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Tres


Dedicado a
KimLovely6
DankimTh




Así que voy a odiarte
Te voy a odiar

- No puedo creer en la basura que te has convertido -la voz firme y varonil despertaban todos sus sentidos.

Jamás estuvo de acuerdo en lo que su padre le decía, le llevaba la contra todo el tiempo, siempre competían el uno con el otro, Jungkook no recordaba ningún momento feliz con quién lo procreó, de hecho, ningún hombre de la familia era lo que decía Joe... tierno.

Abrió un ojo y volvió a cerrarlo girando su cuerpo para darle la espalda.

- Igual de débil que tu madre -pateo una botella que había en el piso, y camino por el cuarto- te volviste una marica por esa niña, apenas cruzo la puerta de nuestra casa supe que sería un problema.

- ¿Qué quieres, papá? -rezongo aburrido, la verdad, no le importaba sus palabras, no le dolían, no le hacían peso.

- No has ido a la empresa en tres semanas, esperaba encontrarte rodeado de mujer, al menos así sentiría orgullo.

- Mañana iré sin falta, ahora déjame dormir por favor, y cierra la puerta cuando salgas -cubrió su cuerpo por completo y solo escucho el patear de las botellas y latas hasta el cierre de la puerta.

Soltó un suspiro y se concentró nuevamente en solo dormir, era el único momento en que sentía felicidad y todo, porque soñaba con Joe.

•°•°•°•

- ¿Dónde estamos?

- Mamá necesitaba verme, no te dejaría en medio de nuestra cita.

- ¿Y si te espero aquí?

- ¿Por qué no quieres entrar? -sonrió entrecerrando sus ojos

- Es solo que, es muy pronto para conocer a tu madre.

- Vamos, no te dejaré aquí -la tomó de su mano y llevó al interior de la casa.

Joe se quedó viendo el lugar enorme, lleno de lujos, fotografías de una familia, un matrimonio y dos niños, pero, por alguna extraña razón, no había felicidad en sus rostros.

- ¿Omma? -dijo al entrar hasta la cocina, una mujer estaba de espaldas, vestida muy formal y una coleta en su cabello, la que soltó apenas oyó la voz de su hijo, fingió felicidad y giró sobre sus pies.

Joe lo supo, un leve enrojecimiento había en su mejilla, sus ojos inflamados, su voz rasposa, y el esfuerzo en cubrir su rostro, era una señal muy notoria que solo un ciego no vería.

O en este caso, el hijo de un macho alfa abusador.

- Mi bebé -Kook puso sus ojos en blanco, y se dejó acariciar con ternura.

Los diminutivos, son solo para débiles.

- ¿Para qué me llamaste con urgencia?

- Trajiste a una chica -sonrió en dirección a ella

- Es una compañera de la universidad, debíamos hacer un trabajo.

La mirada de Joe viajó de Jungkook hasta su madre, y así se lo llevó por los siguientes segundos, hasta que reverencio con respeto a ella.

Por un lado sintió ofensa por cómo la presento, por otro, agradece que no le dijera que salían hace unos meses.

- Mi nombre es Josefine, mucho gusto -la señora Jeon estiró su mano para saludar e inmediatamente la contraria le correspondió.

Su mano fría y tiritona, llamó con urgencia su atención, y no pudo evitar el bajar la vista hasta esta, las marcas de dedos eran notoriamente moradas.

- Jungkook -dijo la mujer sin soltar del agarre- necesito sacar el árbol de navidad del cuarto, podrías ayudarme.

- ¿Ayudarte? -sonrió- quédate aquí, yo lo hago -beso la frente de la mujer y en una mirada rápida le pidió a Joe que se quedará.

Apenas Kook se perdió en el pasillo la mujer soltó el aliento.

- Mi niño no es malo.

- Lo sé.

- No, no lo sabes -soltó su agarré- los Jeon se han criado en un patriarcado muy estricto, misógino, egocéntrico, infiel -Joe sintió temblar su cuerpo- así qué, si ves esas señales, sal corriendo.

- Pero...

- Escúchame Josefine, este es mi consejo como mujer, ellos creen que las mujeres están para servirles, desechables, y por sobretodo, reemplazables, si tú no le das lo que quiere, buscará a otra, eso es seguro, no te quedes, por mucho que lo ames, no te quedes -recalcó la mujer la última frase.

- ¿Y si el cambia?

- Yo creí lo mismo -soltó el llanto- siempre tuve la esperanza de que Jung San cambiaría, y cuando me di por vencida me fui, lo deje, hasta, que supe de mi embarazo, prometió cambiar, promete ser diferente, y no lo hizo ni siquiera cuando tuve dos hijos.

- Pero Jungkook es diferente, puedo verlo en sus ojos, él es tierno, atento, no quiero dejarlo.

- Espero que cuando te des cuenta, no sea tan tarde -Joe miró a su alrededor, con atención cada detalle...

¿Por qué la señora Jeon llamó a Jungkook con urgencia?

Y sobre la encimera, noto la razón, sus ojos se abrieron de par en par, volvió la vista hasta ella y alcanzó a sostenerla antes que cayera al piso.

- ¡Jungkook! -gritó con fuerza- ¡Jungkook! -repitió una y otra vez tan fuerte que su garganta comenzaba a quemar- Señora Jeon, por favor- rogó entre lágrimas y desespero.

Pero la mujer no respondió en su estado inconsciente, Joe tomó su celular llamando a la ambulancia, y mientras hablaba con la operadora Kook llegó hasta ellas.

•°•°•°•

Los ruidos en el cuarto eran escandalosos, alguien recogía las botellas y latas y las tiraba a una especie de bolsa, el choque entre ellas le confirmaban, lleno de molestia se quitó la ropa de cama de encima dispuesto a gritar y patalear a quien fuera, pero guardó silencio apenas sus ojos cruzaron con los de ella.

- Vaya desastre.

- Sí, deja ahí, yo lo haré más tarde.

- Estoy segura que no lo has hecho en varios días, ¿Porque lo harías ahora?

- No la he pasado muy bien.

- Así veo -siguió recogiendo más cosas del piso y sobre los muebles- Te dejaron mal -se detuvo frente al muro lleno de fotografías.

- ¿Por qué?, digo... ¿Por qué me siento así?

- ¿Así cómo? -giro a él viéndolo fijamente

- Como si no pudiera vivir sin ella -salió en un hilo de voz- como sí, sintiera que lo único que hice fue dañarla o como si, la necesitará para sobrevivir.

- ¿Te sientes ahogado?

- Ahogadisimo, el aire me falta, lo pienso en ella, y mierda, se que hice mal, pero algo dentro de mi me dice que no fue tan malo.

- Jungkook -camino hasta él quedando a los pies de la cama- yo le aconseje que se fuera, yo le dije que huyera de tí antes que fuera muy tarde.

- ¿Qué?

- Note el brillo en sus ojos, el mismo que yo tenía cuando veía a tu padre, y de su boca salieron las mismas palabras que yo pensé por muchos años, mi amor haría cambiar la forma en que fueron criados.

- ¿Cuál es el problema con ello, Omma? ¿Qué tan malo puede ser?

- Bueno, primero, las mujeres no somos un objeto, ni desechables ni reemplazables, la mujer se respeta, la mujer se quiere y se mima.

- Eso es de idiotas.

- Bueno, las mujeres amamos a los idiotas -rieron- segundo, si vas a estar con alguien esa persona merece respeto, no puedes estar acostandote ni besando a otras cuando ya tienes a un hermoso ser que puede darte lo que buscas y es tan cálido cuando se merecen y entregan que te deja una sensación en tu pecho que solo te hace anhelar nuevamente ese sentir.

- Sí, eso lo viví con ella, por eso siento que no puedo, no quiero estar sin ella, es algo que se remueve con tanta fuerza que ... es mejor que la adrenalina -su madre sonrió

- Tercero, no la escondas, un tesoro así es merecido reconocer, presentar, y gritar a los cuatro vientos que solo es tuya, y no por obligación, sal con ella, toma su mano, besarla en público y que su risa llene el lugar en donde están, solo así sabrás que es realmente feliz.

Kook dejó caer su cabeza sobre el hombro de la mujer que mientras hablaba se sentó a su lado, guardó silencio un momento, vaya que la había jodido, pero ahora, ya no la tendría para poder hacer todo lo contrario a lo que le enseñó su padre.

- Ella me enloquece.

- Ella no te enloquece, o sí, te enloquece tanto, que tu cuerpo se desespera, tu corazón palpita en tu pecho queriendo salir, sentir sus labios es tan adictivo que podrías vivir toda tu vida con sus besos, pero eso, hijo mío tiene un nombre en específico. Amor...

- Ya lo sé, pero si lo digo sería asimilarlo, y ya no la tengo conmigo.

- ¿Y si la tuvieras?

- Haría todo para que vuelva a amarme.

- Joe -susurro la mujer- ella dijo que te haría cambiar, no le creí, hasta que supe lo que le dijo a tu padre.

- ¿A papá?

- Esa tarde, cuando la llevaste, supe que era diferente, se dió cuenta de todo, yo habría muerto si no fuera por Josefine, esa era mi único fin, pero, al despertar ella está a ahí, conmigo, sus ojos me dieron paz, y decidí que era tiempo de vivir mi vida y ser feliz.

- Quiso quedarse contigo, dijo que necesitarías una mano amiga.

- Y si que me la dió, si no, no me habría divorciado de tu padre, y habría muerto en sus manos, pero lo amenazó, si no me firmaba los papeles, haría pública las imágenes que solo ella tenía de mis golpes y lo acusaría de abuso.

- Debí darme cuenta antes, perdón mamá.

- Trajiste esa chica a mi vida, con eso es más que suficiente, ahora -se levantó de golpe y cambió el tono de su voz- no entiendo qué haces aquí cuando claramente deberías estar buscándola.

- No quiere verme.

- ¿Cómo lo sabes?

- Me engaño, dijo que encontró a alguien que en serio la hace feliz.

- Y le creíste ... tú también la engañaste, ¿no? ... Además -volvió a ver las imágenes- una mirada así no es fácil de olvidar, mucho menos de reemplazar -Kook miro las fotos.

En la mayoría, Joe salía viendo a Kook risueña, feliz, con unos ojos brillantes, incluso la última que habían sacado solo a días de que ella lo dejara.

- Los últimos días los paso contigo, ¿no? -aspiro entre dientes- me preguntó dónde conoció a ese chico con el que supuestamente te olvidó.

- ¿Qué?

- Última lección que mamá te dará, hijo... las mujeres amamos a los idiotas cursis, pero también nos gusta que esos idiotas tengan un macho alfa en su interior que pelee por nosotras, uno que nos deje en claro que sin su amor no podremos.

- Pero...

- Sé un macho alfa, mi Kookie, uno tierno, respetuoso, cariñoso, uno que sea capaz de sacar puños y dientes por quién ama, uno que nos de las mejores y románticas citas, y uno, que no le avergüence por ningún motivo, gritar que nos ama... iré a cocinar.

- Mami -dijo deteniéndose en la puerta- ¿Quién te dijo que vinieras? -ella sonrió tiernamente.

- Tu ángel guardián.

•°•°•°•

-Señor Jeon -dijo firme y el hombre giró en sus pies- buenas tardes, ¿podríamos hablar?

- Necesita algo de mi, señorita... -dijo con voz empalagosa y seductoramente grave.

- ¿Puedo entrar?

- Por supuesto que sí, necesitaremos un lugar a solas -abrió la puerta de la casa dejándola entrar y viendo con descaro las caderas voluptuosas que subían y bajaban al caminar.

- Aún no me dice su nombre.

- No creo que sea necesario. -entraron al despacho y ella detuvo su caminar.

Estar sola con ese hombre, no era buena idea, temía, sentía miedo y terror, ya había visto lo que hizo con la madre de Jungkook, esperaba no la agarrara con fuerza a ella.

- Vengo a notificarlo -estiro un sobre marrón en dónde están los documentos- su esposa quiere el divorcio.

- ¿Es una encerrona?

- Aún no pero lo será -tomó aire llenando sus pulmones- además de los documentos, encontrará una serie de fotografías que personalmente saque a la señora Byul, solo son una copia, no se preocupe, los originales están muy bien escondidos.

- Tiene que ser una broma -agarró el sobre con brusquedad y camino a su escritorio, dejando caer las imágenes junto a los documentos.

- No, esas fueron las únicas que no pudo comprar para guardar su asqueroso -recalcó- puesto en la empresa ... ¿Me preguntó qué pasará si salen a la luz?

- ¿Cuánto dinero quieres? No es problema para mí.

- De hecho si hay un problema, yo no quiero dinero, solo una firma y su timbre identificatorio.

- Byul es mía.

- No somos objetos -hablo firme- no somos desechables, no somos reemplazables, y juro, por mi vida que le haré entender a su hijo y desecharé cada maldita regla que usted, maldito machista, le enseñó.

- Así que eres la zorrita de mi hijo -sonrió sentándose en su silla- creo que Jungkook ha tenido la mano muy suave.

- No se preocupe, él nunca me hará lo que usted con la señora Byul, ahora firme, o haré llegar las imágenes a cada estación de prensa, estoy muy segura que estarán encantados, las acciones de sus empresas caerán, tendrá que pagar indemnización, y se quedará en la calle, eso se lo juro.

- Astuta... -pensó un par de segundos- ¿Cuáles son las condiciones?

- Aceptar a ojos cerrados lo que dice el documento, una pensión mensual, orden de alejamiento, y liberarla de su asqueroso apellido.

- Los Jeon somos respetados.

- Hasta que la verdad salga a la luz, ahí serán maltratadores de mujeres, abusivos, violadores, narcotraficantes y quizás, trata de blanca -el hombre golpeó su mesa apoyándose en un salto.

- ¡No tenemos negocios sucios!

- No tengo idea, pero, los rumores correrán, su integridad se desmoronó, y quién sabe, señor Jeon, en la cárcel, podrían darle su merecido como usted se lo daba a su esposa, incluso peor.

- ¿Qué mierda eres?

- Firme -recalcó, pocos segundos después, el hombre firmaba cada sección del documento y ponía su timbre para validar el divorcio- muchas gracias señor Jeon, un gusto hacer tratos con usted.

- ¿Quién eres?

- Josefine, su grano en el culo.

Se retiró de aquel lugar temblorosa, ni ella sabía que podía llegar a ser así, solo esperaba que el esfuerzo valiera la pena, que la señora Byul no corriera a los brazos del hombre en un par de días, o que Jungkook, nunca cambiará y lo perdiera para siempre.

Es difícil luchar contra lo que se ha aprendido durante años, con algo que está tatuado en tus días, encasillado en tu mente, pero para su suerte, Byul nunca fue con el que pudo ser su verdugo.

Lástima, que nunca pudo cumplir su propósito con Jungkook, y ella, como le había aconsejado la madre de él, debió correr, dejarlo, debió renunciar a su propósito a pesar del amor que le tenía.

•°•°•°•

- ¿Cómo está ella? -comió un poco de carne.

- Sabes que no puedo decirte.

- ¿Por qué?

- Se volvió muy especial en mi vida, y yo en la de ella, si te digo algo sería traicionarla, ¿Entiendes?

- Entiendo -bebió agua- ¿Es feliz?, ya se, no puedes decirme nada.

- Es feliz no en la manera que piensas, pero es feliz -tomó aire- comenzó una práctica en leyes, dice que le gustaría ser una abogada que protege a las mujeres como yo, formaremos una institución -Kook sonrió- ya sé, es mala idea pero...

- Es una idea hermosa, yo podría trabajar ahí, así te cuidaría y le enseñaría a los hijos a proteger a sus madres.

- Claro, y de paso, coquetearias con mi abogada.

- Es que tú abogada me trae vuelto loco, madre -declaró con libertad

- No dirás la frase, ¿verdad?

- Si la debo decir, será a ella, me gustaría que fuera la primera en oírla.

- Si que te golpearon fuerte, Hijo.

- Y me alegro que fuera con ella.

- JungKookie -este la miro atento, ya no había rechazos con esos pronombres empalagosos- está noche deberías salir, hay un bar.

- No estoy para salidas, no quiero otras mujeres, y beber ya me está pasando la cuenta.

- Bueno, puedes beber solo un jugo, o una soda, y estoy muy muy segura que habrá una chica que llame tu atención.

-¿ A sí?, cuéntame más -sostuvo su cabeza apoyando su mentón en la palma de su mano.

•°•°•°•

-Jungkookie -susurro mientras hacía círculos en su pecho con su dedo índice.

- Mm? -contestó con un sonido seco

- ¿Tienes alguna meta?

- ¿Una meta? -pensó- quitarle las empresas a mi padre.

- Ya veo...

- Creo que no es la respuesta que esperabas, ¿que querías escuchar, Joe?

- Soy una romántica empedernida, Kookie, me gusta pensar que en alguna parte del mundo está mi media naranja, mi soulmate, el amor de mi vida, esa es mi meta, encontrarlo y que lo nuestro sea un encuentro hermoso.

- ¿Un encuentro como el nuestro?

- Exactamente un encuentro como el nuestro, pero tú no crees en el amor, la palabra matrimonio y compromiso no están en tu diccionario, y solo decir hijos te causa comezón en el cuerpo.

- Entonces deberías buscar a ese hombre, quizás está más cerca de lo que crees.

- Sí, lo sé -susurro con desgano

No pasaron más de dos minutos cuando José comenzó a levantarse, Kook tenía los ojos cerrados, fingiendo dormir, era incómodo recalcar que no creía en el amor, que no se hiciera ilusiones con él, es un alma libre y nunca saldría de su zona de confort, pero, ahora mismo que la escuchaba vestirse tenía unas ganas inmensas de retenerla en sus brazos, y decirle que había cambiado de parecer, siempre y cuando, fuera ella la razón de tirar sus creencias a la basura.

- Me hubiera gustado, que ese hombre seas tú -dijo con suavidad sobre sus labios y luego dejó un beso delicado.

Kook pudo sentir la humedad de los labios, y solo cuando oyó la puerta cerrarse abrió sus ojos, lamiendo las gotas que había en su boca, saladas, eran lágrimas.

Giro en su lugar, y con su rostro pegado a la almohada, y sin querer, soltó lágrimas de desilusión y dolor.

Ya estaba jodido, se enamoró como un niño de quince, era débil, una niñita como su padre le decía, y por alguna razón, tener esos sentimientos, le hacía sentir fuerte y valiente, claro que, no lo suficiente.


No es la verdad
No es la cura

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