Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE: IRENE MATTHEWS

Me negué a quedarme en observación como sugirió el doctor. Dijo que debía descansar. Pero, ¿para qué? No iba a obtener respuestas ahí, ni tranquilidad. No quería estar más tiempo allí, bajo las luces frías, rodeada de la tensión y el bullicio del hospital. No me correspondía ese lugar. Así que volví a casa. Mi espacio, o lo que quedaba de él.

Una vez en la cama, el silencio era insoportable. No me sentía tranquila. Intenté cerrar los ojos, descansar como había prometido, pero mi mente no dejaba de ir en círculos, trayéndome imágenes que no buscaba, pero que insistían en aparecer.

En otras circunstancias, él estaría aquí. Tal vez con la excusa de traerme una receta nueva para aliviar los malestares del embarazo. Me vi en la cama, levantando la cabeza solo para verlo entrar por la puerta, con ese aire despreocupado que siempre llevaba. Los recuerdos me asaltaban sin que yo los llamara, y en lugar de darme alivio, me apretaban el pecho.

Me removí en la cama, inquieta, tratando de sacudirme esos pensamientos. No podía quedarme quieta. Me levanté y comencé a caminar por la casa, intentando sacudirme de encima esa sensación.

Me detuve frente a la puerta, y ahí estaba, cargando varias bolsas con esa sonrisa suya, del mismo modo que entraba al otro departamento. Siempre sonriendo. Intenté huir de ese recuerdo, pero al girar hacia la cocina, fue peor. Si él estuviera aquí, el aire estaría cargado de ese aroma a comida casera que solía preparar. Probablemente me habría quedado mirando su espalda mientras se movía de un lado a otro por la cocina, concentrado, como si estuviera preparando algo importante, algo que iba a cambiar el mundo, cuando en realidad solo era el almuerzo.

El espacio que antes se llenaba con su presencia, ahora era solo vacío. Mucho silencio. Un silencio que no sabía cómo manejar. 

Me dejé caer en una de las sillas de la cocina, dejando escapar el aire con fuerza. Era irónico. Había hecho lo correcto, lo que debía. Lo había matado todo. Sin embargo, el peso que me dejaba esta casa ahora era diferente. Como si algo se hubiera quedado atrás, algo que ya no podría recuperar.

Tocaba mi vientre casi por inercia, esperando sentir algo, pero no había nada. Aquellos malestares ya no estaban, solo quedaba el ardor punzante detrás del procedimiento. 

Cuando él ponía su mano sobre mi vientre, esas cosas reaccionaban a su contacto. Era como si supieran que era él. Se alborotaban, saltaban, se movían con una energía que no había sentido jamás en mi vida. Esa conexión entre ellos y su calor me había enfurecido en su momento, me hacía sentir invadida. Atrapada. Era como si esos malditos engendros respondieran a él y no a mí, como si yo solo fuera una carcasa para lo que él había creado. 

Ahora, en cambio, mi vientre se sentía vacío. Silencioso. Nada respondía a mi tacto. Me pregunté por qué ese silencio no traía el alivio que había esperado. Era lo que había querido, lo que debía hacer desde el principio. Pero aquí estaba, con la mano aún en mi vientre, sin más que una leve sensación de ardor bajo la piel, y un nudo cada vez más apretado en la garganta.

La verdad era que, ese bastardo, a su manera, había logrado colarse en cada rincón de mi vida, aun cuando yo quería mantenerlo fuera.

Extendí la mano hacia la encimera, donde descansaba el arma que había dejado ahí antes. La tomé entre mis dedos, sintiendo su peso frío y familiar. La seguridad que me proporcionaba era la única constante en mi vida, el único recurso que siempre había sido completamente mío, que respondía a mi voluntad sin dudas, sin resistencias.

Renuncié a todo por él, a lo que sea que signifique vivir, ser feliz, tener paz. Mi hermano, mi única razón de continuar, había sido arrebatado de mí. Desde entonces, cada paso que había dado, cada sacrificio que había hecho, había sido por él, por el recuerdo de lo que nos quitaron. No me importaba lo que la gente considerara una vida plena o feliz. No había espacio para eso en mi mundo. 

Cuando todo acabe, yo misma pondría el punto final. Yo decidiría cuándo y cómo. Solo así podría tener paz. 

Solo cuando el último de ellos pague, cuando los haya arrancado de mi vida como una mala hierba, entonces podré descansar. El ruido en mi cabeza desaparecerá, el vacío dejará de doler, junto a la soledad. Solo entonces habrá silencio de verdad, uno que yo misma habré creado. Así es como debe de ser.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro