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Capítulo 27

Capítulo 27: muchas verdades y pocas respuestas.

Soy el ser humano más indeciso del mundo. Eso lo entendía desde que era pequeño. Si no era el sabor de helado, era el color del globo, o la cantidad de cereal que quería en mi plato hondo. Y uno pensaría que eso simplemente era cosa de pocas veces, algo que no te afectaría del todo. Sin embargo, cuando creces y descubres por partes lo que en realidad eres, la cosa se torna extraña. Entonces te das cuenta que te hiciste un embrollo por no decidirte sobre tus sentimientos.

       — ¿Por qué no nos dijiste antes esto?

       SeokJin bajó los brazos, mirándome con algo de tristeza. YoonGi bajó la cabeza con algo de resignación y NamJoon suspiró, los tres simplemente no podían soportar más de mis problemas. O, es lo que yo percibía. Aquel intenso sentido de querer ayudarme, que constantemente era frenado por mí mismo.

      — Chicos, estoy bien —les dije, bajando las manos hasta que chocaron con mis muslos—. Lo lamento, no se preocupen por eso. JungKook y yo por ahora estamos algo...

      Me detuve en el último escalón de la entrada a la escuela y suspiré. Me sentí agobiado en un segundo, y es que no solo eran mis sentimientos. Mantuve a mis amigos preocupándose por mí, sin saber lo que ellos pasaban, siempre intentando arreglar mis problemas, sin seguir sus consejos y a veces pasándolos por alto.

      — TaeHyung —escuché a YoonGi, inesperadamente—. No te disculpes. Entendemos si no quieres hablar de eso.

        — Si necesitas algo, dinos.

        — Sí —dijo NamJoon—. Nosotros te ayudaremos en lo que quieras.

      Ellos eran de las cosas buenas que tenía en la vida. Y estaba tan feliz de tenerlos a mi lado. Les sonreí poco antes de mover la cabeza en un movimiento afirmativo, para darme la vuelta y empezar a caminar hacia el metro.

      Sinceramente, todo iba de mal a peor. Las cosas no salían como mi cabeza las pensaba, lo que sentía se distorsionaba y, las dudas no podrían faltar. Dudar era normal, también querer evadir mis problemas, probablemente todo eso era razonable en una persona como yo (indecisa, he de decir)... Pero había un gran trecho entre eso y quedarme resignado acaparando todo, sin dar una respuesta digna. No era por nadie más que por mí, pues, si algo había aprendido, es que ver por los demás (en este caso, por JungKook) antes que por mí mismo solo era un tanto destructivo. La cosa es que me equivoqué en mi egoísmo y lo puse en situaciones donde no debí hacerlo.

      — Tae.

     Mentiría su dijera que no escuchaba la voz. Lo hacía. Pero alguna parte de mi subconsciente se negaba a voltear.

      — ¡TaeHyung!

     Quizá porque iba más concentrado en mis problemas.

      — ¡Kim TaeHyung!

     O quizá porque no quería más problemas si mi cabeza apenas daba para seguir trabajando en mis dudas sentimentales.

       — ¡Darling!

      No... Era peor que eso. Ya estaba tan acostumbrado, encariñado (enamorado) de ese apodo que me resultaba tan imposible verlo si me hablaba por mi nombre. Mi propio nombre. Miré a JungKook, que llegaba a mi lado, tranquilamente a trote suave. Sus cabellos negros se movían en saltos y parecía un tanto cansado. Yo, completamente fuera de mi encanto, lo miré con desdén y seguí caminando.

       — ¿No te dije que vinieras hasta que la cosa...?

       — Ya sé qué sucedió.

      Mis ojos cayeron en él directamente. Estaba sorprendido, pero no era para tanto. Es más comenzaba a estar tan enojado por si simpatía y extraña comprensión ante aquella situación. Si San le había dicho, ¿entonces qué tanto le interesaba aquel chico? ¿Qué tanto le interesaba yo? ¿Ellos estaban bien? ¿JungKook era uno de esos que ponían arriba la sinceridad?

      — Claro que lo sabes —digo resignado, mirando la banqueta detenidamente.

       — ¿Es todo lo que vas a decir, TaeHyung?

       — ¿Y qué quieres que te diga? —le pregunto confundido—. Mi opinión no interesa aquí.
   
       No lo decía en forma de reclamo implícito, solo era la verdad. A pesar de mis complejos sentimientos, JungKook era el que tenía voto y decisión sobre el extraño trío amoroso que se formaba. Y si San dijo algo, eso significaba que él ya sabía que me gustaba.

       Entonces él actuaba ignorando ese tema, o pretendía que yo lo confesara. Dolía. Pero no era así de fácil. ¿Cómo decir algo de esa magnitud?

      — Pero... TaeHyung, está bien. No tienes de qué preocuparte. Te dije que confiaras en mí.

       Detuve mis pies en el paso peatonal, mirando el semáforo que se puso en rojo. Ese fue el instante en el que miré a JungKook, con confusión. ¿Así de fácil? Tu mejor amigo de toda la vida está, casi casi, delirando por ti, y la reacción es tan banal y desinteresada. Diciéndome que "debí confiar en él". Suspiré, sintiéndome un tanto abatido.

      — ¿Confiar en ti? ¿Cómo podía decirte eso? Estabas tan feliz con él.

      — Pero acepto tus sentimientos —dijo, dejándome estupefacto.

      ¿Escuchan eso? Es como una respuesta imposible. ¿Lo imposible es posible? De alguna manera, me sentí inútil al no poder interpretar correctamente aquella respuesta. Pero feliz. Una parte de mí estaba emocionada, quería entender, y preguntarle, y gritarle que las cosas no eran así de sencillas. Que mis sentimientos me mataban y que él parecía tan tranquilo.

      El semáforo peatonal cambió, dándonos algunos suficientes segundos para pasar. JungKook dio un paso y me dijo:

       — Que San te guste no es la gran cosa.

      Mira cómo caen... ¿Qué? Claro... Las ilusiones. Ese sentimiento abrumador que me parecía sentir, simplemente, cayó. El enojo ganaba terreno y la envidia convergía. Apresuré el paso hasta que terminamos de pasar la calle y tomé a JungKook de la manga de su camisa, haciendo qué me mirara.

      — ¿Gustar de él? —cuestiono enojado—. ¿Qué fue lo que te dijo?

      Me ahorré el insultarlo, porque sería realmente estúpido hacerlo. No me llevaría  nada más que verme como un loco gritando malas palabras en la calle. Entre nosotros, JungKook también era un dolor de culo por ser tan risueño y... Perdón, algo idiota.

      — Ya sabes... Me dijo que ese día sucedieron algunas cosas y que... Le dijiste que te gustaba... ¡Pero no te preocupes por eso TaeHyung! Ahora entiendo tu actitud, no tienes que tener remordimiento. Sé que eres un buen amigo y...

      — Eres... Eres... ¡Eres un gran IDIOTA!

       Y no, no solo era la cara. Que tal creer que San me gustaba cuando yo estaba en su total contra desde antes que llegara. O que intentaba sabotearlo por cualquier mínima cosa. Que tal que me sentía celoso de él. Y todo eso lo sabía JungKook. ¿Conclusión? Jungkook era un estúpido, idiota que no entendía las cosas y no sabía leer entre líneas.

       — Tae, yo...

      — Te voy a decir qué sucedió. Ese farsante de cuarta se vino encima mío, diciéndome cosas como que yo le gustaba, que nunca obtiene lo que quiere. Es una vil serpiente que supuestamente es... JungKook, ¡él te mintió! Y no fue lo único que me dijo, aparte, ¿como podría gustarme? ¿No te das cuenta que todo lo que hago es odiarlo? ¡Lo detesto!

       Había más de un problema en esa extraña palabrería que dije: ¿creerme o no creerme? Lo más lógico sería pensar que sí, que estaría de mi lado como siempre. Por otro lado, hablaba de JungKook. Y de San. Y San también le había hablado con la verdad unas cuantas veces, no tenía razones para desconfiar en él. ¿Confiar en mí? Quién sabe. Si él se guiaba de mi extraña manera de percibir los celos, o de lidiar con nuestra "separación", probablemente no era el mejor candidato entre los dos posibles.

       JungKook me observó, indeciso. Perdido en él mismo, como intentando encontrar un camino por el cual irse. Yo, instintivamente, sentí miedo. ¿Ese era el fin de mi amistad?

      En un aire de esperanza, lleve las manos hasta los codos de JungKook, incitándolo a mirarme.

      — Tienes que creerme —le digo suavemente—. ¿Me crees?

     Ojos dudosos, labios siendo mordidos por su colmillo, su respiración incomoda.

       — Yo n...

      A él solo le faltaba ese aire de valentía para enfrentarme. Me di por vencido. Lo había perdido.

       — Yo te creo, TaeHyung.

      JungKook me tomó de los hombros, mirándome fijamente. Sus ojos me examinaba por completo y todo lo que mi cuerpo lograba hacer era sentirse aliviado. Quise abrazarlo, pero me contuve, habían peores cosas qué arreglar.

      — ¿De verdad lo haces?

      — Siempre te voy a creer a ti primero, TaeHyung —me sonríe vagamente—. Te dije que podías confiar en mí.

      Lo que yo me había estado aguantando fue algo que él no dudó en hacer: JungKook extendió sus brazos, y me envolvió en ellos por muy estúpido que suene. Por primera vez en semanas, pude sentir esa extraña cercanía de nuevo. Me sentí restaurado, pegado pieza por pieza. Los abrazos, casualmente, no eran tan reconfortantes como eso. Sin embargo, venían de "mi persona especial" y es lo que lo hacía tener ese estúpido gran impacto en mí.

      Él se separó de mí, y de nuevo obtuve sus ojos confundidos.

      — Pero, ¿por qué el haría eso? Él no tiene razones para eso. Mentirme y sobretodo... ¿A él le gustas tú? Quiero decir, es un tanto extraño y...

      Qué interesante. Yo no era el único con problemas de ese tipo. Por un solo segundo pasé por inadvertido aquel show de dos estrellas. Luego me sentí identificado de la confusión que remitía mi alma, mi cabeza, mi corazón. Estaba tan harto de todo, tan jodido y tan cansado de desilusiones.

     — Tiene mejores razones de las que piensas.

     — Cada vez me siento más decepcionado.

     Él continuó hablando de San, tan fluido, y escuchaba mi nombre de por medio algunas veces. Jamás prestaba atención a todas las frases, los pensamientos que él me compartía. Escucharlo decir cosas sobre San, me enfermaba. Me enfermaba pensar que, aunque yo estaba enfrente suyo, él era su centro de atención.

      — TaeHyung, ¿me estás escuchan...?

      — Me gustas, JungKook.

     Y estaba tan harto que fue suficiente... Ese empujón de valentía, llegó a mí.

     

     
      

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