Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12. Pijama varonil

Quiero mucho a Bryce, pero toda la noche anterior tuve ganas de arrancarle el cuello.

Yo estaba a punto de dormirme, sentía como mis párpados se caían y mis ojos rogaban descansar. Y entonces allí estaba él: estornudo, tras estornudo. Lo peor es que Bryce no estornuda normal, de esos que puedes pasar desapercibido, él estornuda unas diez veces con la intensidad de querer sacarse los pulmones por la nariz. Luego no hace ruido alguno por cinco minutos, hasta que el ataque vuelve.

O escuchas eso, o como se suena la nariz, o como sorbe.

Mi único freno para no ponerle una almohada en la cara, fue saber que si yo estaba durmiendo fatal, no me imagino como se sentirá él.

Por la madrugada, Michelle parecía que estaba a punto de morir de sueño encima del volante. Cada que uno de los estornudos de Bryce me despertaba, abría los ojos para ver a Michelle cabeceando sobre el volante. Al parecer ella no puede dormir con el auto en movimiento, pero eso no impide que tenga sueño. En vista de que, de cualquier manera, yo no podía dormir y ella ya había avanzado un gran tramo, decidí tomar el volante por ella

—A la próxima no me dejes el turno nocturno —murmura a medio dormir cuando la obligo a pasarse al asiento del copiloto. Se siente fatal por hacerme desvelar cuando era su turno manejar. No duerme bien, porque cada que pasamos por alguna curva se toma la cabeza entre las manos, le marea.

A eso de las dos de la mañana, paramos en una gasolinera con tienda de autoservicio. En la caja estaba un chico con apariencia de unos diecisiete y una chica un poco mayor que al parecer era su hermana. Michelle bajó a hablar con ellos para pedirles que nos dejasen quedar estacionados unas horas para dormir en paz. El chico no dejaba de babear por Michelle, así que su hermana lo mandó a tirar la basura para que la dejara; ella nos dio el permiso y Michelle la abrazó en agradecimiento.

Con esa pequeña escena me di cuenta de dos cosas: A Michelle le cuesta darse cuenta cuando le gusta a alguien; y es muy efusiva con el contacto físico, con todo el mundo. Me hace gracia ese aspecto tan inocente y entregado de su personalidad.

Puse parasoles en las ventanas y el parabrisas. No quiero que nos vean dormir desde fuera. Bryce y July ya se habían cambiado a las pijamas antes de salir de la primera parada, ahora era turno de nosotros dos. Aprovechamos para darnos una especie de baño con el agua helada de los lavabos, por lo menos para no apestar.

—¡Mira qué bonita pijama de dinosaurios rosas que jamás había visto! —comento exagerado—. Guiño, guiño.

—En mi caso es verdad que no había visto tu pijama de Spider-Man. No sabía que vendían de esas en talla más-de-doce-años —se burla.

—¡Oye! Es muy varonil, ¿si?

Aprovecho el momento para robarle a Michelle todos los besos que he querido darle en estas horas, atrás del local donde nadie puede vernos. No avanzamos de más, porque hasta nuestra temperatura tiene límites y no quiero desvestirla detrás de una tienda donde cualquier viajero podría verla o el chico de la tienda. Así que me limito a comprobar que nuestros labios se siguen sincronizando.

Cuando la miro a los ojos iluminada por la farola, con el cabello ya electrificado por las horas de viaje y el viento de carretera, tengo la sensación de querer decirle «te quiero». No sé de donde sale, es un simple instinto. Lo reprimo, y luego reprimo el siguiente pensamiento cuando me sonríe: creo que me estoy enamorando de ti.

—Lo admito, es la pijama más varonil que ha visto —comenta ella.

Yo reprimo mi «¿cómo puedo hacer para que sonrías así todo el rato?», o al menos para que ese recuerdo se reproduzca en bucle toda la noche en mis sueños

Su silencio de camino al auto se vuelve tan encantador como su risa, me hace sentir tranquilo, como nunca lo he estado. Me pregunto si siempre ha estado allí estos acelerones del corazón al estar a su lado, si es que antes no los había notado. No sé cuanto tiempo sentiré esto por ella, o ella por mí, pero espero que sea suficiente para grabarme sus historias, cada una de sus sonrisas y sus caricias.

—Despertaré a Bryce para que se pase conmigo y ustedes dos puedan dormir en los asientos-cama más cómodas.

—No, no. Boris lleva todo el rato conmigo en estos asientos, deben estar cubiertos de pelo. Si viene para acá morirá en medio de la noche y tendremos que ocultar su cadáver —dice ella. Yo me rio por lo bajo—. Además, July babea a todo el mundo, Bryce ya está acostumbrado, pero yo lo odio. Prefiero dormir aquí contigo —declara y toma mi mano.

Tomo una fotografía mental de ella así, recostada en el asiento. Clic.

Michelle y yo ponemos nuestros asientos lo más recostados que se puede. En un día normal podría aguantar más de veinticuatro horas sin dormir, aunque parezca que manejar solo es ir sentado y mover el brazo de vez en cuando: me tiene muerto. El viaje me tiene muerto, tanto que apenas pongo la cabeza en el asiento, caigo rendido sin haber soltado la mano de Michelle.

Toc, toc, toc.

Alguien está fuera de nuestra ventana, lo veo entre los huecos que deja el parasol. Mi cerebro sigue en fase de encendido, no puede procesar porque estoy durmiendo en mi auto tomado de la mano de Michelle. Ella despierta de un salto, con lo que su mano queda lejos de mi alcance. Ahora mi mano está fría.

Los cabellos de ella están alborotados sobre su cabeza. Observo uno de sus mechones castaños caer sobre su frente y los demás hacerse un lío detrás de la cabeza. El maquillaje se le ha ido borrando en medio de la noche, así que sus pecas vuelven a ser visibles con el rayo de luz que entra por la ventana. Clic mental.

Esperen. ¿Rayo de luz? ¡Mierda!, ¿qué hora es?, ¿cuánto tiempo llevamos dormidos?

Reacciono y abro la ventana, allí me encuentro con la chica que nos dejó quedarnos aquí anoche.

—Oigan chicos, lo siento, pero ya son las siete de la mañana. Es cambio de turno, en un rato llega mi jefe y no le gustará verlos aquí. Tienen que irse. Lo siento en serio —se disculpa mil veces.

Detrás, la parejita se despierta igual de alarmada, basta un vistazo al exterior para darse cuenta de que no volvimos al camino a las cuatro de la mañana como teníamos planeado.

—No estoy acostumbrada a viajar, me tiene muy cansada —se excusa July, para no decir que la alergia de Bryce es la que nos tuvo medio despiertos a todos. Se talla los ojos y Bryce la nariz.

—¡Achis! —Bryce de nuevo.

Michelle se disculpa con la chica por la tardanza y le agradece habernos dejado quedar. Se pone casi encima de mí para hablar con ella, poco le falta para pasar al asiento del piloto. Salimos corriendo de allí. Ahora que está más despierta, conduce a toda velocidad, y creo que eso nos ganará: uno, más horas de ventaja para llegar a tiempo, o dos, un accidente automovilístico.

Pasamos unas horas más en carretera, calculo que hasta medio día. Hacemos un par de paradas en gasolineras de unos minutos para llevarnos comida chatarra que nos dé un subidón de azúcar para despertar. Michelle y yo estamos agotados, aunque aún no estamos ni a la mitad del viaje.

—Michelle —llama Bryce con la nariz congestionada—, ¿podrías subir el vidrio de tu ventana? Creo que los pelos de Boris llegan más así.

—Meow —responde él como protesta.

Por ratos los cuatro conversamos de anécdotas que las dos amigas se saben entre sí, porque se conocen desde que estaban en pañales. En otros ratos, coinciden los astros en la playlist de Michelle y todos conocemos la canción, así que la vamos cantando. Al inicio movemos el pie discretamente, como si no nos muriéramos por cantar. Luego Michelle fue la que se aventuró a corear. Y poco a poco, con más o menos volumen, la seguimos.

Las canciones con mejor coro fueron: Don't let me down, Never gonna give you up, Summer nights, Pretty woman y We will rock you. La última con palmas y todo.

Otros ratos, el ambiente se tranquilizaba y podía ver desde el retrovisor a los dos de atrás haciéndose cariños. Unas veces se besaban con esa complicidad que solo puede conseguir una pareja que tiene mucho tiempo juntos. Otras July le acariciaba la cabeza a Bryce y él se refugiaba en su abrazo. En otros momentos iban simplemente viendo por la ventana y comentando cosas entre ellos, con sus chistes internos y referencias que el resto no entenderíamos.

—Yo digo que se están quitando los piojos —me murmura Michelle.

La carcajada brota de mí por si sola.

—¿Qué dijiste? —cuestiona July haciéndose la ofendida, no sabe qué dijo, pero intuye que no fue nada bueno.

—Nada, nada —contesta Michelle restando importancia.

—Ahora arrójale los piojos a ella, Fayna —se burla Bryce.

—¿Disculpa? —se ofende ella. Mira por el retrovisor juzgándolo—. Te recuerdo que fui yo la que convencí a July de que te hiciera caso con tus poemas bonitos y no te dejara botado.

—¡Mentira! —interviene July.

—Espero que no te arrepientas —agrega Bryce.

—De vez en cuando —lo mira de nuevo por el espejo. Ambos se ríen.

Creo que es la primera vez que veo interactuar a Michelle y a Bryce, aunque sea por un instante. Se hacen bromas el uno al otro. Gran paso.

Boris no se queja de que lo hayamos sacado solo un par de veces cuando nos detenemos y lo dejamos estirar las patas lejos de Bryce. Vamos más lento por esa clase de paradas para que el pobre gato no que arranque los pelos. July se esforzó por encontrar la mochila de viaje más espaciosa y en la que pudiese estar cómodo, pero ya no es suficiente. Hay que estarle haciendo algunos cariños para que esté a gusto allí.

—Creo que Boris no va a aguantar mucho más así, ¿verdad? —adivina Bryce.

—Se está desesperando un poco... pero creo que puede estar bien unas horas más.

—Será mejor que nos desviemos —sugiere Bryce.

—¿Qué?, ¿por qué? Vamos con el tiempo justo.

—Porque ustedes dos —comienza a decir, pero un estornudo lo interrumpe—. Ustedes ya están muy cansados y yo no he manejado nada. Si hacemos una desviación a un centro comercial, puedo ir a la farmacia y conseguirme un medicamento que calme mi alergia. Entonces podré tomar un turno para manejar y Boris puede estar fuera.

—¿Si podías calmarte con medicamentos, por qué no los trajiste?

—No tengo en casa, nunca los uso. Y necesito una receta, no quería tener que retrasar el viaje más, pero creo que desviarnos será más productivo para todos.

Con unas miradas confirmamos la idea el uno con el otro. Yo busco un centro comercial con farmacia cercano en el teléfono y voy guiando a Michelle. La carretera es lineal en esta parte del camino, por ello tenemos que desviarnos a un pueblo más o menos urbanizado. Esto nos costará una hora o más, pero si Bryce deja de estornudar, valdrá la pena.

Tengo curiosidad... ¿cómo es su pijama?

¿Qué artistas dominan sus playlist?

Por cierto, lo de "Pon lo que quieras menos Taylor Swift" es una lista real que yo tengo en mi Spotify. Al igual que hay playlist del mood de la novela.

Dejo un dibujito que hice de Adam con su pijama.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro