Capítulo 21
Eric Morgan
Todo el trayecto hacia Rosfil me lo pasé pensando en que le iba a decir cuando la viese. Intentado buscar en mi interior la mejor manera de expresarme para poder pedirle perdón por cómo me comporté y pedirle también que me cuente por qué se fue sin dar ninguna explicación.
En cambio, da igual todo lo que haya pensado durante todo el camino, da igual las distintas formas que he intentado planear para que saliese del mejor modo porque todo se ha ido a la mierda. Y obviamente por mi culpa como siempre, porque soy un capullo que no sabe hacer ninguna cosa bien. Pero es que no he podido controlarme cuando he visto que no estaba sola, que había alguien con ella, un rubio de ojos azules, y ha sido imposible no enfurecerme. ¿Quién demonios es ese chico? ¿Qué hace con ella? Cómo sea lo que estoy pensando... joder no quiero ni pensarlo, no, no puede ser.
Tampoco otra cosa ha sido de agrado que te cierre las puertas en las narices y soltar que me he equivocado de casa. ¿Enserio? Llevo tres meses sin parar buscándola y perdiendo la cordura porque no la encuentro y me recibe ¿así? A ver tampoco esperaba que me recibiese con una sonrisa, pero yo que se pensaba que iba a ser de otra manera su recibimiento.
Después de eso nuestra conversación o mejor dicho nuestra discusión que yo mismo he provocado se me ha ido de las manos, lo único que me salía era gritar debido a la rabia que tenía dentro por no esperar lo que yo pensaba que iba a suceder, lo que yo quería que pasase en mi cabeza. Y ahora me encuentro de espaldas a ella, intentando pensar en lo que me acaba de reclamar, intentando buscar una respuesta a su pregunta, pero se me hace difícil darle una porque aún no lo tengo claro.
Finalmente oigo como se da por vencida de esperar y me pide que me marche. No hago caso a su petición porque no quiero marcharme de aquí, tengo que arreglar esto como sea asique más me vale pensar rápido una solución.
-Bien, si tú no te vas me voy yo –escucho que me dice.
<<No no puedo dejarla marchar, no puede irse ahora, ¡haz algo!>> grita mi mente.
Veo que pasa por mi lado y reacciono por un acto de desesperación agarrándola del brazo provocando que su cuerpo gire y sin pensarlo estampo mis labios contra los suyos. No sé por qué he hecho esto, ha sido un impulso del que no he sido consciente. Ella se queda unos segundos sin reaccionar. Puede que la haya fastidiado otra vez por esto, pero enseguida veo que no porque siento como me corresponde y nos fundimos en un beso como si ambos deseáramos con ansias que pasase este momento.
El beso es profundo e intenso. Deslizo una de mis manos hacia su cuello para apoderarme de el y así presionarla más contra mí. Ella se aferra más a mi cuerpo mientras que sus dulces y cálidos labios no se despegan de los míos, no dejan de moverse, no quiero que dejen de hacerlo, no quiero que este momento termine porque me gusta la increíble sensación que me provoca besarla.
Después de pocos minutos la intensidad del beso se reduce. Teníamos tanta tensión acumulada por la discusión que nos hemos desahogado en este intenso beso, pero ahora ha dejado de ser así, ahora ha dado paso a uno lento, suave y absolutamente delicioso que parece que estoy en el puto paraíso.
En este momento me estoy dando cuenta de lo mucho que necesitaba sentir su cercanía, del volver a poner en contacto su piel con la mía como aquella vez que nuestras manos se juntaron. Necesitaba que pasara esto, necesitaba besarla, lo necesitaba para poder darme cuenta de que de verdad si siento algo por ella. No puedo decir que se trata de eso que la gente llama amor puesto que nunca he sentido tal cosa por una chica y tampoco es posible que lo sientas por alguien que acaba de aparecer en tu vida, pero lo que sí puedo decir es que se trata de algo, algo que jamás nadie me había hecho sentir y que no quiero dejar de sentirlo.
El momento del beso se detiene, nuestras respiraciones aún son agitadas y nuestros alientos se mezclan entre sí. Mis manos se deslizan a su cintura y envuelvo mis brazos en ella. Nuestros ojos se abren por primera vez después de lo ocurrido y ninguno de los dos se atreve a decir palabra alguna, solo nos quedamos mirándonos en silencio.
Pasan los segundos y soy consciente de que ahora estamos tranquilos, relajados y que este es el mejor momento para arreglar todo lo que había estropeado.
-Lo siento... siento todo lo que ha pasado entre nosotros, siento ser un idiota, siento... -intento decir, pero ella me interrumpe dándome un beso. Joder... se siente tan bien, sus besos son adictivos.
-No quiero discutir más –me dice casi en susurro.
-Yo tampoco... pero necesito que me digas quien es el, por favor –le ruego porque no se me va de la cabeza ese tipo, y ella veo que esboza una leve sonrisa.
-Es mi compañero de piso.
-¿Qué? ¿Vive contigo? –pregunto incrédulo. Tiene que ser una broma y creo que estoy otra vez empezando a cabrearme, pero debo controlarme no puedo arruinarlo otra vez después del perfecto momento que hemos tenido.
-Sí, ¿qué pasa?
-Nada, no pasa nada –le respondo disimulando lo que realmente estoy sintiendo. Que esté viviendo con un chico no me agrada nada de nada. -¿Solo compañero? –pregunto porque necesito que me confirme cierto temor que tengo encima. Ella se suelta de mis brazos y se da la vuelta un segundo para luego volver a mirarme.
-Bueno... un compañero de piso al que le he dado un par de besos –mi cara se descompone, se pone pálida por lo que acaba de decir. Enseguida veo como suelta una pequeña carcajada y frunzo el ceño.
-Es broma –dice entre risas.
-No tiene gracia –mi voz seria le responde a la vez que mi interior se alivia por el susto que había percibido por ese instante.
-Tendrías que haber visto tu cara.
-No eres graciosa –le suelto un poco molesto. No ha tenido ni pizca de gracia. No me gustan esas bromas.
-Vale...–empieza a decir cogiéndome de la mano y acercándose más a mí. –Lo siento, aunque te lo merecías un poco –su voz suena muy cerca de mis labios.
-Quiero arreglarlo todo contigo, por eso he venido, aunque soy un desastre –digo y veo como de su boca sale al igual que de la mía una sonrisa.
-Es bonita
-¿El qué? –pregunto extrañado y confuso porque no se a qué se refiere.
-Tu sonrisa, nunca te la había visto –dice y sus palabras provocan que vuelva a sonreír. Soy consciente ahora de que tiene razón, con ella he sido siempre serio, frío, rudo y nunca he mostrado mi sonrisa, no suelo mostrarla, no suelo ser así, pero con ella todo es distinto, me hace ser distinto.
-¿Qué va a pasar ahora Eric?
-Esa es una buena pregunta pequeña.
-No lo sabes, ¿verdad? –dice y noto como va conociéndome ya.
-No, pero lo que si se es que te vienes conmigo ahora.
-¿A dónde? –pregunta con cara de desconcierto.
-A mi hotel, no pienses que voy a dejarte aquí con ese rubio.
-Llevo viviendo con él tres meses y no ha pasado nada. Igualmente se ha ido a una fiesta, no vendrá hasta por la mañana si es que viene. Me quedo aquí -reflexiono unos segundos sobre eso y aunque no este muy convencido acepto.
-Por eso te vas a salvar hoy pero no mañana que te quede claro –le advierto y veo como rueda sus ojos. El sonido de mi móvil suena interrumpiéndonos, observo la pantalla y es un mensaje de texto de un número anónimo.
>>Tienes algo que me pertenece<< es lo que leo en el mensaje.
¿Qué cojones es esto? ¿Quién me lo manda? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es lo que le pertenece? No entiendo nada ni de quién puede ser. Es muy raro y no me huele bien. Tengo que llamar a la organización inmediatamente y preguntar si saben o ha pasado algo de lo que no he sido informado.
-¿Estás bien?
-Sí, si, tengo que hacer una llamada importante.
-Ah vale.
-Mañana nos vemos –le digo acercándome para darle un beso. –Por cierto, dame tu número de teléfono, no quiero volver a perderte y no poder encontrarte –ambos sonreímos por lo que he dicho y ella me apunta su número en mi móvil. Una vez apuntado le mando la ubicación de mi hotel por si necesita buscarme o cambia de opinión al respecto de venirse conmigo esta noche. Tras eso, me despido de ella con un último beso por hoy y me marcho en dirección al hotel.
Al llegar hago las llamadas a mis amigos y algunos de mis hombres de la organización para preguntar si tienen idea acerca del mensaje que he recibido, pero ninguno parece saber nada de ello. Seguramente alguien se habrá equivocado de número o algo, no le doy mucha importancia.
Completamente cansado, me tumbo en la cama con la intención de irme a descansar y dormir, pero no me dejan hacerlo porque escucho tocar a la puerta. Al principio no caigo en la cuenta, pero de momento se me viene a la mente que le di a Lia la dirección de mi hotel ¿Será ella? Ojalá que sea ella. Voy corriendo hacia la puerta con la esperanza de que sea, pero mi rostro cambia la expresión al ver que no es mi pequeña sino la pesada de Jennifer que no sé cómo demonios ha conseguido averiguar dónde estoy.
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