Extra #3.
Nota antes de leer: Hola¡! Solo para hacer un pequeño aviso en que este extra no seguirá una secuencia detallada como un capítulo. Habrá párrafos donde se vayan conectando con cada secuencia, pero espero no desconcertarlos si sucede demasiado brusco el cambio. Dando como un extra final, me interesaba rescatar los puntos importantes para dar cierre a esa historia.
Sin más que decir, ¡Disfruten del final definitivo de Hate You!
(...)
En el vasto y misterioso mundo de lobos, la diosa luna ocupaba un lugar especial en los corazones de todos los omegas y alfas. Era la deidad que guiaba a las parejas destinadas, asegurándose de que el amor verdadero encontrara su camino incluso en las situaciones más difíciles. Las leyendas hablaban de su poder y de cómo, en su infinita sabiduría, decidió desafiar las limitaciones impuestas por la biología.
Hace siglos, cuando las jerarquías determinaban las vidas y futuros de las personas, surgieron las primeras parejas destinadas que no encajaban en los moldes convencionales: un omega que amaba a un beta, o un alfa que encontraba a su compañero de vida en un beta. La sociedad, arraigada en sus creencias tradicionales, consideraba estas uniones imposibles, incapaces de crear una familia.
La diosa luna, observando desde lo alto, sintió el dolor y la tristeza de estos amantes. Su corazón se conmovió al ver que su amor era puro y profundo, sin importar las jerarquías que los definían. En su infinita compasión, decidió que ninguna pareja destinada debería verse privada del don de la vida. Así, otorgó su bendición a todas las parejas que, con un amor verdadero, demostraran ser dignas de concebir.
Esta bendición no era una simple concesión. Requería una conexión que trascendiera lo físico, una unión de almas que resonara con la misma melodía que la diosa luna entonaba en sus noches más brillantes. Los que lograban este nivel de amor, podían recibir el don de la concepción, sin importar sus jerarquías. Y este don se manifestaba con mayor fuerza durante el celo de los omegas, cuando las barreras entre lo divino y lo terrenal se volvían más tenues.
Se decía que, durante el celo, si una pareja destinada se entregaba completamente a su amor y al poder de la diosa luna, podía sentir su presencia. Las leyendas contaban de noches en las que la luna brillaba más intensamente, bendiciendo a aquellos que se amaban con un poder que desafiaba la lógica del mundo.
Taehyung y Jungkook habían recorrido un largo camino desde que se conocieron, su relación había crecido en profundidad y significado. Aunque sabían que biológicamente sus posibilidades de tener hijos eran casi nulas, no podían evitar soñar con formar una familia. Su amor había superado cada obstáculo, y en lo más profundo de sus corazones, creían que estaban destinados a algo más grande.
Mientras que el beta creía conveniente la opción de adoptar, el omega seguía investigando las mil y un leyendas que envolvían aquellas creencias donde la diosa luna actuaba por sí misma. Jungkook insistía que todo aquello solo se limitaban a leyendas, y que las historias que lo convertían en "verídicas" esas creencias, se trataban de una combinación de pareja entre alfas y betas, donde por naturaleza, los alfas tenían la oportunidad de impregnar y hacer concebir a sus parejas, sea cual fuera su jerarquía.
Por supuesto, Taehyung se mantenía aferrado a la idea de que por lo menos lo intentaran, habían pasado muchos de los celos del rubio juntos, pero por alguna u otra razón, la protección siempre estaba de por medio. Ahora, el omega estaba dispuesto a dejarlo a un lado y hacer realidad aquel deseo, ¿Qué mejor época que la temporada de celo?
—¿Realmente lo intentaremos?—Cuestionó el azabache mientras observaba las múltiples hojas que el rubio había mandado a imprimir solo para enseñárselas, todo con la intención de intentar diversos rituales para la temporada mayor.
—¿Por qué no? Nos estamos haciendo viejos, deberíamos de intentarlo antes de que sea tarde.—Sonrió con un toque divertido, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, recargando su pecho contra la espalda del azabache mientras recargaba su mentón en el hombro ajeno.—No seremos jóvenes toda la vida, me gustaría intentarlo mientras conservamos nuestro mejores años aún.
Sin poder evitarlo, el beta sintió la necesidad de expresar uno de sus miedos.—Taehyung, sé que esto es un deseo para nosotros y queremos formar una familia, pero siendo la primera vez que lo intentamos... No quisiera verte decepcionado terminando tu celo en caso de que no haya funcionado, sé que tu lobo y tú son muy sensibles con este tema.
—Estaremos bien, lo prometo.—Besando su mejilla, comprendió su temor.
En ocasiones, muy rara vez a esas alturas, Jungkook lograba acomplejarse por no poder comunicarse con su lobo como le gustaría. Su lobo amaba al beta, por supuesto que lo hacía, pero únicamente podían verse durante sus celos o cuando se encontraba teniendo cualquier emoción fuerte que no pudiese controlar por su cuenta, pero aquella conexión que surgía por medio de una marca y comprender de una manera tan ilimitada su sentir y sus pensamientos, lograban desanimar un tanto al beta. Taehyung siempre le recordaba que no existía ningún problema con ello, en cambio, sentía que su relación era más auténtica al hablar todo lo que sentía y no solo ser invasivo como si portara una marca y no hubiera ningún límite entre sus personas. La manera en que las cosas fluían para ellos se sentía genuino, sin ninguna mala intención o intrusivo, solamente ellos dos hablando cara a cara cuando lo necesitaban.
—Si no quieres intentarlo por miedo a cómo reaccionaré, entonces no seguiré hablando de esto, pero tanto mi lobo como yo confiamos en ti, y confiamos que haciendo esto lo lograremos.—Depositando un pico sobre la comisura de sus labios, sonrió.—Pero eso no quita que no pasemos mi celo juntos, ¿Cierto?
Cerrando los ojos, asintió mientras una sonrisa se asomaba de entre sus labios.—Sabes que no te dejaría solo en esa temporada, tienes a tu beta para satisfacerte.
—Lo sé, mi beta siempre me hace sentir bien.—Juntando sus frentes, sintió un revoloteo sobre su pecho.
Y una esperanza se instaló en su corazón, confiaba plenamente en que las cosas saldrían a su favor, todo estaría bien.
(...)
Cuando la temporada del celo no se hizo esperar, Jungkook atendió cada una de las necesidades de su omega. El azabache notaba algo extraño en esta ocasión, con una prolongación de más días, un deseo arrasado por parte del rubio que lo comenzaba a envolver, como si también pudiera sentirlo en su propio sistema.
Su mente se nubló, y por breves momentos se sintió sofocado tan pronto como lograban alcanzar el clímax juntos. Sus pieles unidas, las respiraciones agitadas y el breve avistamiento de un dulce aroma que llegaba hasta el olfato del beta fue el indicio suficiente para hacerlo caer, deseando más.
Y si fuera poco, los propios lloriqueos y exigencias del omega lo volvían a descontrolar, cuando el omega pegaba sus labios contra su cuello, cuando le susurraba cosas al oído de cuán deseoso estaba y la forma en que lo necesitaba, no podía solamente dejarlo en ese estado, sino que encontraba una motivación para seguir el ritmo del rubio.
—¿Tu beta lo está haciendo bien, omega? ¿Qué es lo que necesitas?—Cuestionó en un tono bajo, arrastrando sus labios a lo largo del cuello del omega, dejando un rastro de besos mientras las embestidas se hacían menos prolongadas, provocando al rubio.
—Mi beta siempre lo hace tan bien, mi beta me conoce tan bien.—Susurró, tragándose un jadeo que amenazaba con salir de entre sus labios.—Pero también él es cruel, necesito más.
Soltando una carcajada, alzó su rostro para observarlo detenidamente a los ojos. Jungkook sentía que se enamoraba más de Taehyung cada que lo veía, porque solo lo podía ver atractivo ante sus ojos mientras mordía aquel labio maltratado por tanto querer callar sus súplicas, su frente cubierta con una fina capa de sudor por la sofocación de la habitación, sus ojos entrecerrados luchando por seguir abiertos solo para ver sus movimientos, pero con el deseo de rodar sus ojos y dejarse llevar por la marea de emociones que apretujaban su cuerpo, sin saber por cuál dejarse llevar.
—Te amo, cariño.—Susurró el azabache, provocando un sonrojo en el contrario.
Tratando de recuperar el oxígeno, sonrió.—Te amo, Jungkookie.
Una noche, aún durante el celo de Taehyung, el ambiente en su hogar cambió drásticamente. La luna llena iluminaba su habitación con una luz plateada y suave, que parecía envolverlos en una manta de calidez y serenidad. Jungkook, que normalmente mantenía la calma, sintió una oleada de emociones intensas. Era como si algo más allá de su entendimiento estuviera guiando sus acciones. El sentimiento había permanecido por tantos días que aún no lograba adaptarse a él, pero tampoco le desagradaba. En breves instantes, sentía como si todos sus sentidos se hubieran desarrollado a gran escala, pero no fue cuando la última estocada llegó que realmente sintió lo diferente en ellos.
—Jungkook.—La voz de Taehyung era apenas un susurro, cargado de emoción y una certeza que él mismo no entendía del todo.—Siento algo... es como si la diosa luna estuviera aquí con nosotros.
Jungkook lo miró a los ojos, sus propias emociones a flor de piel.—Siempre he sentido que nuestro amor es especial, pero ahora... ahora siento que ella nos está bendiciendo.
Sin necesidad de más palabras, ambos se entregaron a ese momento sagrado, conscientes de que estaban compartiendo algo más allá de lo físico. En sus corazones, sabían que la diosa luna los estaba observando, y que este era el momento en que su amor sería probado.
Esa noche, el aire estaba cargado de una energía eléctrica, una mezcla de deseo y devoción. Taehyung, sintiendo cada célula de su cuerpo vibrar con la conexión que tenía con Jungkook, se aferró a él como si fuera la única cosa que importara en el mundo. Y en ese abrazo, ambos sintieron el poder de la diosa luna, como si ella misma los hubiera elegido para recibir su bendición.
Al día siguiente, cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, ambos despertaron con una sensación de paz y satisfacción que nunca antes habían experimentado. Sabían, sin necesidad de confirmación, que algo profundo y transformador había ocurrido, no podía tratarse de menos si ambos lo habían sentido de aquella forma.
Semanas después, la noticia que Taehyung y Jungkook esperaban pero no se atrevían a creer llegó: Taehyung estaba embarazado. La confirmación de lo que ambos habían sentido la noche de su celo llenó sus corazones de una alegría indescriptible. Las lágrimas de Taehyung al escuchar la noticia solo fueron superadas por la risa de felicidad de Jungkook, quien inmediatamente lo abrazó con fuerza.
—Dios, siento que me voy a desmayar.—Había comentado el beta cuando la noticia se asentó en su sistema, tomando lugar en el sillón de la sala mientras el omega saltaba de la emoción detrás suyo.
Con diversión brillando en sus ojos, tomó lugar a un costado suyo, acurrucándose contra su cuerpo.—Realmente está sucediendo, lo logramos.
—Lo hicimos, y lo haremos fantástico después de ello.—Aseguró con confianza, depositando un beso sobre su cabellera.
Desde ese momento, el embarazo de Taehyung se convirtió en el centro de sus vidas. Aunque la situación era única, se sentían más unidos que nunca. Cada nueva sensación, cada cambio en el cuerpo de Taehyung, era una prueba más de la bendición que habían recibido.
El primer ultrasonido fue un momento lleno de emociones. Mientras observaban la pequeña figura en la pantalla, Jungkook apretó la mano de Taehyung con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas. Las palabras no salían de su garganta, necesitando no perderse de ningún movimiento mientras observaba a detalle la imagen delante suyo, demasiado anonadado como para expresar algo.
Taehyung solo pudo observar también, su voz atrapada en su garganta por la emoción.—Es nuestro milagro.—Susurró, sintiéndose abrumado por la felicidad.
El embarazo continuó de manera tranquila, aunque no exenta de los altibajos típicos de cualquier gestación. Taehyung tuvo sus momentos de antojos y cambios de humor, pero Jungkook estaba siempre a su lado, asegurándose de que nada le faltara. Cada día que pasaba, ambos sentían que su amor crecía más, fortalecido por la vida que estaban creando juntos.
Había días en los que Taehyung se sentía abrumado, preocupado por lo que el futuro podría depararles, pero Jungkook siempre encontraba las palabras adecuadas para calmarlo. "Tae, hemos superado tanto juntos. Esta es solo una nueva etapa, y la enfrentaremos como siempre lo hemos hecho: con amor y con la bendición de la diosa luna."
El omega creyó en sus palabras, con la certeza de que tenía razón y que aquello solo era producto de todo lo que había pasado para llegar ahí. No tenía nada porqué temer, no mientras estuvieran juntos y su hogar se sintiera como tal para ellos, además de la compañía y el aprecio que sus familiares y amigos se encargaban de ofrecerles tan pronto como se enteraron de la noticia.
El día del parto llegó con una mezcla de nerviosismo y emoción. Taehyung, aunque exhausto por las largas horas de trabajo de parto, estaba decidido a dar la bienvenida a su hija con todas las fuerzas que le quedaban. Jungkook, por su parte, estaba a su lado en todo momento, sosteniendo su mano y susurrándole palabras de ánimo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el llanto de un bebé llenó la habitación. Jungkook sintió que su corazón se detenía por un segundo antes de que una ola de alivio y amor lo inundara.
—Lo hiciste, cariño. Nuestra hija está aquí.—Murmuró con la voz quebrada por la emoción.
Taehyung, con lágrimas en los ojos, extendió los brazos para recibir a su hija. Cuando la pequeña fue colocada en su pecho, una paz indescriptible lo envolvió.—Es perfecta.—Susurró, manteniendo un tono bajo mientras acariciaba con delicadeza el rostro de su bebé.—Gracias, Jungkook... Gracias por estar conmigo en todo esto.
Jungkook no pudo contenerse y besó la frente de Taehyung, sus propios ojos llenos de lágrimas. —Gracias a ti, Tae. No podría haberlo hecho sin ti. Nuestra familia está completa.
Los primeros momentos con su hija fueron mágicos. Mientras la pequeña se acomodaba en los brazos de Taehyung, Jungkook no podía dejar de mirarla, maravillado por cada pequeño gesto que hacía. El omega, aunque agotado, sentía que su corazón estaba lleno de una felicidad que nunca antes había experimentado.
Esa noche, mientras Taehyung descansaba, Jungkook se quedó despierto, sosteniendo a su hija y susurrándole promesas de amor y protección.—Nunca dejaré que te falte nada.—Le dijo suavemente, acariciando su pequeña cabeza.—Seré el mejor padre que pueda ser, y tu papá y yo siempre estaremos aquí para ti.
Con el paso de los días, Taehyung y Jungkook se adaptaron a su nueva vida como padres. Cada día era una nueva aventura, un descubrimiento constante de lo que significaba ser una familia. Aunque enfrentaron desafíos y momentos de incertidumbre, su amor y la bendición que habían recibido los mantenían unidos.
Una tarde, mientras observaban a su hija dormir plácidamente, Taehyung se acurrucó junto a Jungkook en el sofá, dejando que su cabeza descansara en su hombro.—A veces todavía no puedo creer que todo esto sea real.—Dijo en voz baja.—Pero al mismo tiempo, sé que era nuestro destino.
Jungkook sonrió, acariciando el cabello del omega.—Lo es, Tae. Y no importa lo que nos depare el futuro, siempre estaremos juntos. Nuestra hija es la prueba de que podemos superar cualquier cosa.
Taehyung lo miró con amor, sus ojos llenos de gratitud.—Gracias, Jungkook, por todo. Por estar siempre a mi lado, por creer en nosotros y darnos una oportunidad en esto.
Jungkook se inclinó para besarle suavemente los labios.—No tienes que agradecerme, cariño. Estaré contigo siempre, en cada paso del camino. Somos una familia, y eso es todo lo que importa.
Mientras el sol se ponía, bañando la habitación en una cálida luz dorada, ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad de esos momentos compartidos. La diosa luna los había bendecido con el mayor de los regalos, y sabían que, pase lo que pase, su amor y su familia perdurarían.
Este es solo el comienzo de una nueva etapa en sus vidas, una que enfrentan con amor, esperanza, y la certeza de que siempre tendrán el uno al otro. La diosa luna había cumplido su promesa, y ahora, Jungkook y Taehyung estaban listos para enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara, con su hija como el mayor símbolo de su amor eterno.
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