Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CIENTO DIECISÉIS: NAIA MARCONE

Naia Marcone

Después de un momento de incredulidad, logré reaccionar.

—¿Con quién? ¿Y cuándo pasó? —le pregunté, tratando de entender.

Pero ella simplemente evitó mi mirada, cerrándose en su caparazón habitual. Suspiré frustrada. Al ver que no iba a obtener más detalles.

—¿Hay alguna forma de salir de dudas? —preguntó, mordiéndose el labio.

Pensé rápidamente. No podíamos hablar de esto con el doctor; era obvio que algo tan importante acabaría en los oídos de nuestros padres, y eso, para ella, sería un desastre. Miré a nuestro alrededor, buscando a alguien que pudiera ayudarnos sin que corriera la voz, y entonces mi mirada se posó en Melanie. Sin pensarlo dos veces, caminé hacia ella, separándola de Cassian con una excusa, y me aseguré de que Rhea nos siguiera.

—Necesito que me prometas que no vas a decir nada de lo que te voy a contar—le pedí en voz baja.

Melanie arqueó una ceja, desconcertada, y justo cuando Rhea intentó detenerme, Melanie ya había captado el aire de misterio que nos rodeaba y supo que algo importante estaba ocurriendo. 

—¿Hay alguna forma de saber si Rhea está embarazada… sin que involucremos al doctor?

Melanie parpadeó, sorprendida, y luego su expresión cambió de confusión a seriedad. Me miró, y luego a Rhea, como si intentara asimilar lo que acababa de escuchar. 

—Sí, hay dos formas, pero… ¿por qué piensas que puedes estar embarazada, Rhea? ¿Estuviste con alguien?

Asintió, evitando mirarnos. Melanie cruzó los brazos y frunció el ceño. 

—¿Y no te protegiste? —insistió—. Ya sabes, usar preservativos.

Negó con la cabeza, su rostro enrojecido de vergüenza y frustración. Fue entonces cuando Cassian apareció a nuestras espaldas, con esa expresión de sospecha típica de él.

—¿Cuál es el misterio? —preguntó, mirándonos a las tres de forma insistente—. ¿Qué están escondiendo?

Rhea le lanzó una mirada desesperada a Melanie, claramente pidiéndole en silencio que no dijera nada. Melanie, entendiendo la situación, se volvió hacia Cassian.

—Tu hermana se siente indispuesta, está en su periodo. Vamos a ir a la farmacia a buscarle algunas toallas sanitarias. Los cólicos son dolorosos, y un antiinflamatorio le vendría bien.

Cassian hizo una mueca y dio un paso atrás, como si el tema ya no le interesara en lo más mínimo. Nosotras tres nos miramos, y en ese momento supe que Melanie estaba de nuestro lado. No iba a decir nada, y haría todo lo posible para ayudarnos a averiguar lo que necesitábamos saber sin que nadie más se enterara.

[•••]

Entramos a la farmacia bajo el pretexto de comprar algunos suministros para Rhea. Cassian, aburrido y desinteresado, decidió explorar otras secciones de la tienda, lo que nos dio el espacio necesario para actuar. Mientras él se perdía entre los estantes, Melanie, Rhea y yo nos acercamos al mostrador y, de la manera más discreta posible, pagamos una prueba de embarazo que venía en una caja. Ni siquiera miramos a la cajera. 

Con un nudo en el estómago, yo me esforzaba por mantener la calma, como si solo estuviera allí comprando algo sin importancia.

Logramos escabullirnos del chófer y de Cassian, quienes ni se dieron cuenta de nuestro plan, y nos dirigimos al baño más cercano. Melanie y yo custodiábamos la puerta mientras Rhea, temblando y pálida, entraba al cubículo con la prueba y las instrucciones que Melanie le había dado.

Esos minutos se hicieron eternos. Cada segundo parecía pesar toneladas en el silencio que compartíamos. Mis pensamientos corrían como un torbellino, tratando de imaginar cómo podríamos mantener todo esto en secreto si salía positivo, pero sin querer asumirlo antes de tiempo. 

—Entren… No entiendo el resultado.

Melanie y yo cruzamos la puerta rápidamente, y ella tomó la prueba de las manos de Rhea. En cuanto la miró, suspiró, llevándose una mano a la sien y frotándola en silencio. 

—¿Qué salió? —le pedí, ansiosa—. No nos dejes en ascuas, Melanie.

—Está positiva. Podemos hacer otra y rezar que este positivo sea un error.

Rhea se dejó caer contra la pared, cerrando los ojos y respirando profundamente, como si intentara encontrar algo de fortaleza en medio de toda esa incertidumbre.

—¿Qué voy a hacer? —murmuró en voz baja, su tono lleno de angustia—. Papá y mamá querrán matarme.

Me acerqué a ella, poniendo una mano en su hombro. Melanie hizo lo mismo, intentando brindarle algo de consuelo, aunque ninguna de nosotras sabía realmente qué decir. En ese momento, lo único claro era que necesitábamos entender la situación completa, y eso significaba saber con quién había pasado esto.

—Necesitamos que nos digas quién fue el hombre con el que te acostaste—insistió Melanie, en tono serio, pero con suavidad.

Negó con la cabeza, apretando los labios. 

—No, no puedo decirlo.

Fruncí el ceño, tratando de entender su reticencia. 

—¿Por qué? ¿Por qué tanto misterio? —pregunté, buscando su mirada—. Estás en confianza con nosotras, no vamos a decir nada, pero queremos saber.

Ella nos miró, y por un momento vi el dolor y la vergüenza reflejados en sus ojos. 

—No lo conocen. 

—¿Es uno de los guardias? Los conozco a todos.

—No… 

—¿No qué? 

—No es ninguno de los guardias.

—Entonces, ¿quién es? ¿Él chófer?

—He estado viéndome con alguien en las noches. 

—Vaya, vaya, y bien que hablas de mí, pero saliste más avispada que yo… —exploté.

—No es momento de reproches—soltó Melanie—. Sea quien sea, tienes que decírselo, tiene que dar la cara y asumir la responsabilidad. Después de todo, eres muy joven todavía para hacerte cargo de un bebé sola. Además, no podrás ocultarlo por mucho tiempo. Pronto tu vientre se va a abultar y se va a notar. Has comenzado con los primeros síntomas. En la casa será imposible ocultarlo. 

—¿Tú sabías que tenemos un tío? 

—¿Un tío? Ni idea de lo que hablas. ¿A qué viene esa extraña pregunta? Estamos hablando de ti y de lo que estás cargando. ¿Por qué te empeñas en cambiar el tema?

—Estoy embarazada de nuestro tío, Naia. Pero eso no es lo peor, es que mamá lo odia. Desconozco la razón, pero lo hace y mucho. 

Cassian abrió la puerta al baño de las mujeres, y las tres nos quedamos paralizadas, por esa expresión de molestia y seriedad que tanto lo caracterizaba.

—¿Qué haces? No puedes entrar al baño de las mujeres. Si te ven aquí, vas a tener serios problemas. Pueden llamar a la policía—le avisó Melanie. 

—Sabía que estaban ocultando algo serio… pero esto… esto supera absolutamente todo lo que hubiera imaginado. ¿Embarazada, Rhea? ¡¿En qué demonios estabas pensando?!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro