Lia Blake

¿Estoy viva o muerta? Ese es el primer pensamiento que se me viene a la cabeza al volver recuperar mi consciencia. Creo que aún sigo estando viva ya que si estoy haciéndome esta pregunta quiere decir que mi mente todavía sigue funcionando y por tanto, no estoy muerta del todo.

De repente, empiezo a notar un ligero dolor en la parte superior del abdomen. Pasan los segundos y ese dolor se va intensificando cada vez más y siento como se dispersa por el resto de partes de mi cuerpo. Ahora me duele todo, cada músculo de mi cuerpo duele y creo que no tengo ni fuerzas para poder abrir mis ojos. Estoy muy cansada, pero tengo que hacer el esfuerzo de despertarme. Pongo todo de mi parte para hacer ese intento y noto como mis ojos comienzan a reaccionar y a parpadear hasta que finalmente consigo abrirlos.

Lo primero que detecta mi vista es un color blanco, tiene que ser el techo de alguna habitación. ¿Estoy en un hospital? Ladeo mi cabeza hacia la derecha para observar más detalles del sitio donde me encuentro y veo que el ambiente no es el de un hospital, estoy en algún tipo de habitación de alguna casa. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién me ha traído? ¿Y si David me encontró? Si es él tengo que irme inmediatamente. Me muevo para intentar levantarme de la cama y siento como el dolor que ya sentía se multiplica el doble. Me levanto como buenamente puedo y cuando consigo ponerme de pie siento como mi cabeza empieza a darme vueltas. Me quedo quieta unos minutos hasta que se me pasa y cuando doy el primer paso todo mi cuerpo se desvanece, caigo al suelo y no puedo evitar dar un grito de dolor.

En ese momento oigo como la puerta de la habitación se abre. Yo estoy tirada en el suelo boca arriba gimiendo de dolor y no puedo ver de quién se trata. Escucho como los pasos se acercan a mí con rapidez y siento un poco de alivio encima al reconocer ese precioso azul eléctrico de sus ojos.

-¿Qué haces? Tienes que descansar –escucho que me dice y por primera vez noto como el tono de su voz esta vez es diferente, no suena fría ni seria como es típica de él, ahora es más bien ¿dulce? Parece como si estuviera preocupado. No lo sé pero me gusta como suena.

Eric me recoge del suelo en brazos y me lleva devuelta a la cama.

-Me duele... -solo me sale decir eso. Es lo único que siento ahora mismo, dolor.

-Llamaré a Liam.

-¿Quién es Liam?

-Nuestro médico, ahora vuelvo –me responde y antes de que desaparezca por la puerta:

-Lo siento...

Eric se da la vuelta para observarme y cuando nuestras miradas conectan:

-¿Por qué? –me pregunta un poco desconcertado.

-Por fallarte –me sincero y unas lágrimas caen de mis ojos. No recibo ninguna respuesta por su parte, no dice nada, está de pie en el marco de la puerta mirándome.

-Descansa, enseguida vuelvo –es lo único que me dice al fin y se marcha cerrando la puerta.

No se cómo llegue hasta aquí, nose cuanto tiempo llevo inconsciente, nose que pasó después de desmayarme en mitad del camino, pero lo que si se es que no llegué a este lugar por mí misma y por tanto no llegue a la hora que me dijo y eso significa que le fallé y que no le demostré la confianza que él necesitaba.

Después de 10 minutos, oigo como la puerta vuelve abrirse y aparece Eric de nuevo. Miro como se va acercando al filo de la cama y se sienta al lado mío. No me mira, se queda observando al suelo unos instantes como si estuviera pensativo.

-El que lo siente soy yo –suelta de golpe rompiendo el silencio y noto como su voz se quebraba al pronunciar esas palabras.

-¿Por qué? - lo miro un poco confusa y desconcertada.

-Lo que te ha pasado ha sido por mi culpa –me responde fijando sus ojos en los míos y puedo ver en ellos su arrepentimiento. No se si es cosa mía o que, pero me da la impresión de que incluso puedo notar como si le doliese lo que me ha pasado. Sinceramente en estos momentos no reconozco a este Eric, parece otra persona distinta a cuando lo conocí en la fiesta.

-No es tu culpa –le digo moviendo mi mano para coger la de él, pero cuando mi piel roza con la suya noto una sensación muy rara que hace recorrer todo mi cuerpo. ¿Qué ha pasado? Le miro perpleja por lo que he sentido y veo que su expresión es parecida a la mía. Espera. ¿Él también lo ha sentido? Ha sido muy extraño y puede que esté incomodo por mi acto asique separo mi mano de la suya, pero él con rapidez vuelve a juntarlas.

