
♛05♛
30 de junio de 1997
Draco Malfoy
Había cometido muchos errores en mi vida, pero había uno en concreto que me arrepentiría toda la vida. Dejar a Venus jamás estuvo en mis planes, yo quería tener todo con ella, casarnos, tener hijos, claro si ella quería... Era capaz de darle el mundo si me lo pidiera, pero las cosas se habían complicado, me había prometido mantenerla a salvo y si eso significaba que tuviera que alejarla lo haría aunque se me rompiera el corazón.
No quería dejarla después de todo lo que habíamos compartido juntos, no quería hacerle daño, no cuando ella me había demostrado que podía cambiar y que alguien podía lograr a amarme de verdad.
Ella me amó a pesar de mis defectos y de mis prejuicios, me amó aun sabiendo quien era mi familia y sobre todo me amó siendo yo mismo. Por ella hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa, siempre sería capaz con ella a mi lado. Ahora solo debía dejarla para unirme a mi infierno porque no quería que le hicieran daño.
Venus Potter se había convertido en mi debilidad.
Venus era la chica más maravillosa que había conocido, ella era tan increíble en todos los sentidos.
Nunca pensé que amaría a nadie, incluso había dicho que no le haría daño a nadie metiéndola en mi mundo y la dejé entrar porque ella me había demostrado que no era la misma que las demás. Sabía que ella era diferente y la amaba por eso, no le importaba nada y siempre estaba ahí para ayudar a todo el mundo sin importar la casa de la que era.
Ella siempre daba segundas oportunidades a la gente porque decía que todo el mundo se merecía una oportunidad.
La amaba demasiado que sería capaz de dar mi vida por ella si pudiera.
Estaba en la Sala de los Menesteres, necesitaba un poco de tiempo para asimilar todo lo que pasaría en unos minutos.
Me habían encomendado matar a Dumbledore y no podía negarme porque mis padres saldrían mal y eso era lo menos que quería. Tenía la Marca Tenebrosa, ya era uno de ellos y era algo que no quería porque lo único que deseaba era acabar Hogwarts y pasar mi vida lejos de todos y todo con Venus.
Eso ya no sería posible por las decisiones que había tomado, también me importaba mi familia, por eso lo hacía.
Sentía que si cumplía con mi deber, tal vez solo tal vez fuera libre de irme, aunque lo dudaba demasiado.
Tal vez esto era mi condena, no ser feliz con la mujer que amaba y no ser libre.
Me sentía como un prisionero, como si me ataran de las muñecas para no escapar de mi desgracia.
Salí de la Sala de los Menesteres y caminé rumbo hacia la Torre de Astronomía, estaba convencido de que Dumbledore estaría ahí, si no ya se me ocurrirían lugares.
Estaba muy nervioso y en lo único que podía pensar era en Venus, en lo que me odiaría después de esto, aunque estaba seguro de que me odiaba antes por el daño que le había causado.
Cuando llegué al comienzo de las escaleras quise echarme para atrás y buscar a Venus e irnos lejos de todo esto. No era capaz de matar al director de Hogwarts, estaba aterrado, nunca fui una persona de demostrar mis emociones, pero en estos momentos, solo viendo las escaleras, me permití dejar algunas de las emociones fuera.
¿Qué pensaría Venus sobre esto? La había decepcionado seguro.
Empecé a subir las escaleras lentamente, pensando en lo que haría y como eso perjudicaría mi vida. Tenía mucho miedo, no era capaz de matar a nadie, ¿por qué tenía que hacerlo? Ya tenía la Marca Tenebrosa, ¿qué más querían de mí?
Al llegar arriba escuché a Dumbledore hablando con alguien, pero no pude reconocer la voz de la segunda persona.
Llegué y vi a Dumbledore solo, estaba confundido, estaba seguro de que había oído a alguien. Apunte a Dumbledore con mi varita mientras me acercaba un poco.
—Buenas noches Draco —me dijo él calmado, como si no tuviera miedo— ¿Qué te trae por aquí en esta bella noche de primavera?
—¿Con quién está? —espeté mientras seguía apuntándolo, en mi cabeza solo podía ver a Venus viéndome decepcionada— Le escuché hablar con alguien.
—Suelo hablar solo en voz alta, me parece extraordinariamente útil... ¿Alguna vez te has hablado a ti mismo Draco? —él hizo una pequeña pausa mientras me miraba— Draco... Tú no eres ningún asesino.
—¿Y usted como lo sabe? He hecho cosas que le horrorizarían... —él me interrumpió.
—¿Como hechizar a Katie Bell con la esperanza de que ella me entregara el collar embrujado? ¿O como sustituir una botella de hidromiel por otra adulterada con un lazo envenenado? Han sido unas tentativas muy pobres, tanto que me pregunto si realmente quieras matarme.
—¡Él confía en mí! He sido elegido... ¿¡No lo entiende!? No tengo elección, debo hacerlo. No puedo defraudar a mis padres... Están en peligro si no lo hago —quería llorar, no era capaz de matarlo, no después de todo.
—¿Y qué pasará con Venus? ¿Acaso no te importa? —le miré enfadado.
¿Cómo podría preguntarme eso? Había hecho muchas cosas para mantenerla a salvo y en lo único en que pensaba en estos momentos era en ella.
—¡Déjala fuera de esto! —él no sabía nada.
—Entonces te lo pondré fácil —sacó su varita y antes de que pudiera decir algo lo desarme.
—¡Expelliarmus! —la varita voló de su mano.
—Muy bien... Muy bien... No estás solo —se escuchó pasos acercarse y sabía que se trataban de algunos mortífagos y de mi tía Bellatrix— Hay otros. ¿Cómo?
—El armario evanescente de la Sala de los Menesteres... Lo he reparado —le expliqué brevemente.
—Déjame adivinarlo, tiene un hermano gemelo... —le interrumpí sin bajar mi varita.
—El otro está en Borgin y Burkes —reveló Malfoy—, y entre ellos se forma una especie de pasadizo.
—Ingenioso... Draco, hace años conocí a un niño que se equivocó en todas sus decisiones... Por favor déjame ayudarte... —le volví a interrumpir.
—¡No quiero su ayuda! ¿Es que no lo entiende? Tengo que hacerlo, tengo que matarle o él me matara a mí.
Apareció mi tía con algunos mortífagos.
—Mira lo que tenemos aquí... —ella se acercó a mí— Bien hecho Draco...
—Buenas noches Bellatrix, deberías presentarme a tus amigos, ¿no? —yo en este momento solo quería escapar.
—Me encantaría Albus, pero me temo que tenemos una agenda muy apretada... Hazlo —me miró mi tía.
—No tiene agallas, igual que su padre... Deja que yo acabé con él a mi manera.
—¡No! El Señor Tenebroso fue claro, a de hacerlo el chico... —me miró— Ha llegado tu momento... Hazlo... Vamos Draco, ¡Ahora! —no quería hacerlo.
—No —me giré para ver a Snape a paso decidido acercándose hacia nosotros.
—Por favor... Severus... —Snape levantó la varita y apuntó directamente a Dumbledore.
—¡Avada Kedavra!
Un rayo de luz verde salió de la punta de la varita y golpeó al director en medio del pecho y cayó por la Torre de Astronomía.
Snape tiró de mí para bajar de ahí mientras mi tía hacía la Marca Tenebrosa en el cielo. Caminamos todos por el pasillo y al salir del Gran Comedor yo me quedé viendo a mi tía destrozándolo todo, la vi riendo destrozar todo lo que una vez había sido mi hogar.
Y solo entonces, en lo único que podía pensar en ese momento, era en que Venus estuviera bien y que estuviera a salvo, porque si le pasaba algo, nunca me lo perdonaría.
NOTA DE AUTORA
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