Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra de navidad

(Unos meses antes del epílogo).

La risa me despierta.

Estoy solo en la cama así que me levanto, me pongo una camiseta y salgo de la habitación para buscar a Emilie. No tardo en encontrarla. Está en la cocina con Sophie. Se tiran harina la una a la otra mientras ríen a carcajadas, y algo en mi pecho se siente cálido al verlas así. Podría mirarlas todo el día y no cansarme jamás.

Sophie gira y me ve. Sus ojitos se iluminan de inmediato.

—¡Papi, papi! —grita y corre a abrazarme. Bueno, a abrazar mis piernas porque aún es demasiado pequeña como para llegar a mi cintura.

—Hey, mini rubia —la saludo, acariciando su cabello con cariño—. ¿Qué están haciendo tú y mami?

Se aparta y frunce sus labios con el entrecejo hundido, intentando recordar la palabra.

—Ga... Ga...

—Galletas —la ayuda su madre con una sonrisa.

—¡Eso! —exclama mi pequeña.

—Mmm qué rico.

—Sí. Pero mami me tiró ha... hari...

—Harina. —Emilie vuelve a ayudarla.

—Eso. En la cara. Y no pudimos teminar.

—Yo recuerdo las cosas diferente, pequeño diablito —le dice mi rubia.

Nuestra hija la ignora.

—¿Nos ayudas? —me pregunta con los ojitos brillantes por la ilusión.

Es imposible decirle que no cuando me mira así. Mi hija es algo manipuladora, y eso que solo tiene cuatro años.

—Claro.

Da saltitos mientras aplaude antes de tomar mi mano y llevarme junto a su madre. Le doy un beso corto en los labios a mi esposa.

—Buenos días, rubia.

Ella sonríe y el mundo se ilumina.

—Buenos días a ti también.

—Papi, deja de aspirar a mami —me regaña Sophie, causando que ría.

—Está bien, amor, dime cómo hacer las galletas.

Ella sonríe y comienza a explicarme.

Sophie no para de correr de aquí para allá. Amelie, Matt y los niños ya se fueron, demasiado agotados como para quedarse hasta medianoche. Luc dijo que mañana volvería para pasar más tiempo con su sobrina ya que hoy solo pudo estar un rato.

Miro el reloj. Ya son más de las 12.

Tomo la mano de Emilie y le hago una seña a Sophie para que me siga. Ella se cubre la boca con sus manitos y ríe.

—Ven.

La guío hasta el patio, desde donde podemos ver los fuegos artificiales que llenan de colores el cielo. Es hermoso. Pero no tanto como la mujer a mi lado.

—Tengo algo para ti —digo en voz baja.

—¿Un regalo de Papá Noel? —bromea.

—No, un regalo de tu esposo.

Sus mejillas se ponen rojas de inmediato. Reprimo la risa.

—Espera aquí.

Asiente y yo voy a buscar su regalo. Cuando salgo y la veo allí de pie, viendo los fuegos artificiales con ese vestido rojo que se amolda a sus curvas me quedo sin aire. Joder, es preciosa. Y es mi esposa. No importa las veces que lo repita, siempre me golpea como un camión. Emilie es mi esposa. Tenemos una hija. Somos felices. Soy feliz.

«Lo logré, mamá. ¿Estás orgullosa de mí?»

Continúo caminando y me detengo junto a Emilie. Sus ojos me miran con curiosidad. Trago saliva, repentinamente nervioso.

—Es algo sencillo pero quería darte algo.

—¡Yo ayudé! —exclama mi mini rubia.

Le entrego el paquete envuelto en papel navideño a su madre, que lo observa, curiosa y emocionada. Rasga el papel y suelta una exclamación cuando ve las letras enormes de colores que decoran la tapa del cuaderno. RECUERDOS. Lo abre y una foto de nosotros dos en nuestro parque, cuando aún éramos unos adolescentes, es lo primero en aparecer. Luego una de nosotros en nuestro primer día de universidad. Una de la primera ecografía de Sophie. Una donde yo beso el vientre desnudo de Emilie, que apenas tiene una ligera curva que indique la presencia de nuestra mini rubia. Una donde estamos recostados, Emilie ya casi al final de su embarazo, yo acaricio su vientre y le hablo mientras ella me mira con ternura. Una de Sophie con apenas unas horas de nacida. Del primer día que pasó en casa. De su primer cumpleaños. Cuando le pedí matrimonio a Emilie, ella sonriendo mientras miraba el anillo en su dedo, yo mirándola a ella y las estrellas observándonos a los dos. Del primer Halloween de Sophie, vestida como calabaza. De su primera navidad, con un traje de reno precioso. Y una decena de recuerdos más.

Nuestra historia en fotos.

Cuando Emilie llega al final, ya tiene un montón de lágrimas cayendo por sus mejillas.

—Las páginas en blanco son para llenar con nuevos recuerdos —aclaro.

Eso la hace llorar aún más.

—¿Por qué mami llora? ¿No le gustó nuestro regalo? —El labio de Sophie comienza a temblar.

Emilie se agacha para quedar a su altura.

—Amé su regalo. Es el mejor regalo que me han dado.

Los ojitos de Sophie brillan.

—¿El mejor?

Emilie asiente.

—El mejor de todos.

Muestra pequeña la abraza, feliz, pero se ve interrumpida por un bostezo.

—Ahora creo que es momento de ir a dormir. —Me mira y dice en voz baja—. Espérame en la habitación. Iré apenas se duerma.

Asiento, y veo como mis rubias favoritas ingresan a la casa.

No pasa mucho tiempo hasta que Emilie entre a nuestra habitación. Aún tiene los ojos hinchados de tanto llorar.

—Es precioso —murmura—. Muchas gracias.

—No tienes nada que agradecer. Eres la mujer que amo, hacer un álbum no es nada.

Traga saliva.

—Sobre las páginas en blanco... Estaba pensando y tal vez podamos usar una hoy.

Mis cejas de levantan.

—¿Ah, sí?

—Sí. —La veo caminar hasta el armario y abrir un cajón. Rebusca entre su ropa y esconde algo detrás de su cuerpo—. No sabía si dártelo ahora o no pero... Feliz navidad, amor.

Pone algo en mis manos. Un par de zapatos color celeste para recién nacido. Mi cerebro hace cortocircuito. Me quedo varios segundos mirándolos sin saber qué decir.

—¿Qué…? ¿Estás...? —balbuceo.

—Tengo ocho semanas —confirma con una sonrisa enorme y llena de emoción.

Me arrodillo y mi frente se presiona contra su vientre mientras la estrecho con fuerza, aunque no demasiada para no hacerle daño.

—Tendremos otro bebé —susurro, sin poder creerlo.

Emilie tiene los ojos húmedos.

—Así es.

Vuelvo a apoyar la frente contra su vientre, sintiendo una felicidad que solo sentí cuando sostuve a Sophie por primera vez, hasta que siento el clic. Levanto la vista para encontrarme a Emilie mostrándome su teléfono. Hay una foto algo borrosa pero llena de amor de mí abrazado su abdomen con desesperación, felicidad y emoción.

—Es perfecta —le digo con la voz quebradiza. Hay lágrimas en mis ojos también y un cúmulo de sentimientos que no podría ni siquiera intentar explicar—. Los amo. Lo sabes, ¿no? Me haces feliz cada día con tu sonrisa y ahora… —Acaricio ese lugar donde una parte de nosotros crece—. Los amo.

Ella derrama varias lágrimas mientras acaricia mi cabello. Luego sus manos se unen a las mías, pequeñas y suaves.

—Y nosotros te amamos a ti. Mi Aiden. Mi amor.

Nos acostamos abrazados, no puedo apartarme de ella, de ellos.

—Jamás creí que podría sentir esta felicidad —susurro—. Siento como si mi corazón fuera a salirse de mi pecho, como si ya no tuviera suficiente espacio. Es abrumador pero hermoso.

—Me siento igual. Sophie, tú, el bebé… es más de lo que esperaba. Mucho más. Y estoy muy agradecida por tenerlos conmigo.

Le acaricio la espalda hasta que su respiración se acompasa y noto que se ha quedado dormida. Sonrío antes de darle un beso en la frente y deslizar mi mano hasta su vientre.

Creí que yo sería quien le daría un regalo pero el suyo fue mil veces mejor.

Y me quedo dormido así, feliz, completo, con el amor de mi vida en mis brazos y una parte de los dos latiendo bajo mi mano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro