Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO SESENTA Y UNO: JEDIK MARCONE

—Esa no es manera de tratarlo después de que te haya regalado dos orgasmos corridos. Me dejarás sin hijos. 

—¿Qué más da? Ya depositaste miles de ellos dentro de mí. Incluso si decido castrarte, ya habrás procreado más de esas bolas peludas. 

—Fuiste tú quien me exprimió. 

—Ladra. 

—Fierecilla, que la excitación no te haga soñar más de la cuenta. 

Lo agarró entre su mano y lo apretó, casi arrancándome un quejido.

—¿No te da miedo que te arranque de raíz este aparato reproductor bueno para nada? Estas manos se han vuelto expertas castrando hombres inútiles como tú. 

Sonreí ladeado al sentir cómo lo agitaba con rudeza y fuerza como si quisiera aplastarlo. 

Joder, que delicia. 

—El perrito me salió masoquista. Te has puesto duro de nuevo. ¿Tanto te gusta que te maltrate? —frotó la yema de su pulgar en la abertura de mi uretra y vi estrellas, casi termino por segunda vez. 

—Sí, maltrátame. 

Se detuvo, arrancando mi camisa y dejando expuesto mi pecho y abdomen. Mordió mi cuello, no lo suficiente para hacerme sangrar, pero sí para que deseara que lo hiciera más fuerte. Esos labios tan carnosos y deliciosos acariciaron la piel de mi cuello, descendiendo lentamente por mis pectorales. Sentí el calor de su lengua dar círculos alrededor de mi pezón, quien respondió a su atención de manera inmediata. Si quería volverme más loco por ella, lo estaba consiguiendo sin mucho esfuerzo.

Nunca me habían lamido o chupado los pezones, pero maldición, que bien se sentía su boca y su lengua moviéndose de forma circular alternándose entre ambos, mientras los acaparaba en su totalidad. Sí así de potente se sentía ahí, no podía evitar imaginarla con mi pene en su boca, golpeando profundo en su garganta.

Me faltaba circulación, toda la electricidad y sangre se retenía en la cabeza de mi pene, latiendo como loco en su mano. Fácilmente podría compararse a una serpiente enroscada y axficiando a su presa. 

—Ladra, maldito perro. 

De mi garganta verdaderamente se escapó un ladrido, como si mi mente no hubiera tenido tiempo siquiera de procesarlo y contenerlo. 

—Así me gusta, entre más obediente seas, más privilegios tendrás. 

Maldije internamente el toque que hubo en la puerta. ¿Por qué siempre debían interrumpir en la mejor parte?

No planeaba moverme, no quería interrumpir lo que estaba por suceder, pero el pensamiento de mis hijos y de Leah, quien los estaba cuidando, me golpeó de repente. ¿Y si algo les había pasado?

Con un gruñido ahogado, me levanté de la tina, empapado, mi cuerpo aún palpitando con el deseo que Irene había despertado. El dolor que sentí al subirme el cierre de los pantalones fue como un castigo. Guardar a mi soldado en ese estado, cuando estaba a punto de explotar, fue una tortura que no deseaba ni a mi peor enemigo.

—¿Qué pasa? —gruñí, abriendo la puerta con brusquedad.

Leah me conocía como un hombre firme, autoritario, serio y decente, y no podía arriesgarme a que esa imagen se desmoronara, sobre todo después de lo que había pasado. La idea de que Leah pudiera haber escuchado mis jadeos, mis gemidos incontrolados y ese ladrido, como si fuera un animal en celo… Esa vergüenza me habría consumido.

—Los niños están revueltos. No pueden dormir con tanto escándalo. ¿Podrían al menos bajar la voz?

Me aclaré la garganta.

—Estaba en medio de un... asuntito—Leah arqueó una ceja, pero no dijo nada—. No volverá a suceder. Tómate el resto de la noche libre. Irene y yo nos encargaremos de los niños.

No se movió. En lugar de eso, me miró fijamente y con una calma me arrastró fuera del baño, cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Me parece que lo ha olvidado, señor. Esa mujer no es de fiar. Dejarla sola con los niños no es buena idea. Me importa poco si ha olvidado lo que ella le hizo, el aborto al que se sometió, o si para usted vale más el coño de esa mujer por encima de sus bebés, así como la prefirió por encima de su propia madre. Pero bajo ningún concepto puedo permitir que los arrastre a ellos por culpa de una mujer como esa. Me encargó cuidarlos de cualquier peligro—prosiguió—, de dar mi vida por ellos si era necesario. Entonces tenga presente que cualquier peligro o amenaza que sienta de su parte, la mataré sin dudar. 

La puerta se abrió detrás nuestro, Irene, con la camisa desabotonada, estratégicamente tapando sus pechos, salió con su típica sonrisa cuando algo se le había metido entre ceja y ceja. 

—Me interesara saber cómo lo harás—se cruzó de brazos—. Solo como dato: este coño vale más de lo que la vida de esa zorra jamás pudo valer. Es una pena que no tuve el placer de desollarla yo misma, pero qué más da… —se encogió de hombros, su tono lleno de desdén—. Al menos me consuela saber que se está pudriendo en lo más profundo del infierno, donde pertenece.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro