12 de mayo del 2002

𝐕𝐞𝐧𝐮𝐬 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫

Habían pasado cuatro años y diez días desde que había acabado la Guerra en donde habíamos perdido a demasiada gente. No podía creer que había pasado esos cuatro años tan rápido, estaba aún asimilando todo, supongo que nunca hable con nadie sobre como me hizo sentir ver a Fred, Tonks y Remus muertos en el Gran Comedor. 

Sabía que debía ir a un psicólogo, era algo normal y era recomendable si no te sentías estable, pero supongo que no tenía ni tiempo para eso. Aunque cierto era que podía hacer hueco porque se trataba de mi bienestar, pero una parte de mí no quería ir. Supongo que quería arreglarlo yo sola como siempre lo había hecho. Ser la melliza de Harry logró que tomara el papel de hermana mayor, sabía que teníamos la misma edad, pero solía preocuparme demasiado por Harry y por los demás. 

Había adquirido demasiadas responsabilidades que no debía tomar, al igual que mi hermano. Los dos habíamos adquirido demasiadas responsabilidades, aunque debía admitir que él había sufrido el que más. Le había ocurrido muchísimas cosas siendo demasiado joven y yo fui testigo de ello, por eso mismo lo protegía demasiado. Era la única familia que me quedaba y solamente quería su felicidad sin importar nada.

¿Qué paso los meses siguientes después de vencer a Voldemort? Bueno, Hermione y yo decidimos terminar nuestro último año, eso sí, entre todos arreglamos Hogwarts. Aunque siendo hermana de Harry y habiendo aportado demasiado, tenía la posibilidad de entrenar como Auror, que es lo que hicieron Harry y Ron. Aunque siendo sincera prefería terminar mi séptimo año y así tener todos mis años completos y con buenísimas notas. Incluso fui una de las alumnas más inteligentes de mi generación, algo que lograba que me sintiera orgullosa de mí misma, porque me había esforzado demasiado en conseguirlo al igual que Hermione. 

Después de Hogwarts las dos fuimos a trabajar en el Ministerio, Harry y Ron se convirtieron en Aurores. Incluso en ese mismo año Hermione había decido obviamente buscar a sus padres y los encontró en Australia, logró recuperarles la memoria y volvieron a Londres. 

Hermione trabajaba en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, luchando para que trataran mejor a los elfos domésticos. Estaba haciendo un increíble trabajo, sin duda, y estaba demasiado orgullosa de ella. 

Harry y yo conseguimos ser jefes en el Departamento de Seguridad Mágica que estaba en la segunda planta del Ministerio, obviamente éramos Aurores y conseguimos el puesto con demasiado esfuerzo. Atrapar a Mortífagos no era un trabajo tan fácil, además de que tenían mal genio y más de una vez acabé con heridas y un sermón de Harry por no tener cuidado.

Ron en estos momentos decidió que trabajaría en Sortilegios Weasley para ayudar a George, no podía imaginar el dolor que estaba sintiendo al perder a su gemelo. Yo también lo pasé mal al saber que ese día casi había perdido a Harry. Cuando Voldemort había gritado que Harry estaba muerto, sentí como una parte de mí se moría también. No podía sin Harry, éramos demasiado unidos y siempre sabíamos como ayudar al otro.

Teddy había cumplido cuatro años y era el niño más tranquilo del mundo, aunque también a veces solía sacar su lado Merodeador por no decir que su lado metamorfomago era increíble. Cuando me sentía mal, él solía notarlo y siempre intentaba animarme, algo que funcionaba demasiado bien.

Hermione y Ron se habían casado el catorce de agosto del 2000, fue una boda demasiado hermosa y tranquila, gracias a Merlín. 

Harry y Ginny se habían casado el diez de mayo del 2001 y también fue una boda hermosa rodeada de gente importante para ellos. Ginny jugaba al Quiddtich y es una excelente jugadora, jugaba para el equipo de las Arpías de Holyhead. ¿Qué significaba eso? Que siempre nos conseguía entradas gratis para los partidos de Quidditch, algo que siempre emocionaba a los chicos.

