Mi corazón dejo de sentir alegría cuando te perdí, los recuerdos invadieron mi mente, las caricias y risas se apoderaron de mi mente, resoplidos iban y venían con fuerza, mi corazón latía con mucha fuerza. El temor me invadió cuando te alejaste, no diste una pista al menos. Temibles meses pasaron, los veranos no eran tan milagrosos, los otoños se hicieron más débiles e inseguros, los inviernos eran agotadores y tristes. Recubrida estoy por las olas que me detienen. Tus manos grandes y frías me daban tentación o miedo, quería tocarte otra vez. Tus labios carmesí me imploraban volver a ellos. Caída por la soledad y atención que me ofrecías, me perdí. Reprochada por lo que quise decirte, pero no pude. Las horas y los días pasan sin al menos saber de ti. Me gustaría al menos saber si ya te casaste. La última vez me dijiste que te irías a viajar, prometiste que volverías por mi. Y luego de eso, ya no hubo más correo. Quizás estoy un poco pensativa, me culpo por no haberte dicho lo mucho que te quería...impulsos van y vienen cuando veo tu número en mi pizarra. Aún lo tengo allí, quiero llamarte, quiero que me abraces. Te he extrañando como el sol extraña la luna. Maldito rencor y miedo que no me hacen volver. Llegó un momento en el que pensé tenerlo todo contigo, pero me di de cuenta que no teníamos nada, ni siquiera nuestra autonomía.

—¡Felicidades!

—¿Porque?

—Me enteré que te irás.

—Si...gracias

—Bueno, tus padres me dijeron que alcanzas a estar en mi boda

—Enserio...¿Te dijeron eso?

—Si, estamos muy presionados.

—Si, después de la boda es la cirugía, y luego la llegada de tu otro hijo.

—...como pasa el tiempo.

—...ya somos adultos, más responsabilidades..

—¿Sabes que siempre te voy a querer?

—...Si hubiera Sido así, entonces hubieras pensado en todo esto.

—...lo pensé como nunca puedas imaginarlo, intente persuadir a mi mente pero no podía. Estoy enamorado, y creeme que cuando lo estás, sientes que es ahí. Y por eso quieres, y cuando vives esa fantasía entonces se pierde el toque del deseo. Lo entenderás cuando encuentres a alguien.

—¿Y yo?

—Yo nunca te merecía, eres muy brillante para mi, tienes tu mente exacta y la mía es inexacta. Tu...mereces...a...otro. Y no sabes cómo me siento, porque hay veces que pienso haberlo obtenido todo a tu lado, y otras veces me siento orgulloso porque  no te elegí a ti.

—¿Orgulloso?

—Si, eres muy lista para ser mujer y no quiero que me superen en salario o en estudios. Es jodido.

—Quieres alguien linda de rostro pero vacía de mente.

—Suena machista, lo sé, pero lo sabíamos. Tu siempre estabas a mi contra, y eso no me gustaba. Por eso no pude amarte.

—¿Y porque no me lo decías?

—Tenia miedo de arruinar tu autoconfianza. No quería destruir ese ideal en el que me pusiste.

—Si no hubieras Sido tan miedoso habrías dejado nuestra cosas claras desde un principio. Porque incluso estando comprometido estabas conmigo. Yo era tu descubierto, te hice ver y admire lo que otros juzgaban de ti. Y ahora cuando otra viene te demuestra otra cosa, entonces crees que lo obtuviste todo. Mal por ti, pensar que una mujer no puede dejarte cuando ya no te quiere. Y mal por mi, porque nunca entendí tus intenciones conmigo.

—¡Sam!

—No me digas así, ya no me confundas eso es muy molesto.

—Hagamos las pases, como debe de ser. No más visitas, no más besos, no más caricias. Nada de eso.

—Conste...tú acabas de estar de acuerdo con esto, no te vallas a retractar cuando yo sea quien me case ...si eso llega a pasar.

—No rechaces a nadie por mi, ni tampoco le pongas atención a los demás. Solo recuerda ser tu.

—A veces me gustaría pegarte, pero no soy de las que se desquita así.

—¡No es necesidad que seamos amigos!. No quiero serlo.

—Esta vez, estoy de acuerdo contigo. No quiero nada de ti, ni tu perdón, tu lastima. Ya no hay necesidad de que nos veamos.

—¡está bien!—¡Me voy!

—¿Prométeme algo?

—¿Ahora que quieres?—pregunte

—Busca tu felicidad, ambos la merecemos. Te trate mal por mucho tiempo y ninguna mujer merece violencia, abuso y maltrato. Nunca permitas que alguien te vea como menos, recuerda que no vas a morir por amor, ni por un hombre. Ustedes nacieron y crecieron para ser fuertes, soportar los invencibles cólicos menstruales, un parto, una infidelidad. Y también hablo por los hombres, nacimos débiles de corazón, fuertes de mentes, grandes de almas.

—¿Y yo también puedo pedirte algo?

—¡Dime!

—No vallas a la cirugía. Nicol, te necesita

—¿Y tu vida?

—Eso ya no importa, lo que importa eres tú.

—te enviaré la invitación por correo.

Mis piernas temblaron junto a los charcos de agua que se depositaban en el piso. Llevaba botas moradas con adornos de pétalos negros, soldada estaba por mi gran chaqueta negra, el negro se había convertido en los colores intrigantes para ella. Sintió una bocanada de flema atorarse en su garganta, suspiro en cuanto la arrojo al suelo. El color no era del tipo acostumbrado a ver, era rojo. Sus ojos se posaron en el, llena de angustia, escupió una y otra vez, hasta que un cristal poderoso se rompió, causándole una hemorragia.

—¡Señorita!—¿Quien es usted?

—Quiero irme a casa—musito

—No puede, debemos operarla, una señora la encontró en la calle, pensó que la habían robado .

—Nadie me robó.

—¿Tiene esposo?...si tiene esposo, confirmemos si él le pegó.

—Nadie lo hizo. Además porque esas preguntas tan incómodas.

—Su cara está hinchada y golpeada.

Mire a mi alrededor y estaba apoyada por psicólogas de la tercera edad.

—Entonces llame a su esposo.

—Pero si no tengo esposo. Ya les he dicho que no tengo.

—Señorita, usted es muy joven

—Cuando llegó aquí, estaba desangrada. Tuvo un aborto espontáneo

—...Yo me cuido mucho, uso método anticonceptivo. Debieron equivocarse

—No nos equivocamos, hace poco salieron los análisis, ese bebé es de su padre.

—¿A usted la violaban?

Continuará...