Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⚜️ Capítulo 8 ⚜️

💙~Maratón 2/3~💛

Jungkook se quedó observando como el omega se desaparecía de su rango visual como una bestia enjaulada y sin moverse de su lugar, a los pies de la exuberante entrada al interior de su mansión. Todavía no procesaba del todo las palabras cargadas de rencor que le dedicó Jimin, aunque se repitieran como bucles en su mente.

"Ya no te tengo miedo"

Su intención antes de que todo se fuera al demonio entre ellos nunca fue que lo tuviera, pero cuando él decidió traicionarlo las prioridades cambiaron y ahora desea venganza, principalmente conocer la verdad. Así que lo enfurece la actitud repulsiva de Park, como se atrevió a amenazarlo delante de uno de sus hombres y a saber quien más lo escuchó. Jimin no tenía el derecho de hacerse el dolido porque era obvio que estaba fingiendo.

Sin embargo, su lobo pese a estar preso del rechazo y causa por la que se descontrolaba, volvió a sumergirse a un triste e indiferente silencio, dándole tregua a que sus venas dejaran de burbujear, pero igual de intimidante para Jeon porque así no podía imaginarse que reacción esperar de él. Suspiró con fuerza para borrar rastro alguno del enojo en sus feromonas, le dedicó una última mirada al camino que tomó el omega y sin meditarlo dio media vuelta para entrar a su casa.

Desea darse un baño, comer del rico sazón de su hogar y a mano de su nana Hyen para después descansar, soltar la tensión que se adueñó de su cuerpo desde hace prácticamente una semana en la cual dio con el paradero de Suga y todos los beneficios que trajo, pero conoce que sería un milagro que lo lograra. El solo hecho de tener a Jimin bajo su techo no le permitirá relajarse, además, debe pensar bien que hará con Somi y conversar con Taehyung sobre los inconvenientes que nacieron en su ausencia. Por lo tanto, Jungkook está muy lejos de tener paz.

—Mi niño...

—Nana...

El alfa pelinegro mientras subía escalón por escalón iba analizando las facciones maduras de Hyen, esa omega mayor que lo ha cuidado desde que era un niño y tan importante para él. Tan así que es la única de su casta que le permitió —junto a su madre y cuñada—, entrar y mantenerse en su vida. Jungkook odia y evita a toda costa a los omegas.

Sabe que debe estar enojada, Kim se había encargado de ponerla al día, pero desde que se comunicó con ella por mensajes a su llegada a Busan y esta le mostró su descontento con la noticia, dedujo que ahora le esperaba un sermón. Ella nunca fue muy fan de Jimin. Sin embargo, notó como su rostro fruncido se había transformado en pura preocupación. Igual, hizo de lado sus pensamientos cuando llegó hasta ella, su segunda madre, le sonrió y estiró sus brazos para darle un afectuoso abrazo. Jeon era una piedra con todos y aún así nunca ocultaba su cariño hacia esta mujer. Al final de cuenta nadie a su alrededor se atrevería a burlarse o utilizarlo como ventaja porque Hyen, con su avanzada edad, sería la primera en deshacerse de quien fuera tan valiente.

—Entremos Nana, muero de hambre y extrañé mucho tu comida —disimuló para amenguar el escrutinio feroz de la señora— Si no fuera porque solo confío en ti para cuidar de la finca, te llevaría a Seúl, Rose no tiene tu mano para la cocina —y arrastrándola con él, cruzaron el umbral de la casa.

—Jungkook —la señora lo detuvo apenas pisaron el gran recibidor y lo apartó a una esquina para tener privacidad— ¿Qué significa esto? Tae no me habló de una niña y a parte, ella... es... —tartamudeó porque solo la observó de pasada, lo que fue más que suficiente.

—Se que tienes muchas preguntas, nana, pero te aseguro que no es el momento de responderlas. Así que nada más te voy a pedir que la cuides personalmente en lo que yo resuelvo este lío.

—¿Es tuya? —tragó en seco la omega— Tiene tus ojos... —y Jungkook asintió con un gruñido.

Le incomodaba pensar en que efectivamente tenía una hija y Hyen al conocerlo tan bien, entendió que su niño todavía no aceptaba ese hecho. Lo cual era un gran problema. En fin, todo lo que venía de parte de ese omega eran graves problemas para Jeon.

—Ay Jungkook, dios mío, pero como si... —ella se desesperó con el torrencial de recuerdos y sensaciones que esa noticia destapó— Traer a Jimin para acá fue un error, lo sé, pero... ahora será mil veces peor —y seguía despotricando a toda velocidad, sin una lógica coherente.

—Nana, —y Jeon cansado de todo la llamó con cautela, advirtiendo que se detuviera— Ahora no, por favor.

Por unos segundos sostuvieron sus miradas hasta que unos pasos rebotaron en las paredes y Hyen bufó cuando de reojo vio a Taehyung acercarse.

—Se durmió —dijo el castaño al llegar hasta ellos— Pensé que iba a dar más trabajo, pero al parecer el viaje la agotó —y sonrió al recordar las tiernas expresiones de Somi al dormir.

—Les voy a servir el desayuno, con permiso.

—Que sea en la terraza, nana, y que no haya nadie a los alrededores —pidió Jungkook antes de que Hyen desapareciera— Y por favor no olvides lo que te pedí —se miraron, donde el alfa por primera vez no le gustó la forma en que lo hizo la mujer.

En sus ojos había mucho más que preocupación y frustración.

—Te dije que estaba muy molesta con la aparición de Jimin —y la voz ronca de su amigo lo trajo de regreso.

—¿Mandaste a hacer lo qué te pedí? —el de sonrisa cuadrada asintió, consciente del cambio brusco en el tema.

—En la tarde irán los técnicos a instalar las cámaras, pero Jeon... —selló sus labios con dudas, su amigo estaba tan inestable que Taehyung teme que cualquier palabra lo haga estallar.

—Te diré lo mismo que a nana, ahora no... —bajo la negativa del alfa lupus, Kim no tuvo otro remedio que callar, con presión solo iba a lograr el efecto contrario en Jungkook— Vamos a desayunar para que me pongas al tanto de los negocios —y juntos se dirigieron hacia la terraza.

No muy lejos de allí, bordeando la casa grande por el lateral izquierdo, Jimin se introdujo a lo más oscuro de aquello que como fachada es un almacén. En el pasado nunca visitó esta parte de la propiedad, pero siempre supo que existía porque Jeon se encargó de eso. Era una amenaza implícita por parte del alfa, de que algún día la podría llegar a conocer. Admitió lo terrorífica que se veía mientras que en una esquina detallaba el lugar. Él había salido desprendido hacia allí, impulsado por la ira y sintiendo los pasos de quien lo acompañaba atrás, hasta llegar a las puertas de aquella bodega construida de madera y tejas rojas, donde el pánico volvió a tomar la delantera en su organismo.

Cuando Eun Woo quitó el pesado candado, entraron solos perdiéndose entre los sacos de pienso y herramientas para arar los cultivos en la finca, hasta delimitar al fondo con la suciedad martillando en sus narices y se estacionaron al lado de una escotilla muy bien escondida. Donde Jimin con el corazón acelerado, vio como aquel alfa con aroma a ron, de pocas palabras lo que con gestos amables, tiró de ella abriéndola y dándole luz a que apreciara ante ellos una escalera de hierro, fijada en diagonal. Y no hizo falta más que una mirada para conocer que sería el principio de su fin, sin embargo, Jimin no se movió.

—¡Baja!

El omega aspiró con fuerza, arrepintiéndose al instante en que saboreó la humedad que expulsaba la escotilla, para analizar su situación y canalizar sus emociones. No desea confundir ni asustar a Somi, quien por ahora, mantenía un poco de tensión en el vínculo, pero...

«Ella está bien»

No era tan alarmante como afirmó su loba, además, tenía sus manos atadas por lo que lo más sensato sería esperar y no enfadar más a Jeon. De todas maneras, todas sus cartas ya estaban sobre la mesa y no tenía otra alternativa.

—Omega...

—Ya voy —respondió Jimin interrumpiendo.

Suspiró, regalándole al trigueño alfa una expresión de súplica sin poder evitarlo y se acomodó de espalda para empezar a descender, con cuidado porque era una escalera chica y sin barandillas ni seguridad. Cuando pisó suelo firme, la oscuridad lo cegó hasta que la otra presencia lo alcanzó y prendió un interruptor.

Park Jimin se encontraba en una carnicería.

¡Literalmente para el omega! O eso fue lo que notó su acompañante al olfatear su dulce aroma a miedo y que Jimin no pudiera controlar sus muecas de asombro.

Tragando en seco, el omega visualizó entre parpadeos de la luz, las filas de ganchos de acero colocados en el techo y una buena cantidad de objetos filosos que de seguro fueron los causantes de cortar aquellas piezas de carnes que se exhibían en el lugar, sin mencionar las mesas de aluminio tipo barra que adornaban al fondo y el olor a desinfectante como si recién hubiesen limpiado. Sin embargo, el tono blanco amarillento en las paredes y el suelo de puro cemento pintado de gris, le daban una aura empercudida que le hacían creer al omega el derroche de sangre que se llevaba a cabo en está habitación que ahora estaba conociendo.

¿Qué pretendía Jungkook al traerlo aquí?.

Se preguntó antes de ser agarrado del antebrazo.

Pero no tuvo contestación de su parte al concentrarse en como el alfa lo arrastraba hacia la única puerta que captaba porque la entrada al sótano no contaba, y dieron paso a un frigorífico. Un cuarto cuatro por cuatro donde todo estaba congelado y Jimin tembló.

De miedo y de frío.

¿Lo iba a dejar morir de hipotermia?.

«Él dijo que no te mataría, solo quiere asustarte»

Jimin casi río por la suposición de su loba, porque si esa fuera la razón, Jungkook ya conocería que lo logró desde que reapareció ante él hace dos noches atrás.

~No, lo que él desea es que comprenda que mi vida ahora le pertenece, que soy su prisionero~

Y le dijo en silencio a Kira.

Aunque eso tampoco tuviera mucho sentido. Jimin siempre fue su prisionero. De hecho, el omega fue uno desde la primera respiración que dio al nacer y el conocer al alfa lupus solo se lo probó una vez más.

Park Jimin se convirtió en un prisionero de la sociedad cuando rechazaron a su madre, una omega de la vida que quedó embarazada sin tener una marca en el cuello que la reclamara, y que por eso su infancia se convirtió en una cárcel. Luego ella murió, alguien que al menos lo quería, y él cayó más profundo en el barro cuando un abusivo y alcohólico padre se convirtió en su verdugo. Él cual lo llevó a que conociera a Face con el fin de conseguir dinero rápido para evitar el maltrato en casa y lo que provocó que terminara en manos de Jeon Jungkook. Un ser que invirtió aquella historia que su madre amaba leerle de pequeño, la del príncipe sapo, y el causante de que creyera que la magia de Disney existía en la realidad, que era posible encontrar al príncipe azul de sus sueños. Sí porque Jeon siempre fue y tuvo el porte de uno, uno a quien besó y que evidentemente hizo más que besar, y que en resumidas cuentas terminó transformado en sapo.

¡El alfa Jeon siempre fue y será su mayor pecado!.

—Vamos, muévete omega —esa voz profunda a continuidad del chirrido de un engranaje lo sacó de su consternación para darle paso otra vez al temor.

Jimin se puso de los nervios cuando se deleitó con otra puerta que ya era abierta de par en par. Sus piernas aunque las obligó a andar, dejaron de existir y no las sentía.

—¿A dónde me llevas? —cuestionó con una voz temblorosa, la cual odió.

Silencio y más silencio.

—Yo... esto —selló sus carnosos labios ya que no podía comunicarse como quería gracias a su tartamudez nerviosa.

—Entra, y ahórrate las preguntas, debes tener fuerza para hablar con el jefe.

—No llevas mucho tiempo trabajando para Jungkook, ¿verdad? —y musitó sin desear que el otro escuchara, pues su rostro no le sonaba de nada.

—Lo suficiente para saber quien eres — y fue lo único que oyó del hombre que le brindó un abrigo a su hija, que hasta este momento es el único que no rehuye de su mirada.

De pronto la luz lo encandiló en esta nueva habitación y tuvo que olvidar la plática para evitar daño en sus córneas. Después de un segundo de restregarse los ojos y enfocar, al omega se le olvidó como respirar.

Definitivamente estaba en un cuarto de tortura.

Su loba aulló desconcertada por lo que Jimin observaba y retornó a convertirse en una bola peluda.

~¡Traidora!~

Un tubo de luz fría de un blanco potente iluminó aquella salita hecha a la medida de una película de terror. Enseguida se fijó en la silla en el centro, la mesa quirúrgica en un rincón con esposas y cadenas en ella, una meseta de azulejos azules al costado derecho llena de objetos de torturas —desde un bisturí hasta unas manoplas de bronce—, un gancho fijo en el techo que no auguraba nada bueno, la tenebrosa frialdad de las paredes desprendiendo olor a muerte, un tanque de agua cerca de lo que parece ser una silla eléctrica por los cables que ve salir de ella y un colchón en la esquina más alejada de aquel terror que casi lo hacen desfallecer.

—Ponte cómodo —Eun Woon habló y lo hizo voltear a mirarlo.

Era joven, atractivo, no debía pasar de alrededor de treinta años, pero con unas facciones indescifrables. Siempre hablando desde la calma y la educación, pero a la vez contundente y con una neutralidad en su comportamiento que nunca te indicaría si era capaz de sentir alguna emoción.

—Por favor, no hagas estupideces —ordenó caminando hacia la puerta que hace nada cruzó con Jimin— Habrán hombres afuera vigilando y el Jefe me ordenó avisarte que las consecuencias de tus actos las pagará la cachorra —al concluir buscó los orbes del estupefacto omega— Fueron sus palabras textuales, adiós— susurró que Park no lo escuchó y se fue, el tranque en la puerta lo hizo saltar y notar la soledad en aquel monstruoso cuarto.

—Maldito seas, Jeon Jungkook...

Conteniendo un sollozo, el omega maldijo para caer arrodillado a como se complicó su vida por mucho de que siempre estuvo preparado para huir desde que tomó la decisión de escapar. Él cortó sus grilletes, pero en el fondo se mantuvo preso de sus miedos y del pasado.

En realidad nunca fue libre...

Y ahora se encontraba aquí.

Sucedió tan deprisa que no le dio tiempo a ser consecuente con este cambio radical, todavía Jimin no había analizado que sus días monótonos, pero llenos de calma como los que vivía en Marruecos, ya no existían. Así que cuando se dejó caer al suelo polvoriento y se arrastró hasta el colchón, su mente se activó y la realidad le empezó a golpear.

¿Hoseok?.

¿En serio su amigo ya no estaba, se había ido?.

El omega con un fuerte dolor en el pecho se recostó en la pared cerrando los ojos sin poder evitar que sus mejillas se mojaran a causa de un llanto silencioso y se encogió en posición fetal para frenar el tormento.

"Tengo un secreto... no solo fue por conveniencia, en verdad les tengo mucho cariño, más del que debía"

Las últimas palabras que le dedicó su amigo son un recuerdo constante que él no ha querido analizar como tampoco aceptar el hecho de que probablemente no vea más al omega Jung. Pero justo en este momento, están tomando peso por cada segundo en que se asegura de que esto no es una pesadilla y aún así no está listo para ver la verdad.

Aunque, mientras trataba de calmarse y contener las emociones que puedan alertar a su hija, él no pudo impedir recordar los instantes en los que compartió con Hoseok, principalmente aquel día en que lo conoció hace nueve años atrás.

Al omega Jung, y por desgracia, también a Jungkook.

9 años antes, Busan

—¿Jimin qué haces aquí?.

El omega levantó la mirada hacia su compañero, el alfa Choi, uno de los hombres de confianza de su jefe Wang. Cosa que le extrañó, pues él era uno de los encargados de la seguridad de Jackson y no un simple cantinero como aparentaba. Lo que omitió la curiosidad por la intranquilidad de su loba. Desde que había llegado al bar, Kira no lo ha dejado en paz y un torrente de emociones se encendieron desde que visualizó a hombres desconocidos custodiando en el estacionamiento del lugar en que trabajaba.

