Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra - Mini rubia

(Meses después)

—¿Así está bien? —Aiden pregunta moviendo el cartel con el nombre de nuestra bebé.

Frunzo los labios acariciando mi vientre de ocho meses y medio.

—Un poco más a la derecha.

Él mueve el cartel sin rechistar hasta que queda perfecto y ese Sophie que pinté yo misma se ve centrado.

Baja de la escalera y se aproxima a la silla donde yo estoy comiendo papitas.

—Deja algo para mí —me dice, tomando un puñado.

Le lanzo una mirada de muerte.

—Yo soy la que tiene una bebé dentro y pesa un millón de kilos, así que las papitas son mías.

Una oleada de orgullo me recorre cada vez que logro hablar sobre comida sin sentirme culpable, a pesar de que hace años que superé mi problema.

Él levanta las manos, dándose por vencido y mira alrededor. Es un cuarto muy bonito. Los dos trabajamos para que lo sea. Paredes rosa suave con dibujos que hicimos juntos, la cuna y un baúl con juguetes que definitivamente no va a usar al principio pero igual compramos y nos regalaron —especialmente mi padre, quien está muy emocionado por ser abuelo por segunda vez—.

Tal vez no sea el mejor cuarto ni el que tenga más cosas pero fue hecho con amor y eso es lo que importa.

Aiden hizo lo que dijo: comenzó a dar clases de arte a niños dos veces por semana y entre eso, los cuadros que vende y mi trabajo —que tuve que dejar a finales del séptimo mes porque ya no podía ni caminar dos pasos sin cansarme— tuvimos suficiente para comprar todo lo que necesitamos.

—No puedo creer que en dos semanas tendremos una bebé aquí —murmura Aiden con una sonrisa.

—Nuestra bebé.

—Sí. Nuestra.

Y como hace todos los días desde que descubrimos que estaba embarazada, se arrodilla y le habla a mi vientre. Lo acaricia con cariño y es imposible que mis ojos no se humedezcan.

—Hola, amor —le dice—. ¿Cómo está todo ahí dentro? ¿Estás cómoda? Espero que sí. Solo quería decirte que te amo y muero por conocerte. Serás muy amada, Sophie.

Llegados a este punto ya estoy llorando. Aiden no se alarma, es algo normal últimamente. Veo películas de perritos, lloro. Hablo con papá, lloro. Veo ropa de bebé, lloro. No queda más chocolate, lloro.

Hago una mueca cuando una punzada particularmente fuerte en mi espalda y abdomen me hace inclinarme. Aprieto los dientes y la mano de Aiden. Cuando pasa, levanto la vista para ver a mi novio, que se puso pálido de repente.

—¿Estás bien?

—Sí. Son las contracciones de Braxton Hicks. Ya pasó.

—¿Segura? Tal vez deberíamos…

—Segura. Estoy bien.

Él asiente pero no se ve muy convencido.

Las contracciones siguieron durante toda la tarde. Aiden no para de decir que debería ir al hospital y, aunque yo le he dicho que aún es pronto, comienzo a creer que sí deberíamos ir. Solo por si acaso.

—Está bien —me rindo—. Ve a buscar los bolsos.

Él va al armario a tomarlos y mientras yo me pongo de pie pero apenas me levanto siento una contracción más fuerte que las demás. Algo húmedo y pegajoso me recorre las piernas y pega mi vestido a mi piel. Me quedo muy quieta, incapaz de bajar la vista.

—¿Acabas de…? —Aiden balbucea.

—Sí. —Lo miro, repentinamente asustada—. Rompí bolsa. Sophie va a nacer.

Aiden no tarda en llevarme al auto luego de que las palabras salgan de mi boca. Conduce con manos temblorosas, más rápido de lo que usualmente lo hace pero con cuidado. Siempre con cuidado.

Tardamos varios minutos en llegar al hospital. Minutos donde yo llamo a papá y a Amelie para avisarles que ya es hora.

Cuando llegamos, me toma en brazos, a pesar de que creo poder caminar por mi cuenta. Entra gritando que voy a dar a luz así que le doy un golpe en el brazo.

—¿Qué haces? —Sus ojos están muy abiertos. Aterrados.

—Tampoco tienes que gritarlo, idiota.

Me mira durante varios segundos antes de romper en carcajadas.

—Te amo, ¿lo sabías? —me dice.

—Yo ta… —Me detengo en medio de la frase cuando otra contracción llega. Afortunadamente, también lo hace una enfermera con una silla de ruedas. Aiden me sienta allí y camina a mi lado hasta la habitación donde me dejan para monitorearme.

—Bueno, Emilie, aún te falta dilatar siete centímetros —me dice la doctora.

—¿Eso cuánto tiempo va a llevar? Porque ya duele mucho.

—Unas horas.

Reprimo las ganas de maldecir. ¿Horas sintiendo este dolor?

Ella se va y me deja con Aiden. Él sigue pálido y las manos le tiemblan un poco cuando sostiene las mías.

—¿Estás bien? —Acaricia mi pelo—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Estoy bien. Solo… quédate aquí conmigo.

—Siempre.

—¡Vete, maldita sea! —lloro mientras me retuerzo en la cama—. ¡Esto es tu culpa!

Aiden luce perdido pero no se va.

—Rubia…

—¡Deja de decirme rubia! ¡Siento que esta bebé va a partirme por la mitad!

—Dudo que eso sea posible —murmura y yo lo fulmino con al mirada.

En ese momento la doctora aparece y me revisa para ver cuántos centímetros dilaté. Hace nueve horas que estamos aquí. Hace nueve horas que siento que un pequeño humano va a abrirme desde adentro y salir por su cuenta.

—Ya tienes diez centímetros. —Juraría que un coro de ángeles suena a mi alrededor—. Vamos a la sala de parto.

No recuerdo mucho de lo que sucedió entre eso y el momento donde ya estoy en la sala de parto lista para pujar. Solo sé que las contracciones me cortan la respiración y me hacen llorar del dolor. Creo que Aiden desaparece así que lloro un poco más por eso pero la doctora me dice que fue a cambiarse.

—Aquí estoy, amor —me dice él pronto.

—¿Estás lista, Emilie? —La doctora me sonríe.

Quiero gritar que no pero otra contracción me roba el aire. Cuando pasa, asiento.

Creí que ya había pasado por lo peor pero estaba equivocada. Siento que van a desgarrarme por dentro y que en cualquier momento me quedaré dormida del agotamiento. Pero Aiden está aquí, limpiando mi sudor, besando mi frente, diciéndome lo fuerte que soy y lo orgulloso que se siente de mí así que continúo. No sé cuánto tiempo pasa antes de que la doctora diga:

—¡Una vez más!

Solo sé que lo hago, pujo con las pocas fuerzas que me quedan y un llanto fuerte y enojado invade mis oídos. Mi vista está algo borrosa por el esfuerzo pero aún así intento enfocar a la cosita pequeñita que envuelven en una manta rosada y depositan en los brazos temblorosos de Aiden. Él se queda mirándola durante lo que parece una eternidad, maravillado. Luego me mira a mí y mi corazón se expande cuando noto que sus ojos están llenos de lágrimas.

—¿Puedo sostenerla? —pregunto con voz pastosa.

Él asiente de inmediato y la deja en mis brazos con cuidado. Es tan pequeña y frágil, tan hermosa. Tiene un poco de cabello rubio y la piel rosadita. Sus ojos aún están cerrados pero ya muero por saber de qué color van a ser. Si serán azules como los míos o si serán negros como los de Aiden.

—Tuvimos una hija —es lo único que puedo decir.

Aiden ríe y me abraza con un solo brazo para tener el otro libre y poder acariciar la mejilla de nuestra niña. Luego, besa mi sien.

—Sí, amor, tuvimos una hija. Y es tan hermosa como tú.

—¿Crees que se parece a mí?

—Por supuesto que sí. Me gusta la idea de una mini rubia a la cual mimar.

—Tal vez luego podamos tener un mini Aiden —suelto sin pensarlo.

Él me mira con las cejas elevadas.

—¿Quieres un mini Aiden?

—No ahora pero… —Bostezo—. Más adelante sí. Me gustaría.

Él sonríe y besa mi frente antes de tomar a Sophie.

—Está bien, rubia. Descansa y luego trabajaremos en ese mini Aiden.

Lo último que pienso antes de quedarme dormida es en lo feliz y afortunada que me siento por tenerlos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro