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Capítulo 37

Capítulo 37: narra el inicio de una cita desastrosa.

Como pueden imaginar... Soy un... Desastre. Corrí por la sala en calzoncillos, cuidando que mi madre no me viera hacerlo, pues mi pantalón favorito no siquiera estaba medianamente planchado. Para mi mala suerte, mi madre se topó conmigo en cuanto cruzaba por la sala.

     — ¡NINGUNO DE MIS HIJOS SERÁ UN EXHIBICIONISTA!

     — Oye —le dijo mi papá desde la cocina—. Déjalo ser.

     Los miré preguntándome qué fue lo que tuve que hacer para que ellos estuvieran aquella tarde en mi casa. Al parecer, fui lo suficientemente joven e inútil como para decirles que tendría una cita con JungKook. No fue para menos, claro que necesitaba el permiso para salir, pero mi estómago estaba volviéndose un mar de emociones  y tenía que contarle a alguien. La primera opción fue mi madre, pero no pude, así que le dije a papá, quien le dijo a mamá.

     — Mamá, solo tienes un hijo.

     — ¿Por qué estás en calzones?

     — Solo déjalo ser —repitió mi papá.

     Solté un sonido exasperado antes de tomar el pantalón de mezclilla entre mis manos y suspirar con fuerza, ellos me miraron confundidos hasta que mi mamá puso una mano en mi hombro.

     — ¿Qué sucede?

     — ¡Es que él ya va a venir y yo no estoy ni siquiera presentable! ¡No me he preparado mentalmente, ni siquiera sé qué playera voy a ponerme y estoy harto de que esto sea tan difi-...!

     El timbre sonó. Y quise apresurar me a subir, pero en cuanto di media vuelta, pude ver a JungKook que apenas asomaba la cabeza en la ventana de la puerta, y asustado se regresaba hasta no poder verme. Grité enojado, dejando volar el pantalón pero después me cubrí detrás de mi mamá.

      — Demasiado tarde, no pude evitarlo. Te dije que no te exhibieras.

     — Que lo dejes ser —repitió papá—. Además, no es como si JungKook no-

     — ¡Detente, papá! ¡Él está atrás de la puerta!

      — Te recomiendo que subas a vestirte ahora mismo —dice mamá—. De otra manera, tendré que dejarlo pas-

      Claro que no. No iba a quedarme ahí. Subí lo más rápido que pude, y entré a mi habitación con un solo pensamiento en la cabeza: ¡SOY UN COMPLETO ESTÚPIDO! En mi defensa, no tenía ni la menor idea de qué hacer. Era la primer cita en... ¿Era mi primer cita realmente? Me senté un momento en mi cama, poniéndome el pantalón mientras pensaba en esa pregunta. Realmente no recordaba si había tenido una cita antes, es decir, sí hubieron amigos... Pero nada importante.

     Me quedé estático un segundo hasta que no me di más tiempo y abrí mi armario, topándome con mi amplia variedad de playeras. ¡No es en serio! Mi amplia variedad eran tan solo 7 playeras, y una camisa que solía usar en las bodas. Suspiré, sin saber qué ponerme. ¡Al diablo! Saldría con un chico que realmente sabe cuáles son todas esas playeras, ¿tenía sentido elegir una sola? Así que eso hice, me la puse, una playera gris.

      —... ¿TaeHyung?

     Salté en mi lugar, dejando volar mis zapatos cuando JungKook tocó mi puerta. Me pregunté el momento en el que pudo haber pasado a la casa y si mi madre lo aturdió con preguntas.

     — Ya te dije que no tienes que tocar  —respondí.

     — Mmm... Sí, lo sé. Pero hace un momento parecías muy sorprendido.

     Él se abrió paso en mi cuarto. Créanme que intenté no verlo, porque no tenía ganas aún de lidiar con todo el problema de "la cita". Fue inevitable no hacerlo. Cuando alcé la vista, me topé con JungKook, y sus pantalones de siempre, su misma camisa, y su mismo cabello.

     ¡¿ENTONCES POR QUÉ DEMONIOS LUCÍA DIEZ VECES MEJOR, Y HASTA BRILLABA?!

     — ¿Sorpre... Sorprendido? ¿Yo sorprendido? ¿Qué? ¿Quién te crees que eres? ¿Son nuevos tus... Zapatos?

     — ¿Qué? —se rio, bajando la vista hasta sus zapatos—. Son los de siempre.

     — Sí. Ya no tardo, para ir a la ci... —mis ojos recorrieron mi habitación, caí de nuevo en JungKook—. La ci-ci-ci...

     — Cita —suelta divertido—. Oye, no hagas un problema de esto. Tómalo como siempre que hemos salido.

     Sí, claro. No podía creer que me dijera eso. Entonces significaba que para él esto era nuestra normal rutina, o que quería tranquilizarme para no verme nervioso todo el resto de la tarde. Con sinceridad, no entendía del todo la manera en la que él veía la situación. Yo estaba nervioso, me sudaban las manos, y me preguntaba qué haríamos constantemente; porque, claro, este era otro paso. Este era un escalón más directo a nuestra relación, no era una "simple cita".

     A diferencia mía, él lucía fresco, seguro, como el típico JungKook que solía darme miedo. Estaba haciendo lo que quería, como lo quería. Deseé ser él por un segundo. Siempre admiré eso, su seguridad y decisión.

     — ¿Estás bien con salir? —pregunto.

      JungKook me miró por un segundo, recargándose en el borde de mi puerta. Reconocía esa mirada, tan llena de palabras, y por el contrario, dando una expresión bastante inconclusa. No fue hasta que me sonrió, sin mostrarme sus dientes que pude distinguir algo.

    — Estoy nervioso —admite—. Y tengo miedo, sí. Pero sobretodo estoy feliz. No importa, voy a bajar a esperarte.

     — Sí.

     — Por cierto —dice asomando la cabeza por el borde de la puerta—, te ves muy bien hoy.

     Reaccionar no era mi fuerte. Lo único que logré hacer fue asentir unas cuantas veces, animándolo a irse. No pasó mucho tiempo para que mis mejillas se tornaran rojas, y un vato movimiento intenté dejar de sentirme como un chico primerizo, porque... Porque era simplemente vergonzoso.

     Al bajar las escaleras, no me tomó ni un segundo despedirme de mis padres y empujar a JungKook fuera de la casa, hasta por fin toparnos en la banqueta, en espera de los planes. JungKook soltó aire desde el fondo de su estómago, poniéndome solo un poco más nervioso. Supuse que era normal sentirme como un bicho si estaba saliendo con la persona que me gustaba; los nervios eran tan normales como sudar, que fuese asqueroso y horrible pasaba como otro tema de conversación.

    — ¿Empezamos a caminar ya? —le pregunto, acomodando mi cabello—. Llegar al metro nos tomará un rato.

     — Oh, no —dice. Lo miro un segundo, confundido, hasta que me sonríe—. Es un día especial, pedí un taxi.

     ¿Un taxi? ¿UN TAXI? ¿Saben cuánto cuestan los taxis? Creí exagerar, por otro lado, me parecía un poco tonto creer que ese día era como cualquier otro. JungKook me decía "no hagas esto un problema", como dándome a entender que "no era la gran cosa", pero rompía esos pequeños esquemas que me mantenían al menos medio grado más tranquilo.

      Quería esconderme debajo de una roca, avergonzado ante mi actitud tan bipolar: primero todo es genial, luego todo es extraño, luego todo es malo. Era una percepción con base en mi mente traviesa y temerosa, es más... De seguro no era la gran cosa salir con él, pero me esmeraba en creer lo contrario, porque era lo que mi corazón sentía: la cita con JungKook sí era la gran cosa.

      — Esto es tan incómodo.

     Las palabras salieron de mí de la nada. Me gané una mirada curiosa de parte de mi amigo, y justo después, se tambaleó en su lugar con algo de confusión.

      — Esta es mi primer cita —admite—. No sé cómo "romper el hielo".

     — Oh, créeme, ya no puedes "romper el hielo" conmigo.

      JungKook me miró con los ojos entrecerrados, provocando que me alzara de hombros. Como si yo no conociera sus "movimientos" de conquista; él solía alardear sobre ellos, diciendo cómo tendría a sus pies a cualquiera que quisiera. Por favor, Jeon JungKook siempre estuvo conmigo, y yo le gustaba... No es por presumir, pero, ¿a quién pensaba que iba a "conquistar"?

      — También es mi primera cita —digo—. Creo.

     Pero lo pensé un segundo... Los dos sabíamos eso, ¡que éramos primerizos!

     — Claro que no —responde divertido—. Una vez saliste con... Esta chica, no recuerdo su nombre. ¿SooYoung?

      Abrí la boca, y la cerré después de medio segundo. Creí hacer memoria pero mi cabeza no llegaba a esa supuesta cita. Bajé la cabeza, recargando la barbilla en mi palma, sin adivinar a lo que se refería.

     — ¿Qué? ¿Cuándo pasó eso?

     — Hace dos años —me responde, con expresión cálida—. Fue algo triste, el mismo día que te dije que me gustabas, me dijiste que ibas a salir con ella.... Creo que esa fue la última vez que lo hice, porque me dolió que salieras con alguien más.
  
     Oh... Hablábamos de esa vez. Sí, esa vez. Hay una historia detrás de esa pequeña mentira, en realidad, nunca salí con Park SooYoung. Más bien, pretendía provocar algo de celos en JungKook, porque días atrás él me había dicho "que alguien le gustaba". Uno de mis tantos intentos por mantenerlo alejado de los demás, qué insano. Pensé que tendría miedo de perder a su mejor amigo, y fue peor que eso.

      Esa era la razón por la que "provocar celos" me parecía la peor escena que montaría alguna vez para traer de vuelta a JungKook. Era detestable e inútil.

     — No salí con ella.

     — Mmm, ¿qué?

     — Solo te dije eso para que te sintieras... —miss ojos cayeron en él, y me arrepentí—. ¿Sabes qué? No lo voy a decir.

      Él me sonrió, y soltó una risita pequeña. Era curioso la perspectiva desde mi lugar, viendo al chico más extraño de mi existencia junto a mí, en espera de un taxi para salir en una cita, veía a JungKook, me transportaba a aquel pequeño niño que antes era, y a mi yo pequeño. Nosotros dos, siempre estuvimos jugábamos, siempre nos quisimos, y  peleamos. Pero más importante que todo, siempre estuvimos juntos, el uno para el otro.

      Entendía eso. Él me decía la verdad, nosotros éramos uno solo.

     — Oye, tonto —me habla con un tono más relajado—. ¿Crees que jamás te he visto en calzoncillos?

      — Ahora es diferente, idiota.

      — ¿Diferente en qué?

      Alcé la ceja fingiendo un enojo, observándolo con algo de preocupación falsa. Le palmeé el hombro con fuerza desde mi lugar, y rodé los ojos, solo porque deseaba darle más impulso a mis palabras.

      — Diferente en que me gustas, JungKook.

      Él abrió los labios, con sus ojos pegados a mí destellando brillo, a punto de decirme algo que pudo ser el paso culminante de la historia. Quise gritar de una vez, por otro lado, no lo logró. Se vio interrumpido por el claxon del taxi que nos esperaba en el inicio de la calle. Él apuntó al carro, olvidando nuestro minúsculo pacto.

      — Es hora de irnos, Tae.

     El inicio fue desastroso, pero, justo como dijo él, nosotros de por sí éramos geniales juntos. El resto de la cita lo consideraría un éxito total. JungKook y yo estábamos bien. Yo no tenía miedo, no temía equivocarme.

     Por primera vez, estaba seguro de mis acciones, mis palabras y mis sentimientos.
   

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