—Vine a trabajar, Jackson me mandó un mensaje con Momo...

Jimin calló cuando un estremecimiento lo abordó y quiso buscar la fuente, pero con sus apenas 17 años tenía una personalidad retraída, toda acción le provocaba timidez y vergüenza, así que reprimió cualquier anhelo que tuviera. Sabe que no estaban solos, su nariz picó por la mezcla de aromas extraños desde que entró al interior e hizo las cuentas de que algo grande se llevaría a cabo en Face. Cuestión que lo asustó y le provocó que se escondiera lo más que pudiera dentro de su gigantesca chaqueta.

El omega siempre buscaba pasar desapercibido en el club, ya que no le hacía mucha gracia su empleo y es consciente de que la mayoría de los clientes son delincuentes peligrosos. No obstante, él estaba en deuda con Jackson Wang por la oportunidad que le brindó para que no muriera de hambre o a manos de su violento padre desde hace aproximadamente seis meses en que inició; y respetando su decisión de servir al bar como un simple mesero.

—Jackson dio la orden de que ninguno de sus omegas viniera a la casa hasta nuevo aviso —dijo el alfa Choi— Vete Jimin, hoy no trabajas —y aseguró este con nerviosismo.

Park lo notó.

—Pero Momo me...

—Olvídalo, no se que carajos le pasa a esa, pero no puedes estar aquí —interrumpió el contrario con desespero— ¡Vete a casa, Park! —y gruñó.

El omega dio un saltito, los alfas siempre lo han intimidado y motivo por el cual evitaba enfadar a uno, así que se encorvó más si eso era posible, aceptando la orden. Dio media vuelta como un resorte al instante, con el temor acuchillando a su loba, y con pasos rápidos huyó del bar. Enseguida la brisa acarició sus cachetes sonrojados, su pulso empezó a palpitar con desenfreno, logrando que segregara feromonas dulces por el miedo y ganándose más atención de la que debía. Esos intimidantes hombres que perfiló cuando llegó, y los cuales ahora comprueba que la mayoría son alfas, dirigieron su interés hacia él de una manera que sugeriría peligro. No lo meditó mientras peinaba su entorno a la redonda y giró para volver a entrar al club, antes de que lo pudiera lamentar.

Sus nervios se dispararon, todo en él comenzó a temblar que ni pensó en enfrentar a Choi o maldecir a Momo por el lío en que lo metió, pero para su sorpresa, ya no lo encontró en la barra ni a nadie de los que pudo sentir antes; solo vio a un par de hombres de Jackson que para su impresión se hacían pasar por clientes. Por lo que el omega Park aprovechó para avanzar hasta el cubículo de los empleados y pasando lo más desapercibido posible, su especialidad. Su objetivo era encontrar un lugar seguro y esconderse hasta que la marea bajara, si total, en su casa también correría peligro si su nefasto padre despertara y viera que no había un centavo en la mesa.

La mente de Jimin se quedó en blanco cuando comenzó a andar y se introdujo por la puerta de la barra, esa que daba paso al verdadero Club Face porque lo otro era solamente una fachada. Cruzó el estrecho pasillo a oscuras hasta que poco a poco llegó al área central de la tarima que ahora estaba desmantelada. A diferencia de lo que se dejaba ver, aquí se derrochaba lujos aunque el mal ambiente que se vivía en este antro le restaba elegancia. Vio a Choi en una esquina del escenario un poco entretenido en una conversación por donde se llegaban a las oficinas del jefe con un par de sus hombres, por lo que tomó la dirección contraria bordeando las mesas principales para el show nocturno y con éxito logró perderse por el corredor que daba acceso a los privados hasta llegar a su objetivo. Con el corazón a mil se encerró en la habitación de los empleados, aliviado de recuperar el aliento y se dejó caer en el banco que estaba frente a los casilleros.

Esto era una locura...

Reflexionaba el omega que en ese entonces tenía su cabello rubio, así que frustrado se retiró la chaqueta y buscó tranquilizarse arremetiendo contra su peinado, el cual alborotaba cada vez que se pasaba la yema de sus dedos por sus hebras doradas. Jimin en todo momento estuvo consciente de que trabajar en este tipo de locales, tarde o temprano le traería problemas, más de los que ya tenía en casa. Su mejor amigo se lo advirtió cuando acudió a él por ayuda, cuando gracias a él conoció a Jackson Wang.

Mark Tuan era esa persona, que para Jimin era como el hermano que no tuvo al criarse juntos y porque la madre de él fue por muchos años compañera de la suya, lo que a diferencia de la señora Park, la madre de Tuan se enamoró siendo correspondida y pudo dejar la prostitución casi sin consecuencias. Así que la familia de Mark fue la única que nunca le dio la espalda a su madre. Ellos se volvieron inseparables desde que Jimin nació ya que su amigo era mayor por dos años, y afianzaron el vínculo cuando ambos se revelaron como omegas. Sí, Mark Tuan en realidad era un omega, que para mayor exactitud, era el omega de Jackson.

Con esa lluvia de pensamientos, debatiéndose si llamar a su amigo o no porque si alguien tendría conocimiento de lo que estaba sucediendo ese era Mark, un estallido hizo eco en las paredes y luego de un tenso silencio que prosiguió, un par de lejanas detonaciones alertaron al omega logrando que olvidara hasta su propio cuerpo.

A partir de ahí todo se volvió un caos.

El alboroto dejó de ser lejano para convertirse en una amenaza que le pisaba los talones al omega y como por arte de magia la puerta del cuarto fue abierta de una patada. Jimin palideció y boqueó sorprendido a un costado de los casilleros.

—¡Qué mierda! —un tono grave exclamó enfurecido acaparando la atención de Park.

La adrenalina tomó poder en el rubio porque unos demandantes ojos redondos lo cautivaron, tanto para bien como para mal; y por primera o a lo mejor única vez, Jimin fue capaz de mantenerle la mirada a un alfa. Hasta juraría que se sonrojó, pero su aroma lo golpeó desde el minuto uno en que quedaron cara a cara. Era sofocantemente adictivo, tan así que cualquiera que lo olfateara se daría cuenta al instante que se trataba de un alfa, de uno que era poderoso y dominante. Sin embargo, alguien rompió su ensoñación trayéndolo a la realidad.

—¿Jimin!?

—Marki... —murmuró desviando su mirada del alfa, lo que en su camino notó que quien lo impresionó arrastraba a su amigo por el antebrazo y forzándolo.

—¿Lo conoces? —cuestionó esa misma voz, pero Mark no contestó aunque ya era obvio.

—Jeon nos están acorralando, nos quedamos sin tiempo.

Una maldición se tarareó en el aire, mientras que Jimin empezó a colapsar. El no era capaz de hablar, moverse o hacer algo más que temblar.

—Bien —musitó el alfa— Pues también nos lo llevamos, Hoseok, atrápalo.

—Déjenlo —empezó a chillar Mark, pero por más que quisiera no podía zafarse del alfa— ¡Él solo es un mesero, déjenlo! —y entre gritos, la mente de Jimin se transformó en un lienzo en blanco.

De ese día solo recuerda hasta ahí, lo demás son destellos que el omega no sabría asegurar si son reales o solo sueños. Recuerda disparos, gritos, el aroma achocolatado que tanto le impactó siempre cerca y la noche acompañándolos. Todo lo demás estaba en negro para el omega, quien había creado un mecanismo de defensa desde que su casta salió a la luz. Pues cada vez que se sentía en peligro le daba total autonomía a su loba Kira. ¡Y quién le puede decir qué pasó! O como fue que despertó en aquella oscura y lujosa habitación; en un lugar desconocido, pero aún siendo perseguido por ese tortuoso aroma, intuyéndolo a que no estaba solo.

Ese alfa estuvo y seguía ahí, muy cerca, demasiado para su gusto o para considerarlo como un sueño.

—¿Tú quién eres, dónde estoy?.

—Por ahora llámame tu príncipe encantado, omega tonto...


Recuerden que el MARATÓN es de tres capítulos, así que si ya llegaron hasta aquí, muchas gracias por leerme y presionen el botón de continuar que falta otro para cerrar esta tanda de actualizaciones.

Kath!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro