Hasta que seas mío.
Allí estaba él, un rubio de quince años con más experiencia sexual que cualquier adulto. Sí, Kenneth McCormick era todo un caso y, a veces, un misterio incluso para sus amigos.
Entre hombres era realmente curioso escuchar todas y cada una de las anécdotas del rubio, cada una más perversa y retorcida que la anterior, hombres, mujeres, ¡el chico le daba a todo lo que se moviera y se dejara! Siempre que tuviera que ver con sexo, no le importaba.
Sin embargo, esa tarde en el parque, esperando a su típico grupo de amigos, lo vio -O mejor dicho le presto atención por primera vez- era un rubio de ojos enormes y azules, verlo era como ver una obra de arte caminar. Piernas delgadas y apetecibles para dejar marcas en ellas, trasero aunque algo pequeño se notaba firme, y un rostro de completa inocencia.
Se acercó solo para ser bateado al instante con la ingenuidad del muchacho. A los minutos aparecieron sus amigos, y pregunto por él. Leopold 'Butters' Stoch. El, probablemente, chico más inocente de South Park. Un chico virgen, que ni primer beso ni primer amor había tenido... aún.
A medida que pasaba el tiempo, durante clases se dedicaba a verlo, tratando de descifrarlo. Hasta que el menor se espanto y pidió que lo cambiaran lugares atrás del mayor para ya no sentir su penetrante mirada en la nuca.
¿Cómo culpar al menor? Después de todo, incontables fantasías y sueños húmedos al rededor del muchacho no lo dejaban ni pensar con claridad. Y el verlo durante clases era un delicia para el mayor, casi podía sentir su piel contra la suya, ardiendo. Casi.
Ya una semana después de un cambio de lugares, en una hora libre, ambos muchachos chocaron en la puerta, uno iba de salida a la biblioteca, el otro, llegaba tarde a clases. Un simple choque donde Kenny pudo impregnarse del aroma a Vainilla de Butters.
- Viejo, enserio. Debe ser mío, ¡tiene que ser mío! -Se repetía lo mismo, una y otra vez. Su mejor amigo, Craig, solo lo miraba indiferente y ligeramente preocupado- ¡Craig, ¿cómo conseguiste que Tweek fuera tu novio?! Al principio no te quería ver ni en pinturas.
El azabache solo frunció el ceño- Ni siquiera yo sé porque alguien como él se fijaría en alguien tan vulgar como yo -Sonrió mientras sus mejillas se enrojecían ligeramente- Todo empezó con una pelea, y después quedamos como algo más. Solo paso, el amor no se fuerza, Kenny.
Un rubio de cabellos alborotados paso caminando por ahí, solo basto con saludar al de gorro azul para que este se parase y se fuese a su lado, a lo lejos Kenny escuchaba cosas como "Cariño" "Bebé" y más cosas que el quería decirle a su rubio.
Ya a la hora de la salida iba caminando cabizbajo en dirección al baño. Habían cortado el agua en su casa por no pagarla a tiempo, así que aprovecharía a ir, de todas formas dudaba hubiera alguien ahí. De todas formas era viernes y la escuela había acabado hacía unos minutos.
Pues sí, se equivoco.
Entrecerró sus ojos al distinguir la figura del rubiecillo de sus sueños parado frente al baño, con una mueca incomoda y el rostro sonrojado.
Se acerco con cautela, colocándose justo detrás de él, casi se caga cuando notó las figuras de un pelirrojo y un azabache en el juego previo a la acción. Rió internamente tomando de las manos a Leo -Casi babea por esa acción- alejándolo de ahí.
- Hay que ir mejor a los baños del piso de arriba, Leo -El menor solo asintió con el bochorno aun presente en su cara y con una mano en su corazón, pasando por alto el apodo.
El camino hacia allá fue silencioso, incomodo para el Stoch, y caminar junto a este la gloria para el otro. Siguieron hasta finalmente llegar, entraron y se distanciaron lo suficiente como para orinar cómodamente -lo cual no duro tanto gracias a la incomodidad por el momento anterior-
- Sabes... Nunca me espere eso de Kyle y Stan, digo, sí, siempre están juntos y eso, pero Stan tiene novia y Kyle, bueno, todas las chicas se lo comen con la mirada.
- ... Si quieres yo podría hacerte lo mismo que Stan a Kyle -Soltó despreocupadamente, no se lo pensó ni un momento.
- ¿Qué?
- ¿Qué?
La risa del menor no tardo en hacerse presente - ¡Que gracioso eres! Supongo que no eres tan mal chico como todos dicen, Kenneth -Pobre chico, si solo supiera que las intenciones del mayor no eran ni más ni menos que llevarlo a la cama.
Sin embargo, esa risa logro ponerlo nervioso, más de lo que hubiera pensado, hasta que recordó que ambos estaban orinando y el romanticismo se fue a la mierda.
De todas formas, ¿qué es el amor? Nunca lo sintió, ni con un hombre ni con una mujer, sus padres nunca se trataron con amor, su hermano solo iba detrás de culos y lo más cercano a afecto era su preciosa hermanita a la que quería más que a su propia vida. Esos fueron sus pensamientos, y estaba convencido de que no amaba a Leo, por más que su risa se repitiese en su cabeza y su imagen fuera la última cosa en la que pensara antes de dormir, él solo quería llevárselo a la cama.
Para el jueves el rubio menor se acercaba con total confianza al mayor, era el único que lo llamaba Kenneth, y cuando se enojaba con él le decía Kenny. Eso solo alimentaba las fantasías de este, ¿cómo lo llamara en la cama? ¿o acaso gritara su apellido?
No fue hasta el viernes que la conversación se dio. Acerca de la primera vez. Y cuando Leo le dijo a Kenny que quería ser casto hasta el matrimonio el alma se le cayó hasta los pies.
Un tiempo después, ya en onceavo grado, cuando sus amigos Stan y Kyle salieron del closet, él estaba pensando más a fondo como llevarse a Butters Stoch a la cama, era todo lo que quería y añoraba.
Hasta que se le ocurrió, ¿y si le pedía ser su novio? Claro, seguramente era el tipo que se enamoraba tan profundamente que no le importaría hacerlo con él, ¿verdad?
Se le declaro un viernes por la tarde, mientras recibían un castigo -por algo que Kenny hizo y Butters solo pasaba por ahí- y limpiaban todo el gimnasio que se le declaro. Las mejillas sonrojadas del chico y los ojos llorosos de este al decir que sí no hicieron más que hacer que Kenneth se derritiera por dentro.
Sin embargo, tuvieron que pasar al menos cinco meses para que el pequeño por fin lo dejara besarle. 《No es nada》 se repetía, el chico era lindo y dulce, podía soportar un poco más para tomarlo. Es decir, sí, a veces le hacia comidas, jugaba con Karen al té, le ayudaba en sus tareas, podía esperar más, ¿no?
Ya a su segundo año de relación se encontraba en una especie de reunión con algunos conocidos, Stan, Craig y Clyde, el gordo no quiso ir alegando que no saldría solo con unos maricones que se le pegaría lo joto o lo violarían.
Durante esta salio la conversación de las relaciones. Craig hablaba encantado de su 'cariño' de como este lo despertaba temprano, ambos hacían cupcakes, ya casi no bebía café y hasta sus tic's nerviosos comenzaban a parar. Stan también hablo de como el pelirrojo nalgón -según Kenny- era adorable cuando se ponía las camisas de este. Clyde solo hablaba de Bebe y de como ella le invitaba sus adorados tacos, esa reunión Kenny casi no hablo. Aunque podía recordar momentos como la vez en que Leo durmió en su regazo después de llorar gracias a una pelea con sus padres, de sus manos y lo vulnerable que era, de la forma en la que lo veía, como le brillaban los ojitos cuando lo veía participar en clase o como quedaba después de un simple beso de piquito, también de lo mucho que le gustaba cuando acariciaba su cabello con sus finos dedos y besaba su mejilla hasta hacerlo reír.
Cuando Kenny tenía ya veinte años se decidió y se mudo de casa de sus padres, era un lugar algo humilde pero bastante bueno a comparación de su casa, solo se llevo ciertas cosas y a Karen. Tiempo después su rubio tuvo problemas gracias a su relación, mandando a la mierda a sus padres para mudarse con su novio. Esa noche lo quiso tomar, pero al ver su pequeño cuerpo hecho un bulto en la cama con ojos llorosos lo único que pudo hacer fue besarle hasta que se quedara dormido.
Aunque Kenny no tenía iniciativa propia, comenzó a trabajar como mecánico en un taller que Craig le había recomendado. Eran trabajos pesados y la paga era buena, poco a poco iba aprendiendo más.
Hasta que fue lo suficientemente bueno, y, conmovido, el dueño del taller considerando a Kenny como su propio hijo, lo mando a la universidad a estudiar, donde gracias a la ayuda del señor y de los cuidados de su novio, salio con honores.
Ya años después, sin haberse acostado con alguien desde sus quince años, lo logro. Le pidió matrimonio al chico con el que quiso acostarse desde siempre, para suerte del mayor había correspondido. Tardo un poco juntando el dinero para financiar una boda digna para su prometido, y así fue.
Fue una magnifica boda, fueron todos sus amigos y conocidos, incluso el culón -que ya no era tan culón gracias a la fuerza de voluntad y gracias a Wendy también-. En luna de miel, por fin, pudo probar la suave y delicada piel del más pequeño. Se sentía tan feliz que pensaba que podría morir, nunca había estado tan feliz pero, ¿y ahora?
Cierto, estaban casados y cada que el quisiera podía tocar a su lindo esposo. Quizá no era lo que esperase, pero pudo pasar al fin y sin querer, el resto de su vida con alguien que en verdad lo ama y siempre será así. A fin de cuentas, por fin lo admite, Kenneth McCormick ama a Leopold Stoch.
- Amor, hay que ir a la boda de Craig y... ¿Qué haces? -El chico se acerco a su esposo, que estaba sentado en su cama mientras lloraba y veía su anillo.
- Nada... Es solo que, estoy tan feliz, recordé algunas cosas... Te amo, cariño, lamento no poder dártelo todo, yo quisiera pero... -No espero que hablara más y el menor miro enternecido a Kenny llorando y lo besó. Sus almas iban a estar unidas siempre, ni la muerte los separaría ahora. Porque por fin, el chico era suyo.
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Chales, cambie unas cosas en este Os. No sé si habrán dado cuenta que lo deje en borradores o no, pero bueno. Lamento que quizás este Os no sea del gusto de todos, me hizo feliz ver cuanto lo querían, pero con ello vinieron otras cosas. Lamento mucho también ser así. Siempre me ha gustado escribir, muchísimo. Pero soy una persona muy... patética, realmente si. Que teme a ser desaprobada por desconocidos y que ese miedo la lleva a borrar historias. Historias que me gustaban, que me hubiera gustado desarrollar. Si tuviste la desdicha de leer una de ellas mientras estaba publicada, lo siento, ahora sabes la razón. Lamento decir que perdí la fuerza que tenía por escribir, siendo de lo poco que me hace, me hacía sentir mejor.
Este pequeño os fue hecho para mí, porque es una de mis parejas favoritas y realmente lo escribí en una idea básica que se me ocurrió y que me hizo feliz y medio gracia pensar. Así que lo plasme en esto. Si llegaste hasta aquí, gracias.
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