Capítulo 8
Lia Blake
¡Maldita sea! ¡Nos ha encontrado! ¿Y ahora qué? ¿Qué debo hacer?
No tendría que haber venido a esta fiesta.
¿Por qué todo me pasa a mí? De verdad que no lo entiendo, pero a fin de cuentas ha sido decisión mía venir de modo que no es tiempo para lamentarme. Tengo que pensar en mi mejor amiga. Ella no tiene la culpa de nada, es toda mía y tengo que protegerla. Tiene que largarse de este sitio en cambio no sé cómo hacerlo.
-Amalia... -empiezo a decir mientras pienso una forma para que pueda huir. Quizás yo no tenga escapatoria, bueno es lo más probable asique haré lo que haga falta para que ella lo haga. No pienso dejar que este criminal o lo que sea que es pueda dañarla.
Sinceramente a mí ya me da igual lo que me pase, mi vida es un completo infierno mires por donde lo mires. Sin embargo, ella tiene la oportunidad de ser libre, de vivir como ella desee y no permitiré que nadie se lo arruine.
-Lia, ¿quién es ese? ¿Qué está pasando? –me pregunta muy preocupada notando en su voz cierto miedo.
-Amalia, tienes que seguir huyendo tú –le digo en voz baja evitando que nos escuche.
Él solo es uno y nosotras dos, asique si ambas salimos corriendo en direcciones opuestas, me perseguirá a mí y en ese tiempo ella tiene la oportunidad de escaparse.
Es lo único que se me ocurre. Lo de idear planes no es que se me dé muy bien.
-¿Qué? Lia, por favor explícame, me estoy asustando.
-Amalia, ya no hay tiempo para explicaciones te lo dije antes. Ahora tienes que irte corriendo hacia la salida mientras que yo iré hacia el otro lado. Solo tenemos una oportunidad. Amalia tienes que hacerlo. Sal corriendo cuando yo te lo diga, no mires atrás y no te preocupes por mí, todo saldrá bien ¿de acuerdo?
-Lia no pienso irme de aquí sin ti –me responde con temblor en su voz y notando como sus ojos están a punto de soltar unas cuantas lágrimas.
-Tienes que hacerlo Amalia, prométemelo –la miro desesperada y esperando a que ella acepte -¡Amalia! –reclamo.
-Te lo prometo –afirma al fin.
-Bien, a la de una... -empiezo a contar para prepararnos - A la de dos... -noto los nervios en mi interior y hasta puedo sentir los de mi amiga. –Y a la de tres ¡Corre! –grito y en ese momento salgo disparada hacia el otro lado del enorme jardín, no miro atrás solo corro lo más rápido que puedo.
Oigo los pasos de otra persona atrás mía. Entonces me giro un poco para observar si se trata del chico de ojos azules y efectivamente es él, me está persiguiendo así que por ese lado me siento tranquila porque mi amiga ahora está huyendo.
El chico corre demasiado rápido, mis pies no pueden dar más de sí. Ya acelero todo lo rápido que me permite mi cuerpo. No estoy en forma, jamás he corrido tanto en mi vida de manera que no estoy acostumbrada y eso hace que de momento empiece a notar como el aire me va faltando.
Los pasos del chico cada vez puedo oírlos más cerca y sé que en cualquier momento voy a ser capturada por él. Aun así, continuó corriendo como puedo, pero finalmente unas manos me tocan agarrándome por la cintura consiguiendo que acto seguido caiga al suelo.
Estoy cansada, mi corazón late tan fuerte que parece que se me va a salir del pecho y mi respiración esta tan fuera de control que casi estoy por asfixiarme. Estoy tirada boca abajo del suelo intentando no ahogarme, siento como sus manos dan la vuelta a mi cuerpo y este se posa encima mía. Mis ojos conectan enseguida con los suyos. Su mirada es fulminante, furiosa llena de ira, y noto como su respiración también está acelerada, aunque no tanto como la mía.
-Nadie huye de mi –me dice con dureza.
A continuación, se levanta a la vez que yo intento ganar oxígeno para poder respirar. Me esfuerzo por tranquilizarme y poco a poco noto como vuelvo a tomar el control de mis respiraciones.
-Levántate –me ordena.
Hago caso levantándome un tanto mareada y quedo finalmente enfrente de él. Segundos más tarde, escucho como otros pasos se van acercando y veo en la oscuridad de la noche como una persona se dirige hacia nosotros. Cuando por fin mi vista puede apreciar de quien se trata me quedo un poco impresionada.
-No... tu no preciosa –dice un poco desconcertado al verme.
-Aiden... -pronuncio entre jadeos.
-¿La conoces? –cuestiona el de ojos azules.
-La ha traído Adam junto con su nueva noviecita.
-¡Maldito Adam! ¡Todo esto es culpa suya! –maldice entre gritos –Su noviecita ha escapado mientras yo iba a por ella. Llama a todos y que la busquen ¡Que no escape! Cuando la tengáis llevadla al sótano. Yo me encargo de esta.
-¡No, no, no! ¡Por favor dejadla, ella no tiene la culpa! –le suplico. No ella no, no puedo dejar que la encuentren. Ojalá haya podido escapar y ahora este lejos de aquí – Por favor, haz conmigo lo que quieras, pero a ella déjala.
-Eric... -comienza a decir Aiden.
Ya puedo ponerle nombre al odioso criminal. Este me mira un tanto pensativo como si se estuviese replanteando mis suplicas.
-Eric... hermano yo puedo encargarme de ella –continua Aiden al fin. Eric sigue mirándome frio, y yo, yo no sé qué hacer, este chico me está poniendo nerviosa.
-Aiden, haz caso a mis órdenes si no quieres tener problemas conmigo –le ordena bastante serio y puedo notar cierta tensión entre ellos.
-Hermano tranquilízate... es una chica, no tiene la culpa de haber estado en el lugar equivocado, no te ha hecho nada.
-¿Qué no me ha hecho nada? ¿Y esta sangre que corre por mi cabeza de que es? –suelta irónico a la vez que enfadado.
-Mierda... -maldice Aiden en voz baja y se acerca a mí -Te has metido en un buen lio, preciosa.
-Por favor, ayúdame –le suplico con lágrimas en mis ojos.
-Lo intentaré, ahora ve con él, haz caso a lo que te dice mientras yo vuelvo ¿vale? –me susurra para evitar que Eric le escuche al mismo tiempo que deja una caricia con su mano sobre mi mejilla. Yo solo asiento porque no tengo más opciones, él es mi única salvación ahora mismo. No estoy muy segura de confiar, pero no me queda más remedio que hacerlo.
-Muévete y no hagas ninguna tontería más –vuelve a darme una orden cuando Aiden ya se ha marchado. Le sigo hasta que después de unos cuantos minutos andando hacia el interior de la casa llegamos al dichoso sótano. Cierra la puerta y me hace sentar en una silla. Nos quedamos en absoluto silencio hasta que lo rompe:
-¿Cómo te llamas?
No quiero responder, no quiero hablar con él, no quiero que sepa nada sobre mí.
-¿No piensas responder, no? Pues olvídate de que no le haga daño a tu amiga.
-¡No no no! Está bien... Me llamo Lia, Lia Blake –digo desesperada.
-Buena chica –dice con una pequeña sonrisa.
Lo odio. Si lo odio, aunque haya dicho anteriormente de que es guapísimo, su persona, la maldad que hay en él es horrible, su interior es solo oscuridad y eso hace que me recuerde a David, pero por lo menos este no se esconde detrás de una máscara, no se hace pasar por otra persona que no es.
-¿Vas a matarme? –me atrevo a preguntar aterrada. El chico vuelve a sonreír, pero de una forma maliciosa, malvada y comienza a caminar hacia a mí. Se para justo de frente y me obliga a mirarle.
-Eso depende de ti.
¿Cómo que depende de mí? ¿Qué significa? ¿Está jugando conmigo?
-¿Qué quiere decir eso? –pregunto intrigada, pero en el momento que va abrir su boca para responderme se abre la puerta del sótano y escucho como alguien está sollozando. Giro mi cabeza hacia la puerta y veo a Ethan agarrando a una chica y cuando me doy cuenta de quién es, mi cara se pone blanca.
No... no puede ser, esto es una pesadilla.
-Amalia...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro