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Capítulo 21

Capítulo 21: habla del sentimiento extraño que crece en tu estómago.

Es más fácil decir "olvídalo" que olvidar algo que resulta interesante. Por ejemplo, la insistencia de JungKook por llevarme a un lugar e insistir, repetidas veces, que lo acompañara en esa tarde nublada de escuela.

     — ¿Para qué? —pregunté insesante, levantando mi mochila del suelo.

      Él movió la mano de lado a lado cómo apresurándome a salir de la escuela. De pronto, nuestros pasos llegaron a un lugar que sinceramente no conocía. Entonces, Yoongi apareció caminando con dificultad, claramente por su temprana fractura de pierna.

     — ¿Por qué miras a YoonGi como si fuese un ser extraño?

     — JungKook, ¿qué hacemos aquí?

     — Oye —dijo empujándome levemente, causando que su mochila golpeara su muslo—. Te conté ayer que hoy iniciaría a entrenar.

      Asombro era, inicialmente, el único sentimiento que mi cabeza era capaz de asimilar. Es decir, esto... ¿De dónde había salido? ¿Esas palabras eran todo lo que me había perdido ese día que pensaba en vez de escucharlo? Abrí la boca, tan solo para denotar mi asombro. YoonGi me miró alegre, por un segundo, cosa que mi rostro no pudo asimilar y seguía con las cejas sumidas, y mi dedo índice se movía en el aire pretendiendo entender con alguna magia extraña.

      JungKook colocó sus ojos en mí, y pasó la mano por mi hombro.

      — ¿Q-qué...? —balbuceaba, ellos dos amigos me miraron con confusión—. ¿Es en serio? ¿Entraste al equipo?

      — TaeHyul, ¿acaso estás en otro mundo? ¿No te acaba de decir que inicia hoy en el entrenamiento?

      JungKook le sonrió a YoonGi, quien me miraba con incredulidad como si yo fuera un gran tonto. La cosa es que yo estaba tan sorprendido que me resultaba difícil poder aliar todo lo que había estado pasando. ¿Alguien más había convencido a JungKook? ¿SeokJin me había ganado para explicarle la cosa de la manipula(San)ción? YoonGi se alejó por un segundo sugiriéndole a JungKook que no tardara más, así que me quedé como un pedazo de madera enfrente del pelinegro antes de mover las manos con mucha brusquedad.

      — ¿Qué?

     — Gosh, Darling —exclama. Me confunden sus palabras—. ¿De verdad no escuchaste todo lo que te dije ayer?

       — Tenía cosas en... La cabeza.

      ¿Cómo prestar atención a eso si yo estaba con dudas existenciales? Era como cuando pretendías escuchar en clases y en cambio estás viendo el borde de la pizarra, preguntándote si podría caerse.

     — ¿Qué sucede con San? ¿Él no está enojado? Justamente estas cosas quería decirte.

      Comienzo a hablar como si él no estuviera ahí, y de pronto tengo la valentía suficiente para sacar lo que quería decir.

       — Darl-

      — Estoy muy feliz por ti. Quería hablar de eso, creo que San realmente no está pensando las cosas con cuidado, y tú que simplemente le sigues la corriente como si fuese tu dueño, y de nuevo te mantienes haciendo lo que alguien más quiere.

      Habían muchos pensamientos en mi cabeza. Cosas que probablemente se pasaban meses ahí dentro, las opiniones de SeokJin y las de NamJoon, quienes me hacían pensar más de la cuenta. Mi lengua se había desatado, y podría ser peligroso. Pero yo me sentía tan alegre por la situación que presentaba, era como una fuerza extraña que me obligaba a hablar y hablar.

     La entrada de JungKook a los entrenamientos era la muestra perfecta de que él estaba consciente de lo que haría, supuse. Aunque también temía que San simplemente le hubiese "permitido" ir al equipo, cosa que sería aún peor que no "estar de acuerdo" con eso y convencerlo con una frase tan estúpida como "el básquetbol es grotesco". Diversas eran las cosas que me inquietaban, y entre más las pensaba menos posible se hacía el callarme.

      — Iba a decirte que pensaras con cuidado, no pensé que entraras así nada más y —Finalmente llegaba al final de mi discurso—... ¡Esto es bueno! Sinceramente él parecía demasiado mani-

     Me detuve en ese momento, cayendo en cuenta de lo que diría. JungKook me miraba con una expresión poco descriptible, tan solo con duda recorriendo sus fuertes facciones. Algo que yo no debía olvidar era mi posición. San era el interés de JungKook y yo me prometí no entrometerme con eso.

      Temía que él me mirara con desgarro.

      — Lo lamento —volví a hablar—. No quise decir-

      — Manipulador.

      — ¿Huh?

      Él dejó caer la mochila, con un poco de ligerez, mirándome desde su lugar con una expresión neutral. Sus labios estaban hechos una línea fina, lo cual le agregaba un poco más de misterio a sus palabras.

    Mientras tanto yo estaba nervioso, porque no quería que él se enojara conmigo. Y, en todo caso, yo tenía razón.

       — San —dijo. Lo vi sacar de su mochila una bolsa de supermercado, donde tal vez llevaba cosas para  entrenar—. San es manipulador.

     No quise decir "te lo dije" porque ni siquiera me dio tiempo de "decírselo".

    Abrí la boca para decir algo, quedándome con un sonido inconcluso. Terminé de cerrándola. Él no lucía enojado, simplemente no lucía ninguna expresión en su rostro. Era como cuando tu madre te decía que no debías de hacer algo. En su rostro se pintaba una luz blanca, neutra, que me hacía dudar de lo que él pudiese estar pensando o queriendo decir.

      Pero esto es solo mi perspectiva. Y es de la manera en la que mi estómago lo percibía. Todo era así. Desde sus acciones, hasta lo que probablemente pudiese sentir.

      — ¿Te comieron la lengua?

      — No... —negué unas cuantas veces con la cabeza—. Pero lo que dijiste... Creí que...

       — ¿Qué? —preguntó ahora con una sonrisa jocosa—. ¿Que no me di cuenta?

      Bueno, tal vez si alguien no se hubiera metido con el novio de-... Así no va. Bueno, tal vez si JungKook no se hubiera quedado callado aquel día en el que el señor San le convencía, con todo descaro, yo no estaría ahí haciendo un problema de eso.

      — Le seguiste demasiado la corriente... Pensé que ibas a dejar lo del básquet demasiado fácil.

       — Lo sé —admitió—. Quise complacerlo, pero... Es decir, ¿por qué? Dejar algo que me gusta... Solo porque a alguien más no.

     JungKook llevó la mano hasta sus lentes, y se los quitó, para guardarlos en su mochila. Eso, a mí, me hizo sentir mal. Sabía que no era a propósito.

     Antes yo quise despojarlo de todas sus extrañas pertenencias: sus pantalones, zapatos, camisas blancas, el cabello lacio y hacia abajo, junto con sus lentes sin aumento. No me di cuenta que a él simplemente le gustaba eso. ¿Por qué pretendía ser egoísta?
  
      — Sí —asentí unas veces—. Tienes razón. Me alegra que te hayas dado cuenta.

       — TaeHyung, sé que piensas que soy muy incrédulo... No es así siempre. Me doy cuenta de muchas cosas que tal vez tú no tengas en cuenta. Conozco a San. Y él me gusta pero eso no singifica que voy a dejar que me cambie.

      "TaeHyung, sé que piensas que soy un idiota. No lo soy. Me gusta San, no soy manipulable, pero aún así seguiré con él porque me gusta". Esa era la frase que mi cabeza quería recibir y yo intentaba desechar esa extraña idea, porque entendía perfectamente que JungKook estaba siendo serio.

     Me sorprendía la madurez que adquirió. En cualquier otro momento, JungKook pudo comportarse como un chiquillo desinteresado en sus propias emociones y, simplemente, avanzar conforme lo que San (o cualquiera, hasta yo) le ordenase.

      — ¿Y San simplemente dijo que sí?

      — No —negó—. Hablé con él, le dije cómo me sentía.

       Tan fácil con otras personas. Tan difícil conmigo.

        — ¿Y qué dijo?

       — Que era mi decisión. Que me apoyaría.

       — Tenía que ser.

      No podríamos esperar menos de alguien tan correcto, con semblante serio pero ojos, mayoritariamente, amables y comprensivos, aunque con aires de superioridad. Tal vez que San fuese más comprensible era el error en mí. ¿Tal vez por eso yo no podría gustarle a JungKook? Quizás. A través de ese pensamiento me di cuenta que los verdaderos problemas estaban iniciando. Me coloqué un punto de comparación inútil. Y digo inútil, porque JungKook no sabía que a mí me gustaba él.

     A veces sentía que lo odiaba, me refiero a JungKook. Pues, con un solo movimiento suyo, yo me tambaleaba en mi cordura.

      — Gracias, Darling.

      — ¿Gracias por qué? No hice nada.

      — Uhm... Más de lo que piensas. Por apoyarme en lo que sea.

      Sí. Siempre sería así. Incluso si una pequeña parte de mis pensamientos, que comenzaba a crecer en mi estómago, rogaba por no apoyarlo.
     

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