Capítulo O6
Capítulo O6: donde JungKook comenzó a ser lejano a mí.
La cosa era esta: estábamos apenas entrando a febrero. Tenía aproximadamente dos semanas desde que JungKook y yo no dirigíamos palabra alguna. Inclusive cuando yo intenté resolver las cosas yendo a su casa, supuestamente para hablarle. Ni siquiera me miró. Las rutinas seguían, por otro lado, aunque ya no íbamos a la escuela juntos.
Él simplemente se iba más temprano y hasta había empezado a usar el taxi en vez del barato metro. Yo me quedé con la tarjeta del subterráneo porque él no la había pedido, y no me causaba problema devolvérsela, así como el usarla.
La cosa no era solo esa, JungKook además de dejar de hablarme, intentaba sustituirme. Se habías conseguido unas nuevas amistades que realmente me importarían poco si estuviésemos en buenos términos, el problema es que lo hacía a propósito porque sabía que yo odiaba que me cambiaran o sustituyeran. De todas maneras, ni siquiera mi enojo fue suficiente para reclamarle algo.
— ¿Ustedes discutieron así de mal?
Claro que JungKook no era exactamente el único conocido que tenía en la escuela. También estaba el "consejero estudiantil" (aunque era más bien como un presidente o algo así), NamJoon. Era bastante bueno intentando hacerme entrar en razón cuando yo estaba a punto de dar las últimas. Y también estaba el rector de actividades paraescolares, SeokJin. Ambos eran bastante jóvenes y ni siquiera nos llevaban tantos años. NamJoon era un estudiante de último año que intenta sumar puntos para la universidad, y Jin un chico que terminó la preparatoria y tomó cursos básicos para dedicarse a lo que más le gustaba. También estudiaba por las tardes la mayoría de veces así que mataba dos pájaros de un tiro.
— No fue una discusión —le digo a NamJoon, quien está haciendo algunas cosas en la computadora de la biblioteca—. Es decir, yo hice los reclamos en su mayoría. Él casi no dijo nada.
NamJoon me miró pensativo, como si la intuición le estuviese llegando de la nada. Probablemente intentaba descifrar mis palabras, o quería saber qué era lo que en realidad sentía hasta el fondo de mi corazón.
Era sincero. JungKook comenzaba a exasperarme y aunque me agradara o no, la idea de sacarlo de mi vida se hacía cada vez más fuerte. Un lado mío simplemente no podía dejarse vencer por una persona como él. Y el otro lado se aferraba a pensar que sólo pasaba por un momento difícil, y que tenía que apoyarlo.
Suspiré con amargura, recargando la frente en la palma de mis manos y observando la mesa vieja de la biblioteca.
— ¿Acaso no es que le gustas?
Esas palabras entran en mí tan rápido como salen. Mis ojos se cierran, pero de inmediato respondo fuerte y claro:
— Eso es imposible, NamJoon hyung. Hay muchas razones por las que es así, pero entre las principales están que él y yo somos amigos desde que éramos niños, y que no soy su tipo.
— Quién sabe. La gente crece, los sentimientos cambian. ¿Lo de ser su tipo? JungKook luce cómo del tipo que no tiene tipos.
— ¿Por qué eres el consejero escolar? —cuestiono confundido.
NamJoon rueda los ojos antes de suspirar y teclear de nuevo algunas cosas en la PC. Me gustaría entretenerme con eso, pero hay demasiadas cosas en las que quería pensar.
Todo inició por esos cambios tan repentinos. ¿Por qué JungKook dejó de contarle la verdad? Ya no hacía bromas, ni era extrovertido. No importaba si tomaba té, o si se sabía el orden exacto de los cubiertos, incluso si había aprendido a hablar inglés cuando antes sacaba menos que un cinco. Nada de eso importaba si habían cambiado a JungKook por una persona fuera de sí, con arranques de tendencia a olvidar, y a cambiar y a sustituir.
— Soy el consejero porque hago que la gente entre en razón. Casi no doy consejos.
Ilumíname. Eso era lo que TaeHyung quería decirle a su mayor para poder arreglar todo el problema.
— Ayuda.
— TaeHyung... Tú hablas tanto de los sentimientos de él y de su actitud, ¿pero realmente te has preguntado cuáles son tus sentimientos y tus actitudes?
— Yo no soy el que ha cambiado.
— Claro que no —menciona. Aleja la vista de la pantalla y acomoda sus lentes cuadrados, juntando las manos—. Pero te aseguro que si intentas descifrar qué es lo que sientes, hallarás las pistas para una respuesta.
Palabras clave.
Algo que difícilmente yo podría entender. Me quedé perplejo ante todo aquel discurso sobre descubrir qué era lo que sentía. Cuando el timbre sonó, salí de mi trance. Con dudas aún. Sin embargo, al querer cuestionar a NamJoon sobre aquellas frases simpáticas, él ya se encontraba caminando a su clase de ciencias políticas.
Mis ojos cayeron a la palma de mis manos. Y me pregunté, ¿qué es lo que en realidad sientes?
¿Celos? ¿Tienes celos de la foto? ¿Sientes celos porque ahora él luce ser mejor que tú? ¿O tienes celos de no ser quien está en la foto? ¿Te enoja el hecho de que él acceda tan fácil o te enoja el hecho de que él acceda a cualquier persona menos a ti? Al abrir mis ojos, me encontré con él.
JungKook me observaba impaciente desde el borde del librero, con lo ojos serios. Me quedé quieto, intentando descubrir qué es lo que hacía. Lo observé bien, su ropa, sus anteojos, y los lentes sin aumento que llevaba. Sus zapatos negros lustrados, y el reloj nuevo en su muñeca. Entonces me pregunté, ¿realmente no te sientes ni siquiera un poco...?
— ¡No! —exclamé en voz alta.
Aterrador.
Entrar a la mente de alguien más debe ser tenebroso. Pero no hay nada peor que entrar a la propia y cuestionarse sobre la vida misma. Eso era aterrador porque te demostraría qué tan débil eres enfrente de otros.
— ¿No qué, Darling?
— Vaya idiota que eres. No hablándome por dos semanas, ignorando mi existencia.
Mi intento de evadir mis pensamientos me llevó a ser demasiado sutil y suave con él. Me sorprendía su inmensa capacidad para no sonreír, porque yo quería hacerlo y no me lo permitía a la vez. Me giré en mi lugar, sintiéndome algo satisfecho por no responderle como se supondría debía hacerlo.
De hecho, estaba más ocupado tranquilizado mi interior por hacerme cuestiones sobre JungKook.
— Lo lamento, necesitaba pensar algunas cosas.
Pretendí leer el libro que estaba sobre la mesa (que alguien había dejado ahí) para no lucir muy interesado. Qué vago. Pensar me hacía sentir nervioso.
— ¿Pensar requería exclusivamente de ignorarme y abandonar mi existencia?
— Para pensar bien necesitaba eliminar toda distracción.
— Soy una distracción, entonces. Buena manera de intentar conquistarme de nuevo.
JungKook camina unos pasos hacia mí, sentándose justo donde NamJoon estaba. Alza las cejas, sobrepasando el borde de sus anteojos.
— ¿De nuevo?
Hice una mala elección de palabras. Ciertamente era porque estaba confundido entre mis pensamientos y la vida real, por lo que fantaseaba con escenas que quería saliesen de mi cabeza. Al final, todo se revolvía y no podía hacer ni una cosa ni la otra, no podía vivir en la realidad y fantasear en mi subconsciente.
— Sí, de nuevo —intenté patéticamente no salir de mis estribos—. Somos amigos. Me dejaste de hablar para pensar, ¿así lo hacen los ingleses?
— Así lo hago yo y siempre había sido así. Incluso cuando... Antes de irme al internado, Darling. ¿O ya lo olvidaste?
— Una cosa es dejar de hablarme. Otra es ignorar mi existencia. ¿O no lo entiendes?
El hecho de llamarme de esa bochornosa manera, como si fuera su cariño o algo así. JungKook sobrepasaba los límites invisibles que eran más que obvios y conocidos. Me hartaba que un momento como ese, tan importante para mí, fuese oportunidad para decirme darling. Odiaba a ese apodo por lo dulce y cálido que sonaba.
— ¿Has comido bien?
— ¿Qué es esa pregunta? ¿Crees que es tan fácil como hablarme y ya?
JungKook rebuscó algo entre las bolsas de su gabardina, y entonces me entregó una caja de tamaño ordinario con un moño azul. Estaba decorada con cosas que ni siquiera entendía y tenía muchas cosas escritas. Alcé los ojos, tomando la caja entre mis manos, y mirando detenidamente al chico en el momento que la soltó.
Un obsequio no era la mejor disculpa que podía obtener de él.
— ¿Vas a comprarme con esto, Jeon JungKook?
— Hazme un favor al guardar silencio. Te pido de todo corazón que me des el honor de abrirla, Darling.
— Demasiado para decir "cállate y ábrela".
Abrí la caja desesperanzado porque no tenía ni la menor idea. Sin embargo, al hacerlo, me topé con una imagen que creí jamás tener entre mis manos.
A JungKook jamás le gustaron las fotos. Extrañamente, ni siquiera cuando fue bebé sus padres fueron capaces de tomarle fotos presentables, ya que en todas salía como un niño chillón. En su niñez, fue aún peor. Y en la adolescencia ni se diga.
Pero... Había una foto donde JungKook realmente salía sonriendo con felicidad.
— ¿Crees que con esto te voy a disculpar?
— Lo espero, ya que gasté un centenar de minutos buscándola.
De pronto me vi obligado a estallar en risa. Miraba la foto una y otra y otra vez, hasta que no pude evitar soltar lágrimas traicioneras. En la caja reposaba la única foto donde JungKook salía conmigo de una manera decente, tal vez teníamos 10 u 11 años. Nuestras cabezas estaban totalmente afeitadas, y sonreíamos con los pulgares en alto, todo porque nos infestamos de piojos y nuestros padres no estaban dispuestos a batallar con eso.
Era una buena foto. JungKook la ocultó por mucho tiempo, pero fue buena ayuda para esos momentos. Aunque no suficiente.
— Bien. Pero no es suficiente.
— ¿Hm?
Él lucía bastante triste. No entendía por qué si se suponía que era una reconciliación.
— Que quiero una disculpa.
— Has de saber que odio las fotos —comienza diciendo después de un silencio corto—. Pero estando en ese lugar, por alguna razón... Simplemente lo hice. No es porque realmente quisiera tener fotos con ellos.
— ¿Estás seguro que no es porque el chico de la foto te gusta?
Lo observé alzar las cejas conmocionado, o algo así. Después las bajó. En un principio fue una pregunta amistosa, pero entre más callaba, más quería saberlo.
Si a JungKook le gustaba ese chico... Entonces, ¿yo debía apoyarlo? Después de ese prolongando silencio y la intervención de una duda en mi cabeza, JungKook suspiró.
— La realidad es... —aunque se detuvo. Yo moví la mano rápidamente para invitarlo hablar. Soltó la sopa con fuerza—... ¡La verdad es que ese chico realmente me gusta, y llamó mi atención, es un infame sentimiento!
Bien.
Entonces, yo no era el único con problemas sobre "gustar de alguien".
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