tiene la culpa de tu inexistente vida social —Se quejaba la abuela Seulgi, que desde el comedor veía la ridícula escena de su nieto.

—Abuelita ¿sabes que le pasó al televisor? —preguntó con un puchero en sus labios, abriendo esos ojos como sí le fuera a echar gotas.

La abuela negó con su cabeza. Seulgi una mujer muy sabia que no permitiría que ese último viernes su Dodo –como le decía de cariño– lo malgastara viendo una novela; así que aprovechó un momento de distracción del menor para apagar el televisor con el control remoto, programado para que no se prendiera hasta media hora después. Con una mirada severa le indicó al muchacho que se acercara y se sentara a su lado.

—Nana, el televisor —señaló disgustado Kyungsoo hacia el aparato que no daba señales de vida. "¿Por qué la vida es tan cruel conmigo?" se cuestionaba mentalmente, al tiempo que se sentaba en el espacio indicado pues si no lo hacía su abuela le lanzaría la chancleta y ¡vaya que esa mujer a esa edad tenía buena puntería!

La abuela dejó por un momento de pelar las papas y miró seriamente a su nieto, que reflejaba el desespero por no poder continuar viendo la novela. Con un suspiro cansino, decidió que era el momento de sermonear a su nieto favorito "pero no le digan a su otro nieto que Dodo es su favorito ¿vale?"

—Sabes que yo te quiero mucho ¿verdad? —Empezó la abuela Do. KyungSoo bajó la mirada y asintió levemente con su cabeza, ya sabía que hoy no solo no podría ver el final de la novela, sino que su abuela se encargaría de repetirle como por quincuagésima vez en esa semana la importancia de hacer amigos y saber cuidarse especialmente para alguien que nunca ha salido de su "nidito".

—Tú eres un niño muy lindo pero el amor no va tocar a tu puerta, sé que a ti te gusta ver las novelas románticas, eso lo heredaste de mí; pero tú tienes que conocer el mundo y por eso está bien que dieras el primer paso para... —Continuaba la señora. Sin embargo en la mente de KyungSoo solo había espacio para Woo Bin "¿se casaría con la Rosé María?, ¿La Yuri le contaría la verdad?"

—¿Me estás escuchando? —Le cuestionó una vez que su nieto dejó de pestañear claramente distraído por la novela y por el ¡papasito de Woo Bin!

—¡No soy ni perra ni zorra, soy una gata y eso a ti te encanta... its Krismast taim!

Para alivio suyo no tuvo que responder pues la conversación fue interrumpida por una voz chillona que venía desde el pasillo hacia el comedor donde ellos se encontraban, –cantando en un inglés mal pronunciado, valga la aclaración–.

—Ahí viene la loca de tu hermano. —La mujer suspiró, mientras cerraba los ojos y masajeaba sus sienes a la espera de ese torbellino. KyungSoo resopló y le dio una "cálida mirada" a su hermanito cuando entró a la habitación.

—Abuela, tu nieto feo me está mirando como si estuviera matando pingüinos. —Lloriqueó con aires de diva, señalando al culpable. Rápidamente y a modo de molestar al gruñón de su hermano, besó la calvita de Kyungsoo, que por estos días y gracias a un barbero con hipo, tenía la forma de un huevito –HuevoSoo, le dicen–. Inmediatamente el mencionado se asqueó ante tal acción y empezaron una pelea con improperios para nada infantiles.

—Peliteñido.

—Cabeza de huevo.

—Gata en celo.

—Pues tu cabeza está más pelada que las nalguitas del niño Dios en el pesebre.

Rápidamente la pelea se volvió física, una muy masculina, por supuesto.

—Peleas como niñita —chilló Kyungsoo, ya que su hermano como buen felino intentaba arañar sus brazos, oportunidad que no desaprovechó para jalar de algunos de esos mechones rubios.

—¡Estáapida, mi cabello, idiota!

Oyeron cuando la abuela hizo sonar una olla con una cuchara de palo pero esto no hizo que la pelea menguara.

—¡Se me calman los dos o les doy con la chancla! —Bastante exaltada la mujer ahora sostenía en sus manos aquel objeto conocedor de miedos infantiles y de colitas blanditas, agitándola de manera amenazante. Inmediatamente los aludidos quedaron paralizados a la espera del regaño de la señora Do.

—¡Ustedes ya no son dos mocosos, deben comportarse como dos hombres hechos y derechos!

–Ay abuelita, pero si tú sabes que somos bien gays –rió de manera traviesa, dirigiendo una mirada a su hermano, quien solo rodó los ojos.

—¡BaekHyun, deja las loqueras ¡No me interrumpas! —Observó detenidamente a su nieto, quién vestía una camisa de malla negra sin mangas y unos pantalones de cuero bastante ajustados y ese maquillaje ¡por la vida de pureza y castidad de Lee Ji Eun! parecía una... una

—Luces como una... una...

—¿P*uta? ­–Completó Kyungsoo

—Cállate enano.

—Se me callan los dos —Sentenció la señora Seulgi. Cansada con sus dos únicos nietos, se le ocurrió una brillante idea—. Ya que tú al parecer estás listo para salir a parrandear, llévate a tu hermano menor contigo.

—¡Qué! —protestaron al unísono

—¿No me escucharon? Que se me largan los dos ¡Ya! —Acto seguido tomó la escoba y empezó a empujarlos hacia la salida, escuchando las protestas del menor, por el contrario BaekHyun estaba dichoso porque su intención era salir de casa para encontrarse con su nueva conquista, ahora solo tendría que deshacerse de su hermanito.

Una vez que fueron corridos por su "cuidadosa" nana, el mayor tomó de su pequeña cartera un espejo para peinar algunos mechones que por culpa de un salvaje amante de los pingüinos, ahora lucían un poco desordenados.

—Deja ya de golpear la maldita puerta, la abuela no va a abrirla —Tomó el brazo de su hermano, para alejarlo de la casa. Rápidamente el más joven se zafó de su agarre.

—¿Qué vamos a hacer? —protestó KyungSoo.

—¿Vamos? me suena a combo. Yo tengo una cita con mi novio y tú —le regaló una mirada de pena a su hermanito— Yo empezaría por cambiarme de ropa.

KyungSoo no tuvo tiempo para defenderse de ese ataque verbal porque un Masserati negro aparcó frente a la casa. "Esos carros no se ven en este vecindario, debe estar perdido" pensó.

Muy equivocado estaba cuando su hermano empezó a dar pequeño saltitos, como si quisiera ir al baño, y a gritar como si estuviera viendo al mismísimo Kim JongDae en persona –actor, protagonista de la serie Dos mujeres un Kim–. De aquel vehículo salió un hombre que en los términos de KyungSoo, bien podría ser confundido con un poste, apenas vio a su hermano apagó con mucha elegancia su cigarrillo con la punta de su zapato; el rubio sin ninguna vergüenza se trepó en los brazos del desconocido. En la mente del menor, se reproducía la imagen de aquellos monos del Amazonas conocidos por trepar a las ramas más altas para obtener su alimento. Volviendo al presente, Baek recibía de ese poste con patas un fogoso beso, con gemidos y todo; así que no tuvo más opción que apartar la vista

—¿Gatito, quién es ese raro que está ahí? —KyungSoo levantó la mirada, esperando que su hermano los presentara; pero rápidamente BaekHyun tomó la mano de la jirafa humana, alejándolo de la entrada de la casa; aun así, a unos pocos metros pudo escuchar como su hermano le decía a su "novio" que simplemente era un habitante de la calle, por la expresión que vio en el desconocido antes de subir a aquel auto, supo que le había creído.

Su relación nunca fue buena, pero negarlo casi hacía que su corazón reinado por pingüinos, doliera. Decidió sentarse en el jardín, a la espera que su nana se compadeciera y abriera la puerta. Tenía que descansar muy bien, especialmente la noche previa...

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—¿Por qué estas dormido en el césped?

KyungSoo se despertó con esa voz gruesa de su amigo, su vecino el grandulón de patas chuecas y orejas exorbitantes; lo estaba mirando con esa sonrisa de idiota que lo caracterizaba.

—Solo estaba admirando el cielo, no estaba durmiendo —inventó rápidamente, ni loco admitiría que estaba soñando con Woo Bin.

—Como sea, vaquero. Límpiate las babas que tienes en tu mejilla —Le guiñó el ojo antes de desaparecer en su bicicleta panadera destino a su trabajo de medio tiempo.

"Ese chico es muy raro no sé por qué antes me gustaba" pensó KyungSoo con una pequeña sonrisa en sus labios de corazón.

Por otro lado si su despiadada abuela, quería que esta noche la disfrutara, conocía el sitio propicio. Ahora más determinado que nunca, dejó atrás la casa de su abuelita.

—No me esperes está noche —gritó hacia la ventana de la casa.

Su abuela quien había visto toda la escena desde el noviecito de BaekHyun hasta la aparición del vecino. Sonrió al ver a su nieto preferido salir. Sabía muy bien hacia donde se dirigía. Antes de dormir, empezó a bailar un clásico de la salsa cubana con una escoba como su pareja. Solo esperaba que los dos pies izquierdos de Dodo no fueran un problema en su plan de sana diversión.

Porque Kyungsoo a pesar de sus fachas dignas de un habitante de la calle, en esa noche azul, se le antojaba un par de tequilas. Sí esta era su última noche, ¡vaya que la iba a recordar!

🌼🌼🌼🌼

A medida que avanzaba sobre la acera sus pasos se hacían cada vez menos certeros y decididos como lo fueron en un inicio, las ganas de tomar un par de tequilas ya no eran tan fuertes como hace un momento atrás. Lo cierto es que KyungSoo empezó a dudar hacia donde debía dirigirse, tal vez debía tomar un plan seguro, noche de cine. Así que hizo lo que cualquier persona madura haría en una situación como esta, de uno de los bolsillos de su pantalón sacó una moneda, lo dejaría a manos del destino; si caía sello iría a aquel bar y cara para ir al cine. Mientras seguía caminando lanzó la moneda hacia el aire, observando la caída de esta para poder atraparla, con lo torpe que era, la moneda finalmente cayó en el suelo, no tuvo otra opción que agacharse para recogerla, pero la moneda no aparecía ¡Por San Siwon por qué soy tan ciego! se quejó hasta que por fin la encontró, se encontraba dubitativo en medio del andén, sin querer ver el resultado, tras un par de segundos, se animó a verla, aunque el momento nunca llegó porque fue envestido por la llanta trasera de una bicicleta, cuando se vio a sí mismo se encontraba de cara al pavimento, empezó a quejarse por los raspones menores que tenía en su brazo derecho.

—¿Te encuentras bien? —Kyungsoo intentó girar su cabeza hacia aquella voz preocupada. Lo único que pudieron enfocar sus ojos miopes fue un borrón de pantalones blancos y camisa verde.

—¿Debería llamar a una ambulancia? —el joven desconocido siguió insistiendo, acercándose hacia la figura que aún seguía en el suelo, extendió su mano para ayudarlo a pararse, pero el hombrecillo que tenía una apariencia de vagabundo, la rechazó.

Decir que se encontraba avergonzado era poco, teniendo en cuenta que aún no podía mediar palabra con aquel sujeto que lo atropelló, seguía como diría su abuelita "desparramado" sobre el sucio asfalto y para colmo estaba 99% seguro que su pantalón se había rasgado justo ahí, en medio de sus nalguitas y no olvidemos sus bóxer de Bob Esponja que de seguro se observaba desde ese pequeño agujero. Cuando aquel joven ofreció su mano para ayudarlo a parar, la rechazó, se sentía muy apenado con esas fachas y para finiquitar la situación sus mejillas se habían encendido a un rojo cereza "incómodo,incómodo" gritaban las voces en su cabeza. Por suerte no vería a ese hombre nunca más.

Un carraspeo por parte de aquel extraño, le recordó que él seguía ahí de pie observando la patética escena.

—Como quieras. Ten estos billetes, no tengo más. Espero que compres algo de comer y dejes de mendigar. —Le advirtió antes de alejarse en su bicicleta, arrojando un pequeño fajo de billetes al mendigo que seguía en el suelo. "Lo que hace las drogas" Se cuestionó mientras se dirigía donde su querida prima.

–¡Pero qué mierd*a! –Kyungsoo se levantó rápidamente, gritándole al aire, no le importó que los transeúntes le lanzaran miradas extrañas. Estaba colérico, "¡Quien era ese engreído para tirarme dinero!, como si fuera un vagabundo" resopló enfurecido por el acto del extraño. Rápidamente recogió los billetes, –no lo malinterpreten, tenía su orgullo, pero en su situación, no tenía de otra–. Ahora más decidido que nunca se dirigió al bar.

Cuando cruzó en la esquina, divisó el letrero con luces de neón "Havana" el nombre del bar en el que la cultura latina y coreana se mezclaban, en una fusión que muchos catalogarían como exótica.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.


🎧🎤🎧

Espero que les guste esta pequeña historia, creada con mucho amor hace ya bastante, pero que decidí hoy nuevamente subirla con algunas pequeñas modificaciones 😊

Havana oh na na... *se pone a cantar*

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