CAPÍTULO OCHENTA Y CINCO: JEDIK MARCONE
—No eres un monstruo. No te llames así. Ve a tu habitación y deja a tu madre tranquila. Mañana o en otro momento hablas con ella.
Cassian, cabizbajo, salió de la habitación.
—¿Dónde estabas cuando sucedió esto? —le interrogué.
—En el despacho. No tenía idea de lo que estaba sucediendo.
—Llévala a la clínica. Hazle una autopsia, un chequeo general. Quiero saber la causa de muerte. Luego se dispone del cuerpo. No quiero sorpresas como mi madre.
—No hay mucho que buscar. La causa de muerte es clara: hubo una hemorragia masiva. La pérdida de sangre fue extrema, causada por múltiples órganos perforados. Sus cavidades, tanto vaginal como anal, estaban terriblemente distendidas… un daño extenso que, incluso para alguien con una habilidad regenerativa como la de Leah, fue demasiado para soportar.
—Tú dijiste que ella podría ser una candidata ideal para mi hijo.
—Lo dije, y lo creí firmemente… hasta ahora. Cassian está en una fase que… no logramos controlar del todo. Está atravesando una etapa donde sus instintos de apareamiento emergen con fuerza, y, dado su desconocimiento e inexperiencia… no tuvo control sobre su propio poder. Simplemente no comprendió la vulnerabilidad del cuerpo de Leah. No hubo una intención de matarla, Jedik; fue un desbordamiento de su propia fuerza, una incapacidad de medir los límites. Leah intentó resistirse, pero los… tentáculos de Cassian tienen un alcance que él mismo no pudo controlar en esos momentos.
—¿Y ahora?
—Si logró causar un daño tan severo y mortal a alguien infectado, como Leah, cuya capacidad de regenerarse era excepcional, entonces no tenemos otra opción más que aislarlo completamente de todos nosotros. Y esto… esto incluye a Irene.
—¿Estás sugiriendo que él podría hacerle lo mismo a Irene?
—No puedo descartarlo, Jedik. Cassian no es humano; su naturaleza no responde a la moralidad que conocemos. Ya habíamos hablado de esta posibilidad antes, y ahora… ahora no podemos permitirnos otra tragedia.
—Maldición, una cosa detrás de la otra. ¿Cómo se supone que voy a apartar a mi hijo de mí, de su madre, de sus hermanos?
—Lo sé, pero esto se predijo desde el comienzo.
—Tú dijiste que aislarlo puede empeorar su comportamiento. ¿De verdad que no hay otro modo? No lo sé, que libere las hormonas de otra manera.
—Te entiendo. Es tu hijo. Quieres ayudarlo, pero esta es la única manera de hacerlo. No podemos arriesgar a más inocentes.
—¿Y si infectamos a alguien con la misma variante del virus que está en su cuerpo? Alguien que pueda ser compatible con él.
—¿Qué estás diciendo? ¿Acaso has perdido el juicio? Apenas sabemos cómo manejarlo a él, y ahora propones crear otro más. ¿Cómo puedes siquiera pensar en una idea así?
—Una mujer. Cualquiera. No me importa. Podemos elegir al azar.
—Jedik, basta. No puedo ceder a algo así. Es una completa locura. ¿Piensas arrastrar a alguien más a este infierno? No puedes pensar que otra vida sacrificada va a resolver el problema.
—Por mi hijo y mi familia… soy capaz de hacer lo que sea. Haré lo que haga falta para que no sufran más. Aislarlo no va a solucionar nada, esa es la maldita realidad. Encontraré una candidata y la traeré.
Salí de la habitación, ignorando los llamados del doctor, que intentaba detenerme. Pero ya no había vuelta atrás.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro