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29.- La casa del lago.

Viernes

—Vamos, John, ¡por favor! —persigo a mi compañero de trabajo por toda la pastelería.

Desde que Summer me había comentado que nos iríamos el fin de semana a la casa del Lago, he estado intentando convencer a John desde ayer para que me cambiara unos días para así poder ir con los chicos.

Sigo caminando a paso rápido detrás de él mientras que seguía rogándole sin parar. A decir verdad, John estaba haciendo un muy buen trabajo en estarme ignorando, como si yo no estuviera con él en ese momento, pero yo podía ser más insistente. Por un par de minutos más lo sigo como si fuera su cola.

Podía darme el lujo de hacerlo, porque había terminado temprano mi turno hoy y no tenía nada más que hacer aparte de persuadirlo de alguna forma para que aceptara, y ahora que lo observaba, se veía un poco aturdido gracias a mí y mi perseverancia. Con John mirando su móvil y yo frente a él viéndolo directamente, llegó el momento —al fin— en que él había llegado a su límite.

—Solo aceptaré con la condición que dejes de perseguirme a todos lados y me veas tan profundo —alza su vista y me mira con fijeza, con una mueca de enfado en ella—. Ah, y tampoco seas tan efusiva.

Le regalo una amplia sonrisa mientras me movía para calmar un poco mi emoción.

—¿Solo un abrazo? ¿Chiquito? —extiendo mis brazos y me acerco un paso a él. Sonríe con derrota y extiende los suyos. Lo abrazo con fuerza— Eres el mejor, John.

—Sí, sí. Lo sé —ríe mientras me estrecha—. Ahora ya, sácate de aquí. Ya me has molestado mucho. —me separa de él y vuelve a tomar su teléfono, poniendo toda su atención en él.

Asiento varias veces sin borrar mi sonrisa. Tomo mis cosas, y antes de irme, le doy un beso en la mejilla a mi compañero como despedida y agradecimiento una vez más. Justo cuando abro la puerta para marcharme, escucho como grita a mis espaldas.

—¡Me debes una, Soli Sanders!

Me apuro en tomar un transporte, puesto que en una hora teníamos que irnos.

Subo al taxi y le indico al conductor mi destino y esta de inmediato arranca. Mientras miro por la ventana, me doy cuenta que si el caso fuera que John no aceptara cubrirme por esos dos días, lamentablemente tendría que ir a despedirme de los demás, imaginando cómo sería estar con ellos, disfrutando de su pequeño viaje, pero como esa no era una opción, me empeñé en ser tan insistente con mi compañero que al final, dio resultado y aceptó.

Al llegar a la casa de Dan, me bajo del auto y le pago a la mujer que lo manejaba. Saco el manojo de llaves e inserto la llave de la casa de Dan, y en cuanto entro logro divisar una melena rubia y otra castaña moviéndose con rapidez de un lado a otro, tomando cosas de la casa para terminar de acomodar el equipaje que creían necesarios. Mientras tanto, Dan, Corey y Drew estaban completamente tranquilos, tomándose alguna bebida y charlando sobre cualquier cosa, con sus respectivas maletas alineadas junto a ellos.

Todavía con la emoción en mi sistema les grito un saludo a las chicas, para después acercarme a los chicos y saludarlos, dándoles un beso en la mejilla a Drew y Dan.

—Hola, chica —saluda el primero—. ¿Estás lista?

—Por supuesto que lo estoy —asiento, sonriendo—. ¿Han traído mi maleta? —recuerdo, de pronto. No había podido hacerme cargo de ella, así que la había dejado en manos de Summer.

—Aquí está, preciosa. Yo me encargué de traerla —me doy media vuelta, encontrándome a Dan con el pecho inflado, orgulloso—. La dejé junto a la de nosotros —sonríe y apunta donde está—. ¿Has traído algo para comer, Soli?

Me echo a reír por su repentina pregunta, que desde que se enteró que era repostera, siempre ha tratado de hacer cosas por mí para recibir un pedazo de pastel, galletas o cualquier otra cosa que yo hiciera. Y aunque esa pregunta ya la había escuchado decenas de veces, siempre lograba sacarme una sonrisa.

Drew, como siempre, negaba con la cabeza al escucharlo decir algo como eso, seguido de darle un pequeño golpe en la nuca. Saco de mi bolso una pequeña caja en donde se encontraba un trozo de pay de limón y se lo extiendo.

—Cada día te amo más, mi amor —me dice, recibiendo la caja que le ofrezco. Se acerca y me estruja entre sus grandes brazos y me da un sonoro beso en mi mejilla derecha—. Te envidio tanto, idiota, que siempre tendrás estas delicias, y ahora la has cagado. — le dice a Corey en modo de broma, causando que él le muestre el dedo medio.

Dan no le toma mucha importancia, pero sus palabras hacen que pose mi mirada en la cabellera rizada del chico. Me quedo así unos momentos y después desvío la mirada hacia otro lugar porque no quería que me atrapara viéndolo de esa manera. No mucho después, Drew y Dan se marchan en busca a las chicas porque habían pedido de su ayuda para acomodar unas cosas pesadas dentro de la camioneta en que nos iríamos.

La sala se queda en silencio y no me queda más remedio que dirigirle la mirada una vez más a Corey, que para ese entonces ya me estaba mirando con una sonrisa en sus labios.

—¿No habrá un beso para mí? —dice, levantándose de su lugar y tomando pasos hacia mí.

Siento mi corazón acelerarse un poco, pero no me muevo, sino espero a que él venga hacia mí. Cuando lo tengo en frente, se inclina un poco, poniendo su mejilla para que lo saludara igual que a los demás.

Estoy consciente que bien podría ser una trampa para recibir un beso en los labios, pero era un riesgo que estaba dispuesta a tomar. Me acerco con lentitud hacia su rostro y cuando mis labios están lo suficientemente cerca, es cuando espero que se gire, pero no lo hace. Se queda en la posición en la que está, esperando por mi beso y es ahí cuando deposito uno en su mejilla.

Observo como cierra sus ojos al sentir mi tacto, y los deja unos segundos más así, aun cuando yo ya me había separado.

Me hubiera encantado saber lo que estaba pensando en ese momento, pero la voz de Claire anunciando nuestra partida hizo que nos pusiéramos en marcha.

***

La mayor parte del camino la había pasado dormida.

Pero curiosamente, cuando nos acomodamos en el auto, yo había tomado asiento del lado izquierdo de la camioneta en la parte trasera y Dan era el que se sentó en medio de mi y Summer, pero cuando desperté, no era su hombro en el que estaba plácidamente recargada, sino el de cierto chico al que estaba tratando de evitar.

No sé en qué momento fue en que cambiaron de lugar, pero cuando noté que era Corey quien me había prestado su hombro para que durmiera, entré en pánico por largos segundos. No dije nada, sino que con cautela me acomodé en el asiento y miré su perfil. Esta vez sí me atrapó viéndolo y como siempre, una grande sonrisa se dibujó en su cara.

Mataría a Dan.

Pero como todavía faltaban algunas horas para llegar a Shutterville [1] decidí dormir un poco más, asegurándome esta vez de recargarme en la ventana y no en el cómodo hombro de Corey.

—¡Despierten, tortolitos! ¡Hemos llegado! —los gritos de Dan lograron despertarme.

Tallo mis ojos y me doy cuenta que ya era de noche. El cuello me dolía un poco por la posición en la que estaba.

Los demás ya se habían bajado del coche, dejándome a lo último, pero cuando quiero desabrochar el cinturón de seguridad, me encuentro con la cabeza de Corey ahora recargada sobre mi hombro y con su brazo derecho alrededor de mi estómago, abrazándome.

Con mi mano libre despejo el cabello de su rostro, aprovechando el poco tiempo que tenía aquí con él para acariciarlo cuando él de verdad estaba dormido.

Una vez más, escucho como alguien de los chicos grita nuestros nombres, pidiendo ayuda para acomodar las cosas dentro de la casa y es ahí cuando vuelvo a la realidad de nuevo.

—Corey, despierta. Hemos llegado.

***

Sábado

Decir que la casa en la que nos quedaríamos estos días era pequeña, no era cierto en absoluto.

Pensé que sería chica, que apenas habría una sola recámara, pero esta casa era más grande que el departamento en el que vivía. Tenía tres recámaras, cada una con un baño, cocina, sala, una amplia alcoba y hasta una pequeña recámara para ver películas.

Era realmente asombrosa.

Cuando me comentaron sobre esta salida, no pude estar más que emocionada por conocer esta grande ciudad y quedarme de visita el fin de semana. Mi conmoción fue tanta que ni siquiera me preocupé en los gastos de la renta, sino solo en los de la comida, que nos repartimos entre todos.

Me acerco a Summer con cautela y la jalo con suavidad para llamar su atención.

—Summer, ¿ya quedó liquidada la renta de esta casa? Porque no creo que haya salido barata...

—Tranquila, no te preocupes por eso. Todo está pagado. —me contesta con una sonrisa tranquilizadora.

—Pero yo no di nada para contribuir para pagarlo...seguro que ha salido carísimo pagar algo como esto. —comienzo a hablar apurada, viendo a mi alrededor.

Escucho la risa de Summer inundar mis oídos y no entiendo la razón detrás de ello.

—Por un momento se me olvida que esta es tu primera vez aquí —habla—. No tienes que preocuparte por pagar nada de la estadía aquí —continúa y posa sus manos en mis hombros—. De hecho, el dueño de esta casa es Corey y cada año venimos aquí a-...

—Espera, ¿qué has dicho? —La interrumpo antes que pueda continuar— ¿Esta casa es de Corey? —la rubia asiente como respuesta, extrañada ante mi sorpresa.

—Sí, ¿acaso no lo sabías?

—¿Saber qué?

—Pues que Corey es rico —dice sumamente tranquila ante ese hecho, uno que yo no sabía—. Cuando su padre murió, le dejó a él y a su madre una fortuna en el banco...pensé que ya lo sabías para este entonces, pero por la cara que tienes ahora, creo que yo fui la que te ha dado la noticia.

Asiento un par de veces, intentando asimilar la noticia. Sé que no es la gran cosa, pero eso logró impactarme.

No soy de esas chicas interesadas, jamás lo he sido y jamás lo seré, pero usualmente la gente adinerada siempre tiene aires de grandeza, pero Corey no, sino que es alguien muy sencillo y modesto. Nunca lo había mencionado, y ahora que me analizo todo, encajaba a la perfección.

Solo había una cosa que no lo hacía.

—¿Y entonces por qué trabaja en la biblioteca si no lo necesita? —pregunto.

—Bueno, él siempre había querido saber lo que era ganarse el dinero por su propia cuenta, y aunque no le paguen mucho en ese trabajo, él aprendió su cometido.

Sonrío ante la respuesta que me da, y una vez más, Corey Lester ha logrado impresionarme, porque no cualquiera con las posibilidades que él tiene haría eso solo para aprender el esfuerzo que se requería de ganarte un centavo. Lo admiré.

Summer a los segundos se fue caminando rumbo a los demás chicos que estaban bañándose en el lago que estaba frente a la casa mientras yo los veía de lejos. De entre todos logré divisar a Corey, correteando a Claire para echarla al agua junto a los demás y sonrío cuando los veo a todos felices.

No tardo mucho tiempo en dirigirme hacia ellos y acompañarlos.

Cuando llego a la orilla, me quito la camiseta y el pantalón corto que tenía, quedando en el traje de baño que llevaba puesto abajo. Me acerco un poco más al agua para tentarla, pero cuando ésta me alcanza tomo un paso atrás. Estaba helada.

—¡Vamos, Soli, no seas cobarde! —escucho el grito de Dan llamarme— ¡Ven al agua!

—¡Está helada! —grito de vuelta. Escucho los abucheos que mis amigos me brindan, para ver después cómo Drew comienza a salir del agua e inmediatamente sé que viene a por mí.

Doy pasos hacia atrás con lentitud mientras veo cómo una sonrisa maliciosa crece en los labios de Drew mientras más se acercaba hacia mí. Yo, por supuesto, seguía retrocediendo.

—Ni te atrevas, Andrew...—lo apunto con mi dedo índice. Sé que no le agradaba mucho que lo llamáramos por su nombre completo, y creo que ese fue mi error.

—Oh, no. Ahora sí que te echaré por completo —dice y avanza más rápido hacia mí. Comienzo a correr cuando él lo hace—. ¡Corey, ahora! —grita, y estúpidamente me detengo desconcertada.

No me da tiempo de preguntarme qué es lo que planean, cuando siento unos brazos rodeando mi cintura y alzándome, colocándome encima de su hombro.

Había caído redondita a su trampa y ahora Corey me estaba cargando, impidiendo que pudiera huir. Me retuerzo entre su brazo mientras que gritaba entre risas que me bajara. Para mi mala suerte él no me bajó, sino que tuvo el atrevimiento de darme una pequeña nalgada lo cual yo pasé por algo por estar retorciéndome ante su agarre, escuchando cada vez más cerca las carcajadas de los demás.

Cuando ya estamos dentro del lago, y el agua le llega hasta la cintura, habla.

—¿Estás lista, bonita? —pregunta con emoción.

—¿Para qué?

—Para esto.

De un momento a otro flexiona sus rodillas, sumergiéndonos por completo en el agua helada de un sopetón. Grito por la sensación que me causa el choque de temperaturas, pero ahora al menos no estaba en sus brazos.

Coloco mis pies en el suelo y me levanto, alcanzando el aire y respirando pesado.

—Me vengaré, chicos. —les digo causando que vuelvan a reírse.

***

El día pasó más rápido de lo que me hubiera gustado, pero dentro de todo eso, fue muy divertido.

Después de nadar un rato más en el lago, decidimos ir a pasear por la ciudad para ir a comer algo. Compramos bolsas de bombones y una caja de cerillos, puesto que querían hacer una fogata más al rato.

Era agradable estar aquí y olvidarse de todo lo que estaba pasando para simplemente disfrutar el momento.

Con el calor del fuego envolviéndome, suspiro mientras encajo en el palo un bombón para asarlo. Cuando creo que ya está listo para comerse, lo acerco a mí y soplo un poco en él para que se enfriara y así poder comérmelo.

La conversación que tenían todos era graciosa. Todos estaban contando recuerdos sobre su infancia y yo ya había contado la mía. Sonreía cuando los demás lo hacían, pero mi vista estaba fija en Corey, viendo cómo él se reía con los demás. En algún momento, quise alejarme un poco de todos ellos, y así lo hice.

Tomo la cobija que se encontraba junto a mí y la extiendo para taparme con ella. La noche estaba un poco fría. Me levanto y me alejo sin que nadie se diera cuenta y me dirijo al pequeño muelle que daba hacia el lago. Decido sentarme en la orilla y dejo que el viento golpee contra mi cabello y que el silencio me llene; cierro mis ojos unos segundos, y cuando los abro, estudio el cielo estrellado que tengo arriba de mí.

Este lugar es precioso.

Me quedo largos minutos sentada ahí disfrutando de mi momento a solas, cuando al siguiente segundo siento a alguien sentarse junto a mí. Está demás decir su nombre. Lo miro y él a mi.

Por más que intentara huir de él o alejarlo de mí, era inútil porque de alguna manera siempre terminábamos en el mismo sitio.

Veo que frota sus manos y entiendo que tiene frío. Extiendo la cobija y él me sonríe, tomando el extremo que le ofrecía, acercando más su cuerpo al mío, haciendo que nuestros brazos se tentaran. Trato de ignorar el cosquilleo que recorre mi piel ante su tacto, pero también estaba mi corazón latiendo a mil por hora.

—¿Cuánto más tiempo me torturarás con tu distancia? —pregunta haciendo que lo mire directamente. Se me hace un nudo en la garganta al ver sus ojos tristes.

Trago duro, mas no le contesto, porque no había una respuesta que darle. Se me habían acabado las excusas.

—Sé que te dije que esperaría por ti, y realmente lo haría de por vida, pero soy miserable sin ti, cariño...—continúa. Alza su mano y acaricia mi mejilla. Cierro mis ojos ante su acto—. No puedo dormir por pensar en ti, siento un vacío en el pecho, ese que ahora te niegas a llenar.

>> Te extraño tanto, y parece absurdo que lo haga porque te veo casi todos los días, pero te siento ausente en mi vida. Te quiero como nunca he querido a nadie, por favor no dejes que tu hermana arruine lo nuestro. Te lo suplico, cariño...

Una lágrima rueda por mi mejilla. Me duele escuchar las palabras salir de su boca, y más duele saber que tiene razón.

Tengo tanto miedo que he puesto de excusa a Beatriz aun sabiendo cómo es.

Recargo mi frente en su pecho, tratando de ocultar el hecho que estaba llorando por él. No pasan ni cinco segundos cuando su mano toma mi mentón y lo alza. Con cuidado limpia mis mejillas y besa mis párpados cerrados y eso me pone las cosas aún más difíciles; tiemblo ante su toque, me quema pero tampoco me alejo.

Abro mis ojos y me encuentro con los de él, tan bonitos como siempre.

Poco a poco se inclina hacia mi, intentando darme un beso en los labios. Me mira con duda, como si con sus ojos me estuviera pidiendo permiso, pero no le digo nada con los míos. Cuando sus labios están a punto de chocar contra los míos, presiono mi mano contra su pecho, alejándolo.

—No...—digo con la voz cortada. Corey mira hacia la nada, con la vista perdida en el lago mientras asentía una y otra vez.

Siento más ganas de llorar e intento alcanzar su mano, pero la retira antes que la toque. Está herido por mis acciones, por mi estúpido miedo e inseguridades, pero no era el único, porque yo también salía herida de todo esto.

Segundos después mis lágrimas cesan al ver un hilo de sangre salir de su nariz, llegando hasta su boca. Me preocupo al instante.

—Corey, estás sangrando...

Él automáticamente tienta su nariz y abre los ojos al sentir el líquido entre sus dedos. Me acerco a él con intenciones de ayudarle, pero se aparta una vez más de mi.

—Estoy bien —habla con brusquedad—. Y lo entiendo, no tienes porqué disculparte.

—Pero...—quiero seguir hablando pero se levanta y huye del lugar, dejándome sola una vez más.

Veo cómo se aleja y se mete a la casa, captando la atención de los chicos, que ahora ya no tenían una sonrisa en sus rostros. Al segundo dirigen sus miradas hacia mí y yo, como la cobarde que soy, dirijo mi vista a otro lugar, huyendo de las suyas.

¿Qué estás haciendo?

Me levanto de mi lugar y decido que es hora de ir a dormir, pero a medio camino del muelle, me encuentro con Dan.

—Soli, espera. —me detiene con la mano. Se balancea de enfrente hacia atrás, con las manos metidas en sus bolsillos.

—¿Qué sucede, Dan?

—He visto lo que acaba de pasar entre ustedes...—agacho mi mirada, viendo mis pies—. Solo...quería pedirte que no lo hagas esperar mucho —lo que dice logra llamar mi atención. Alzo mi vista—. Uno nunca sabe cuándo puede ser demasiado tarde, y tal vez, cuando tú te decidas sobre lo que quieras con él, no quiero que digas "ya es demasiado tarde".

De cualquier persona pude haber esperado unas palabras tan profundas, pero al parecer, Dan podía ser más observador de lo que yo pensaba.

Cuando estoy acostada sobre la cama, me es inevitable darle vueltas a lo que me dijo y es así como me quedo dormida, con sus palabras carcomiendo mi consciencia.

***

[1] Shutterville: Ciudad inexistente. Ha sido creada por mí.

¡Hola de nuevo! Aquí les dejo otro capítulo. 

Sé que un poco tarde, pero seguro.  Debería apurarme más a escribir, pero quiero decir que quedan pocos capítulos para acabar con esta historia.

¡Muchas gracias por su apoyo!

Nos leemos luego ;*

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