⚜️Capítulo 3 ⚜️
Jimin cabeceaba en uno de los asientos del ferry que abordó en el puerto de Tánger con destino Cádiz, España, la vía más rápida para abandonar Marruecos. Si era cierto que pudo haber tomado un avión directo a Galicia, pero eso conllevaba a quedarse más tiempo en tierras marroquíes y su miedo era más grande que prevalecía. Así que se planificó dejando de lado su nerviosismo para llegar a España lo más rápido posible, ya improvisaría cuando pisara ese país, aunque Galicia se ubica prácticamente al otro extremo de a donde llegará.
Una voz rasposa rebotó en el área interior del barco, acción que sobresaltó al omega y lo despertó al instante. ¿Cómo demonios se había permitido bajar la guardia?, se recriminaba Jimin por haberse dormido, sin embargo, lo espabiló con humor la sensación cálida del peso pequeño de su cachorra en brazos, los resplandecientes rayos que encandilaron sus ojos y la brisa marítima que se colaba en su zona. Pestañeó varias veces para adaptarse a la luz natural que había por ser mediodía y que el sol estaba más potente en ese horario. Luego contuvo unas pequeñas náuseas que lo invadieron, no sabe si por el vaivén de las olas o por su inquietud, pero apartó sus malestares y le prestó atención a la voz que informaba, la cual reconoció que le pertenecía al capitán.
—Señores pasajeros, les informo que en cinco minutos tocaremos el puerto Tarife en la ciudad de Cádiz, por favor tener a manos el tiquete de viaje junto a sus documentos y dirigirse a la zona de desembarque. Fue un placer acompañarlos en esta travesía, se despide el capitán Lopez...
Su español no era tan malo luego de vivir dos años en Marruecos, pero su pronunciación era otro tema, así que él prefería hablar inglés aunque lo entendía todo; y motivo por el cual ahora despierta con delicadeza a su hija y organiza sus pertenencias para lograr ser una de las primeras personas en bajar del ferry. Por suerte no traían tanto equipaje y mucho menos un auto, solo llevaba la mediana maleta de mano y la pequeña cartera que colgaba de su hombro, atravesaba su torso y descansaba en su cadera, con sus documentos y el arma adentro.
En la estación del puerto estuvieron menos de media hora. Esta se encontraba en un horario pico, pero padre e hija solo se detuvieron en los aseos luego de abandonar el barco y pasar los controles de seguridad. El día estaba despejado, soleado y el cielo más celeste de lo que acostumbra, así que el omega respiró profundo y calmó a su alocado corazón. Habían empezado bien, el clima les era favorable y se estaban camuflando sin problemas, sin que lo siguieran. Fue como ambos caminaron entre el gentío hasta la salida y tomaron un taxi directo al aeropuerto que por suerte quedaba a unos pocos kilómetros del puerto.
—Papi tengo sed.
La voz de Somi se mezcló entre el bullicio cuando apenas colocaron un pies en el aeropuerto, sus nervios no lo dejaban tranquilo, pero estaba haciendo un trabajo maravilloso para esconderlo y transmitirle calma a su hija. Suspiró profundo, miró a la redonda percatándose de todas las personas a su alrededor hasta parar en una de las pizarras electrónicas y un salto en la boca del estómago lo llevó a que su palpitar se acelerara. En menos de una hora saldría un avión hacia Galicia, así que sonreía mientras le agradecía a la diosa luna en rezos silenciosos, pidiéndole que su bendición lo siguiera acompañando.
—Nena... —desviando su atención con una sonrisa plasmada en el rostro, se agachó a la altura de la niña— Se que debes tener hambre también, pero aguanta un poquito en lo que compramos el billete, y recuerda lo que hablamos antes de zarpar en Marruecos.
—¿Lo del juego, qué soy una princesa? —Jimin asintió, le besó su manito y sin soltarla se puso de pie para continuar.
—Eso es lo único que debes decir si alguien te hace una pregunta, y que cuando papá esté hablando no debes interrumpir. Mentir está mal, Somi, pero existen unas llamadas mentiras blancas que son perdonables, para cuando uno lo hace sin maldad o para proteger a alguien...
—Papá, pero no es mentira —interrumpió la pequeña cuando ya se acercaban a la taquilla de una aerolínea— Yo soy una princesa, tú me lo dices siempre —expresó con un tono de orgullo que le arrancó al omega una genuina sonrisa mientras avanzaban.
Sin embargo, cuando se detuvieron en la fila a esperar su turno, unos recuerdos que no debían aparecer, causaron que el temor le regresara a Jimin.
"¿Y tú quién eres, dónde estoy?"
"Por ahora llámame tu príncipe encantado, omega tonto..."
«Quien iba a decir que de príncipe solo tenía el rostro»
~Sin importar lo que pase tenemos que protegerla de él~
—Próximo...
Con el llamado del oficial de seguridad, el pelinegro salió de su ensoñación, tembloroso le puso punto final a la conversación con su loba, inhaló con profundidad para llenarse de valor y levantó el mentón para seguir. Iba a defender a su cachorra a capa y espada. Él no debía enterarse de su existencia, sino, su vida peligraría y ya bastante se culpaba así mismo por el destino que le forjó a su hija. Pero Jimin ya estaba pagando sus pecados, el remordimiento que carga lo consume vivo, día a día porque solo debe observar el rostro hermoso de su princesa para que este se avive y lo martirice, para que le recuerde sus malas decisiones.
—Por favor, dos pasajes para Galicia —y con seguridad se acopló al plan despejando sus malos pensamientos.
Manteniendo vigente cada palabra dicha por Hoseok en un pasado, siguiendo cada punto estratégico a la perfección y que gracias a eso no tuvo problemas para obtener un pasaje ejecutivo para la niña y él. Como mismo predijo Hobi, al solo enseñar los pasaportes diplomáticos más su apariencia física, no tuvo que batallar con curiosos que se interesaran en porqué portaba un arma de fuego; y la pudo justificar sin inconvenientes en los controles aduanales.
A las dos de la tarde ya estaban sobrevolando Cadiz, el viaje duraría unas tres o cuatro horas, pero Jimin podía respirar mejor, estaba a nada de lograrlo e iba sobrado de tiempo para encontrarse con Hoseok. Esa persona que increíblemente le transmitía una seguridad enorme, que no lo ha abandonado y además lo preparó para defenderse en este lugar tan malvado llamado mundo. A él le debe todo lo que sabe, su gratitud hacia ese omega es infinita y también ansía con verlo luego de tantos años donde solo ha escuchado su voz o leído sus correos. Porque Park se ha sentido muy solo, que sabe que no se ha dado por vencido gracias a su fuente de energía llamada Park Somi.
Entre un vuelo tranquilo, llenos de aperitivos y sin turbulencias, aterrizaron en Galicia cuando el atardecer decoraba los cielos. Jimin había aprovechado cada segundo, minuto y hora transcurrida para prever sin interrupciones lo que hará a continuación. Por eso, ya había rentado un auto que recogerá desde el mismo aeropuerto y reservó una habitación en un hostal cerca del faro donde será el encuentro. Esperará a que caiga la noche para buscarlo, ya que su amigo le había dado 24 horas y solo se iban a cumplir las primeras 12 cuando llegaran.
En el aeropuerto de Santiago de Compostela, la capital de esa ciudad autónoma de España, sí tuvo que luchar con más preguntas y trámites que cuando abordó, haciendo que los nervios comenzaran una nueva danza en su interior. No obstante, salió sin inconvenientes y puso el auto en movimiento con destino al municipio gallego La Coruña, donde se encontraba el famoso faro.
No había duda que era una ciudad hermosa, más si estaba bañada por los tonos anaranjados del atardecer, desde las calles empedradas, la arquitectura colonial y las colinas bordeando la costa con los colores hermosos que posee el atlántico. Todo este paisaje lo admiraba el omega y su cachorra desde el auto, quienes con éxito finalizaron el viaje, un pequeño y humilde hostal a solo cinco kilómetros del fin de la tierra. Allí descansaron un poco, cenaron, tomaron un baño para cambiarse de ropa y antes de la media noche ya habían llegado al lugar pactado.
La oscuridad se había adueñado de los alrededores, al omega se le erizó la piel cuando se estacionó a unos pocos metros del emblemático faro de Finisterra. Observó todo con detalles, la única luz que habitaba era la de la Torre en la punta de la loma, y aunque tenía gran alcance, el océano a sus pies poseía una densa capa de tiniebla sacada de una película de terror. A Jimin le surgió el presentimiento de que fue un error haber esperado a que la noche cayera. Pero ya no había vuelta atrás, así que rendido suspiró, se retiró el cinturón y ladeó su torso en dirección de los asientos traseros. Enseguida chocó con esos dos luceros redondos que parecían brillar en un mar de incertidumbre, esos ojos que tanto amaba y a la vez eran su cruz.
—¿Papi, llegamos? —y el omega asintió conteniendo el aliento.
El palpitar de su corazón era como los galopes de un caballo desbocado que empeoraron cuando el tono angelical de la pequeña traspasó la barrera de su piel.
—Cariño, escucha —tomó una fuerte bocanada de aire— Papá va a buscar al tío Hobi, mientras, tienes que jugar a las escondidas, pero con nuevas reglas —le informó lo más sutil que podía.
—Al fin conoceré al tío Hobi, está bien papá, juguemos.
Jimin sonrió, su cachorra era muy pequeña la última vez que se reunió con Hoseok hace cinco años y por eso no lo recordaba, sin embargo, le tiene un gran cariño a pesar de todo. No había duda que su bebé era todo un ángel, que debía sobre guardar su inocencia y protegerla del mal. Sin dejar de sonreír, falsamente porque por dentro se moría de miedo, se inclinó un poco para rozar la mano derecha de la niña y poder hablar sin titubeos.
—Somi, ahora vas a cerrar los ojos, contarás hasta cincuenta y te quedarás en el auto hasta que vengamos por ti, pero si escuchas ruidos raros debes salir e irte hacia el sur —señaló hacia la zona boscosa de su derecha, ya había hecho una pequeña investigación para conocer el terreno y aquí era uno de los lugares más seguros de España, aunque en esa parte en particular la vegetación sea espesa— Como en las lecciones de exploración que diste en la escuela, vas a encontrar un escondite seguro y de ahí no te moverás hasta que lleguemos o el sol salga. Te prometo que iremos por ti, ¿si?.
«No hagas promesas que no sabes si cumplirás»
~No nos queda de otra~
De pronto, el ambiente cambió, la pequeña lo sintió y sus expresiones se transformaron. Este juego ya no era divertido porque aunque solo tenga siete años, Somi es una niña especial e inteligente, comprendía más de lo que debería para su edad. Igual, se quedó callada como acostumbra y cerró sus ojos con fuerza. A Jimin se le estremeció el alma con la imagen frente a él, momento exacto en que el vínculo que tenía con la pequeña tiró en su pecho en señal de miedo. No obstante, tenía que hacerlo, esfumó todas esas malas sensaciones y sacó el arma del bolso. Sin más dilatación, abandonó el coche y comenzó a caminar en dirección al pabellón del faro cuesta arriba. Todo era tan silencioso que lo único que escuchaba era su respiración agitada, el viento silbar y las olas incrustar contra la costa.
Cauteloso fue ascendiendo, su loba Kira estaba inquieta, había demasiada calma para su gusto y sus sentidos se afilaron. Pero lo vio cuando estaba llegando. Ahí estaba su amigo y la presión fue disminuyendo mientras sus pisadas se apresuraron.
—Hobi, Hoseok aquí estoy —entusiasmado lo llamó, lo había logrado y con un suspiro recuperó el aliento.
La silueta de su amigo se hacía más nítida con cada paso que daba, estaba tan alegre de que el mal presentimiento solo fuera a causa de sus nervios, que nada más se centró en ese omega de estatura alta que le daba la espalda parado en la punta donde la valla delimita con el acantilado, que no presenció cuando un grupo de diez hombres empezaron a rodear el pabellón del faro y en silencio se les acercaban al extremo de la colina.
—Hobi —volvió a llamar y en cámara lenta detalló como se giró en su dirección.
—Jimin... Lo siento mucho.
—¿Qué?.
Y solo bastó un segundo para que su sonrisa desapareciera.
Jung Hoseok desprendía sus feromonas en un fuerte aroma a rosas, como nunca antes, sus ojos estaban hinchados y cuando descendió por la parte baja de su rostro fue que vio su labio partido, era evidente que lo habían golpeado. En ese instante, por instinto dio dos pasos en falso hacia atrás y dio media vuelta para huir, lo que ya era muy tarde. Estaba rodeado por aquellos sujetos de traje negro y rasgos coreanos.
«Son ellos, estamos jodidos, pero Somi tiene la posibilidad de salvarse»
Con ese mandato de su loba, que aullaba en su interior, retrocedió lentamente acercándose a Hoseok de nuevo, sacó a relucir la Golck 26 plateada llena de municiones, la presentó con seguridad y la cargó deteniendo al grupo de hombres que los cercaban a la redonda, obstruyendo así cualquier vía de escape y la cual por desgracia era solamente una.
—Dan un paso más y disparo.
—Jimin, por favor, están armados —le susurró Hobi.
Ya se lo imaginaba y pese a todo no podía dejar de pensar en su hija, tenía que ganar tiempo por ella aunque perdiera su vida en el proceso. Así que delineó el escenario y de una disparó al costado derecho donde la bala rebotó contra las rocas del mar. Ese sonido advertiría a Somi del peligro y de seguro cumpliría con lo que le ordenó. En respuesta su pecho ardió, su hija lo estaba llamando por el lazo, inquietándolo más, nunca había sido tan intenso y le duele el alma de solo pensar lo asustada que se debe sentir. Sin embargo, los contrarios en vez de detenerse, sacaron sus armas apuntando a los omegas y terminaron de reducir la distancia.
—Baja esa arma, omega tonto...
Un tono rasposo, grave y autoritario se mezcló con la brisa salada que los merodeaba e impactó contra el corazón del omega de cabello negro, su garganta se resecó y sus manos temblaron junto a todas sus terminaciones nerviosas. Sentía el sudor frío recorriéndolo cuando fue testigo de como los hombres abrían paso casi sin inmutarse; y bajo la luz de la luna apareció ante él esa alta musculatura que nunca olvidaría como también esa voz que ha reinado en sus pesadillas.
—Hola Park, mucho tiempo sin vernos, ¿no es así?.
Tuvo que ahogar un sollozo, aquí estaba frente a él y se quedó petrificado. Ocho años habían pasado desde la última vez que lo vio, que aunque su rostro se endureció un poco más y sus músculos crecieron, sigue siendo ese alfa de aroma imponente, labios finos, facciones aniñadas y cabello azabache que conoció en el club Face. Tan pulcro con sus trajes a la medida, con unos ojos negros tan profundo que te hace caer a un poso sin fondo, más esa arrogancia que intimidaba a cualquiera. Jimin sin respirar lo escaneaba de pies a cabeza una y otra vez por unos segundos que parecieron eternos, buscando algo que le demostrara que esto era un mal sueño y no la realidad.
¡No, Jeon Jungkook no podía estar aquí!.
Pero presenció esa mediana sonrisa siniestra en sus labios que tanto caracterizaba a Golden. Sin ser consciente, fue cediendo el agarre de la pistola hasta que el brazo que la sujetaba cayó hasta su muslo.
—¿Hoseok, es él, no es una pesadilla? —susurró aún incrédulo y de reojo vio negar a su amigo que parecía haber perdido la capacidad del habla.
—Vieron eso, —el tono de Jungkook lo interrumpió, haciendo que volviera presentar su arma en dirección del alfa recién llegado— Este omega que se atrevió a traicionarme, está tan pálido que parece que vio a un fantasma —y dijo burlón hacia sus hombres los cuales rieron, para luego posar su mirada fulminante en Jimin— Aunque me tomara un siglo, juré encontrarte, así que baja esa arma Jimin, todavía no tengo intención de matarte —y gruñó.
La loba de Jimin bajó la cabeza atemorizada, ese olor a chocolate amargo estaba haciendo estragos y mareándolo para que ahora se intensificara, no lo iba a soportar por mucho tiempo. No obstante, el que su amigo se le acercara, le sirvió de distracción.
—Jimin, perdóname, lo subestimé y fallé —le murmuró Hobi captando su atención.
—No digas eso, Hoseok, bastante has hecho por nosotros, él que lo siente soy yo por haberte involucrado en esto cuando te pedí ayuda.
—No Jimin, yo... lo siento, pero tengo un secreto que Jeon no puede conocer todavía, espero que me puedas perdonar y si algún día la verdad sale a la luz, quiero que tengas presente que todo lo que hice para ayudarte, no solo fue por conveniencia, en verdad les tengo mucho cariño, más del que debía.
—¿Qué, por qué suena cómo una despedida?.
—Porque no puedo dejar que me capturen, prefiero morir...
Con esa frase murmurada, pero muy segura, en un corto intervalo que el omega de cabello negro visualizó lentamente y que los otros no vieron llegar, Jung Hoseok le dio la espalda cuando lo miró, de un salto brincó la valla, rodó por la tierra, se levantó y con un pequeño impulso se tiró de clavado al gran acantilado que finalizaba con el mar embravecido. Perdiéndose de la vista de todos a la velocidad de la luz.
—¡Hoseok! —chilló Jimin sintiendo un puñal en su pecho, desgarrando ese llanto que quería contener.
—¡Corran, qué no escape! —gritó uno de los hombres del alfa.
¿Escapar?.
Jungkook sabía que había sido un acto desesperado y suicida, era demasiado alto, con olas poderosas que triplicaban la marea, no había manera que pudiera sobrevivir a eso. Así que salió de su impresión, posó sus ojos en el único que le interesaba, no iba a permitir que ese omega siguiera los pasos de Hoseok. ¡No!, Jimin no podía morir sin que le pagara lo que le debía. Mientras sus subordinados averiguaban sobre él que saltó al mar, él se apresuró en encarar al que atónito se quedó en shock.
Park no respiraba, era como si el mundo hubiese dejado de girar, negándose en su interior que lo que acababa de suceder era cierto. Tanto así que solo extendió su boca para expulsar la opresión que lo tenía aturdido, sin cambiar de posición y aferrándose al arma que seguía presentada con una cascada de lágrimas silenciosas bañando sus cachetes. Su mente proyectaba la anterior escena sin parar.
«¡Despierta Jimin, está aquí, a tu lado!»
Pero aunque su loba trató de advertirle, las feromonas de Jungkook eran fuertes sedantes para su organismo y que ligado con el reciente hecho, no lo dejó actuar rápido. Solo fue consciente de su presencia cuando el aliento del alfa acarició su rostro por la parte izquierda. Lo próximo que perfiló fue un destello de luces, un fuerte dolor en su mejilla que lo hizo caer y un pitillo en sus tímpanos que lo desequilibró. El alfa lo tomó desprevenido pegándole con el mango de su propia pistola y desarmándolo en un parpadeo.
—Jefe, negativo, no se ve nada.
—No importa, por ahora tengo lo que quiero —dijo Jeon sin despegar la vista del omega tirado a sus pies y que intentaba levantarse.
«Te haré pagar que le hayas puesto la mano encima a mi omega»
Eso hizo enfurecer a Jungkook, tenía que curar al loco de su lobo que le ha hecho la vida imposible en estos años. No entendía como estaba tan obsesionado con ese vulgar omega cuando él lo odiaba tanto. Y pese a la llama de ira en él, se contuvo para no perder el control en este momento. No podía darle facultades a Jimin para que lo volviera a manipular como en el pasado.
—¡Agánrenlo, regresaremos al hotel! —y ordenó.
—No, no se acerquen...
—Jimin ríndete, no te servirá de nada poner resisten...
—¡Papá!.
Aquella frase espetada a los cuatro vientos interrumpió al alfa, hizo que el tiempo se detuviera para el omega y que la tensión se evidenciara en un velo pesado que silenció a los presentes. Nadie estaba preparado para que una pequeña los viera, pero lo que más conmocionó, sin duda fue la palabra que gritó. Jungkook no hizo más que colocar su mirada al frente y captó la silueta de una niña de pelo lacio a unos metros de ellos y al inicio del único camino que llevaban a los visitantes al faro.
—¡Qué mierda, atrápenla!.
Ese gruñido furioso del Alfa, que odiaba los imprevistos, sacudió a Jimin regresándole la razón. Su hija estaba ahí, por primera vez lo desobedeció, y aunque era su mayor temor, sacó al animal que tenía adentro.
—¡Somi, vete, corre!.
—Papi...
En un dos por tres el caos se desató, el omega había sacado sus colmillos y garras para defender a su cachorra y los demás comenzaron a atacarlo, pero Jimin no se las dejó muy fácil. Él aunque todavía no era rival para desafiar a los alfas del gran mafioso, entrenó arduamente para dar guerra. Empezó a arañar y morder a todos los que se le acercaban dejando a Jungkook un poco sorprendido. No era común que alguien desarrollara su parte animal en los tiempos actuales, ni en un treinta por ciento como lo estaba demostrando Park en ese instante. A no ser que posean dotes desarrollados como los de él, pero conocía de sobra que Jimin era un omega ordinario, no tenía nada especial más que la atención de su lobo. El rastrillar de un arma lo abofeteó, era tan grande el alboroto que unos de sus hombres le estaba apuntando al omega y lo vio muy dispuesto a apretar el gatillo, olvidando la orden que dio de que lo quería vivo.
—¡Basta, deténganse todos! —y sacó su voz de alfa causando un miedo generalizado.
Esa voz era una tortura para Jimin, que a pesar de la mala experiencia que tenía con ella, también tenía gran poder sobre su loba, por lo que Kira terminó aullando y hecha una bolita temblorosa. Sus garras y dientes habían vuelto a la normalidad mientras involuntariamente le demostraba sumisión, pero para su consuelo, no era él único. Todos ahí se estremecieron y se quedaron quietos en su lugar. Todos menos alguien, menos esa niña que ahora enfrentaba al gran alfa lupus, o eso era en lo que se fijó Jungkook.
En lo que todos se quedaron temblando, congelados y cabizbajos, observó que esa mocosa no, y cuando se fue acercando a ella entendió él porqué. Las piezas del puzle empezaron a encajar perfectamente, pero dejándolo más confundido aún. Es que la niña tenía un aro de rojo sangre en sus pupilas, le estaba presentando a su alfa para desafiarlo y eso era imposible. Primero, por la edad que le calculaba la cual no entraba en el rango de la adolescencia que es cuando se tiende a revelar la casta, y segundo, que solo los pura sangre evidenciaban ojos de rojo cuando se enfrentaban a un contrincante o estaban furiosos.
«No puede ser, ella es...»
—Por favor, Jeon no le hagas nada, por favor...
—¡Papi! —y Somi gritó para lanzarse hacia los brazos de su padre omega, pero el alfa la sujetó cuando pasó por su lado y con delicadeza la frenó.
—¿Niña, cuántos años tienes? —preguntó en automático, arrodillándose a su altura, lo que esta no le respondió y para colmo tenía una postura altanera— Si me lo dices, te dejo ir con tu padre y te prometo que no les haré nada —y le susurró para que nadie más escuchara.
Tenía que comprobar sus sospechas, lo que se negaba a creer.
—No te tengo miedo.
—De eso ya me di cuenta, mocosa, lo que solo hablas de la imprudencia porque deberías —y medio que se le quiso escapar una sonrisa, lo que se aguantó— ¿Tenemos trato, si o no?.
El silencio era sepulcral, Jimin sabía que su más profundo secreto salió a la luz y ahora debe ser inteligente para que no la lastimen, debe rendirse y aceptar lo que quiera ese demente alfa con tal de que no le toque un cabello a su bebé.
—Jeon...
—No te metas Jimin, estoy hablando con la niña.
—Haré lo que tú quieras, te contestaré la pregunta que tú desees, todo, pero déjala tranquila.
—Escuchaste eso mocosa, tu papá piensa que soy un monstruo —fingió ignorar al omega, se levantó del suelo sacudiendo sus rodillas y tendiéndole una mano a la niña— ¡Jimin sígueme, volveremos al hotel! —y ordenó cuando la cachorra en su inocencia y por instinto tomó la mano de ese alfa.
—Señor, tengo siete años.
—¿Ahh si?... interesante.
Ya no había dudas, pensaba Jungkook mientras echaba a andar en dirección a donde dejó los autos escondidos desde la tarde. En esos escasos minutos que compartió con la niña que ahora lo acompaña, obtuvo pruebas más que suficiente para comprobar la teoría que su lobo fundó en su interior.
—¿Por qué, señor?.
—Unmm es que gracias a eso tienes un lindo lunar y grandes ojos redondos, como yo —soltó con jocosidad, sabía que Jimin estaba a unos pasos por detrás de él y le agradaba demasiado el hecho de molestarlo, además, le quería demostrar que ya no era necesario tratar de ocultarlo.
—¿Y eso por qué?.
—Somi, no hagas tantas preguntas que es irrespetuoso —y el omega se adelantó a contestar, logrando que la niña lo mirara, bajara la cabeza y dejara al alfa para ir con su padre.
No obstante, aunque la confusión reinaba en Jungkook, increíblemente su lobo estaba feliz y lo había dejado tranquilo, así que no se opuso y continuó hasta llegar a los autos. Su deseo de venganza seguía intacto, pero se siente victorioso de encontrar una debilidad para poder controlar a ese omega. Con una deslumbrante sonrisa en el rostro, abrió la puerta trasera de su coche sin esperar a los empleados que ya se amontonaban a su alrededor y ladeó su cuerpo en dirección a la niña.
—Entra mocosa —ordenó a lo que Somi miró a su padre y cumplió cuando este le asintió.
—Esa niña... —murmuró Jungkook en dirección a Jimin cuando la vio introducirse al auto y pegando la puerta para que no escuchara— Estará bien si no me das dolores de cabeza, Park, así que tranquilito y sumiso entrarás, no me reclamarás o intentarás escapar, ni aquí ni de regreso a Corea —y refutó.
—Haré lo que quieras, no le hagas nada.
—Seré muy despiadado, omega, pero sería incapaz de tocar a un niño, menos si ese lleva mi sangre —y lo miró con superioridad— Lo que tampoco me pruebes, para todo puede existir una primera vez —escupió furioso y le hizo seña para que entrara también— ¡Adelante Jimin, bienvenido a tu infierno! —y espetó con socarronería.
«No lo amenaces, es el padre de nuestra hija»
~¿Nuestra?, no lo creo, así que tú tampoco me des problemas si no quieres que a esa mocosa le pase algo~
Porque ella era hija de Nochu, no de él, y estaba feliz de que también encontró la herramienta perfecta para mantener a su lobo a raya.
O eso cree...
No me pude contener, aquí otro capítulo y el último por hoy, solo que quiero remunerar mi desaparición y darle gran bienvenida a HATE YOU al perfil. Ahora sí, nos despedimos y no olviden comentar su opinión o sus tempranas teorías ya que esto apenas comienza.
Kath 💜
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