¡ME CULPO!
Mi vientre no dejo de moverse en todo el día, mi estómago estaba algo desocupado, después de haberme desmayado múltiples ocasiones me decidí por ir al médico, yo sabía que nada malo ocurría conmigo, quizás era algo de la tensión, ya pasaría.
—¿Su esposo sufría de los pulmones?
—Si, y otras cosas. ¿Porque la pregunta?
—¡Ella es una psicóloga, le ayudara a superar este proceso!
—¿Qué?
—Debemos hacerte un parto espontaneo
—...Yo sé que necesito un trasplante, pero no entiendo que más dejo de funcionar en mi...mis ojos se cristalizaron, el miedo de recibir a mis hijos sin mí, me impedían continuar.
—Usted tiene cáncer de sangre...por eso los desmayos y el sangrado abundante en la nariz...
—...Mis... ¡Bebes!...
—Para continuar con su tratamiento debemos sacarlos...
—Llevo 6 meses.
—Señora, piense las cosas muy bien.
—Además que fórmulas me darán para reducirlo...Diálisis, supongo. No quiero morir, pero tampoco quiero que otros mueran por mí culpa.
—Si, cambia de opinión, este es mi número
No podía creer que luego de recibir una mala noticia, me convirtiera en la muerte, si la muerte es darle sentido a la vida, yo le estaban dando sentido a la muerte.
—¿Cómo te fue en el hospital? —mi abuela se me acercó para abrazarme.
—Bien...todo está bien—Yo podía con esto, nadie debía de enterarse de mí.
Me escondí en mi habitación, saqué los exámenes, la carta, y la ecografía mamaria. Tampoco estaba produciendo leche, entre en la desesperación, si iba a criar a mis hijos, no tendría lo más importante que darles de mí.
¡Maldita vida la mía! —suspiré en cuanto me quedé dormida.
Un dolor abdominal me despertó, había dormido 15 horas y nadie me había despertado, sentí un agua caer, era una baba de otro mundo o una orina normal, estaba sola cuando paso. Mis abuelos estaban en la iglesia como siempre. Estaba tan desesperada que algunas cosas no las cargue. No podía llamar a mis padres, mi hermano aún estaba muy pequeño y mi amiga, no, ella no podía llamarla.
—¿Viene sola?
—Si.
—Debe traer un acompañante, si no lo trae, no la atendemos.
—Voy a dar a luz—dije
—Lo siento, aquí no la atendemos.
No sé qué tuve que pagar yo, si por nacer o por no nacer, si por vivir o no. Me rendí, había visitado todos los hospitales y en ninguno me permitieron la entrada. Hasta que finalmente decidí por llamar a Olivia.
—¿Qué quieres? —dijo molesta
—Necesito que me acompañes. Vas hacer abuela.
—¿Dónde estás?
Mis ojos se abrieron en cuanto percibí que me había recogido Alberto y no ella...
—¡Buenas tardes!
—Mija, entre.
No tardamos mucho en estacionar el carro, lo más demorado sería dilatar 10 cm.
—¿Lo va a tener normal?
—Si, por cesaría no puedo. Es mucho dinero.
—Aquí estaré.
Me acosté en la camilla y hay no lo volví a ver. Los vómitos eran más seguidos y el dolor abdominal no era soportable, mi vagina ardía, fue en ese momento que entendí que dar a luz a un hijo no era tan brillante como lo pintan en las películas de Disney.
¡Joder!
Me senté, no podía con esto, quería quitarme la vida... Entonces ví sangre, era normal ver sangre, así que no me alarme.
¡Quiero una pasta para el dolor!
Ya se la traigo señorita.
En cuanto hizo efecto dejé de sentir dolor, solo quise dormir. Lo poco que recuerdo fue ver a los doctores gritando. Los bebés se estaban ahogando. Esto era una negligencia.
—Hay que hacerle cesaría.
Tardaron otros 15 minutos, y cuando me abrieron ya era tarde. Tarde para sobrevivir los, y muy tarde para que mis abuelos los vieran o incluso mi madre.
—¡Se nos van, llamen a los padres de Samantha!
Me hubieran dicho que perder un hijo iba hacer tan jodidamente insoportable, si la soledad se había aprovechado de mí, me había consumido, ahora que podía esperar si el futuro de mis dolencias habían Sido mis hijos. Me quite el respirador, y le pedí a la enfermera que acercara a mis gemelos.
—¡Gracias por nacer! —entre en pánico, ellos estaban morados, ni siquiera los pude amamantar, vestirlos, llevarlos a la escuela, con sus abuelos y tíos.
—Esto es una muerte perinatal. —dijo la enfermera
Resulta que mis hijos llevaban días o incluso horas en estar muertos. Se movían antes de llegar a la clínica. No era posible. Otras teorías eran lo estrecha que estaba, los bebes eran de 3 kilos y mi vagina no había cumplido con el proceso de dilatación. Y la última teoría, el cordón umbilical se había enredado en el cuello de los fetos.
Solté el respirador, en cuanto me dijeron que ya no podían hacer nada...se suponía que volverían para cerrarme, pero empecé a sangrar, y no paraba. Mis uñas cambiaron de color igual que mis labios.
—Presenta una embolia de líquido amniótico—dijo la enfermera
—Inyecten epinefrina.
—ingreso al torrente sanguíneo de la madre—todo el mundo detuvo sus actividades y se dirigieron a Samantha.
—La hemorragia no para—dijo el enfermero
—Inyecten oxitócicos.
—Nos llegaron las pruebas. Se le rompieron varios vasos sanguíneos, por eso el sangrado y líquido. Necesita cirugía
—Me preocupa si ella no logra resistir. —dijo el doctor
—¿Que hacemos señor?
—Un quirófano, hay que salvarla.
...
Samantha
Tenía mucho sueño, sentía que mi vejiga estaba repleta de orina, y al hacer fuerza me provocaba ardor y dolor. Me colocaron el respirador. No supe ni cuanta anestesia me habían colocado para dormir. Solo esperaba que, al despertar, me encontrara con mis bebes. Solo eso quería. Verlos.
¡Entonces fue allí!
Lo que siempre quise
Lo que debí vivir para llegar aquí.
¡Dormir, junto al lado de mis hijos y Julián!
¿Era esto morir?
¿Ver mi vida resumida?
¿Ver a mis hijos?
¿Poder sentirme en paz?
¿Sentirme feliz?
Porque si era esto morir, entonces si era para mí.
...
...
—La estamos perdiendo —murmuro un doctor.
—No hay signos vitales—dijo
—El equipo cardiopulmonar. Vamos a reanimarla a la cuenta de 3,2,1
—Ninguna señal de vida aparecía en la pantalla.
—Súbanle el amperaje
—¡Doctor! —si lo vuelve hacer romperá el tórax
—Sálganse todos—dijo el
—¡Vamos Samantha, despierta ¡
—RCP en 3,2,1.
...
—¡Samantha! —¡Despierta!
—¡Ya no podemos hacer nada! —la enfermera entro a la sala
—¡Anoten la hora de muerte! —¡Sino se reportan sus padres antes de las 12 de la noche, la sepultarán como anónima!
Continuará...
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