Siete
Desearía que te fueras a mis espaldas
Mis manos sudan, mi cuerpo se acalambra, quizás es una decisión precipitada, pero si no lo hago nunca podré salir adelante, nunca podré olvidarlo, y ya no puedo seguir esperando por algo que nunca será.
Tocó la puerta de la que es mi jefa, abuela de mi hija y la madre del hombre que me enamore, por suerte ella es más sociable y hay momentos en los que me entiende.
Escuchó por su parte el permiso para hacer ingreso y sin esperar mucho me envalentono para renunciar a la empresa y todo contacto directo con Jeon Jungkook.
— Buenos días, Ommeoni
— Oh!, Joe, le compré unos vestidos a la bebé —la ví levantarse con emoción e ir hasta el sofá, dónde golpeteo ligeramente para que me sentará a su lado— ¿Ya sabes cuál nombre le pondrás?
— Aún no lo decido —respondí con nervios— Hay muchos que llaman mi atención.
— Ya veo —acarició mi cabeza con cariño, ella siempre ha sido muy amable, me trata con amor y a mi bebé, aunque no la conoce es una buena abuela, ahora ya estoy dudando de querer irme y alejar a mi angelita de este hermoso ser.
— Dime qué necesitas…
Indecisa estire el sobre en su dirección, reverencio mi cabeza en modo de respeto y rogándole que me perdone algún día.
El sobre no lo tomo en ningún momento, solo lo quedó viendo, como si intuye lo que es, y simplemente no lo quería aceptar.
— ¿Ese muchacho te dijo que lo hicieras? —finalmente lo tomó y abrió para leer, sin ningún interés y mucha molestia.
— Jimin no tiene nada que ver en mi decisión.
— ¿Entonces?
— Se me ha vuelto muy difícil, usted lo sabe, se lo dije, le confesé todo y aún así me dejó sin ninguna explicación —mis ojos se humedecieron— nunca lo olvidaré, siempre será el hombre de mi vida, pero debo dejarlo atrás así como él me dejó.
— Él solo está pensando.
— Pero ya no puedo más, yo también tengo derecho a ser feliz, a tener a alguien que me quiera y me cuide, mi bebé tiene derecho a tener un padre.
— Tu bebé tiene un padre —reclamó con molestia, eso provocó también la mía.
— Su padre nos abandonó, él no quiso a su bebé, y sé que fui yo quien tomo la que decidió embarazarse, pero también seré yo quien decida quién será su padre.
Finalice y me levanté del sofá, nunca habíamos hablado así, con tonos severos, no me arrepiento, ella necesita entender mi postura, yo debía respirar, ella pensar, por lo mismo salí de ese lugar con un nudo en mi garganta, Jungkook me ha quitado mucho, ojalá y me quitará también sus recuerdos.
•°•°•°•
Jimin había llegado a eso del medio día, yo terminaba un par de documentos, trajo consigo unas cuantas cajas para llevarme todo, así que, comenzamos a guardar mis pertenencias.
Cada cosa en esa oficina era un recuerdo para mí.
Cómo, el cuadro que cayó y se rompió en una esquina aquella vez que Jk me hizo suya arrinconada en la pared.
Mis reconocimientos de la universidad, dónde él me llevaba a festejar por sobresalir en ciertas cosas.
O incluso el anillo que encontré bajo el sofá días después que él estuvo en mi oficina. El mismo que tenía mis iniciales y una fecha que reconozco como nuestro rompimiento.
Al parecer ese día él me propondría… algo. No sé qué.
— Tienes muchas cosas aquí —Jimin se me acerca y deja un beso en mi mejilla.
— Ya sé, y no tengo idea de cómo nos llevaremos todo.
— Llevaré esas dos cajas al carro, luego vengo por ti y llevaré la última.
— Gracias Minnie —sonreí, mi corazón no merece tanta atención, tanto amor, tanto cariño, no fui tan buena en mi vida como para tenerlo conmigo.
A penas se perdió en el pasillo decido ir en busca de esa argolla, me siento en mi cómodo sillón de escritorio y me balanceo como cada día, pensando en lo que pudo ser si me lo hubiera propuesto, las imágenes se hacen presente en mi cabeza y solo me veo feliz junto a Jungkook.
¿Que me hizo que no puedo ni quiero dejar de pensar en él?
Acomodo nuevamente el anillo en mi anular y encaja a la perfección, tiendo a sonreír con dolor porque nada de lo que está en mi mente es real y solo así mitígo un poco de dolor.
Acarició mi panza, mi bebé se movió mucho, sonrió y una lágrima se deslizó por mi mejilla.
Este es el fin de Jeon Jungkook.
La puerta de mi oficina se abre, miró en aquella dirección y Jimin camina directamente a mí, sus ojos están dilatados, su cuerpo enérgico, me levanto como resorte y no alcanzo a pronunciar palabra cuando el frena sus labios sobre los míos, besando a vista y paciencia de todos los que quieren observar.
Mis manos quedan en el aire, pensaba en quitar el anillo pero ni tiempo me dió de reaccionar, mucho menos de respirar, no encuentro razón a su acto pero tampoco me niego a esto, y simplemente le correspondo intentando seguirle los movimientos bruscos.
Estoy a punto de poner mis manos sobre sus hombros cuando se separa ligeramente, abro mis ojos queriendo más, pero no me observa a mi, lo que es extraño, y fue ahí que sentí su aroma, el mismo que me trajo millones y millones de sensaciones y recuerdos.
Giro mi cabeza hacia el pasillo, y alcance a ver la parte de su perfíl al marcharse.
Extrañada miró a Jimin, quien se veía orgulloso, como si hubiera ganado, y la rabia se apoderó de mí, me aleje al instante de él y fue entonces que me miró.
— ¿Qué hiciste?
— Solo le recordé que ya te perdió.
— ¿Recordarle?, ¿Quién te pidió que lo hicieras?
— ¿Acaso no sales conmigo?
— Jimin, nunca acepté tus sentimientos, desde que me lo dijiste no había querido volver a besarte porque estaba confundida.
— ¿Y qué? ¿Ahora que regreso irás a sus brazos? —su voz apenas salió.
No quiero dañarlo, no quiero romper su corazón, pero tampoco quiero darle falsas esperanzas.
— Yo debía decirle, es mi responsabilidad decirle la decisión que tome. —Mimi negó con lástima
— Sigues teniendo compasión cuando él te engaño por todo este tiempo —dio un paso atrás— Y sigues sin verme.
— Jiminnie —intenté acercarme pero se alejó rápidamente.
— Te llevaré a casa —agarro la caja en sus manos, él sigue siendo compasivo conmigo aún cuando dañe su corazón— Te espero en el auto —caminó rápido hasta perderse en el elevador
•°•°•°•
Mi corazón no deja de palpitar como un tonto, como siempre lo hace desde que lo conocí, aún sabiendo que no debe volver a sentirse así por él, sigue ignorando lo que mi cerebro le ordena.
Y he tenido que llegar a recursos extremos para que no salga, ordenándole a mi cuerpo que vaya por él, que le exija una explicación, o que simplemente me de una razón para volver con mis ideas claras de irme lejos de sus recuerdos.
Pero no… nuevamente estoy aquí, parada en mi puerta dispuesta a salir corriendo en su dirección, respiro profundo, dos, tres veces, apretó el pequeño bolso con mis pertenencias tanto que sueña entre mis puños, y simplemente voto el aire contenido, retomando el orden de mi cuerpo y resignando a simplemente no ir.
— No me gustan las tormentas —decía Jungkook en el umbral de mi departamento, un fuerte trueno se hizo presente alterando su cuerpo, sus ojos se humedecieron y como si fuera un pequeño me rogó permiso para entrar.
En ese entonces recién nos habíamos conocido, solo hablamos un par de veces en las que disfrutamos de la compañía juntos. Abrí la puerta sin temor a lo que pudiera pasar, sabía que él nunca se fijaría en mí aunque yo estuviera perdidamente enamorada del chico más deseado de toda la universidad.
Jungkook entró, fue en ese momento en que me fijé que su cuerpo estilaba en agua, deduje que camino mucho como para estar así.
Se quedó parado en un rincón, con su cuerpo tembloroso, extendí mi mano esperando que él tomara y apenas lo hizo lo lleve a mi baño.
— En el estante hay toallas, entra a la ducha, buscaré ropa seca —note como su cabeza subió y bajó en afirmación y solo ahí pude moverme fuera del baño.
Nunca lo había visto de esa manera, tan pequeño, tan frágil, tan hermoso, sus ojos destellaban un brillo que no había notado antes, y sus manos frías me causaron una extraña sensación al toque.
Divague, por mucho tiempo divague y cuando fui a dejarle la ropa él ya estaba listo con una toalla en su cintura.
Como una hambrienta me quedé viendo su escultural cuerpo, perfecto, marcado, con ganas absolutas de recorrer cada poro con mi boca hasta lo que esconde la tela. Sacudí mi cabeza, estiré la ropa y prontamente salí nuevamente.
Cuando llegó junto a mi ya tenía dos tazas de chocolate caliente, los truenos hacían lo suyo con el chiquillo que podría imaginar se sentía perseguido por gritos y llantos en su cabeza.
— ¿Qué pasa? —le dije acariciando su cabello, estábamos en el sofá, él sentado como corresponde, yo de lado viendo su inquietante y perfecto perfil.
— Soy un hombre con muchos monstruos, los que cada cierto tiempo me persiguen, traumas que si te contará no lo podrías creer.
— ¿Cuál es el problema con ello?
— No lo sé, tu dime.
— No le veo problema, todos tenemos un secreto que esconder, el que sale a la luz con la persona correcta —volteo su rostro para verme— no te darás ni cuenta cuando simplemente te sientas cómodo y lo cuentes como si fuera, nada.
— ¿Cómo puede ser nada?
— Pues… —me quedé pensando un momento.
— Lo ves, nadie podría aceptar lo que viví, nadie aguantaría una noche de tormenta conmigo.
— ¿Acaso te he echado? —enrede mis dedos entre sus húmedos cabellos— Kookie, tu solo dilo, pídeme lo que quieras, estaré siempre contigo.
— Y si quiero asesinar a alguien —bufo con una sonrisa tierna.
— Dime dónde escondemos el cuerpo y cavaré tan profundo que nunca encontrarán el cuerpo.
Sus ojos jugaron con los míos, agarro la taza de mi mano y dejo ambas sobre la mesita frente a nosotros, en un movimiento suave se acercó a mi, acomodo su cabeza entre mis pechos y suspiró, yo me dedique solo a jugar con su cabello, enamorándome cada vez más de aquel chico, sintiendo que nunca podría vivir sin él, y decidiendo, estar para lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera, aunque eso significaba caer en un abismo.
Los fuertes sonidos retumbaban en el cielo, y luego, la luz destellaba entre las nubes grises, eran las 3am y yo no podía conciliar el sueño sabiendo que estaba tan cerca pero a la vez tan lejos de mí.
Si tan solo hubiera esperado un poco más…
Necesitaba urgentemente mis respuestas, cerrar el ciclo, mi corazón se aprieta cada vez que me niego a salir por la puerta y es como si agonizara.
Mi reflejo está en la oscuridad de la noche, veo la lluvia caer, escucho los truenos y los relámpagos en el cielo y cada vez me convenzo más de ir en su búsqueda.
3:30 y siento que ha pasado una eternidad, mi corazón nuevamente toma las riendas de mi cuerpo, y es cuando agarro mi bolsa y camino decidida hasta la puerta para abrirla, un relámpago ilumina todo mi departamento y puedo ver a Jungkook parado en mi puerta con su cuerpo estilando, sus ojos están hinchados, a llorado, las lágrimas se mezclan con las gotas que caen desde su cabeza y solo atino a tomarlo de su mano para llevarlo al baño.
Abro el grifo de agua caliente y lo dejo, si hablaba seguro entre mis palabras saldría mi corazón, porque late tan fuerte que remueve todo mi interior.
Está vez no demoro mucho en buscarle ropa, la dejo en el baño y preparo chocolate caliente, agregue crema, un par de malvaviscos y sus galletas favoritas de maní, ¡Que patética!, aún no olvido sus gustos favoritos.
Pienso si debería tirar por el lavado el chocolate y simplemente prepararle café, me ha hecho sufrir tanto que no merece este tipo de atención, pero no puedo evitarlo, lo amo, y siempre le daré lo mejor.
— ¿Cómo está la bebé? —su voz ronca recorre mi columna vertebral, estoy segura que lleva tiempo observando y pensando qué decir.
— Sana, muy sana y lista para nacer.
— ¿Y por qué no nace?
— Quizás porque esperaba a alguien —suelto sin rencor alguno y tomó las tazas, girando en mi eje y le doy una.
La sonrisa nostálgica en sus labios me da a entender que tiene hermosos recuerdos de estos chocolates de Joe, así el mismo le puso. Juega con la galleta y la crema y decide finalmente comer un trozo
— Tal y como recordaba —dijo en un hilo de voz y sus lágrimas nuevamente se desprenden de sus ojos, limpia con su dorso y sonríe— perdón, no debería estar aquí.
— ¿Te irás de nuevo? ¿Está vez para siempre? —mi tono severo no puede ser suavizado por más que así lo quiera, es que siento mucha rabia— ¿Por qué volviste Jungkook? —comencé a jugar yo está vez con la galleta y la crema.
— Necesitaba aire, ya no podía respirar.
— Lo mismo me dijiste antes de irte —arrastre la taza a un lado, la verdad, no quería beberlo— También dijiste que no soltará tu mano y tú no quisiste tomar la mía —me levanté con molestia— me pediste una razón y no te bastó, simplemente te fuiste y no regresaste.
— Estoy aquí —dijo bajo, bufé y levantó su mirada a mí
— ¿Estás aquí?, después de siete meses estás aquí, acaso debía esperar aún —grite— cada día tenía miedo de que nunca volvieras, convenciéndome de que todo era una puta mentira, repitiendo que… no fui nada para ti —dije ahogada.
— Lo eres todo —se levantó en mi búsqueda, acunó mi rostro entre sus manos y yo tomé sus manos— Joe, no tengo excusas, no tengo perdón, y sí, deberías odiarme más que nunca en tu vida por hacerte esperar, pero eligeme —abrí mis ojos sorprendida— quédate conmigo, y cumplamos ese cliché hermoso que tanto deseas
— Jungkook —lo nombre severo, él bajó su vista a mi mano y se quedó viéndola por alguna razón— volveré a mi país —nuevamente miro mi rostro— Jimin se irá conmigo, decidí darme una oportunidad con él y…
— ¡No! Me estás castigando al decir esto, y lo acepto, lo merezco, pero sé que tú no te irás con él.
— ¿Acaso no nos viste besarnos? —golpe bajo, lo sé, pero odio su egocentrismo.
Frunció su entrecejo, una de sus manos fue a dar a mi espalda baja y acercó nuestros cuerpo.
— Lo recuerdo, por eso haré ésto —sus labios devoraban los míos, con hambre, ahínco, con amor y suavidad.
Mis manos viajaron por todo su torso, subiendo por su pecho hasta enredarse entre sus cabellos, extrañaba sus besos cálidos, sus labios deliciosos y dulces, y esa sensación que deja en mi piel aunque no la toque, la corriente en todo mi cuerpo que me hace mojar aún sin buscar esa finalidad.
Sus brazos sostienen mi cuerpo, como una princesa, camina a ciegas lentamente, precavido hasta llegar al sofá, dónde se sienta y yo quedo sobre sus piernas, se separa milimétricamente y me ve con una sonrisa.
— No te ví corresponderle de la misma forma que a mí.
— Idiota.
— Lo soy, por dejarte todo este tiempo sola, extrañándote,
deseándote, Joe.
— ¿Y ahora qué? ¿Te irás?, me dejaras nuevamente, negarás lo que sientes, renegaras a tu hija —negó con lentitud.
— Vine para quedarme, junto a ti, junto a mi hija y hacerlas felices.
— Y si te digo que es muy tarde —sonrió— fue mucho tiempo, ya no hay esperanzas en mí
— Yo sé princesa —limpio una lágrima que cayó por mi mejilla, él nunca me había dicho de otra forma que no fuera mi nombre— fueron tantas veces las que quise decir que te quiero y de mi boca solo salía que me enloqueces —junto nuestras frentes, su mano acarició la mía y la sostuvo con fuerzas— Porque me enloqueces, Joe, enloqueces tanto a mi corazón que siento como si quisiera romper mi pecho.
— ¿Qué haré contigo?
— Amarme como lo haces hasta ahora, y yo te amaré mucho más —beso el dorso de mi mano, a la altura de mis dedos, dónde está el anillo que aún no me lo quito— Lo había dado por perdido.
— Lo encontré en mi oficina.
— Debía estar contigo —llevo mi mano acariciando su mejilla— ¿te casarás conmigo? —le quité mi mano y me levanté de golpe, esperaba que se asustara por mi acto, pero carcajeo por mi reacción— no hay mucha diferencia si tienes el anillo puesto
— Pues me lo quito —y comencé a sacarlo de mi dedo
Pero vaya sorpresa, este no quiso salir, mi mano se había hinchado a causa de no tengo idea, y el anillo quedó ahí, intenté de todo, jabón, aceite, el truquito ese del hilo alrededor de mi dedo, y es como si simplemente no quisiera salir, y Jungkook, él se veía más que feliz con ese desenlace.
Después de los intentos, simplemente me tomó en sus brazos y fuimos a la cama, y solo nos miramos mientras bostezamos, y de a poco nuestros ojos se cerraban para dormir al fin.
•°•°•°•
Un dolor punzante me despertó de lleno, mi barriga se sentía dura, demasiado para ser solo Braxton Hicks, contuve la respiración y solté lentamente, me senté en la cama y al levantarme sentí el líquido correr entre mis piernas.
Ya era hora, y siento miedo.
Mis preparaciones para el parto las practiqué todas con Jiminie, pero ahora él está enojado conmigo y lo estará aún más sabiendo que Jungkook está en mi casa, así que no podía llamarlo.
Kook dormía, el sol ya alumbraba con fuerza, hacía frío, caminé hasta mi closet y busqué un nuevo pantalón.
— ¿Estás bien? —se restregó los ojos viéndome
— Sigue durmiendo, estaré —contuve la respiración con una nueva contracción, solté el aire lento a medida que pasaba— Bien.
— Te llevaré al hospital —se levantó de golpe al ver la gravedad, me ayudó a vestir, tomó el bolso que le indique y me llevó en sus brazos, y su toque me daba paz, quitaba mi dolor y me calmaba.
Metí mi rostro en su cuello y ahí me quedé quejándome despacio por las casi insufribles contracciones.
— Tengo una duda —dijo acariciando mi enorme vientre para calmar a la bebé, como si supiera que con su toque todo era más llevadero.
— ¿Cuál?
— ¿Cuál será su nombre?
— No lo he pensado —sonrío, adivino que aún no tengo ni puta idea de un nombre.
— Me lo imaginé, algo en mi me decía que aún no sabías.
— Esperaba que lo discutieramos con tiempo.
— Eso me encantaría, y tenemos tiempo.
— Ya va a nacer.
— Lo sé, pero podemos hablarlo mientras, o luego al ver su rostro tomar una decisión.
— Algo me dice que te esperaba.
— ¿También tu?
— No —sonreímos y contuve la respiración— se hacen más fuertes —apreté su mano con fuerza— Jungkook, te amo, y claro que te extrañe, te necesite, así que por favor, sostén mi mano con fuerza y no la sueltes más, porque muero de miedo.
— No lo haré, amor, confía en mí. —su voz resonó con fuerza en mi cabeza.
Apreté mis ojos por el evidente dolor en mi vientre, como un deja vu me senté en mi cama de golpe, mi cuerpo sudaba, sentía frío, y el dolor era cada vez más fuerte.
Encendí la lamparita de mi mesa de noche, ¿acaso todo fue un sueño? Al otro extremo de la cama había un bulto, y a pesar del dolor en mi cuerpo me dirigí con miedo hasta ese lugar, deseando que todo lo que había visto mi cabeza fuera real, anhelaba con todas mi fuerzas que Jungkook recapacitara, que viniera por mí, que me dijera todo lo que imaginé en mis sueños, pero al llegar hasta ese sector, el rostro de Jimin durmiendo plácidamente me trae de vuelta a tierra.
Todo era tan perfecto que no podía ser real.
El retorcijón de un nuevo dolor a la contracción se adueñó de mi cuerpo, y en un impulso de desestabilice tirando las cosas en su mesita de noche, fue ahí que despertó asustado.
— Joe —susurro sosteniéndome —como lo practicamos, amor, aprieta mi mano y respira profundo —indicó.
Asentí a sus palabras, me senté en la cama mientras él iba por los bolsos y se movía con agilidad.
Ahora, recuerdo todo lo que pasó.
— Está es la última caja —dijo avergonzado— Joe, sé que cometí un terrible error, y entiendo que estés molesta, los celos me invadieron y no pensé con la cabeza fría.
Sus palabras eran reales, y sentí como quizás en cierta forma se arrepentía, quizás no del todo, tengo en claro que demostrarle a Jungkook que me perdió era parte de su plan, yo también habría hecho lo mismo.
— ¿Puedes quedarte?, me gustaría ver una película, quizás comer palomitas.
— ¿Con caramelo? —se acercó tomando de mi cintura.
— ¿Y sal? —arrugó su rostro en negativo, mi bebé me ha dejado unos gustos muy peculiares, entre esos mezclar lo dulce y salado.
— Eligeme, yo seré tu hermoso cliché —las palabras que había oído de Jungkook en mis sueños en realidad fueron claramente Jiminnie.
No encontré mejor respuesta que besar sus labios, lento pero decidido, y lo más hermoso es qué, al separarnos Jiminie sonríe soltando un bello suspiro, y me doy cuenta que solo él me hace bien, y aunque mi corazón pida a gritos ir con Jk, Park es mi mejor opción.
— ¿Te duele mucho? —manejaba aún pendiente de mí, su vista iba del camino a mí y viceversa, y podía notar la preocupación.
— No imaginas cómo.
— Fue bueno quedarme contigo —toco mi vientre duro calmando el dolor.
— Sigue así, eso me calma.
— Seré buen padre —dijo entre risas y yo solo le di una mueca, repitiendo en mi cabeza las palabras de la que pudo ser mi suegra.
“Mi hija ya tiene un padre”
•°•°•°•
— Es hermosa —dijo Park sin despegar su mirada de ella, y yo sentía celos de que en ese momento estuviera él y no Jungkook.
No pude contener una lágrima mientras daba una leve caricia en el rostro aterciopelado de la recién nacida.
— Jiminnie, perdón —le conteste, ya no podía más— pero podrías dejarme sola.
Su mirada se nublo, la nuez de Adán subió y bajó al tragar pesadamente, no quiero romper su corazón, pero tampoco puedo estar con él si no lo amo en serio.
— Siempre supe que seríamos amigos más que dos personas que se aman.
— Yo quiero, lo intento pero, no puedo, en el corazón no se manda, y si mi castigo por enamorarme de Jungkook es no estar con él, lo aceptaré.
— Lo sé, y te entiendo, Joe, porque lo mismo que harías tu por ese idiota es lo que yo haría por tí, no quiero obligarte a nada, no quiero forzar a que estés conmigo, pero no olvides nunca que somos amigos.
— Eso nunca —tome su mano y apreté con fuerza— y te amo como mi mejor amigo, no habrá nunca nadie como tu.
— Claro que no —dijo entre lágrimas— soy único —sonreímos con dolor— y cuéntame, ¿Que harás?
Lo pensé en ese momento, no tenía muchas ganas de seguir en el país que todo me recuerda a un amor imposible, era tiempo de emigrar para nunca más regresar.
— Debo pensarlo —respondí con mentiras— quizás me quedé, quizás no.
Y por un momento sentí que había convencido a Jimin, su mirada tranquila me hizo estremecer, la silueta en sus labios no era real, solo para convencerme que había creído mi mentira.
Nos conocemos lo suficiente.
— ¿Cómo le pondrás a la bebé?
— Ni idea, no sé mucho de sus culturas, quisiera un nombre significativo, algo que me recuerde la esperanza el amor, lo lindo de la vida.
— ¿Y si le preguntas al padre?
— A Jungkook no le interesa, nunca le importó ser padre, por eso no volvió a tiempo Minnie, así qué, preguntarle no es una opción.
— Pero regreso, y…
— ¿Y?...
— En el elevador me preguntó por tí, dijo que volvió para quedarse.
No niego que con esa confesión una luz se volvió a encender en mi pecho, la esperanza se hacía presente y más viva que antes, y que quizás sí habría un nosotros en algún momento de nuestras vidas.
Si he aprendido algo con Jungkook, es que nunca debo esperar más de lo que él me puede dar, y a él no le gustan los compromisos, eso estaba más que claro entre nosotros.
Mire el anillo que aún está en mi dedo anular, lo deslizó por mi falange y esta vez, al contrario que en mi sueño, la argolla se desliza sin ningún problema, para liberarse finalmente de él.
— Podrías hacerme un último favor.
— El que quieras.
— Miéntele, dile que ya no le necesito, dile que estaremos bien sin él, dile que ya lo olvide y que prefiero no volver a verlo, porque el odio se adueñó de mi corazón —mostré la argolla, la tomó sin ningún problema, beso mi cabeza y se alejó de nosotras, dejándonos solas, y así poder recuperarme de la pérdida de fuerza que tuve hace un momento.
•°•°•°•
Sentía una leve caricia en mi mejilla, una tibia y hermosa caricia, Jungkook siempre me despertaba así en nuestros días buenos y luego de recorrer mi mandíbula tomaba mi mentón levantando mi rostro y dejando un suave beso, no es casualidad que la persona que me toca en este momento haga exactamente lo mismo, y pienso, analizó que es un nuevo sueño como el de anoche.
Lo primero que noto es un bello rostro observando con una sonrisa tierna y sus ojos brillantes como el firmamento nocturno.
— Buenas tardes, dormilona, nuestra hija está limpia y durmiendo —mira en dirección a la cuna— es la bebé más hermosa que he visto en mi vida.
— Kookie —hace un sonido con su garganta y vuelve su mirada a mi— necesito olvidarte.
— Pero no lo harás, porque te amo, me amas, y nacimos para estar juntos.
— No eres real.
— ¿A no?
— Deja de aparecer en mis sueños —sonrió feliz— o nunca podré seguir odiándote.
— ¿Entonces esto es un sueño? —asentí con deseos a nunca despertar, y a la vez sí, queriendo que esto sea verdad— Woah, qué sueño tan hermoso estás teniendo, tenerme a mí aquí es…
— ¡Cállate! —respondí a su tono bromista— quiero superarte.
— Superame, conmigo a tu lado, quiero quedarme contigo, Joe, ser el hombre que siempre quisiste, tu más hermoso cliché.
— Eres un egocéntrico —reímos
— Fue una de las cosas que te enamoró de mí, ¿no?
— ¿Cómo le pondrás a tu hija, Jeon? —decifo interferir, si me declaro una vez más ya no tendré cordura
— Algo me decía que no tenías nombre aún —reímos, comenzó a acariciar mi rostro con ternura, no quiero despertar, necesito que esto sea real.
— Esperaba que el padre pensará en alguno.
— Y lo hice, Jeon Aera, significa amor, quería que fuera algo que nos represente, es lo que tú me enseñaste cuando llegaste a mi vida, Joe —tomo de mi mano y besó el dorso— descansa, me quedaré aquí y estaré para cuando despiertes, yo cuidaré de mi hija.
— No sueltes mi mano —la apreté acomodándola entre mi mejilla y la almohada— no me dejes que no puedo respirar —llore y cerré mis ojos— si es un sueño no quiero despertar.
— Juro por mi vida que estaré aquí —acercó su rostro al mío— seremos la familia más hermosa del mundo, te amaré hasta que seamos viejitos y arrugados, perdón por llegar demasiado tarde.
Estuvimos llorando en silencio unos minutos, nos sinceramos entre lágrimas, no besamos en momentos, y sus ojos brillantes no dejaban de observarme como la primera vez, como lo ha hecho siempre, de esa manera que solo Jungkook puede verme, desnudando mi alma y dándome la seguridad que necesito.
En algún momento me quedé dormida, y al despertar él seguía ahí, está vez, meciendo a Aera entre sus brazos, arrullandola, susurrando y tarareando bajito, hasta que se dió cuenta que yo lo veía, entonces se acercó a mí, besó mi frente y se sentó a mi lado, yo tomé a nuestra bebé en mis brazos, y la Trinidad entre nosotros era perfecta.
Así yo lo sentía y nada ni nadie podrá impedirlo.
Tiempo después, vimos a su padre en el mall, salimos los tres a pasear y en un café muy exclusivo estaba el, nuestras miradas se cruzaron a través del cristal, Kook le demostró orgullo con su sola postura y abrazándome a él, se sintió orgulloso de no ser como él, y yo, yo solo mentalmente le recordé que cumplí con mi palabra, mi Jungkook no era como él, no termino siendo un misogeno, masoquista, sexista, mujeriego, infiel, el termino siendo el mejor de los hombres.
Nos costó, claro que sí, tuvimos muchos bajos, unos que nos hicieron separar, pero, aquí nos tienen, más enamorados que nunca, tan felices que nadie pensaría que hubo odio entre nosostros.
Porque sí, lo odie con todas mis fuerzas, pero ese odio, estaba rodeado de amor y esperanzas a qué el notará sus errores y creo que sin ese odio, mi amor se habría desvanecido por siempre.
•°•°•°•
Jimin
Lo que me había pedido Joe era imposible, y si mejor le digo que estamos juntos, que nos casaremos y no lo necesitara en su vida jamás?.
No puedo traicionarla, primero es mi amiga y luego la mujer que amo, y en este momento mi amiga me necesita…
Empuñe el anillo entre mi mano, quiero lanzarlo tan lejos como pueda, maldito sea el momento en que Jeon Jungkook decidió volver.
— Necesito hablar con Jungkook.
— ¿Tiene una cita?
— Dígale que vendo de parte de Joe —y eso bastó para que el me dejara entrar.
Revisaba unos papeles cuando entre, alzó su mirada y al parecer no me esperaba a mi por su expresión asombrada, con un gesto me mostró los sofá, así que me senté en uno, el llegó a los segundos después.
El silencio era incómodo, yo aún me convencía de mantenerlo lejos de ella, pero lo necesita, en todo este tiempo la Vi completamente feliz, al menos no como cuando se emocionaba por salir con este…
— Me mantendré lejos de ella si así lo quieres. —que cordial
— ¿Por qué volviste?
— Si te soy sincero, deseaba que ella me siguiera esperando.
— ¿Y si lo hubiera hecho?
— Quizás, —apoyo sus codos en sus rodillas pensando, mirando un punto fijo en la mesa— estaría con ella en casa, haciéndole mil preguntas de la bebé, saber que le gusta comer, de esas cosas raras que les da a las embarazadas, o los nombres que tienen en mente para mi hija, preguntarle dónde le gustaría vivir, o que tipo de boda le gustaría realizar, incluso, simplemente la tendría en mis brazos mientras no dejo de observarla porque siento que mi mente falla en sus recuerdos y es algo que no quiero olvidar.
— Volviste para quedarte.
— Volví para quedarme con ella, pero si no, me iré nuevamente.
— Vomitaba por las mañanas, las náuseas se le quitaban al usar una camiseta de algodón gris, con un aroma que me imagino era el tuyo, la primera vez que la lave lloro todo un. Día porque ya no estaba ese aroma, tuve que comprar la loción completa y la exparcia incluso en la cama —dio una sonrisa dolorosa y una lágrima se deslizó por su mejilla.
— Gracias por contarme esto
— Le gustaba comer fresas con chocolate, pero en pleno invierno no podía contenerse a comer helado de maíz, tenía que comprar cajas y cajas, uno al día era muy poco, aún no sabe que nombre usar, quiere que sea algo simbólico de nuestras tradiciones, en cuanto a lo demás tendrás que averiguarlo tú.
— No estoy entendiendo. —deslice la sortija sobre la mesa, acercándola a él
— Dijo que no te necesita, que te olvidó, dijo que está mejor sin tí, pero estoy muy seguro que es todo lo contrario, ella te necesita y mucho, hay noches que despierta diciendo tu nombre, ha llorado más veces de las que la he visto porque te ama, y no estará mejor sin tí, porque eres todo lo que necesita en la vida.
— Creí que estaban juntos.
— Ella nunca aceptó mis sentimientos, hubieras visto lo enfurecida que estaba cuando la bese solo para que nos vieras.
— Tiene mal genio cuando se enoja.
— Lo sé —sonreimos— Tu bebé nació, están en el hospital central de Seúl, ve con ella y aunque te corra de ahí no la dejes sola, porque si lo haces, juro que me la llevaré lejos y nunca podrás encontrarnos.
— No cometeré ese error de nuevo. —se levantó rápidamente y busco su chaqueta.
— Déjame decirte lo último —me puso atención— yo si te odie, tanto que desee tu muerte, te odie por todo lo que le hiciste, te odie porque la Vi sufrir, te odie por irte lejos y solo pensar en tu sufrimiento, y eso no cambiará, así que si algún día nos llegamos a ver, si ella no está presente no hagas ni tal de saludarme, porque te romperé ese rostro bonito que tienes.
— Claro, así como yo te romperé el tuyo si te acercas a ella con otras intenciones —estiro su mano, la mire con ironía y la estreche con fuerza— gracias, podrás ser mi padrino.
— Ni lo sueñes —lo solté y el sonrio, el idiota ya me comienza a agradar, pero aún así lo odio.
Verlo reverenciar en mi dirección fue algo que no espere, salió corriendo de la oficina luego de eso, fue ahí, que sentí que había perdido todo lo que he querido en mi vida, a Joe y su hija, muchas veces me imaginé con ella crecida diciéndome papá, y a Joe, a mi lado feliz y besando mi rostro.
Solo espero poder olvidarla pronto, no quiero odiarla por no verme, y ser feliz junto a mi...
No éramos perfectos pero estuvimos cerca
Ahora sí... Habemus culminado
Me dejan darle final o quieren otro cap?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro