Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34.- Alergias y algo más...

Corey

Estornudo por décima vez.

No podía estar otro minuto más aquí dentro, pero la fila de hoy era bastante larga y no tuve más remedio que esperar a que llegase mi turno. Impaciente y con la nariz picándome más y más con cada segundo que pasaba, miro a mi alrededor y asomo mi cabeza por un lado, viendo que todavía quedaban alrededor de diez personas por pagar delante de mí.

Estos serán los siguientes veinte minutos más torturantes de mi día.

Con mi mano derecha, alcanzo el cuello de mi camiseta y lo pongo por encima de mi nariz, tratando de crear una barrera de tela contra el ambiente que me rodeaba. Sin embargo, con la izquierda sostenía lo que tenía para mis chicas, sonriendo en cuanto posé mi mirada en ellas una vez más. Veinte minutos de tortura valdrían la pena para que, aunque una sonrisa diminuta dibujara ella en sus lindos labios de Soli.

El pensar en ella hizo que el tiempo pasara más rápido, y cuando menos lo esperé, ya era mi turno por pagar.

Usualmente, la que siempre estaba en la caja registradora era la señora Arthur, que siempre me hacía la misma pregunta: "¿Has de quererla mucho, eh?", estirando sus arrugados labios en una sonrisa soñadora. Y como ella siempre preguntaba lo mismo, mi respuesta, por consecuente, también era la misma. "Como no tiene una idea".

Pero ahora, por tercera vez consecutiva me había atendido una chica, asumía que era la nieta de la señora Arthur. Ella, al verme de nuevo, comprando lo mismo de siempre, alza una ceja, despectiva. Habíamos intercambiado una que otra palabra, pero nunca habíamos confesado nuestros nombres.

—¡Tú de nuevo! —exclama, forzando una sonrisa, mirando las rosas que llevaba en mis manos.

—Y tú de nuevo. —ahora era mi turno de sonreír, pero la mía siendo más natural.

Se queda callada unos segundos, esperando a que yo le tendiera las flores para envolverlas para mí, como usualmente lo hacían en esta floristería.

—Chico, o eres un mujeriego sin remedio, o realmente estás enamorado de una chica como para estarle regalando tantas rosas. —dice con burla, un poco irritada.

Se veía que no le caía tan bien.

Me río con su comentario, porque al parecer, no pudo contenerse, y a decir verdad, creo que estando en su lugar, también querría hacerme la misma pregunta.

Pero a diferencia de ella, yo me guardaría el comentario. No era de su incumbencia, pero si hubiera sido más amable, tal vez hubiera respondido su incógnita.

—Bueno, eso a ti no debería importarte, ¿verdad? —Le sonrío, ahora sí forzando esta misma— Mientras yo compre aquí, todo está bien para ti, ¿cierto? —eso logra que la sonrisa altanera que llevaba en su rostro se borre de golpe. Se aclara la garganta y asiente una vez—. En fin, aquí está el dinero. Que tengas un lindo día.

Doy media vuelta y hago mi camino entre las personas que faltaban por ser atendidas. Detrás de mí escucho en suave "igualmente" que asumí, vino de la chica que me atendió hace un par de segundos atrás.

Otro estornudo se escapa de mi nariz antes de salir de la floristería. Tallo con fervor mi nariz, intentando que la picazón se fuera, pero no estaba funcionando del todo. Creo que había pasado tiempo dentro de este lugar porque los ojos comenzaban a escocerme y la piel de mis manos ya comenzaba a verse irritada. Ahora es turno de tallar mis ojos con la tela de mi camiseta.

De vuelta a casa, las molestias se hacían más frecuentes pero no quise prestarle mucha atención, tenía pastillas para controlar las malditas alergias.

Mi meta ahora era entregarle las rosas a Soli yo mismo, porque desafortunadamente, el pequeñín que hacía el trabajo por mí estaba fuera de la ciudad y no me quedó más remedio que aunque quisiera encontrar a otra persona que lo hiciera por mí, no encontré a ninguna.

Y los chicos se negaron a hacerlo por mí cuando Soli y yo estábamos mal. Bastardos.

Estaciono el auto frente al apartamento de mis chicas mientras tomaba las flores que había comprado y bajaba de este. Saco el manojo de llaves e inserto la correcta para poder abrir la puerta, encontrándome con casi todos reunidos en la sala, charlando. Cierro la puerta detrás de mí entro.

Barro mi vista por todos y me acerco para saludarlos, no encontrando a quien quería ver en este momento, pero ellos al verme, se ríen del aspecto lucía recién.

—Hermano, estás rojo e hinchado —apunta Drew—. ¿Cuánto tiempo conviviste con la naturaleza?

—Más de lo debido —me río—. ¿Dónde está? Le traje sus rosas...

—En el baño, dijo que se sentía algo enferma, pero ya viene. —contesta la castaña.

Deposito un beso en las mejillas de Summer y Claire. Ellas esbozan sonrisas al ver las rosas que tenía entre mis manos. Tres, para ser exacto. Una roja, dos amarillas.

La roja era para Soli, pero las amarillas eran para mis otras dos chicas, porque también las amaba, solo que no románticamente, sino de una manera amistosa, como si fuesen de la familia, y es que eso eran para mí, para todos nosotros. He ahí el color de las rosas que les regalaba.

—Estas, chicas, son para ustedes. —chillan con emoción al recibirlas, dándome un abrazo adicional en el proceso. Sonrío al verlas contentas. Me dan las gracias— Pensé en comprarles una para que supieran que también las quiero.

—¿Y para mí no hay ninguna? —y ahí estaba la voz que me hizo sonreír como estúpido. Me volteo lentamente, encontrándome con una pequeña, pero bonita sonrisa en su rostro.

Doy unos pasos hacia adelante, acercándome a ella, entregándole la flor. Antes de recibirla, me da un beso corto y después recibe gustosa la rosa, y ya haciendo esto de costumbre, la olfatea. Yo vuelvo a estornudar, pero por alguna razón aparente, Soli mantiene la rosa en su rostro. Ruedo los ojos.

—Anda, ríete de mí.

No espera mucho para hacer lo que le dije y acompañada de los demás, ríen de nuevo. Minutos después, cuando logra controlarse, es cuando habla.

—Corey, ¿por qué luces así? —me mira con fijeza, analizando mi rostro con curiosidad, el cual debía estar completamente rojo para estos momentos.

—Soy alérgico a las flores —le respondo, rascando mi brazo izquierdo—. Bueno, no alérgico a las flores en sí, sino al polen.

Oh, la ironía.

Soli abre los ojos con sorpresa.

—Oh, por eso siempre mandabas al pequeño Jack para que me las entregara, ¿verdad? —razona. Asiento como respuesta, dándole otro beso— Es irónico que aunque seas alérgico al polen de las flores, continúes regalándome una cada día, ¿no crees? —se ríe de nuevo.

Minutos después me dirijo al baño después que Summer me informara que todavía quedaban pastillas para mis alergias detrás del espejo del baño. Había comprado varios frascos de pastillas, dándole una a cada quien para que las mantuvieran en su casa, por si llegaba suceder algo parecido a lo que había pasado hoy.

Después de todo, si funcionó.

Tomo una píldora y la llevo a mi boca, ayudando a pasarla con el vaso de agua que Claire me había traído.

Cuando regreso a la sala, pregunto dónde se encontraba el sexto miembro de nuestro grupo.

Resulta que había ido a comprar algo de comer, pero conociendo a Dan, de seguro compraría comida rápida, como pizza o algo por el estilo, incluso, sería capaz de comprar pastel y alguno de nosotros terminaríamos por comprar algo más. Ya había sucedido una vez, así que no podía esperar menos viniendo de él.

No tuvimos que esperar mucho más para que él llegara con lo que sea que haya comprado para todos. De pura suerte, y tal vez solo porque Soli estaba aquí, decidió comprar algo sensato, claro, dentro de lo sensato para Dan. Pizza.

—Estuve a punto de comprar unos cupcakes que se veían realmente deliciosos, pero solo por ti, amor mío, compré estas pizzas con queso extra y champiñones —confiesa, acercándose a todos con las cajas en una mano y con bebidas en la otra—. Lo que hago por amor a ti, Soli.

Niega con la cabeza repetidas veces, como si hubiera hecho el sacrificio del año. Río porque es Dan y solo Dan. Drew le da un golpe en la parte trasera de su cabeza y rueda los ojos. Todos ríen, incluyéndome. Todos menos Soli, que tenía una sonrisa forzada en su rostro, mientras se quedaba estática en su lugar.

Arrugo mis cejas al ver su reacción. Segundos después todos caminamos hacia el comedor y ella toma asiento, sirviendo la bebida. Las chicas ponen platos en la mesa y Dan le sirve el trozo más grande a Soli, que al verlo, abre los ojos con sorpresa, pero mi amigo, al ver que todos nosotros comíamos y que ella solo tomaba de su bebida, acercó la pizza al rostro de ella, obligándola a comer un bocado.

—Vamos, abre grande. —le ordena, juguetón.

Ella lo hace, pero al pasar la comida por su garganta, tuerce sus labios y arruga sus cejas, posando su mano en su boca. Segundos después, detenemos nuestra charla al ver cómo Soli se levantaba de la mesa a paso rápido y salía corriendo. Todos nos quedamos estáticos por su reacción pero no me toma más del minuto en reaccionar y salir corriendo detrás de ella.

Al siguiente momento, un poco extrañado y asustado por la situación, la encuentro en el baño, hincada frente al retrete, regresando todo lo que tenía en su estómago.

Estaba vomitando.

***

El estómago se me revuelve cuando recuerdo que dentro de algún cajón en mi casa había una pequeña caja que ya había comprado hace no más de dos semanas, cuando Dan y Drew me habían acompañado a escogerlo.

Puede que aunque apenas llevemos un poco más de un mes de relación, yo sentía que nuestra historia ya había comenzado desde el momento en que la vi, pero no fue cuando le regalé la primera rosa hasta que ella por fin comenzó a notarme. No como un amigo, sino como algo más.

Dos semanas atrás...

—Vamos chicos, ocupo su ayuda. Es realmente importante —les ruego con la mirada—. Iré a mi casa por mi cartera y después pasaré por ustedes en quince minutos.

Terminaron accediendo.

De camino a la joyería, las manos me sudaban como puerco y no hablé durante el trayecto, dejando a ambos con la incertidumbre de qué podría ser tan importante como para interrumpir su rutina diaria. Habían intentado sacarme aunque sea algunas palabras, pero fallaron rotundamente cuando se dieron cuenta que estaba demasiad nervioso como para si quiera hablar.

Al bajarnos, ambos entendieron a la perfección la razón de mi nerviosismo y mi mudez, porque al ver en donde nos encontrábamos, ellos tuvieron la exacta misma reacción que yo tenía.

—Corey, hermano, ¿estás seguro de que quieres esto tan pronto? —Drew posa su mano en mi hombro, mirándome sorprendido, al igual que lo hacía Dan. Nos apartamos un poco para tener un poco de privacidad entre los tres. Había mucha gente.

Tomo una inspiración profunda cuando recuerdo lo acontecido hace cuatro meses. Me relajo cuando cierro mis ojos y una bonita imagen del rostro de Soli aparece frente a mí. Cuando los abro de nuevo, siento que estos arden un poco.

Sonrío mientras asentía con firmeza.

—Seis meses —solté de repente, soltando una carcajada cuando lo confesé. Se sentía bien hacerlo. No hizo falta decir más para que ellos entendieran a lo que me refería. Los ojos de ambos se abren con sorpresa—. Chicos, yo la amo. No podía estar más seguro sobre esto, porque lo quiero más que nada en el mundo. Así que, ¿qué dicen?, ¿me ayudarán a escoger el anillo más bonito para ella?

Les doy mi sonrisa más entusiasta. Ellos todavía se mantenían un poco escépticos por mis palabras, con la mirada perdida, pero después de unos minutos vuelven a la realidad, encontrándose con mi rostro.

Ambos esbozaron una sonrisa tan ancha como la mía.

—Solo el más encantador para Soli —Dan me estrecha en un abrazo rápido—. Felicidades, hermano. Estás completa y locamente enamorado.

Cuando corto mi abrazo con Dan, Drew se acerca, pero él, en cambio, me da un apretón en el hombro izquierdo, esbozando una pequeña sonrisa y asintiendo una vez a modo de aprobación.

Una vez más, inspiro hondo, armándome de valor y entramos a la tienda, encontrándonos con la mujer de edad mayor que estaba atendiendo, dándonos una sonrisa cordial a manera de bienvenida.

—Sean bienvenidos, jóvenes —otra sonrisa—. ¿En qué puedo servirles hoy?

Los tres nos miramos al mismo tiempo y le devolvemos la sonrisa a la mujer, como si tuviéramos años de práctica.

—Un anillo de compromiso.

La mujer, al escuchar mis palabras, se le iluminó el rostro y nos hizo un ademán con su mano para que nos acercáramos, llevándonos al lugar indicado, en donde todos los anillos del tipo que yo buscaba estaban. Martha, la mujer que nos estaba asistiendo comenzó a mostrarnos los anillos más bonitos y extravagantes que se veían a través del vidrio.

Las horas pasaron volando, pero para mi mala suerte, los chicos ni yo pudimos encontrar uno que nos gustara, porque Soli no era de gustos extravagantes, ni amante de lo costoso, sino alguien más sencilla, pero especial. Martha, al ver la aflicción en nuestros rostros, suspiró y sonrió. Me pidió ver una foto de la afortunada, como la había llamado y yo le cumplí el requisito.

La observó con detenimiento, analizando e intentando descifrar lo que podría ser la mejor elección y minutos después, fue cuando el rostro, por segunda vez, se iluminó.

—Tengo el anillo perfecto para ella, un momento, por favor —al decirlo, salió disparada a donde creía que era una pequeña bodega. Momentos después regresó con una caja en sus manos y una gran sonrisa—. Otro hombre, hace más de cinco semanas vino y dijo que lo llevaría, pero apenas ayer vino y lo regresó. Olvidé ponerlo junto a los demás. Al parecer ya estaba destinado para ti.

Me extiende la caja y la abro, encontrándome con el anillo que había dentro. Sonrío con aprobación al ver que el anillo era realmente el más precioso que había entre todos. Si hubiera una palabra para describirlo, definitivamente sería especial, como Soli. No era grande, tampoco muy pequeño sino que lo imaginé puesto en el dedo de la chica a la que amaba y creo que esa pudo haber sido la imagen más asombrosa que se pudo haber cruzado en mi mente.

—Es el indicado. —dijimos los tres al unísono al verlo destellar cuando la luz dio contra la piedra.

—Ahora solo falta que Soli diga que sí...—dijo Dan, bromeando.

Soli ya tenía un par de semanas actuando realmente raro. No se alimentaba bien, se veía un poco más demacrada, pero igual de bonita como siempre.

Tenía mis sospechas y de solo pensar en ello me ponía nostálgico.

La veía con detenimiento mientras reía juntos a los demás, sobre una anécdota embarazosa que Summer había pasado con su ahora novio Jim. Sonreí al verlos todos juntos, felices.

Saco el teléfono de mi bolsillo y lo enciendo, activando la cámara para tomarles una fotografía a todos. Con disimulo, intentando que ninguno se diera cuenta de mis acciones, presiono el botón que aparece en pantalla, capturando así el momento. Veo el resultado y sonrío al verlo.

Verlos ahí, juntos, me puso nostálgico por una razón u otra. Summer, mientras seguía hablando, barría la mirada por todos, hasta que por fin posa sus ojos en los míos. La sonrisa le tembló y con rapidez limpio la lágrima que había decidido escaparse de mi ojo. Tallo mi rostro con la mano, intentando despejarme de todos los sentimientos encontrados que resentía ahora mismo.

Asiento en dirección a mi rubia favorita, dándole una mirada cómplice; le guiñe el ojo. Summer dudó antes de seguir platicando, haciendo a los demás reír una vez más.

Después de un rato, poco a poco los chicos se marcharon del apartamento porque ya era tarde y cada quién tenía cosas por hacer en la mañana. Llegó el momento en que se redujo hasta que quedamos Summer, Soli y yo. La rubia aprovechó cuando Soli había ido a cambiarse en su habitación por algo más cómodo para acercarse a mí. Sabía que algo me pasaba.

—¿Qué sucede, Corey? —Me mira preocupada— ¿Por qué llorabas hace un rato?

Le doy una sonrisa tranquilizadora.

—No es nada, solo me quedé atrapado en el momento, ya sabes...—la abrazo y deposito un beso en su frente— No te preocupes, elote. —la alejo de mí y la miro, aún con mi sonrisa.

Ella, por alguna razón presiente que le estaba mintiendo, pero no insiste, sino que decide quedarse callada, porque tal vez si pensaba en otra cosa, no lo soportaría. Me da una sonrisa triste.

—¿Sabes que algún día tendrás que decirle, verdad? —me mira severa. Me congelo, pero asiento.

Otra sonrisa le regalo.

—Todo a su tiempo, Sum.

Nuestra pequeña charla termina ahí, nadie más dice nada. Ella da media vuelta cuando recibe una llamada de su novio.

Las facciones le cambian a unas más felices y termina por avisarme que tendrá una salida con él, por consecuente, significa que tendría tiempo a solas con Soli.

Summer sale disparada por la puerta principal antes de darme otro abrazo que duró más de lo normal. Asiento y le hago un ademán con mi mano para que fuera al encuentro de Jim. Cuando la veo salir por la puerta, me encamino al cuarto de Soli, en donde estaba de espaldas, viéndose en el espejo, arreglando su cabello.

Con paso silencioso me acerco por detrás y cruzo mis brazos por enfrente de su abdomen. Recargo mi barbilla en su hombro y dejo un beso en su cuello. Ella se estremece. Cierro mis ojos e inspiro su olor, tratando de guardar su fragancia en lo más profundo de mi ser.

Ella tampoco dice nada, sino que solo se queda ahí, disfrutando del momento como yo lo hacía con tanta gracia.

La giro y ella queda de frente. Junto nuestras frentes y suspiro. Realmente estaba preocupado por su estado, pero había llegado a tal punto que creía con fervor que yo la conocía mejor que ella misma podría hacerlo alguna vez.

—¿Realmente crees que todo está bien contigo? —le pregunto, regalándole una sonrisa.

Ella suspira y lleva una mano hacia mi cabello, removiendo un mechón de mi rostro. Me da un beso corto.

—No pasa nada conmigo, tal vez algo que comí no le asentó a mi estómago. —ríe.

Niego repetidas veces porque sabía que sucedía con Soli y en definitivo no era alguna comida que le causó dando, pero ahora que logro asimilarlo, la felicidad era lo único que podía sentir ahora mismo. Me despego de ella, y le tomo las manos.

—Cariño, estás embarazada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro