CAPÍTULO CIENTO DIECISIETE: CASSIAN MARCONE
Cassian Marcone
Apenas procesaba sus palabras cuando sentí que el suelo se me movía bajo los pies. ¡Nuestro tío! ¿Quién era ese?
Melanie intentó calmar las aguas, su voz suave interrumpió el silencio abruptamente.
—Cassian, cálmate.
—¿Cálmate? —repliqué, alzando la voz—. ¿Ocultarle esto a mis padres? —miré a Rhea, tratando de mantener la ira bajo control, aunque era inútil—. ¿Planeabas ocultárselo?
—No les digas, por favor—suplicó, sus ojos vidriosos de miedo y desesperación. Su tono frágil me hizo dudar por un segundo, pero no lo suficiente.
—Por supuesto que lo voy a hacer. Quiero conocer quién es ese supuesto tío que te visita por las noches y acaba de dejarte este… regalito.
—No les dirás. No puedes decirles… —sus palabras, lejos de calmarme, solo añadieron más leña al fuego.
—¿Que no puedo? Mírame mientras lo hago—la agarré por el brazo, ignorando su resistencia—. Ese infeliz no se va a salir de esta fácilmente, ¿me escuchaste? Tampoco pienso ocultárselo a nuestros padres. Ellos tienen todo el derecho de saberlo. Vámonos a casa.
—¡Cassian, no seas brusco! —intervino Melanie—. Ella está embarazada.
Mis manos temblaban de rabia y frustración, pero mantuve el agarre firme, aunque suavicé un poco la presión teniendo en cuenta las palabras de Melanie.
—No le hagas esto a Rhea—insistió Naia, su tono suplicante—. Ella necesita nuestro apoyo en esta situación, no puedes decirles nada a nuestros padres todavía.
—Y lo tendrá —respondí, apretando los dientes—. Pero también de nuestros padres.
Ignoré las miradas de Naia y Melanie mientras guiaba a Rhea hacia la salida de la tienda. No iba a discutirlo más.
Levanté la mano para hacerle una seña al chófer, y en cuanto lo vi acercarse, abrí la puerta del auto. Rhea apenas emitía sonidos, sollozos, cada uno de ellos retumbaba en mi pecho, entremezclándose con el latido furioso de mi corazón.
La dejé entrar al auto, cerré la puerta y me subí en silencio, mientras Naia y Melanie se apresuraban a seguirnos. Ajusté la vista al frente, incapaz de siquiera mirarlas.
[•••]
Al llegar a la casa, apenas cruzamos la puerta, mis padres nos recibieron con una sonrisa tranquila, queriendo saber cómo había ido el paseo. Pero en cuanto me vieron llevar a Rhea casi a la fuerza, y notaron sus lágrimas, esas sonrisas se borraron de inmediato.
—Será mejor que se sienten. Si no, se van a ir para atrás cuando les cuente lo que está pasando.
—Cassian… por favor… no… —me suplicó una vez más.
—¿Qué pasa? —preguntó mi madre, la preocupación ya pintada en su rostro.
Mi padre cruzó los brazos, observándonos con una expresión grave, claramente esperando una explicación.
Suspiré profundamente, dispuesto a soltarlo todo sin rodeos.
—Su adorada hija está embarazada.
Las palabras cayeron como una bomba en la sala. Vi el shock en sus rostros, el impacto inmediato. Mi padre apretó los labios, procesando lo que acababa de decir. Mi madre, en cambio, lucía incrédula, como si lo que acababa de escuchar fuera imposible de asimilar.
—Esta señorita ha estado recibiendo en su habitación a un hombre durante la noche—continué—. Y ese mismo hombre le ha dejado un regalito aquí en la panza.
—Eso no es posible. ¿Quién podría atreverse a invadir la casa, especialmente la habitación de mi hija? ¿Quién tendría el valor? —exclamó mi madre, su tono cada vez más cortante.
Mi padre, en cambio, le dio a Rhea el beneficio de la duda, al menos por un segundo.
—¿Es cierto lo que dice tu hermano?
—Por supuesto que es cierto. Salió de su propia boca. Y si alguna de ellas se atreve a encubrirla, verán las consecuencias.
Lancé una mirada a Naia y Melanie, ambas permanecieron en un silencio tenso, sabiendo que cualquier palabra podría empeorar las cosas.
—Quiero saber si es verdad que tenemos un tío. Jamás he oído hablar de eso. ¿Podría ser que ese infeliz se estuviera haciendo pasar por alguien cercano para engatusar a mi hermana?
Al escuchar la mención de un "tío", mamá explotó. Sin pensarlo, fue hacia Rhea y la sujetó del brazo.
—¿Tío? ¿De ahí provenía tu curiosidad? —le espetó—. ¿Killian es el hombre que te ha estado visitando en las noches? ¿De dónde lo conoces? ¿Desde cuándo te estás viendo con él?
Papá sacudió la cabeza, evidentemente disgustado.
—Eso no puede ser. Es ridículo pensar que ese imbécil sea quien está detrás de esto.
Pero mamá no parecía tan convencida.
—Yo sí lo creo. Ella misma me preguntó sobre él.
Supe en ese instante que, en su mente, todas las piezas estaban encajando.
—No tengo idea de cómo pudo dar con nuestra ubicación, pero sí de sus motivos. Como no le funcionó con la madre, ahora viene en busca de la hija. Que manera de querer vengarse. Pero esto… esto no pienso permitirlo bajo ningún concepto. Más le vale que se prepare, porque si me topo con ese bastardo, le cortaré los huevos y se los daré de comer.
—Estoy de acuerdo—mamá se fue de su lado—. Castrarlo sería poco para lo que realmente merece—secundó.
—Lleva a tu hermana a la habitación y mantenla vigilada. Nosotros haremos vigilia para cuando ese infeliz intente colarse de nuevo.
Asentí sin decir una palabra, agarré a Rhea del brazo, esta vez con menos fuerza pero sin dejar espacio para la resistencia. Mientras la guiaba hacia su habitación, sus llanto llenaba el silencio en los pasillos.
—¡Te odio!
—Pues ódiame todo lo que quieras.
—Killian no es malo.
—Pues haberse infiltrado en tu habitación y haberte embarazado me demuestra todo lo contrario.
—Él está enfermo. Algo… algo en su cabeza lo está torturando. Por favor, no permitas que mamá y papá le hagan daño, te lo ruego.
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