Capítulo 23
Capítulo 23: soy un mar de líos que se sostiene por el cristal de un vaso. Habla de mis soluciones.
Hablábamos de San, porque yo había hecho muchas preguntas mientras caminábamos hasta la estación de mi ciudad. JungKook venía impaciente, contándome que San, de hecho, le había pedido salir y que pronto lo haría en una cita, también que pensaba en una oficialización. Como pueden imaginarse, yo estaba más preocupado pensando en la conquista de Jeon, que en JungKook.
Inmediatamente, entendí que solo estaba haciendo un problema de nada, pero mi subconsciente se negaba a aceptar que San tenía amigos, como todos.
— Darling, Darling, cada vez me haces preguntarme si en realidad me prestas atención.
— ¿En serio? —solté en un tono sorprendido y distraído, aunque al darme cuenta de lo que decía, me detuve en mi lugar—. Quiero decir... Perdón, tengo muchas cosas en la cabeza.
Moría por contarle a SeokJin y a YoonGi aquel problema, necesitaba la parte irracional de mi vida para actuar ante una situación como aquella. NamJoon me diría "Lo que viste fue una escena amistosa, no seas problemático", Jin me diría lo contrario. Si confirmaba mis vagas sospechas, de todas maneras, no sabría cómo reaccionar.
Pero si algo aprendí al transcurso de los meses es que, guardar sospechas y confirmarlas era totalmente inútil si no hacías algo al respecto.
— El otro día, que fuimos al centro comercial... —dije rápidamente, cayendo segundos después en mis palabras extremistas. Intenté arreglarlo—. Creí que tú y Sa-
— ¿Solo en eso piensas?
Sí. Quiero decir, no. Soy demasiado paranoico cuando se trata de JungKook. Me gustaría tenerlo a salvo, es lo que pensaba. Me pregunté si es que yo no buscaba más excusas estúpidas para estar en contra de San, o tal vez una razón para separarlos, algo para que JungKook ya no gustara más de él. Y sin quererlo, caía en el mismo egoísmo del que pretendía alejarme.
Quería ser ambicioso, quería su atención, sus palabras y sus sentimientos. Y no tenía la valentía para decírselo, así que mis acciones eran irrelevantes.
No tienes todo lo que quieres, quedándote callado, mirando desde una esquina.
— Yo... —mi mente se mantiene en blanco—, no sé, JungKook. Actúas extraño.
— ¿Sucede algo que no quieres decirme?
Aquí, es cuando yo tenía de nuevo otro conflicto. Mandando al diablo, una vez más, lo que podría resultar ser un engaño, asentí en respuesta afirmativa. Él lucía preocupado, así que puso una mano en mi hombro, reconfortándome de algo que no era extrañamente negativo para mí.
— ¿Es sobre San?
Conjeturas, ciertas y fáciles de averiguar.
— Es solo que... La vez del centro comercial lo vi con alguien y...
Soy un idiota. Quise sentirme orgulloso de saberlo, pero no pude simplemente quedarme con esa respuesta. Mentalmente me decía que había hecho lo correcto. Para mi poco grata sorpresa, ninguna de esas palabras se guardaron en mi estómago. La ola de valentía se mantuvo firme cuando trataba temas de San, ¿por qué? La respuesta era fácil. Inconscientemente, y aunque dijese que no me importaba tanto, yo quería ayudar a JungKook y también (lo más importante, de hecho), mis intenciones iban más allá, no quería a San cerca.
JungKook pensaba. Miraba algún punto del suelo, estando de pie delante mío. Podía percibirlo un tanto decepcionado, perdido, incomodado. No nada más que eso. ¿Tristeza? No estaba muy seguro de eso. De repente, me miró con los ojos bien abiertos.
— ¿Qué fue lo que viste?
— Iba con un chico castaño y, lo abrazo y eso...
— ¿Solo eso?
— Eh... Sí.
Él asintió, y me palmeó el hombro unas cuantas veces. ¿Traducción? Me quedé estático en mi lugar, y lo observé, él movió la mano dándome la espalda para que me apurara a caminar junto con él. Apresuré mis pasos para quedar a su lado, deteniéndolo suavemente.
— ¿Es todo?
— El día en el que salimos, te lo dije, TaeHyung. Estabas tan ocupado pensando en otras cosas, viendo otras cosas, que no prestaste atención —habló con un tono enojado.
Él jamás me había hablado de esa manera. No estaba siendo ni siquiera grosero y yo sentía que me estaba gritando con todo el enojo de su corazón. Su tono era calmado, y de no ser por la situación y sus cejas sumidas en el borde de sus ojos, resultaría imposible pensar que estaba enojado.
Al parecer se dio cuenta de eso, que yo estaba un tanto perplejo. Llevó la mano al puente de su nariz, y se quitó los lentes sin aumento. No fue favorecedor, ya que ver directamente a sus ojos era una tortura para mí. Bajé la mirada, y la subía repentinamente desviándola, no quería lucir como un idiota. Es decir, lucir aún más como un idiota.
— Pero tú...
— Te dije que él me invitó a salir, pero que dije que no porque tú y yo íbamos a salir. Entonces él me dijo que estaba bien, que entonces saldría con su primo a conocer el lugar.
¿Escuchan eso? De nuevo era yo, golpeando mi frente en la puerta de mi habitación.
— ¿Eso no es extraño en primos?
— Oye, son primos. ¿Dirías lo mismo de tu prima, la que vive al otro lado de la ciudad?
— Pero...
Oh, no. Yo odiaba esa prima, precisamente porque lo único que podía hacer era colgarse en tus hombros y agitar tu cabello, y decir cosas como lo buena gente que eras. Si eras su familiar, era mucho peor. Abrazada a todos los chicos de nuestra familia, y de las chicas ni se diga.
— Sé que intentas protegerme y eso —admite moviendo la cabeza de lado a lado—. Pero, TaeHyung, no puedes hacer ese tipo de conjeturas solo por un abrazo. Además, San no es mi novio, no puedo decirle nada incluso si lo que viste fuese "cierto".
Últimamente, todo lo que salía de mi boca eran errores. Lamentaba sentirme de esa manera. Buscaba el más mínimo error para hacerlo notar ante todos, para que JungKook se diera cuenta de cosas que no estaban ahí, o cosas que él ya sabía de por medio. Así que, si JungKook quería a San sabiendo sus defecto, y manías, entonces, ¿qué podía hacer yo?
De pronto, me sentí triste. Y mal. Por ser egoísta. Porque mi cabeza me mandaba a hacer cosas que sabían estaban mal. Porque a pesar de decir lo que dije, ya rondaba la sospecha de que San, en realidad, era muy cariñoso.
— ¿Estás enojado?
— No —me responde, pero en un tono que me complica—. Estoy preocupado por ti, TaeHyung. Pienso en que... Algo te sucede y no me quieres decir.
— Mira quien...
— No, no lo digas —me detiene, rodando los ojos—. Desde que me dijiste cómo te sentías al respecto, soy sincero contigo. El único que parece evadir ciertas cosas eres tú.
Lo miré con enojo.
¿Era cierto? ¿Soy el único que evade las cosas que son más que importantes? Y no lo excuso de hacer estupideces, y de repente ignorarme, o volver a hablarme con tanta naturalidad.
— No te estoy reclamando nada, TaeHyung.
Mis ojos fueron hasta él, mientras me preguntaba por qué era fácil contarle que me sentía desplazado, pero la idea de mencionar mi "gusto o atracción" hacia él, era solo impensable. No quería decirle que me gustaba, y tampoco quería que él saliera con alguien más. Solo soy un amigo y jamás estoy satisfecho con eso, jamás lo estuve.
— Lo lamento, JungKook.
Incluso cuando sé que necesito más, me veo en la obligación de retenerme. Aunque nadie me diga que lo haga, corro y me escondo, siempre lo mismo.
Lo oigo suspirar, mi cuerpo se mueve en un zarandeo, él me sostiene de los hombros. Cuando alzó la vista, me sonríe. Esa cálida sonrisa que me daba cuando yo pasaba momentos malos, cuando mis situaciones se salían de control. Nunca lo pensé de esa manera, pero JungKook, a pesar de todo, terminaba dándome la razón o haciéndome sentir bien con mis errores. Ese era un error, creer que San tenía a alguien más y decirlo descaradamente sin ninguna prueba creíble. Mi paranoia era un obstáculo, un escondite a mis verdaderos sentimientos.
— No estés triste, Tae —me dice intentando mejorarme, jalando mi brazo para apurarnos—. Ya veía venir que conspiraras en su contra.
Lo miré incómodo, sacando la tarjeta de metro que compartíamos y pasándola por el identificador.
— ¿A qué te refieres?
— A que no es la primera vez que te desagrada alguien que me gusta.
— Pero eso es distinto.
— Ajá, toda la primaria y la secundaria. Jamás te agrada quien me gusta —él suena gracioso, pero eso solo abre más dudas en mi cabeza—. No entendías, ni entiendes aún, que tú y yo somos un dúo que nadie puede separar. Ni siquiera San.
Y me gustaría ser más correcto al considerarme egoísta, pero, para ser sincero conmigo mismo, tenía peores cosas en las cuales pensar.
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