⚜️ Capítulo 12 ⚜️
¡Jimin estaba jodido!.
Había perdido la noción del tiempo, su mente caía en declive por minutos y su cuerpo estaba entumecido, con espasmos gracias a que el frío se instaló en sus huesos al parecer para nunca irse. Este lugar nuevo al que lo trajeron a primera hora de la mañana —el cual observaba en una esquina de la celda—, era asquerosamente más húmedo, gélido y terrorífico. De hecho, lo poco que pudo capturar del lugar o mazmorra como le llamó Jeon, fue en la entrada y el hueco en que estaba metido en estos momentos, teniendo en este último un rango visual limitado porque aquí escaseaba la electricidad y casi todo era iluminado por antorchas.
¡Una maldita pesadilla!.
Una que ha vivido desde que lo atraparon en Galicia y que se ha intensificado en estas... ¿cinco horas?, Park no sabría decir. Pues desde la charla poco amigable que tuvo con Jungkook ayer en la noche, el frío que ya se estaba haciendo insoportable para él y la oportunidad que el alfa siempre aprovechaba para humillarlo como hizo en su traslado de hoy lo tenían en blanco, en shock. El omega solo pensaba para controlar su miedo y no alertar a su hija, que su lazo con ella no se tensara más de lo debido, ya que conocía lo especial que era la cachorra por ser su padre quien es y la difícil barriga que le dio antes de nacer.
No obstante, entre esos intervalos, no podía prevenir que algunos recuerdos lo invadieran de un instante al otro para que de una vez y por todas despertara, buscara la mejor forma de sobrevivir y recuperara a su tesoro. Más cuando todo se iba aclarando con rapidez y que sino lo hacía era por el circo de emociones que danzaban en su organismo, pero Jimin era un maldito superviviente. La vida siempre lo golpeó para que ahora se volviera a achantar y convertirse en lo que juró nunca más ser, un débil sumiso. Sin embargo, olvidar los sentimientos que tenía ante la persona que para él fue su salvador, no era una misión fácil luego de tantos años.
Pero Park Jimin, ya tú deberías tener experiencia de que las personas solo velan por su propio ombligo...
¿No deberías hacer lo mismo?.
¡Claro qué sí!.
Estaba cansado de ser la víctima, de ser al que le tiemblen los dientes por el invernal clima, de tener hambre, de sentirse sucio, ser menos que los otros, de que los temores lo paralicen y ser la diana que reciba la ira de los demás. Era hora de convertirse en el depredador y no la presa, por lo que aunque odia admitirlo con toda sus fuerzas, Jungkook tenía razón. De nada le servía la lealtad si su hermosa Somi estaba en peligro y cuando el mismísimo Hoseok admitió tener mierda escondida en su armario.
Sí, ya era hora de aceptarlo.
Un secreto... Conveniencia... ¿Perdón?.
Esas eran palabras claves que se repetían en su mente con la voz del omega Jung para darle fundamento a la furia que vio ayer en los orbes de Jungkook. Así que ya no le era muy difícil asociar ese secreto con lo que injustamente el alfa lo acusó. Jimin no tiene idea de a que se refirió el pelinegro cuando convencido lo tachó de mentiroso porque le robó cinco millones de dólares en vez de cien mil en efectivo y vendió información personal de él, entre otras cosas.
Eso no era cierto, y si sucedió, Jimin estuvo a ciegas y también fue engañado. Demonios, solo había que detallar como vivió en estos años para comprobarlo, donde a veces no tenía ni para comprarle un chicle a su hija. Sin embargo, si en el pasado él le desnudó su alma al alfa Jeon y este no le creyó estrujándola en su poderoso puño, ¿qué puede esperar en la actualidad si ya lo titularon como traidor?. Algo se le debía ocurrir muy pronto porque no iba a permitir que le arrebataran a su bebé, lo único bueno que hizo en esta vida. Pero era muy complicado pensar cuando tu estómago rugía y titiritabas de frío, el castañeo de sus dientes no lo dejaban ni cerrar los ojos.
Con su cabeza latiendo hasta doler, el omega se removió intranquilo y tratando de encontrar una posición más cómoda en la litera en la que estaba acostado. Se sentía débil, la persona más sucia del mundo y estaba acalambrado de punta a punta, por lo que suavemente se estiró en el colchón escuchando al instante sus huesos crujir y se reincorporó sentándose en el borde con sus piernas colgando hacia el suelo. El mareo rápidamente lo abordó que tuvo que sostenerse del bastidor. Suspiró y buscó dónde hacer sus necesidades, desde ayer no iba al baño por lo que su vejiga ya estaba protestando.
No batalló para hallar el retrete pequeño que colgaba de la pared en aquella estancia de dos por cuatro que evidentemente era una mohosa celda, pues ya lo había detectado cuando entró en la mañana, así que cuando su vista se posó en él, caminó torpe y orinó con un extraño sentimiento de vigilia que lo hacía mirar por encima de sus hombros. Se sentía observado, expuesto como si lo estuvieran acosando y su corazón no paraba de latir como un tambor, así que se resguardó lo mejor que pudo hasta terminar. También notó que era cierto que ya pedía a gritos un baño, no había tomado uno o cambió su ropa desde antes de subir al avión de Jeon, quien descaradamente hoy se burló de él y lo tildó de apestoso. Sin más se acomodó el pantalón y regresó a la cama con aquel sentimiento amargo que le oprimía el pecho.
Si algo odiaba el omega Park era la soledad.
Así que su estado habitual de desesperación había crecido en estas últimas horas al sumarle el factor oscuridad. Una cosa era sentirse solo, pero convivir libre con otras personas, mientras que otra muy distinta es saber que únicamente tú estás atrapado en la oscura boca del lobo.
Dios, si esto no terminaba pronto perdería la cabeza.
Pensó el omega cuando se dejó caer en la parte baja de la litera y el relinchar de los muelles le expresaron al eco del sótano cuanto pesaba, cayendo después en un silencio abrumador que se tragaba hasta su respiración y que por ende le hizo cerrar los ojos. Muy pronto Jimin dejó de estar consciente aunque tampoco afirmaría que se durmió profundo.
Así se mantuvo por un tiempo que no sabría calcular, acostado casi en diagonal al colchón, boca arriba con sus extremidades inferiores ancladas al suelo y un brazo postrado en su cara simulando un antifaz para no ver y confundir a su mente que gritaba por la incertidumbre. Sin embargo, el silencio se rompió, alertándolo, cuando varias pisadas le aseguraron que más de una persona se acercaba.
Se sentó de un salto que golpeó a su cervical otra vez, ¿o a lo mejor era la falta de alimento?, no lo sabía ni le prestó atención cuando el pitillo de la reja en su cubículo sonó y una luz encandiló a la vista del omega. Jimin con miedo trató de esconderse entre las columnas de la litera, olfateó reconociendo el aroma a eucalipto del alfa Kim y notó a otra presencia aunque esta no tuviera olor.
—¡Vamos, entra por favor! —la voz profunda de Taehyung le erizó la piel al omega.
¿Le habían traído a un compañero?.
¿Pero a quién?.
Temeroso se asomó para responderse esas preguntas y al instante le llegó el reconocimiento. Era Suga, su rostro era inconfundible por mucho que nunca se conocieron más allá de una pantalla y que hacía dos años que no se contactaban. Desde que Park se asentó en Marruecos no había tenido más noticias del beta que trabajaba para Hoseok. Lo cual lo alegró en ese entonces porque él no tener noticias era una buena señal.
El informático era el encargado de resolverles los documentos de cambio de identidad y de mantener una estricta vigilancia sobre Jeon Jungkook para avisarles que tan cerca o lejos estaba el alfa lupus de encontrarlos. Así que su corazón se aceleró al comprobar que estaba bien, que aunque algo pasó seguía vivo, y la culpa también lo azotó por no haber pensado en el beta desde que Jeon lo capturó. Habían sucedido tantas cosas en tan poco tiempo que Jimin se mantuvo inerte y moviéndose con la marea.
—Que tengas buena estancia, Suga, o por lo menos que te ayude a recordar —y al alfa no obtener respuestas, volvió a presionar el comando que cerraba la reja.
—¿Suga, eres tú?.
—¿Jimin?.
—¡Oh mi dios, si eres tú! —y con entusiasmo el omega corrió al encuentro con el beta.
Pero Yoongi estaba paralizado, era como si se hubiese quedado sin respiración. Jimin frunció el ceño.
¿Qué le hicieron estos salvajes?.
—¿Oye, estás bien? —pero fue al acercase lo suficiente que notó, gracias al resplandor de una antorcha a distancia, las marcas que el beta presentaba en su rostro y que le encogió su pecho— ¿Oh, qué te hicieron? —y se lanzó a abrazarlo.
El niño prodigio, como el omega Jung lo tituló, al principio se quedó quieto, no obstante, una lágrima se deslizó hasta mojar el hombro de Jimin y la cual desencadenó un remolino de emociones como si se tratara del efecto mariposa. Al momento, ambos se fundieron en un cálido abrazo fraternal. Luego de unos minutos, Park se alejó sin soltar los brazos del beta hasta que tuvo la urgencia de darle consuelo y con cuidado pasó la yema de sus dedos por la delicada cara del contrario recogiendo las gotas de su dolor, evitando las partes magulladas que ya se tornaban de un color verdoso.
—¿Quién te hizo esto? —volvió a cuestionar el omega, pero Yoongi con un nudo en la garganta, negó con la cabeza sin poder pronunciarse.
Un sentimiento comandaba en el menor, uno que tenía similitudes a lo que él padeció desde que perdió a su familia, pero este era más amargo. Así que no era solamente decepción porque dolía más que una puñalada en la espalda.
—Estoy bien, —musitó entrecortado— Esto no es nada y en parte me lo merezco por ser tan tonto, —suspiró y los dos conectaron miradas, Park lo hizo con sus labios fruncido por la confusión— ¡Oh Jimin, cuanto lo siento! —y se volvieron a abrazar entre los sollozos del beta.
Jodidamente era traición lo que sucumbía envenenando a su torrente sanguíneo. Suga no podía frenar sus lamentos, también confundido porque la última vez que lloró fue cuando tomó la decisión de escapar del orfanato y por poco muere afrontando las consecuencias, ya que si en el centro para huérfanos la pasó mal, en el mundo de adulto se encontró con una dinámica aún peor y más peligrosa que casi termina con su vida.
—Tranquilo, tú no tienes la culpa de nada —el de aroma a vainilla trató de tranquilizarlo acariciando su melena así como lo hacía con su pequeña cuando esta tenía un mal sueño o se lastimaba— Al contrario, te deberíamos pedir perdón nosotros, Hoseok y yo, por posicionarte en la mira de ese desalmado —espetó con furia. No cabía duda que esos golpes tenían las huellas del despreciable alfa.
—Yo sabía los riesgo, Jimin, no te tortures, lo que no entiendo es como terminaste aquí... —pausó su palabreo cuando se percató de algo y el terror lo invadió— ¿Y Somi, dime qué está bien? —suplicó saber con su pulso a mil. No veía a la niña por ninguna parte mientras que el omega se estremecía y el intercambio con Taehyung regresaba para burlarse de él.
—Por ahora sí, el lazo está tenso, pero no indica peligro... —y calló, su labio inferior no dejaba de temblar.
—¿Y...? —interrumpió Min impaciente ante el silencio de su compañero, observando en el proceso como los ojos de Park se cristalizaban.
—Ay Suga, no me han dejado verla desde que llegué a Busan y... y y-yo estoy desesperado —no pudo contenerse más y empezó a híper ventilar que las palabras se quedaron atoradas en su interior.
—Dios —susurró el aludido forzando más su agarre en la mano que el omega le sostenía como si quisiera trasmitirle a través del tacto cuanto lo angustiaba su situación— Ven, sentémonos y cuéntame que ha pasado —sugirió al sentir que el mayor se iba a desfallecer.
Juntos, tomados de las manos, entre las penumbras de la celda, caminaron hasta que ambos se sentaron en la parte baja de la litera y sin soltarse, quedando hombro a hombro mientras sus vistas descendían hasta el suelo. Al de ojos mieles le tomó un minuto recomponerse de aquel temor que representaba a su mayor demonio, él que Jeon le arrebatara a su hija, y con voluntad se desahogó con Min Yoongi.
No omitió ningún detalle de lo transcurrido hasta el día de hoy. Todo, desde que recibió aquella llamada que destruyó su falsa realidad, su reencuentro con el alfa en aquel faro, la despedida de su amigo que cree haber perdido hasta la conversación de ayer en la cual Jungkook convencido le expuso la fuente de su odio. Sin percatarse que con cada palabra que expresaba, enterraba un puñal más profundo que el anterior en el joven beta porque en el desconocimiento de Park, se asomaba la sospecha de Yoongi que sí conocía —o eso creía— al omega Hoseok.
—... Y no se que hacer, Suga —concluyó Jimin que ya había controlado su llanto— Yo estoy más que agradecido con Hobi, pero no puedo perder a mi hija y sus palabras antes de lanzarse me siguen en cada pensamiento, no dejan de torturarme así como mi loba que me repite constantemente que nadie vendrá a salvar a mi hermosa Somi, que solo yo lo puedo lograr —su voz se quebró con el recuerdo de su bebé sonriendo en una playa de Marruecos, pero no se permitió mostrar ese lado susceptible que aborrecía— ¿Dime, qué más puedo hacer? —desalentado buscó los felinos orbes del beta para buscar una pizca de esperanza o que lo reprendiera llamándolo desleal.
Lo que solo la tensión enmudecida prevaleció, las respuestas que esperaba Jimin se desvanecían en la hesitación de dos almas perdidas. Min Yoongi estaba atónito, petrificado, con un disparo continuo de inseguros escenarios para mezclar con el relato de Park.
¿Por qué?.
Es que aquí nada estaba fuera de lugar, todo fue arreglado para encajar en esta conspiración para derrocar a los Jeon. Sí, surgían imprevistos, errores al ser comandados por personas que por más que intenten demostrar lo contrario no son perfectos, como le sucedió a Min Yoongi hace diez días. Que confiado en su genialidad y hasta burlándose de los patéticos alfas narcisistas y con complejos de superioridad, le dio al botón de aceptar para husmear en aquel programa que tanto TeleCom Jeon especulaba con ser fantástico. Lo que nunca idealizó que esa sonrisa petulante se borraría tan rápido como su seguridad, que en verdad había caído en una trampa y su alto coeficiente intelectual fue tragado por aquel potente virus que invalidó a sus máquinas y lo delató.
Él corrió, aún se estremece con las sensaciones de persecución que protagonizó, de que su vida otra vez dependiera de un hilo, pero no se acobardó y aún así fue capturado dos días después. Dos días fue lo que tardó la diosa luna en abandonarlo de nuevo y dejar su destino en manos de un desquiciado alfa con ojos rojos e inyectados en rabia. Su pesadilla había iniciado cuatro días antes que la de Park Jimin, no obstante, se alimentó de su espíritu y que aunque cometió un pequeño traspié, él ya estaba preparado para el grito de guerra. Su computadora personal contenía un sistema de seguridad especial, con un algoritmo que detectaba la primera señal de hackeo o restauración sin la marca de su dueño, por lo que era imposible que Hoseok no se haya enterado antes del peligro cuando ese proceso duraba menos de una hora. Era imposible que no le hubiese advertido a Jimin para que huyera antes; y eso lo estaba matando lentamente.
¿Su sacrificio fue en vano?.
Por lo que no podía hablar, no tenía el valor de contarle a Jimin parte de la verdad y lo que consideraba real. No cuando la persona que subió en un pedestal y amaba lo engañó frívolamente. No podía responderle al desespero omega cuando la voz de un sensual alfa con sonrisa cuadrada y cabello castaño le hacía vibrar sus entrañas...
"Es increíble como su habilidad de manipular sigue intacta..."
"Hoseok solo sabe mentir"
Suga tenía esas frases repitiéndose en bucle como si fuera algo que él programó y juntando la información dada por Jimin para hallar una certeza válida a su desdicha. No obstante, el joven hacker era alguien que ya no esperaba nada bueno de la sociedad, que había perdido la inocencia hace mucho, y que a diferencia del omega, el positivismo no era un rasgo que destacaba en su personalidad. Yoongi tenía en claro que en este mundo das lo que recibe y viceversa, recibes lo que cosechas o hasta peor. Él ya estaba en paz con su final.
—No te preocupes, Jimin —murmuró llamando la atención del nombrado y con su mirada perdida— Yo me ocuparé de que te entreguen a tu hija y... —no puedo continuar, sintiendo la fuerte presencia de su acompañante respirándole en la nuca, solo pudo pasar saliva con dificultad.
No era fácil traicionar tampoco a su héroe, a su eterno amor platónico, pero por la pequeña Park Somi, esa hermosa criatura que no pidió venir al mundo, estaba decidido a enterrar lo poco que quedaba de su corazón.
—Y que estén a salvo —susurró casi para él, de hecho, Jimin no había escuchado al estar consumido en su vacío.
Pero sin ellos saberlo estaban siendo grabados con un sistema de cámaras y audios de última generación, que fueron planteados en la celda exactamente para pasar desapercibidos. Desde la pantalla que observaban ambos líderes del mafioso clan Jeon, para uno de ellos se hizo evidente el movimiento de los labios de Suga y sonrió. El muro del beta se desvaneció más rápido que cuando cayó el de Berlín.
Te tengo, Min Yoongi...
Pensaba Kim Taehyung al deletrear fácilmente una rendija de debilidad expuesta en su objetivo, en su hermoso beta, y que resolvería cada una de sus incógnitas. Mientras que Jeon solo se había quedado fundido en las palabras de Jimin y batallando con su lobo que lo culpaba únicamente a él como el causante de la tristeza y el desprecio en su omega. Ese que se evidenciaba en la cantidad de insultos habidos y por haber que usó para nombrarlo.
Esto no hacía más que enredarse...
Discúlpenme la demora en actualizar, quien me sigue ya sabe que yo soy un caso, pero aquí seguimos al pie de guerra como mi guapo Min Yoongi.
¿Qué hablando de él, qué opinan o creen qué hará?.
¿Qué sabe Suga de Jung Hoseok?.
¿Será la luz que espera el omega Park para reencontrarse con su hija?
Nos leemos pronto y si les va gustando la historia no olviden dejármelo saber con su apoyo. ¡Los quieroo!!.
(Mi hermoso Min Yoongi, no les había dejado una imagen de como me lo imaginé)
Kath💜
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