-Necesito que me cuentes que pasó –me reclama y no se si estoy preparada para ello.

-Cuéntame todo Lia –vuelve hablarme.

-Eric... no me apetece hablar de ello, estoy cansada, me duele todo por favor –le suplico cayendo unas cuantas lágrimas de mis ojos.

-No puedo aguantar más la espera, tengo que saberlo –me pide.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo llegué?

-Adam y Ethan te encontraron en mitad de la carretera.

-¿Los mandaste a buscarme? –le pregunto y él asiente. -Iba a venir... te juro que iba a venir –me sincero.

-Lo sé –me afirma –Ahora cuéntame todo –me vuelve a pedir de nuevo.

-Está bien... -acepto finalmente. –Lo que me ha pasado ha sido por culpa de mi padrastro –le digo y siento un nudo en mi garganta que nose si podré continuar. Él lo nota y aprieta su mano con la mía que aún siguen sin separarse. Aclaro mi garganta y continúo –Fui a la fiesta sin su consentimiento, le mentí y se enteró de que le engañé y me dio una paliza –le digo ocultando todo lo que hay detrás de ello. Acto seguido, él da un gran suspiro para decirme:

-¿Lo ha hecho más veces? Necesito que me cuentes todo Lia, todo, quiero saberlo todo.

-Eric... mi vida no es fácil –empiezo a decirle. Siendo sincera necesito desahogarme, llevo tanto tiempo guardándome esto que necesito soltarlo –Desde que mi madre murió el año pasado, mi vida ha sido un infierno todo este tiempo. Ese hombre es lo peor, es agresivo, manipulador, egoísta, no puedo hacer nada, no me deja hacer nada, me tiene encarcelada, tengo que acatar sus órdenes, hacer lo que él diga o sino... ya has visto lo que es capaz de hacer, incluso... -no puedo pronunciar esto último.

-¿Incluso que Lia? –pregunta con un tono desesperante.

-Iba a matarme esta última vez –suelto y veo como su cara se pone pálida a la vez que su mandíbula se tensa.

-Voy a matarle –me dice con odio en sus ojos.

-¡No, no, no puedes, es muy peligroso! –intento advertirle y en ese momento recuerdo que le clave un trozo de cristal en el pecho. -Eric...

-¿Qué pasa? ¿Algo más que tenga que saber?

-Yo... yo.. le clave un cristal en el pecho, iba a matarme y no tenía más opción –le digo angustiada. -¿Y si está muerto? –pregunto alterada.

-Sería una gran noticia, pero no creo que lo esté. –Nos quedamos unos segundos en silencio los dos y luego vuelve hablar:

-Lia necesito que me digas una cosa –me dice esto con su característico tono de serio.

-Dime –le digo intrigada.

-¿Cómo se llama tu padrastro?

-David Holfman –le digo.

-¿Estás segura? –y fruncí mi ceño al no entender a que venía esa pregunta. ¿Cómo que si estoy segura? ¿Qué pasa?

-Si, ¿por qué? –pregunto muy confusa e intranquila.

-Mis hombres investigaron su nombre, tu amiga me lo dio y no hay ninguna información con ese nombre Lia, no existe ese nombre –informa. ¿¡Qué!? ¿Qué acaba de decir? ¿Cómo que no hay información? ¿Cómo que no existe?

-No... no puede ser, debe ser un error –digo muy alterada y aturdida por lo que ha dicho. - Es imposible que no exista.

-También te investigue y no encontré nada sobre ti durante el último año ni que se relacione contigo ese nombre–me sigue explicando.

-Mi custodia es de mi padrastro, debe aparecer su nombre.

-No hay nada Lia, es como si lo hubiesen borrado.

<< Tiene que ser una broma, no puede ser verdad >> me digo a mi misma.

-Me va a explotar la cabeza –digo. Estoy bastante impactada por lo que está pasando. No entiendo nada. Todo es muy confuso y necesito encontrar las respuestas.

-Eh.. eh.. tranquila, mírame –me dice cogiendo mi rostro con sus manos. –Te prometo que averiguaré que está pasando -me quedo mirándole un rato porque me tiene confusa, su cambio de actitud conmigo, su ayuda, su preocupación, de verdad que ahora mismo estoy muy confundida.

-¿Por qué vas a ayudarme? ¿Por qué no me dejaste morir? ¿Por qué estoy aquí Eric?

-Porque me importas.