Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

We all Lift Together.




El barco había atracado en el puerto de Desembarco del Rey. Se le había hecho tan corta la estancia en alta mar. Su madre le había mandado en la embarcación de Brego, sabiendo que su hija no podría comportarse como una pasajera normal y corriente. Y tenía razón ya que montó en el barco vestida de grumete y operó el navío junto a los demás marineros. Tuvo que dejar de trabajar e irse a asear y prepararse cuando vislumbraron Desembarco del Rey a lo lejos. Se bañó con rapidez y sacó un vestido de su baúl, apenas había conseguido esconder un par de pantalones y camisas.

Cuando colocaron la tabla para poder desembarcar la joven salió del camarote. Llevaba un vestido de corte y escote sencillo de un azul tan oscuro que parecia negro. La parte superior estaba bordada con hilos dorados y plateados, junto con pedrería azul oscuro simulando corales y vida marina. Era un vestido que su padre le había regalado con la esperanza de que la joven lo usara, como casi todos los demás que se encontraban en el baúl sin estrenar. Se había arreglado el pelo como pudo, no estaba acostumbrada a peinarlo de forma apropiada para la corte. Se dejó la melena rizada suelta y se recogió la parte superior con un par de trenzas decorando éstas con un conjunto de perlas. Era la única decoración que tenía, no era una amante de las joyas, lo único que tenía eran ornamentaciones y decoraciones hechas por ella.

Se acercó a la barandilla del barco y apretó la madera fuertemente haciendo que sus nudillos empalidecieran. Cerró los ojos y respiró con fuerza. Cuando los abrió miró a su fiel compañero que se encontraba sentado junto a ella. Sonrió al perro mientras le acariciaba la cabeza, nadie había podido llevárselo. Eran un pack, si quieren a Alyssa también tendrán a Fauces. Vio cómo bajaban sus cosas y lo cargaban en un carruaje.

- ¿Se ha muerto alguien?- Preguntó Brego al ver a la joven- parece que vas de luto.

- Sí- dijo divertida la joven- de luto por mi libertad,


Brego se río, se colocó junto a ella mientras veía como un soldado Velaryon subía por la rampa acompañado de otro Targaryen. El tiempo se había acabado, tenía que bajar del barco, cosa que no quería.

- ¿Partís ya hacia Marcaderiva?- Pregunto Alyssa triste.

- Tu madre nos permitió quedarnos una semana. Estaremos por aquí lo que dura tu semana de adaptación.


Los soldados se cuadraron detrás de ella. El viejo amigo de su padre le guiñó un ojo mientras le colocaba una mano en el hombro. Ambos sabían que su madre solo le daba una semana para que la reina la enviará a casa.

- ¿Llevas todo?- Preguntó el capitán de forma paternal.


La joven rebusco en los bolsillos de su vestido notando el paquete que había guardado y sintió la fría hoja de su cuchillo dentro de la bota. Cuadró los hombros, estirándose orgullosa cuan alta era.

- Vamos Fauces- dijo mientras se dirigía a la pasarela.

- Disculpe Lady Velaryon, el perro no debería...- el soldado Targaryen cayó abruptamente al ver cómo todos a su alrededor, le advertían negando con la cabeza.

- ¿Si?- Pregunto la joven arqueando una ceja.

- ¿No... No debería ir atado ?- se corrigió sintiendo que había conseguido escapar de una situación escabrosa.

- No se preocupe Sir, Fauces es muy dócil y obediente.


Robert el caballero Velaryon siguió a su señora, no sin antes palmear un par de veces la espalda de su nuevo compañero de guardia. El joven había conseguido salvar el momento, todos sabían que si el perro no desembarcaba con su dueña, está nunca pisaría la Fortaleza Roja. Robert no se despegó de la espalda de Alyssa sabiendo que la joven era impredecible. Pudo ver como el otro guardia se acercaba al carruaje y le abría la puerta.

- Mi lady- dijo mientra intentaba llamar la atención- el carruaje os espera

- ¿Carruaje, para qué?

- Para llegar a la fortaleza, señora- dijo el joven guardia confuso.


Alyssa miró el carruaje con repulsión, nunca le había gustado, se sentía encerrada como en una caja de zapatos y aislada del mundo.

- ¿No hay caballos?

- No mi Lady- volvió a contestar el guardia. Robert no pudo esconder la sonrisa ante la situación.

- ¿Ni para vosotros?- dijo Alyssa mientras buscaba con la mirada, a lo que el joven volvió a negar- Entonces Sir...

- Ser Anthony- contestó el joven rápidamente.

- Entonces ser Anthony iremos andando- dijo la joven comenzando a marchar.

- Pero la reina...- intentó convencerla, aunque fue en vano

- La reina entenderá que no puedo permitir que dos guardias con armadura completa vayan corriendo por detrás de un carruaje.


Los guardias comenzaron a seguirla. Pudo ver como el carro los pasaba de largo. "No parecía una lady" pensó Anthony, la joven andaba con pasos firmes y seguros, moviendo los brazos, en un andar poco femenino. Sonreía mirando la actividad del puerto, como si no fuera la primera vez que se paseaba por uno. Había visto muchas nobles que ni siquiera querían pisar las tablas y mucho menos pasearse por el lugar. El lugar estaba a rebosar, Alyssa no estaba feliz con tener que ir a la corte, pero tenía que admitir que el puerto de Desembarco del Rey era enorme. El bullicio podía agobiar a aquellas personas que no estaban acostumbradas, pero ella pudo distinguir los tarareos de los marineros. Cerca un barco mercante de Bravos estaba siendo cargado. Los marineros tiraban de un cabo subiendo las pesadas cargas. Comenzaron a cantar al unísono utilizando el ritmo de la canción como guía. Estaba lo suficientemente cerca cuando el peso hizo que la cuerda resbalara entre las manos de los marineros. Sin pensar en las apariencias, se acercó junto a otros y entre todos estabilizaron la carga. Poco a poco todos volvieron a tirar al son de la música.

" Cold, the air and water flowing

Hard, the land we call our home

Push, to keep the dark from coming

Feel the weight of what we owe."

Mientras tanto el carruaje llegaba a la entrada de la Fortaleza Roja. La reina, junto con la Mano del Rey, esperaban fuera, en el patio. Alicent no quería ni ver en pintura a la hija menor de los Velaryon. Por su culpa su hijo había perdido un ojo, no quería tenerla en la corte pero su padre, la mano, había insistido. Cuando el momento llegara necesitarían a Vaemod Velaryon, ya fuera para pasar información o para apuñalar a su hermano por la espalda. Qué mayor honor que tener un hueco en la corte, sitio que le habían dado como indemnización por los daños causados. En su opinión la niña nunca tuvo las heridas tan graves que dijeron, solo habían querido dejarla mal a ella, la reina, como el monstruo que no era, todo para dejar por encima a la princesa Rhaenyra.

La carroza paró en mitad del patio, los criados se acercaron para recoger las pertenencias y guardarlas en los futuros aposentos de la joven. El cochero se acercó cabizbajo hacia los presentes en la plaza. Hizo una reverencia antes de hablar.

- Disculpe, alteza, Lady Velaryon no se encuentra en el carruaje.

- ¿Cómo dice?- Preguntó la reina haciendo que el sirviente se encogiera.

- Dijo que entenderéis que no podía hacer correr a dos soldados con armadura completa, y que iría andando con ellos- su cabeza casi tocaba el suelo.


La cara de la reina se puso roja, pues aunque Alyssa no lo había hecho con mala intención, lo tomó como un insulto. La había dejado plantada. Airada, la reina se marchó de vuelta al castillo.

- Por favor, avísenos cuando la joven llegue- dijo la Mano antes de seguir a su hija.


" And we all lift, and we're all drift

Together, together

Through the cold mist, 'til we're lifeless

Together, together"

Cantaban en el puerto mientras seguían tirando del cabo, la frente de Alyssa se había perlado, las manos las tenía rojas del esfuerzo que hacía para que no se le resbalara la cuerda, pero se sentía viva, se sentía ella misma.

Todos celebraron cuando la carga estuvo en el barco, nadie se había fijado que una dama con vestido había estado tirando con ellos, hasta que Robert se acercó a la joven con una sonrisa.

- Mi señora, tenemos que proseguir - dijo mientras Anthony se acercaba nervioso y pensaba que esa mujer estaba loca.

- Si Lady Velaryon nos esperan en la fortaleza.


La gente de alrededor comenzó a murmurar, pocos marineros reconocieron a la joven. Solo aquellos que alguna vez habían fondeado en Marcaderiva, pudieron hacerlo, los que la habían visto en persona y la mayoría, los cuales habían escuchado los rumores cuando estuvieron en la isla. La voz se corrió en el puerto, haciendo saber que la sirena Velaryon se encontraba en la ciudad.

Cuando llegaron a la fortaleza, no había ninguna comitiva de bienvenida. Anthony estuvo a punto de nombrar su presencia en alto, pero Alyssa se lo impidió. Les habían indicado que esperar, así que con curiosidad recorría el patio de armas con la mirada, vigilando a Fauces, que se paseaba por el lugar olfateando todo. No le importó que no hubiera nadie esperándola, lo agradeció, le dio el tiempo suficiente para poder mentalizarse. No quería estar ahí, no le encontraba la gracia a pasearse con bonitos vestidos por los pasillos del palacio, y pasarle las horas tomando el té o bordando, mientras escuchaba a las demás doncellas hablar de temas como el amor o qué señor era el más apuesto. Suspiró mientras juntaba las manos al frente y tomaba una posición corporal más adecuada para una "dama" como ella.

Las puertas comenzaron a abrirse, cuando Fauces volvió a su posición y se sentó junto a su dueña, el perro marrón estaba algo agitado por la caminata, jadeaba un poco con la lengua sacada por un lado de la boca. De palacio salió una figura vestida de verde, el cabello platinado brilló bajo la luz del atardecer.La princesa Helaena se acercó a Alyssa avanzado con pequeños pasos saltarines.

- Prima - Dijo la Targaryen envolviendo a la otra joven entre sus brazos- te estábamos esperando. Bueno en realidad Madre, pero se enfadó cuando no aparecistes con el carruaje.

- Bueno, para qué están las piernas si no para usarlas- Dijo Alyssa mientras le devolvía el abrazo, notando el bulto que sobresalía del vientre de su prima.


Se alejó un par de pasos de la princesa, no había notado el estado en el que se encontraba cuando bajó por las escaleras. El vestido escondía bien el abultado vientre de su prima.

- Felicidades, creo- Dijo Alyssa mientras se pasaba una mano por el hombro dañado.

- Gracias, creo- dijo Helaena llevándose las manos a la tripa.


La situación comenzó a tornarse incómoda, cuando Fauces se acercó moviendo la cola hacia la princesa, la cual sonriendo se agacho a hacerle carantoñas al perro. Alyssa sonrió mirando al perro, tenía la habilidad de ganarse a cualquier persona, aunque no todos podían ganarse el corazón de Fauces.

Alyssa siguió a su prima por la fortaleza, adentrándose en el lugar donde vivían sus pesadillas. Las estancias aunque eran de techos altos, le parecían muy oscuras. El sol apenas podía iluminarlas y se tenían que ayudar de lámparas y velas, para alumbrarlas completamente. A su alrededor sirvientes y cortesanos recorrían los pasillos, pudo ver como algunos obreros cambiaban un escudo Targaryen por una estrella de siete puntas. Se le hacía raro que el rey reemplazara las decoraciones de su casa por imágenes de la fe. No entendía la afición que tenían los demás por los ídolos religiosos, por lo que no dijo nada. Podía escuchar el sonido que hacían las patas de Fauces mientras subía por las escaleras de mármol.

- El abuelo dijo que iban a traer un gorrión para alegrar las reuniones - hablo cuando llegaron al último escalón- no me esperaba que fueras tú.

- ¿Y ya está? - pregunto Alyssa esperanzada- ¿Solo tengo que cantar durante cenas y comidas?

- Sí, y asistir a cualquier evento al que se te invite- le aclaró la princesa.

- Y cuando no esté cantando o en eventos ¿puedo hacer lo que quiera?- los ojos de la joven Velaryon se iluminaron, imaginando las aventuras que podría vivir en la capital, alejada de la Fortaleza Roja.

- Te puedes unir a las meriendas y tardes de bordado.

- Pero no es de asistencia obligatoria, ¿verdad? - dejó de caminar, haciendo que los demás pararan también y miró a su prima.

- ¿No quieres merendar conmigo? - Preguntó sin expresión la princesa.

- Contigo sí, pero con las demás no - Dijo Alyssa seria.


La princesa se acercó a ella, le agarró la mano a su prima evitando que ésta se las retorciera nerviosa, ambas siguieron su camino con los dedos entrelazados. Puede que Alyssa fuera valiente y echada para adelante, pero como niña también tenía sus inseguridades. A la joven no le importaba que hablaran de su mal comportamiento, o sobre los estúpidos rumores que corrían sobre su posible maldición. Puede que en Marcaderiva se sintiera cómoda con que la gente de a pie y aquellos a los que conocían hablaran y especularan sobre el accidente. Pero no permitiría que la gente estirada de alta cuna, los cuales tenían un palo tan metido por el culo, la juzgaran por sus cicatrices.

- Madre dice que todo fue una exageración para dejarla en mal lugar- susurró Helena buscando cicatrices en el cuerpo de su prima, viendo como esta se tensaba ante el comentario- pero esa noche, los gritos parecían muy reales.


Se pararon frente a una puerta abierta, dentro se podía ver a los criados, terminando de acomodar las cosas que había traído Alyssa. Esta soltó las manos de su prima sin poder creer lo que escuchaba. Robert miró a su señora, la furia comenzaba a oscurecer sus ojos lilas. Era sabido en Marcaderiva que la pequeña de los Velaryon, había tardado más de un mes en sanar, que durante semanas batalló con la fiebre y que en todo ese tiempo, ni su madre ni el perro, se había alejado de su lado.

- Me acabo de acordar- Dijo Alyssa sacando un paquetito, del bolsillo de su vestido, evitando que su prima vislumbraba su enfado- Te he traído unas perlas que yo misma he recolectado, seguro que quedan muy bien como huevos u ojos de araña en uno de tus bordados.


Entró en sus nuevos aposentos seguido de Fauces, el perro no se separaba de ella sabiendo que estaba enfadada, restregaba cada vez que podía su cara contra la falda de su dueña. Con los puños apretados, se acercó a la ventana, las vistas daban a un bello jardín y al fondo podía ver las aguas azules del mar. Suspiro fuertemente antes de sonreír y volver a hablar.

- Por favor, no se molesten, ya termino yo, me gustaría descansar- dijo a los sirvientes.

- Nos vemos mañana- Dijo Helena antes de marcharse.

- Sir Robert, no hace falta que os quedéis en la puerta, ir a descansar vosotros también.


Cuando todos se fueron se sentó en el suelo y escondió la cabeza en el pelaje del perro. Cerró los ojos con fuerza evitando gritar. Ella le enseñaría a la reina que esas heridas habían sido reales, la mujer se arrepentiría de haberla traído a la corte.

***


Bueno nos adentramos en el segundo acto de la historia. Tenemos a Alyssa siendo Alyssa. ¿Vosotr@s también habríais ido andando?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro