From the dancing and the draming (sin editar)
Este capítulo esta corregido pero sin editar, si deseas seguir leyendo, te advierto de que puede tener fallos
***
Tras la partida de la princesa Rhaenyra aquella mañana, el Rey no volvió a despertar, este había entrado en la última fase de su enfermedad y apenas podía mantenerse un par de minutos consciente. Solo lo justo para ser alimentado. Todos los maestres sabían que ya no se podía hacer más por él. Solo quedaba esperar a que partiera y prepararse para ello, no sabían cuándo ocurriría ya que la agonía del monarca podría durar un par de días o alargarse durante meses.
La luz entraba por el ventanal de los aposentos del príncipe Aemond, bañando el cuerpo que dormía en el lecho. Era entrada la mañana cuando se despertó, el hueco junto a él estaba vacío y tampoco vio a la bola de pelo marrón por ningún lado. Durante aquellas semanas Aemond había aprendido que su mujer era una persona diurna, la cual se despertaba antes del amanecer y no solía aguantar despierta mucho tiempo después de la cena. A diferencia de el que se despertaba cuando el sol ya estaba en lo alto y no pisaba el dormitorio hasta pasada la medianoche. Eran como el sol y la luna, apenas coincidían un tiempo en el cielo, mientras uno le daba paso al otro. Alysas estaba dormida cuando llegaba al cuarto, después de pasarse horas estudiando en la biblioteca, y se había marchado antes de que el despertara, Aunque no se quieran y estaba seguro de que ella le odiaba, habían llegado el acuerdo no verbal de compartir cama. Descubrió dichas intenciones cuando al despertarse al día siguiente, encontró el baúl con las pertenencias de su mujer junto al suyo. Al principio pensó que ella elegiría tener su propio cuarto, y se sorprendió al encontrarla dormida en su cama la noche siguiente a su boda. No iba a mentir, encontró fascinante contemplarla mientras dormía, los bucles platinados enmarcaban su rostro tranquilo, más de una vez se había encontrado enrollando uno de sus rizos en su dedo. Se desperezó antes de salir de la cama y se acercó a su baúl, intentó buscar alguna camisa limpia, últimamente parecía que los sirvientes iban con retraso en las coladas, eso o sus camisas estaban desapareciendo solas.
El sol del mediodía brillaba en lo alto de la plaza, haciendo que las telas de los puestos brillarán bajo su luz. Alyssa caminaba por el lugar junto a Emma y Lobo, mientras se dirigía hacia la Fortaleza Roja. Había pasado algo más de una semana desde su boda, la noticia había causado tanta gracia entre su tripulación que no paraban de hacer bromas al respecto. Fauces caminaba tras su dueña sin parar de mover la cola. Estaban terminando los que hacerse del barco cuando un criado de la fortaleza le indicó que el Lord Beesbury le estaba buscando. No tenia ni idea de por que el consejero de la moneda deseaba hablar con ella. Emma y Lobo, los cuales estaban tremendamente aburridos, la convencieron para no hacer esperar al pobre señor, el norteño decidió desviarse por el mercado que colocaban en la plaza principal, y así conseguir algo para almorzar. Suspiro pesadamente, pues los problemas no hacían más que multiplicarse. Pensaba volver al castillo del atardecer. Había hecho llegar una misiva al consejo de su padre, estos le habían dado una dispensa para ausentarse, mientras dejaba todo atado con su marido. Pronto tenía que volver a sus quehaceres y su matrimonio seguía sin ser válido. No estaba preocupada por su padre, sabía que el hombre era fuerte. Según las misivas del maestre, aunque sus heridas estaban sanando bien, su estado delicado y las fiebres por las que naufragaba, impedían su traslado a casa. Dirigió la vista a su perro, parecía bastante animado.
Fauces caminaba feliz un par de pasos por delante y la arquera pelirroja aprovechó que el norteño se había detenido en un puesto para abordar a su amiga.
- ¿Dime querida amiga, cómo te está yendo la vida de casada?- dijo con tono pícaro, mientras pasaba un brazo por los hombros de la platinada.
- No se de que me estas hablando - hablo Alyssa apartando el brazo de la chica.
- Oh vamos, cuando tu sobrina nos contó lo ocurrido, pensamos que no te veríamos en un par de días. Incluso hicimos una porra - volvió a hablar levantando un poco más la voz.
- ¡Cállate! - dijo la joven avergonzada, gritando entre susurros.
- Es que se puede oler la tensión sexual en el aire - siguió picándola.
- Ni siquiera nos has visto juntos - Alyssa no pudo evitar chistar y mirar mal a su amiga.
- No me mires así, son palabras de Lobo no mías - la pelirroja mientras levanto los brazos en son de paz, le encantaba picar a la Lady, pero esta vez parecía diferente.
Emma cayó un momento. Delante de ella tenía a la Sirena del Mar Angosto, la vicealmirante más temidas por todos, olvidándose que solo era una joven que acababa de dejar la adolescencia. La pelirroja era cinco años mayor que ella, había vivido desde que tenía uso de razón en el burdel de Pentos, donde trabajaba su madre y con el tiempo pasó a ser una de sus trabajadoras. Daba espectáculos exóticos donde lanzaba flechas a una diana con los pies mientras se contorsionaba desnuda. Su puntería era exquisita pero nadie se fijó en ello. Siempre le habían visto como un objeto sexual hasta que apareció ella, y le dio la oportunidad de ser libre. Subió rápidamente de posición hasta llegar a ser la oficial de los arqueros y parte del círculo privado de su vicealmirante. Pero a veces se olvidaba que la chica que caminaba a su lado, tapándose la cara con las manos y suspiraba avergonzada no era más que una niña.
- ¿Vosotros no habéis...? - bajo la voz para preguntar a su amiga, viendo como ella negaba con la cabeza todavía escondida entre sus manos- ¿Porque? ¿No me digas que ahora crees en el amor verdadero?
- No es eso. Nuestra historia es complicada- dijo dejando caer las manos.
- ¿Acaso no tienes ganas de probar los placeres de la carne? - Habló la pelirroja con un tono divertido mientras la golpeaba suavemente con su hombro.
- No se si puedo confiar en él.
En aquel punto Emma estaba enternecida, era raro verla así. No pudo evitar echarle los brazos al cuello y apretarla entre sus brazos. Una pequeña risa cantaría salió de su boca cuando la joven intentó escapar de su presa.
- Ohh... cariño, el sexo es solo sexo- le susurro al oído como si fuera un secreto - mientras sea seguro, sano y consentido esta bien. Deja la confianza, para cuando quieras hacer el amor.
- Pero...- dijo mientras intentaba zafarse de ella.
- ¿Acaso te gusta?¿Te estás enamorando? - la pelirroja por fin las soltó.
- ¡No! Yo le odio - Emma levantó una ceja, haciéndole ver que no se creía nada - No te estoy mintiendo, no voy a negar que es atractivo. Algo bueno tiene que tener este matrimonio concertado.
- Bien que quieras darle duro contra el muro es un avance - Alyssa noto el cambio en la voz de Emma, y como miraba sobre su hombro al norteño que se acercaba a ellas.
No pudo evitar reír ante la presencia de Lobo, el cual las miraba confundido, con un par de bollos en las manos. Pero una sonrisa se pintó en su rostro, cuando vio al perro marrón caminando hacia él moviendo la cola exageradamente. Fauces había olido la comida que llevaba el marinero y había comenzado su ataque de ternura para conseguir un trozo.
- ¿Qué os traéis entre manos señoritas? - preguntó mientras le daba un bollo caliente de pan al labrador.
- Nada nuestra pequeña vicealmirante está enamorada- dijo en bromas la pelirroja, todos vieron como Fauces cogía la delantera con el bollo en la boca y las orejas pegadas al cráneo.
- ¡¿Qué?! - el moreno no pudo evitar abrir los ojos como platós.
- ¿Eso que huelo son celos? - Le contestó Emma con otra pregunta, quitándole un bollo de las manos - Podrías ser tú el canalla que le robó el corazón.
- Ohh... venga ya, tienes un amor platónico en tu infancia por alguien y te lo recuerdan toda la vida- se quejo el marinero.
- No fue tan platónico- dijo la pelirroja entre risas.
Alyssa rodó los ojos mientras le quitaba otro bollo de las manos y aceleró el paso, para alcanzar a su perro, el cual ya les sacaba un buen trozo. Escondiendo la sonrisa ante aquella estúpida discusión. Y esta aumentó más cuando por encima del hombro vio como Emma se acercaba a Lobo y le daba un casto beso en los labios. Esos dos habían tenido un flechazo a primera vista, al principio más sexual que romántico, pero acabaron haciendo una bonita pareja. Lobo la aceptaba tal y como era, incluyendo el pasado que la mujer cargaba a su espalda. Él mismo la había sacado de aquel lugar de mala muerte y la convenció para que se enrolara en el "Orgullo de Marcaderiva".
- Bien ahora enserio - Dijo Lobo cuando consiguió alcanzarla- ¿Va todo bien?
- Son solo "problemas" de alcoba- dijo Alyssa encogiéndose de hombros algo avergonzada.
- Es probable que a nuestra querida amiga le haga "tilín" El tuerto. Oh.. el amor. - Dijo en tono jocoso Emma abanicándose con la mano.
- ¿"Tilín" de dar paseos bajo el atardecer y besarse bajo un árbol?- siguió la broma.
- ¿Tu también Lobo?- Alyssa no pudo evitar sentirse traicionada.
Con una floritura de un malísimo actor, Lobo se posicionó junto a ella, mientras hacía gestos raros con las manos y comenzaba a silbar. Alyssa no pudo evitar acelerar el paso al reconocer aquella melodía. Era una canción que ella misma había inventado para molestarlo cuando todavía no admitía que estaba enamorado de Emma. La voz del joven comenzó a sonar por la calle mientras Alyssa intentaba callarlo.
"I'll swim and sale on Savage seas
Witch never a fear of drowning.
And gladly ride the waves of life
If you will marry me.
No scorching sun, nor freezing cold
Will stop me on my journey
Ir you will promise me your heat
And love "
La joven de tez oscura había conseguido taparle la boca con las manos, en aquella pelea amistosa. Se estaba muriendo de vergüenza, pero también divirtiendo con ese forcejeo en broma. El silencio estuvo apunto de reinar en la calle cuando Emma siguió con la canción.
" And love me for eternity
My dearest one, my darling dear.
You mighty words astound me.
But I've no need for mighty deeds.
When I feel your arms around me.
Alyssa reía y negaba con la cabeza viéndolos actuar como una pareja empalagosa, y se ponían a bailar agarrados de la mano. Se echó la bronca a sí misma por haber cantado tantas veces la canción como para que esos dos se la supieran de memoria.
- Parar vais hacer que llueva - dijo entre risas.
Los transeúntes se giraban ante el barullo que estaba montando aquella pareja feliz. Estos seguían bailando alrededor de su capitana, mientras chocaban accidentalmente con ella.
"But I would bring you rings of gold.
I'd even sing you poetry
And I would keep you from all harm.
If you would stay beside me."
Para ese momento, Emma había agarrado a Alyssa haciendo que se uniera al baile. La Vicealmirante solo pudo pensar " Si no puedes con el enemigo, únete a él". Comenzó a entonar la canción junto a ellos, mientras escuchaba cómo el pueblo les animaba con sus aplausos a seguir.
"I have no use for rings of golf
I care not for your poetry.
I only want your hand to hold
I only want you near me"
De repente se encontró dentro de una vorágine de cuerpos moviéndose y entrechocando, algunos transeúntes se habían animado a bailar con ellos. Y las risas y aplausos no pararon de escucharse. La canción iba cada vez más rápido haciendo trastabillar a los bailarines. Un pequeño niño, sucio y greñudo se había unido a ellos, riendo y saltando feliz. Pero no se esperaba que la canción acabara tan rápido y sin querer chocó contra la pierna de Alyssa cayendo al suelo. Este miró asustado a la joven, sabía quién era y tenía miedo que le hiciera algo debido a su insolencia. El silencio se hizo en la calle, todos expectantes esperando la reacción de la joven. Alyssa sonrió al niño con ternura, este no podía tener más de cinco años, estaba sucio y desaliñado. Y cuando lo cogió en brazos se dio cuenta que también estaba algo desnutrido.
- ¿Te has hecho daños?- le pregunto mientras se lo acomodaba en su cintura - ¿Dónde está tu madre?
El niño algo asustado todavía señaló a la mujer que se encontraba sentada en una esquina, con un cuenco delante mendigando, sonriéndole con ternura se acercó a ella y le tendió al pequeño con cuidado. Este se escondió en el cuello de su madre, algo nervioso, pero su cara cambió cuando vio como la dama que vestía como un hombre le tendía un bollo tibio de pan. Miró a su madre pidiéndole permiso para coger el bollo, y la sonrisa apareció en su rostro cuando esta asintió.
Lobo le puso una mano en el hombro enseñándole el puñado de monedas, que algunos ciudadanos les habían dado por su espectáculo. Alyssa se las entregó a la mujer con mimo.
- Tenga.
- Mi señora- dijo la mujer sorprendida
- Si alguna vez necesitas ayuda para el pequeñín, búsquenos en el puerto- dijo Alyssa mientras le revolvía el pelo al niño que se comía el bollo feliz.
Todos vieron asombrados como la mujer del príncipe Aemond se marchaba seguido de su séquito. No solo, no había gritado al niño por su insolencia. Se había atrevido a cargarlo, había cedido su comida y dinero. Unos cuantos pajaritos volaron buscando a su señora, tenían que contarle al Gusano Blanco lo que habían visto, quizás esta noble si estuviera dispuesta a ayudarles.
Habían conseguido alcanzar a Fauces en las puertas del patio de armas de la fortaleza, este les esperaba tumbado bajo la sombra, mientras lamía las últimas migas de sus patas. Se levantó cuando vio a su dueña y se posicionó a su lado, cuando entraron por las puertas del palacio, el aura de los tres amigos cambió. Una criada los guio hacia el salón del trono donde al parecer les esperaba Lord Beesbury con otros miembros del consejo.
Las puertas estaban abiertas dejándole ver a parte de la corte dentro de ella. En el centro había un montón de cajas y adornos, junto a este un señor mayor de pelo canoso, escribía los artículos que habían llegado en un papiro. Antes de entrar asistió a sus dos amigos, los cuales se cuadraron y la siguieron al interior.
Algunas damas de la corte soltaron pequeños gritos de asombro, al ver a la mujer de tez morena cruzar las puertas. La muchacha iba vestida con una camisa blanca de manga larga y abombada, claramente de hombre metida por dentro de unos pantanos azul marino. En la cintura llevaba un corpiño marrón, del cual colgaba su espada y cuchillo. El conjunto del pantalón y aquel ancho cinturón, no hacía más que perfilar sus curvas. Algo en lo que Alyssa nunca se había fijado, pero bastantes hombres de la estancia sí lo hicieron, entre ellos su marido. Ella jamás se vestía pensando si algo le iba a quedar bien o mal, solo buscaba comodidad y libertad de movimiento.
Tras ella Emma y Lobo se quedaron al pie de las escaleras, guardando las espaldas de su capitana. La mirada de algunas mujeres se dirigieron al joven de pelo azabache, el cual estaba bronceado tras pasar largas horas bajo el sol. El norteño llevaba una camisa blanca, con los primeros botones sueltos, dejando a la vista parte de sus pectorales. Esta estaba metida dentro de unos pantalones negros. A la cadera llevaba un fajín azul del que colgaba su espada y una brújula. El joven sonrió descaradamente a las mujeres que no habían podido evitar apreciarlo. Junto a él, Emma sonreía con picardía. Como Alyssa, ella se había pasado hace tiempo a los pantalones, el cuello de su camisa caía hasta sus hombros, esta estaba cubierta por un chaleco azul y plateado. Sobre este colgaba un arnés de cuero negro, lleno de pequeñas cuchillas afiladas y fáciles de lanzar. La mirada que les dirigieron los nobles le hacía gracia, incluso guiño el ojo a un señor que estaba más rojo que un tomate. Con cariño acarició la cabeza de Fauces el cual se había sentado junto a ellos, alerta, guardando las espaldas de su dueña.
Caminaba erguida, con la cabeza en alto y con paso firme, iba directa hacia el consejero de la moneda, cuando vio como el príncipe Aemond se metió en su trayectoria. Paró justo frente a él. El joven le sacaba una cabeza de altura y tuvo que inclinar su cuello hacia arriba para poder hacer contacto con su ojo. Las llamas bailaban en el color violeta, con un sentimiento que ella conocía bien, pero que nunca había visto en el príncipe. Alyssa evito tragar saliva. Se llevó la mano al hombro dañado, perfilando las cicatrices que cubrían su espalda. Sentir la rugosidad en su piel, la tranquilizo. Había pasado bastantes calamidades en su vida, incluso casi había muerto a manos del hombre que había apresado uno de sus bucles entre sus dedos. Y en ninguna de aquellas situaciones su corazón jamás había palpitado tan fuerte. Se encontraba fuera de su zona de confort , no sabia que hacer, prefería que le gritase para darle algún motivo de sacar su fuerte carácter y patearle el culo hay mismo. Y casi lo hizo cuando sintió como la mano libre del príncipe se posaba sobre la suya, la cual había pasado a recorrer las leves cicatrices que cubrían su cuello. Sin vacilación Aemond atrajo a su mujer hacia sí, y estampó sus labios en un beso que hizo que las miradas curiosas se apartaran. Todos desviaron la mirada incómoda, todos menos Emma la cual estuvo a punto de ponerse a aplaudir si no hubiera sido porque Lobo la paro.
- ¿Por qué has hecho eso? - Dijo la la joven intentando no sacarle el ojo que le quedaba a su marido.
- Para evitar tener que batirse en unos cuantos duelos, a muchos de los presentes les ha gustado en exceso tu vestimenta- dijo serio el príncipe.
- ¿Acaso vas a pedirme que me cambie de ropa? - preguntó enfadada.
- No, son ellos los que tienen que aprender a respetarte con falda o pantalón- Dijo él con un gruñido.
***
Comenzamos arco intermedio nuevo. Ante ultimo arco de la historia. No preocuparse que todavía nos queda Alyssa, Emma, Lobo y Fauces (el mas importante) para rato.
Con este os dejo el capitulo de esta semana. Espero que os este gustando. ¿Alguien mas se habría lanzado a bailar con ellos?
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