Capítulo 28
Capítulo 28: habla de cómo yo siempre quise lo que pude tener.
Había una extraña diferencia a entre sentirse incómodo y sentirse avergonzado. Pero yo estaba sin habla, enfrente de un chico que no hacía más que abrir la boca y cerrarla de nuevo. Así que eso era ver después de gritarle que te gustaba.
— ¿Qué?
Demasiado tiempo para decir eso, ¿no creen? La sinceridad se apoderó de mí rápidamente, fue un golpe extraño hasta para mí consciente que pretendía mantenerse presente. Miré a JungKook con un poco de desdén no sin antes pensar, ¿estaba haciendo lo correcto? ¿Decirle que me gustaba era lo correcto?
— Que me gustas.
— ¿Gustarte? —cuestiona dejando caer su mochila—. ¿Dices, gustarte como amigos?
— No, no de esa manera.
Estar de pie, diciendo eso, era bastante liberador. No como cuando te quitabas los calcetines al hacer calor, era liberador el soltar un sentimiento tan puro y frágil como lo era la atracción hacia tu mejor amigo, hacia una de las personas que más admiras, que más quieres y que más conoces. Como JungKook parecía confundirse cada vez más, mi golpe de valentía disminuía, pensaba una y otra vez en las mentiras que serían buenas para evitar todo ese embrollo.
He ahí el problema, la incertidumbre, el desconcierto... ¿Por qué tiendo a retrasar todo? ¿El miedo me ganaría?
— ¿Hablas en serio?
Lo miré, dudoso, a él y al aura que cargaba. Podía sentir cómo la distancia comenzaba a parecer. Una gran fisura en una amistad que pudo lucir, alguna vez hacia atrás, indestructible. JungKook y yo... Antes esa frase no me provocaba nada, y ahorra era tan lejana, intocable. Pero, al caso... ¿Yo hablaba en serio?
— TaeHyung, ¿hablas en serio? ¿Te gusto?
No...
— Sí —digo rápidamente—. Me gustas, y de la manera romántica.
Él me miró con un rostro que no pude reconocer. Más que confundido o sorprendido, se lo veía fuera de sí. Remoto a mi persona, como si quisiera encontrar respuesta en algún punto que no estuviera enfrente o lejos mío. Muy a diferencia de las otras confesiones que le he hecho, las que tienen que ver con nuestra amistad. Yo estaba un tanto perdido, pero esperando respuesta. Con miedo. El miedo era lo peor que mi cabeza creaba, y creaba, y creaba; planteándose en mi corazón, mi piel.
Miedo, terror, recelo y temor. ¿Por qué quiero algo que no puedo tener?
— Bien.
— ¿Bien? ¿Eso es toda tu respuesta? ¿Bien?
Niega con la cabeza, veo de nuevo su cabello moverse y las puntas regresar al mismo lugar.
— ¿Desde cuándo? ¿Es por eso todo el problema con San?
— ¿Por qué tiene que ser por él todo? ¿Puedes dejar de meterlo? No sé si te das cuenta pero estamos hablando de algo que yo siento.
— Entonces te gusto desde antes.
— No.
— ¡Entonces sé claro! TaeHyung, ¿qué es lo que esperas? Esto es un gran problema, ¿entiendes? Cuando al fin las cosas comenzaban a... Todo se está desbordando de nuevo.
¿Un problema? Sí. Entendía. También era problema suyo porque claro que mis sentimientos no iban dirigidos a un ser invisible, ficticio. Claro que también era su problema porque estábamos hablando de una amistad, casi de oro, que se suponía estaba por sobre todas las cosas. Y sí, ¿cómo terminaría todo después de una confesión de esa magnitud? Me cohibí en mi lugar, mirando el suelo con resentimiento y acomodando mi mochila para que cayera correctamente en mi muslo.
Las personas pasaban pero nosotros no estábamos ni cerca de estorbarlas. Tampoco me importaba mucho, lo único que quería era escuchar una respuesta clara. Aunque él tenía razón en cierta parte. Mi miedo seguía tan presente que, después de decirle que me gustaba, el cerebro que cargo se bloqueó. Busqué más para decir, hasta que pude explicarlo.
— Me gustas desde que éramos niños, JungKook —suelto de una—. Es solo que jamás me di cuenta y yo... Pasaba alejando a los demás de ti, porque estaba un poco celoso. No era consciente de eso. Y ahora que no logré que San se fuera yo...
Indescriptible. Su rostro, sus ojos haciéndose cada vez más pequeños porque tenía esa estúpida creencia que ayudaba a observar mejor; mordiendo su mejilla por dentro de su boca, como de costumbre. Nervioso porque movía sus pies en un ritmo lineal. De nuevo estaba inseguro conmigo mismo porque nada estaba saliendo bien. Había idealizado miles de escenarios para ese momento, y en todas él me daba una respuesta inmediata. Muy diferente a lo que sucedía: me miraba, y miraba el suelo, y volvía a mirarme y regresaba al suelo.
Dejé caer mi mochila al suelo y suspiré algo harto.
— Solo necesitaba decírtelo porque estoy tan... Cansado de guardarlo y fingir que no pasa nada. Y tener que soportar que me hables de lo mucho que San te gusta —muevo mis manos a la vez que digo todo eso—. Y el problema del otro día... San lo sabe... Que me gustas.
Él alza los ojos y se lleva las manos hasta la cara, tallándola con una pizca de exasperación.
— Sigues repitiendo eso.
— ¿Qué? ¿Que odio hablar de San?
— No —niega cubriendo su rostro—. Que te gusto.
— ¿Y eso qué? ¿No era obvio?
Analizaba de poco en poco las palabras de él. ¿Era todo eso un problema? No quería pensar que le estaba afectando mucho, pero en otro momento tal vez la cosa estuviese peor. Al menos ellos aún no eran novios y al menos tendría yo el tiempo suficiente para rechazar por completo la idea de "me gustas" y poder regresar a la supuesta normalidad donde no éramos nada más que mejores amigos.
Tan fácil decirlo, tan difícil hacerlo.
— Bueno, antes pudo haberlo sido.
— ¿Antes? ¿Por qué antes sí?
Si las cosas no estaban bien, pude distinguir que irían peor cuando JungKook abrió los ojos como si mis palanhas fuesen una notoría señal de estupidez. Él abrió la boca y agitó las manos, haciendo sus cejas en dos interesantes formas que me hicieron sentirme mal.
— TaeHyung, ¡me gustabas!
Abrí la boca, atónito. Mis cejas hicieron la misma forma que las de él y no pude evitar sentirme molesto por sus palabras.
— ¡¿Y por qué demonios jamás me lo dijiste?!
— ¡Pero sí lo hice!
Mi cuerpo se hizo hacia atrás. Había estado casi confrontando a JungKook inclinándome hacia el frente para poder mirarlo más de cerca. Nuestra casi inexistente diferencia de estatura provocaba que nuestros ojos chocaran. Y debo decir que no estaban para nada ilusionados. Se notaba que estábamos enojados, y nuestros orbes tenían un toque de rivalidad convergiendo con la confusión.
JungKook extendió la mano, mostrándome la palma y enumeró con sus dedos.
— A los doce, a los trece, catorce, quince. ¿Y sabes qué me decías? ¡No decías nada! Porque odiabas hablar de eso, y siempre lo olvidabas.
— Solo éramos niños, JungKook.
— Pero era importante para mí. No sabes cuánto.
Error. Ya lo sabía. Me detuve un momento en mi propia cabeza a recordar esos momentos, cuando JungKook llegaba diciéndome eso. Mi evasión, lo ignoraba por completo o terminaba haciendo tonterías para que no habláramos de la misma cosa. El miedo era el mismo, temía que todo fuese una broma. O simplemente no quería pensarlo. Lastimosamente guardaba el problema para el futuro, con esperanzas profundas porque todo terminara pronto. Lo alargué, y algo era seguro: entre más crecíamos, los problemas se hacían peores.
— ¿Y ahora?
Él me mira fijamente.
— ¿Y ahora qué, TaeHyung?
— ¿Ya no... Te gusto?
La cosa era que... La valentía era algo que llegaba para quedarse. O estaba resignado. Quiero decir... Todo lo que pudiese salir mal... Simplemente saldría mal. ¿Tenía algo más que perder preguntando? Probablemente mis pocas y casi inexistentes ilusiones.
— TaeHyung, ¿tienes idea de cuánto tardé para poder pasar por esto? —me pregunta con delicadeza—. Siempre sintiéndome como un tonto, y pensar que me cambiabas cuando por alguna razón te enojabas conmigo. Hasta que... Centré la atención en alguien más.
— Jamás me lo dijiste.
— ¿Para qué? Ibas a ignorarlo como siempre lo hacías. Porque te da miedo enfrentar tus sentimientos, y darte cuenta de quien en verdad te quiere. ¿Ahora solo esperas que te suelte una respuesta y ya?
Curiosamente, más que una discusión, su tono lo hacía parecer una calmada conversación. Ese tono de inglés barato que usaba al hablar conmigo, y que por obra del destino provocaba que me exasperara un poco más. No supe qué decir. Y de nuevo comencé a sentirme miedoso del problema. El final estaba tan cerca, él lejos mío, yo lejos de él, o juntos con alguien de por medio. No existía posibilidades para que estuviésemos juntos, mano a mano.
Tragué duro, posando los ojos en él una vez más. Él hizo lo mismo, sujetando con fuerza sus codos, mientras estaba cruzado de brazos. Probablemente sin saber qué hacer, o decir.
— ¿Ya no somos amigos?
Mi pregunta lo hizo suavizar un poco aquella firme mirada que me juzgaba. Entonces, suspiró.
— Eso no tiene nada que ver con esto, TaeHyung. Tú y yo siempre lo seremos.
— Eso... ¿Me estás rechazando?
— No lo sé. ¿Qué piensas tú?
— Suena como un rechazo.
— Pero no... No lo es. Tampoco es un sí. Solo... No... No tengo la menor idea de qué decirte o qué hacer.
Estaba insatisfecho. Dudoso. ¿Era así de difícil aceptar o rechazar a alguien?... Qué estúpido soy. Pensando que era tan sencillo decir esa clase de cosas cuando yo mismo me hice un embrollo por tres tontas palabras. Los sentimientos eran más que pensarlo y soltarlos. Eran complejos, dolorosos a pesar de ser buenos. Esos sentimientos que te confundían haciéndote creer que odiabas a alguien que en realidad amabas.
JungKook no se movía de su lugar, y yo tampoco. Decidí que no era buena idea seguir ahí como idiotas aunque soltamos un montón de cosas que dolían. Me sentía mal. Claro... No estaba radiante después de escuchar que por no pensar en mí, en mis emociones, perdí una oportunidad que en ese momento atesoraba. También me ponía triste no escuchar de inmediato una respuesta afirmativa (el dichoso "me gustas también") y en cambio, un poco de culpa, desilusión. Por otro lado, que JungKook se sintiera de esa manera me hacía compararlo un poquito conmigo mismo.
Me agaché, levantando mi mochila y tomando de paso la de JungKook para dársela en la mano.
— Vamos a casa —le dije.
— Antes quiero pedirte algo.
— Está bien.
Él tomó mi mano, encerrándola en un puño con las suyas, y mirándome con total confianza, normalidad, súplica.
— Promete que no vas a olvidarlo esta vez. Que vamos a arreglar el problema.
Alterné un par de veces mi mirada entre su puño, que guardaba mi mano, con sus ojos. Entonces asentí.
— Solo si prometes que no te vas a distanciar de mí después de lo que escuchaste. Necesito que no te alejes ahora.
JungKook asintió, con una sonrisa saliendo de saber dónde, porque yo podría hacer todo menos sonreír con esa sensación de calma. Hice mis labios en una delgada línea, colocando mi otra mano sobre su puño. JungKook bajó los ojos hasta nuestro amontonadero, exhalando aire una vez más.
— Te lo prometo, JungKook.
— Te lo prometo, TaeHyung.
Y así, queridos amigos, es como dices absolutamente todo sin llegar a absolutamente nada. ¡Vaya! Creo que ya viví esto unas cuantas veces.
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