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3. Cenicienta

Cherry 🍒 8:55 p.m.
Está todo bien?

No, no lo está. Soy un fracaso en el amor y moriré sola.

Yo 8:56 p.m.
si
estoy cansada
es todo 🙂

Cherry 🍒 8:56 p.m.
Segura?

Cherry 🍒 9:12 p.m.
Si necesitas algo me marcas, va?

Estoy en el sillón recostada, no quepo por completo, así que mis pies cuelgan desde el respaldo. Boris decidió que, ya que estoy invadiendo su sillón, ahora me usaría a mí para recostarse, y parece que le gusta. Le hago mimos con una mano, mi teléfono cae al piso sobre la otra. Miro al techo como si tuviera las respuestas que busco.

No tiene sentido ir al estúpido baile, ¿para qué? Sé lo que pasará.

Iría por July. Durante años intenté convencerla de asistir a cosas así conmigo, pero nunca quiso. Ahora viene este tipo y se la lleva, como si fuera algo de toda la vida. ¿Bryce le hizo brujería? ¿O es que yo no soy buena ni para mantener cerca a las amigas? Creo que decir que me robó a mi amiga es muy tóxico de mi parte, pero es que sí me robó a mi amiga.

¿Por qué me fijo en puro idiota? Deberían gustarme los tipos tímidos, alguien nerd, que le guste leer o algo así. El problema es que esos no son mi tipo. Me agradan, son como una July con testosterona, pero no me fijo en ellos. ¿Qué compartiríamos? Si a mí lo único que me gustan son los k-dramas, Katy Perry y las comedias de Adam Sandler.

Meow.

—Sí, sí. También me gustas tú, Boris. —Le acaricio la cabeza, le sonrío pestañeando. Haré como que esa mirada que me sostiene me dice que también me quiere y no que estoy loca y no le dejo dormir.

No creo que tenga nada de malo las relaciones pasajeras, pero es que yo ya no quiero esto. ¡A mi edad mis padres ya estaban con planes de boda! ¿Qué es lo que está mal conmigo? ¿Es que pido mucho compromiso desde el primer momento?, ¿o espero demasiado?, ¿no doy nada a cambio?

Pero, ¿sabes? No importa. No podré encontrar al amor de mi vida si no lo sigo intentando. Debería fijarme más en las personas a quienes escojo, no creerme todo de ellos. Cualquiera va a decir que está seguro de que soy el amor de su vida para acostarse conmigo, pero no tengo por qué creerles. Si quiero irme con el tipo, lo haré, pero no por su estúpido cuento del destino.

Existe un solo chico por el que me dejaría llevar a donde sea. No he hablado con él desde que salimos de vacaciones, ¿debería pedirle que venga por mí? No, acaba de venir hasta acá, no quiero tener que sacarlo de la fiesta.

Enamorarse es lo peligroso. Simplemente no te enamores, Michelle. Así estará todo solucionado.

Y al demonio, quiero ir a esa fiesta. El vestido está colgado y me hace ojitos. No puedo desperdiciar un atuendo tan caro solo porque tengo miedo de encontrar algún tipo con mucha labia que me haga creerle todo. También puedo ver a las parejas bailar con ojos de enamorados, como en los reels de Instagram, pero en la vida real.

—Llévame a bailar —me susurra el vestido. Bueno, más bien lo digo yo en voz alta, apretando la garganta para que salga la voz grave y fantasmal. Menos mal que Clarease está de visita con su familia y las otras chicas salieron o ya estaría camino al psiquiátrico—. Soy muy caro para dejarme aquí colgado, triste y solo —sigue.

No encuentro fallas en su lógica.

Ya son las nueve treinta. Iré a bañarme ahora.

(...)

En una hora, estoy lista.

Me alisté tan rápido que ni yo me la creo. Logré rizarme el cabello y las pestañas. El maquillaje no debía ser extraordinario, de cualquier manera llevaré antifaz todo el rato; aunque la sola base es una ardua tarea, tomando en cuenta que tengo que cubrirme bien las pecas que me cubren la cara, hombros y brazos, además de intentar emparejar mi tono de piel.

El vestido queda espectacular. Me quedo unos diez minutos tomándome fotos desde todos los ángulos que puedo, en lo que llega el Uber.

Una vez en el carro, me alegro de no haber ido con July, apenas habríamos cabido juntas en la parte de atrás. El conductor parece que quiere cobrarme por el peso extra, o al menos eso me dice su cara de enfado.

El salón para la fiesta parece un palacio. No sé si es rentado o es la casa de la chica, pero sea lo que sea, solo habla de los miles de dólares que debieron dejarse sus padres en esto.

A la entrada hay un jardín digno de cuento de hadas, con una fuente, esculturas a lo romano, rosas y enredaderas que cubren las paredes. Apenas asomarme veo las escaleras monumentales lado a lado, las columnas de piedra, y el pastel rojo de cuatro pisos.

Las miradas admirando el enorme vestido me hacen subir la autoestima un par de puntos. Gracias, tía de July, la quiero mucho.

¡Uh! Una mesa de dulces. Quiero.

Me quito la parte baja de la máscara —se parte por la mitad, justo arriba de los labios—, para poder comer un bombón con chocolate. Es entonces es que alguien me toca el hombro.

—Buenas noches —saluda y hace una reverencia. Se toma en serio el papel del baile. Me hace sonreír. Sigo masticando el bombón, no puedo hablar. Estoy a punto de devolverle el saludo cuando reanuda su conversación—. Eh... lo siento, tuve que acercarme, ¿me dejarías tomarte una foto? Si te sigo mirando de lejos, necesitaré un nuevo par de ojos.

—Te tomas tu papel muy en serio —me burlo.

—Bueno, no puedo hacer menos con alguien que luce como una princesa.

¿Adam me está coqueteando? Bueno, ya sé que es Adam, pero, ¿de verdad me está coqueteando? Pensé que actuaba así por el papel de caballero que quiere representar, pero parece que no. Creo que no sabe quién soy.

—Vale —continúa—, a lo mejor pedir una foto es demasiado. Es que solo de verte me ha dado la sensación de que... no sé, que floto en el aire. Quisiera conservar eso.

Puff, sí que me está coqueteando, ¿pero es qué no sabe quién soy?

—Se llaman drogas. Creo que ya tomaste de más —le devuelvo yo. No tiene aliento a alcohol, pero la frase pegaba.

Él se ríe, la cara se le ilumina. Dios, estoy sonriendo como idiota, mejor me pongo la parte baja de la máscara de nuevo.

Adam quizá no es mi prototípico novio de dos días, al menos en apariencia es el tipo más fiel y romántico del mundo. Aun así, él es mucho peor. Él me gusta, muchísimo. Bueno, me gustaba. Ya superé eso. Vale, siendo sincera, no ha dejado de gustarme desde que entramos a la universidad.

No, Adam, no puedes coquetearme, de ti que me voy a enamorar más temprano que tarde.

—Disculpa, ¿cuál es tu nombre? —pregunta extendiendo su mano para tomar la mía. Se la doy y me da un beso en el dorso.

Definitivamente no sabe quién soy.

Entre la máscara, la capa y el rizado de cabello, apenas se nota que soy yo. La música tampoco ayuda a que él pueda distinguir mi voz. Yo lo reconozco, su máscara no le cubre lo suficiente y la cámara que lleva colgada al cuello lo delata.

—Invéntame un nombre. —Me encojo de hombros.

—Bien, ¿qué te parece Scarlett? —sugiere—. Ya sabes, por la capa roja y eso. ¿Es muy básico?

—Basiquísimo, pero servirá.

—¿Y mi nombre cuál será?

A ver... nombres de príncipes, es lo primero que se me viene a la cabeza. Hay uno que se llama Adam, creo, pero no se creerá que es una coincidencia si se lo digo. Tendré que ir por el viejo confiable.

—Flynn —decido.

—Y el mío era básico —se burla. Yo me rio y le doy un empujoncito en el brazo—. Entonces, ¿me concedería el honor de bailar con usted, señorita Scarlett? —me pide con la cabeza inclinada y la mano en espera de que la tome.

Creo que no debería. ¿No sería de lo más raro que terminara saliendo con el chico que llevaba tanto tiempo enamorado de mi mejor amiga? Suena a una situación de esas que causan el drama final en las películas. Adam tiene pinta de ser el típico chico que me va a decir que está seguro de que soy el amor de su vida y en tres días no va ni a querer hablar conmigo, ¿qué más da entonces?

A lo mejor me puedo salir con la mía, solo esta noche. Si él no sabe quién soy, no hay riesgo de que mañana por la mañana me sienta abandonada. ¡Es un plan sin fallos! Podré sentirme la Cenicienta solo por hoy, ya mañana me encargaré de devolver los pies a la tierra.

—Claro —respondo. Hago la reverencia de vuelta y le tomo la mano.

Mi pregunta ahora es, ¿Hablan con los animales? 👀

¿Saben bailar? Porque yo no, a mí no me pasarían estás cosas.

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