Bill y Fleur tuvieron dos niñas, Victoire, que nació justamente un dos de mayo del 2000, así que tenía dos años recién cumplidos. Dominique era la segunda, había nacido el catorce de marzo de este año. Las dos eran hermosas la verdad, Dominique solo tenía unos meses y era bastante tranquila. Me gustaban los niños, aunque prefería cuidar a sus hijos que tener los míos, no me molestaba la idea de ser madre, es más, quería serlo, pero tal vez no era el momento más apropiado.

Ahora me encontraba entrando al Ministerio con ganas de matar a todo el mundo. Harry a veces podía ser demasiado insoportable y no ayudaba a que estuviera en mis días, por no decir que Teddy se había enfermado.

Lo que sí es que no sabía nada era de Theo, Blaise y Pansy. Es verdad que sus padres eran Mortífagos, pero esperaba de todo corazón que ellos no siguieran el camino de sus padres. Me había dolido demasiado que el día de la guerra muchos de ellos habían visto a sus padres en el bando contrario. Esa fue la razón por la que Minnie los llevo al calabozo, para que ellos no vieran a sus padres, pero Draco siendo tan idiota como era, los liberó. Incluso mi hermano salvo su culo, porque pudo haber muerto en la Sala de los Menesteres, al igual como lo hizo Goyle, pero mi hermano siendo demasiado bueno, salvo a Draco y a Blaise.

Entré al Ministerio con una cara de pocos amigos, hace unos meses a Kingsley le pareció que sería muy buena idea ponerme como Ministra de Magia, no me quejo porque sinceramente era un privilegio. Creo que era la primera mujer que había adquirido este puesto y me estaba esforzando bastante para dar lo mejor de mí. 

—Buenos días Ministra —miré mal a Jack, era un compañero y buen amigo mío del Ministerio. Su pasatiempo favorito era tocarme las narices en cualquier situación posible. 

Era alto, tenía el cabello castaño y los ojos verdes. Era bastante apuesto, debía reconocerlo y era bastante buen amigo, solía ayudarme a espantar a todos los hombres del Ministerio. Obviamente, podía yo sola, pero él amaba el drama.

—Vete a la mierda —seguí caminando y pude escucharlo soltar una risa mientras se posicionaba a mi lado entregándome un café. Por eso lo amaba demasiado, todos los días me esperaba con un café para que no tuviera mal humor todo el día.

—¿Estás en tus días? —asentí entrando con él al ascensor— ¿Te tomaste algo?

—Andy me dio algo para el dolor, así que sí, estoy mucho mejor —tomé un sorbo de mi café mientras suspiraba. ¿En qué momento creí que sería bueno ser Ministra? No tenía ni la mayor idea, pero era lo que me tocaba. Tal vez lo estaba odiando porque tenía un mal día, pero bueno.

Lo único que necesitaba es que nadie me tocara las narices y todo estaría perfecto.

Las puertas se abrieron llegando a la segunda planta, sé que el Ministro de Magia, en este caso la Ministra, tenía su despacho en la primera planta y lo tenía, pero quise tener un despacho en la segunda planta para estar más cerca de gente conocida y no aburrirme tanto. Además, seguía cumpliendo con mi deber de Auror, por no decir que seguía siendo Jefa junto a Harry. Obviamente, ser Ministra era más importante, pero en fin.

Salimos los dos del ascensor y pude ver a Harry hablando con tres personas que me estaban dando la espalda, por obvias razones tenía muchas ganas de saber de quienes se trataban. 

Uno de ellos tenía la piel oscura, los otros dos tenían la piel blanca, uno de ellos tenía el cabello platinado y el otro castaño. Por su breve descripción estaba pensando seriamente que eran Theo, Blaise... Y Draco, pero no quería precipitarme, aunque si quedaban con ellos las descripciones.

Harry me miró y me saludó con una pequeña sonrisa, haciendo que los tres individuos se giraran para verme. Efectivamente, eran ellos y estaban bastante cambiados, pero obviamente para bien.

Blaise y Theo me regalaron una gran sonrisa. No había sabido nada de ellos en cuatro años y ahora aparecían como si nada en el Ministerio.

Miré a Draco y estaba más guapo, vale debía controlarme. Él me miró con una pequeña sonrisa, no sabía que pensar ante esto y era como si mi cuerpo no reaccionara. 

Lo único que pude soltar de mi boca fue un susurro.

—Draco...

NOTA DE AUTORA

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