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CAPÍTULO CIENTO VEINTISÉIS: CASSIAN MARCONE

Cuando mi papá salió de la habitación, me quedé unos segundos en silencio, observando a mi hermana. Su respiración seguía agitada, y aunque la aguja que sostenía ya no apuntaba a nadie, sus dedos la apretaban como si su vida dependiera de ello. 

—Luego tendremos una conversación muy larga y tendida. Sé que estás herida, que estás triste por todo lo que ha pasado… pero eso no justifica lastimar a las personas que más nos aman. Trata de descansar y enfría esa cabeza. No podemos hablar así. 

Ella no respondió, pero su cuerpo relajó un poco la tensión, como si las palabras hubieran calado, aunque fuera solo un poco. Decidí no insistir más. Sabía que necesitaba tiempo para procesar todo lo que sentía, incluso si esas emociones venían acompañadas de un odio tan fuerte. 

Salí tras mi papá. Encontrarlo no era complicado. Siempre que pasaba algo con nosotros se encerraba en el estudio, era su refugio personal. Dudé por un momento antes de abrir la puerta. Sabía que quería estar solo, pero al mismo tiempo, no podía dejarlo así. Cuando entré, lo vi inclinado sobre el escritorio, con un cigarrillo entre los dedos. No lo había encendido aún, pero parecía estar considerando hacerlo.  

Sin pensarlo dos veces, se lo arranqué de un tirón.  

—Esas no son maneras de lidiar con los problemas, papá.  

Me miró de reojo, con el cansancio marcando cada línea de su rostro.  

—Vete con tus hermanos. Déjame solo.  

Negué con la cabeza, cruzándome de brazos.  

—No voy a dejarte solo, y menos ahora, cuando más me necesitas.  

No dijo nada, solo volvió a clavar la mirada en el vacío. Su silencio lo decía todo; no quería hablar. Pero había algo que no podía ignorar, algo que él mismo había dicho en medio de la discusión. Las palabras “los traje a este mundo por encima de todo pronóstico, incluso por encima de tu madre” seguían resonando en mi cabeza.  

—Papá… ¿qué quisiste decir con eso que le dijiste a Rhea? —pregunté al fin, rompiendo el silencio—. Nos trajiste al mundo contra todo pronóstico y por encima de mamá…

Su mirada permaneció fija en la nada por unos segundos más, hasta que finalmente exhaló con fuerza, como si cada palabra que iba a decirle costara más de lo que podía soportar.  

—Tu madre y yo nunca tuvimos una relación fácil. Creo que ya te lo había dicho. Hubo mucha rivalidad, resentimiento… odio, incluso. Ni siquiera nos soportábamos cuando el virus tomó el control de ambos. Esa noche… esa noche fue como si el cuerpo decidiera por nosotros.  

Se detuvo un momento, cerrando los ojos.  

—En pocas horas ya era evidente lo que había sucedido. Tu madre… Tu madre estaba embarazada. No fue algo planeado. No fue algo que ninguno de los dos hubiera deseado en ese momento.  

Mi garganta se cerró. Lo miré fijamente, esperando que continuara.  

—Junto con el doctor, tuve que tomar decisiones difíciles. Ella estuvo ajena a todo. Mientras estuvo inconsciente… mientras el virus la mantenía fuera de la realidad, dio a luz a tus hermanos. Cuando despertó… no tuve el valor de decirle la verdad. Porque sabía que jamás hubiera aceptado tener nada mío. Y menos algo que no fue fruto de una decisión compartida.  

Mi pecho se apretó al escuchar sus palabras. 

—Tu madre siempre ha estado marcada. Desde que llegó a este mundo, ha cargado con un destino cruel. Abandonada en un orfanato junto a su hermano, criada en un ambiente de tragedias y dolor. Todo eso la convirtió en la mujer que es hoy. Pensé que darle la oportunidad de tener una familia, de estar cerca de ustedes, podría ayudarla a abrirse, a ablandar su corazón. Pero… parece que sucedió lo contrario.  

—Papá… —intenté interrumpirlo, pero me detuvo levantando una mano.  

—No dudo que ella los ame. Eso nunca lo pondría en duda. Y espero que tú tampoco. Pero tal vez mi error fue presionarla demasiado. No darle el tiempo ni el espacio para elegir lo que realmente quería. Arrastrarla a esta vida… por mis propios miedos. Porque no quería perderla. Pero la vida se empeña en demostrarme que no importa lo que haga, ella jamás va a ser enteramente mía. 

—Pero mamá te ama. Tal vez solo necesita tiempo; tiempo para organizar sus pensamientos y decidir qué es lo que quiere. Quizás esa fue la razón por la que se fue, buscando espacio, pero eso no significa que haya dejado de amarte. No podemos perder la esperanza de que volverá con nosotros. 

Por un instante, pareció que quería responderme, pero en lugar de eso, bajó la cabeza y se quedó en silencio. Finalmente, se levantó del escritorio y salió de la habitación. No supe si mis palabras le habían servido de algo, pero al menos había intentado recordarle que no estaba solo en esto.

Yo también decidí irme. Sabía que no sería fácil para él, pero tampoco podía quedarme estático. Caminaba hacia mi habitación cuando me encontré con Melanie en el pasillo. Su presencia me detuvo en seco, como siempre.

—Cassian—dijo con cariño, y antes de que pudiera reaccionar, me rodeó con sus brazos. 

Ese simple gesto hizo que algo dentro de mí se desmoronara y al mismo tiempo se reconstruyera.

—Estoy aquí contigo—susurró—. No importa cuán complicado sea todo, siempre voy a estar aquí. No tienes que cargar con todo solo, ¿de acuerdo? 

Sentí su calor, su fortaleza, y por un momento, el caos en mi mente se aquietó. Cuando sentía que todo a mi alrededor se desmoronaba, ella siempre aparecía para compartirme de su fuerza, para recordarme que no estaba solo. Tenerla cerca me hacía sentir invencible, como si pudiera enfrentar cualquier cosa.

La aparté un poco, lo suficiente para mirarla a los ojos, y no pude evitarlo. Mis manos se movieron por su rostro, trazando cada línea, cada curva. Luego, incliné mi cabeza y la besé. Pareciera que ha pasado un buen tiempo desde la última vez que probé sus labios; esos labios irresistibles con sabor a riqueza. 

—Dúchate conmigo—susurré sobre sus labios, sin rodeos.

Parpadeó sorprendida y luego negó con una sonrisa ladina.

—No creo que sea el momento apropiado. Tus padres y tus hermanas te necesitan.

Me acerqué más, dejando que mis palabras salieran sin filtro.

—Lo que necesito y quiero es a ti. 

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