28.- "Lo siento".
—Abre la puerta, Soli —me rogaba Summer mientras golpeteaba esta misma del otro lado—. No me hagas tumbarla, te lo advierto. —sentencia mientras golpea con más fuerza y frecuencia.
Debo admitirlo, el tiempo ha pasado lento, sin embargo sigo igual que aquel día cuando lo vi marcharse en el auto de Dan.
Solamente salía para irme al trabajo, para comer o ir al baño. Por más eterna que se me hiciera la semana, ésta ya estaba por terminar, pero al parecer a la única persona que se le hacía largo el tiempo era solo a mí.
Summer ha sido más paciente conmigo que con nadie más al estar soportando la crisis en la que estaba, pero lo que la hacía entrar en desesperación era que no me mantenía en comunicación con nadie. Apenas hablaba para pedir o dar las gracias por algo, mientras que en el trabajo solo asentía cuando me daban una orden; estar ahí era más fácil. Todo era hornear y decorar, nada más.
Pero al seguir escuchando que los golpes en la puerta se hacían más constantes, me di cuenta que mi compañera de apartamento ya había llegado a su límite. No la culpaba.
Me levanto de la cama y me encamino a la puerta para poder abrirla.
—Te lo advertí, Soli Sanders, de verdad que lo hice. —dice con molestia para después dejar de escuchar los golpes sobre la puerta de mi cuarto.
Lo admito, eso me sacó una sonrisa.
A continuación, quito el seguro del pomo y lo giro, abriendo así la puerta, pero segundos después solo me encuentro con la melena rubia de Summer esparcida por la alfombra de mi habitación después de haber escuchado un golpe sordo en el suelo. Tal parece que había tomado vuelo para intentar tumbar la puerta, pero tuvo la suerte que en cuanto yo le había abierto, ella había brincado para hacer el impacto más fuerte, causando que ella terminara en el suelo.
Llevo ambas manos a mi boca, intentando reprimir la risa que subía por mi garganta al escuchar los quejidos que emitía por el golpe que se había dado.
Summer se voltea, quedando boca arriba, con su pelo sobre su cara y con una facción de dolor. Ese fue el momento en que no lo soporté más y solté la carcajada que estaba reteniendo, tanto que terminé tumbada junto a ella con las manos sobre mi estómago.
—Y en lugar de preguntarme si me encontraba bien, o ayudarme a levantarme, te quedas ahí parada, riéndote de mi desgracia —habla con una mueca en su cara, intentando no acompañarme en mi risa—. Y digo yo, ¿quién necesita enemigos cuando se tiene amigos así?
Eso solo logra incrementar mi risa, que al final logra contagiarla. Momentos después es cuando logro controlarme, al igual que ella, quedándonos así, tumbadas sobre la alfombra de mi cuarto, en un silencio cómodo, ambas mirando el techo.
—Necesitaba reírme así —me animo a hablar—. Hace mucho no lo hacía ya...
—A tus servicios —hace una reverencia con la mano—. Pero por lo menos ya estás hablando más de lo que lo has hecho desde la semana pasada. En verdad ya me habías estresado. —ríe mientras negaba con la cabeza.
Gira su rostro para verme, aún con la sonrisa plantada en sus labios. Yo le devuelvo una.
—Lo siento, Summer. Es solo que...es difícil, ¿sabes?
Suspira, para luego regalarme una mirada compasiva. Se queda unos segundos pensativa, reuniendo las palabras correctas para decirme y no causar que rehúya y me encierre de nuevo. Ya lo había intentado hacer una vez, y ese había sido el resultado, pero la verdad es que ya me sentía un poco cansada de estar evitando mi situación con Corey.
—Lo sé, créeme que entiendo perfectamente que él fue un completo idiota al hacerte eso, pero también sé que si Corey hubiera sabido que se trataba de ella, jamás hubiera hecho algo así. —me mira con cautela, esperando que no reaccione como la vez pasada.
—Lo sé...
Summer abre los ojos sorprendida por mi confesión. Su rostro es una mezcla de varias cosas, como confusión y desesperación, con un toque de ansiedad.
—¿Entonces...por qué no lo perdonas? —pregunta despacio mientras se volteaba para mirarme.
—Porque no estoy preparada para hacerlo —evito su mirada—. ¿Y si él hace algo más para lastimarme? No puedo permitirme tomar ese riesgo...no quiero arriesgarme a que él tenga una segunda oportunidad para hacerlo, ¿comprendes?
El rostro de mi amiga está serio. Me observa con fijeza y niega con la cabeza. Tal vez ella no estaba de acuerdo en lo que yo estaba intentando evitar, pero tampoco comprendía el hecho que yo ya había dado miles de segundas oportunidades, y que en cada una más que daba, siempre terminaban fallándome.
Todos.
Sé que pienso mucho en mi corazón, en lo dañado que éste se encuentra, pero es que con todo lo que he pasado y vivido, era imposible no darle prioridad después de realizar que, en la vida que me tocó, lo único que podría esperar de la gente era que tarde o temprano, me lastimarían.
—Soli, he notado cómo te mira, he escuchado cómo habla y se expresa de ti, tanto que a veces tengo que callarlo para que él lo haga —se ríe—. Corey está completamente loco por ti y al parecer tú eres la única que no se ha dado cuenta de eso —sonríe levemente—. Desde el día uno lo está.
—¿Desde el día uno? —asintió en mi dirección, pero no aclaró mi duda.
—Nunca lo había visto así de enamorado —susurra—. ¡Rayos! Nunca lo había visto ser tan perseverante y romántico con ninguna otra chica —expresa con incredulidad y yo solo siento un nudo en la garganta—. Eres la primera mujer a la que realmente quiere, hablando románticamente, y a la primera dentro de esa categoría que le ha regalado una flor.
Siento que el nudo se hace cada vez más grande conforme los segundos pasan.
Las palabras que salen de la boca de Summer son como dagas en mi corazón, que solo hacen el trabajo de decidir que quiero se torne más difícil, pero es entonces cuando recuerdo cuando me confesó porqué me regalaba rosas, y el significado detrás de ella, y también cuando me confesó que me quería.
—Pero también has sido la única que lo ha hecho llorar...solo quiero que pienses las cosas bien, para que en un futuro no tengas remordimientos. —con esas palabras terminó.
Se levantó del suelo y se dirigió a su cuarto, para tomar una llamada entrante, mientras que yo seguía acostada.
Mi cabeza está revuelta, no sé qué pensar o hacer. Antes de esta charla yo estaba segura de lo que quería, y eso era alejarlo mi vida. Cerrar mi corazón de nuevo y reforzar los muros al triple que se encontraban alrededor de éste para que nadie pudiera herirme de nuevo, o al menos no sufrir de un corazón roto gracias al amor.
Pero ahora estaba poniendo eso en duda, y me preguntaba a mi misma si realmente él lo merecía...si ambos ameritábamos una segunda oportunidad.
Ahora soy yo la que decide levantarse para después de un tiempo, hacer algo productivo, pero una vez más, veo a Summer en mi cuarto, con el móvil en su mano y con una sonrisa entusiasta en su rostro.
—Una cosa más, Soli. —me dice.
—¿Sí?
—Prepara tu maleta, porque el fin de semana nos iremos a la casa del lago.
***
Había ido a la cocina para preparar palomitas para todos, ya que los chicos nos encontrábamos en la casa de Claire; todos menos Corey.
Han pasado días desde la última vez que lo vi, aun así no hayamos hablado. Si me pongo a pensar, lo vi el domingo y hoy era jueves. No ha dado señales de humo y ahora me está preocupando.
Mientras introduzco el paquete de palomitas en el microondas, logro escuchar a alguien hablar; apenas alcanzo a escuchar algo, asi que naturalmente me acerco lo más que puedo a la sala, escondiéndome detrás de la pared para no ser descubierta.
—¿Ya viste a Corey? Es un completo desastre —comenta Dan, con voz baja. Entendí que eso era algo que no quería que escuchara.
Todos asintieron al unísono, con semblantes preocupados respecto al asunto.
—El tema con Soli lo tiene loco, no sabe qué hacer para disculparse —continúa Drew—. Pero lo que más me preocupa son los sangrados...se han vuelto más constantes.
¿Sangrados? ¿De qué habla?
Summer y Claire intentan contener las lágrimas en sus ojos. Ambas respiran profundamente mientras cerraban los ojos, en un intento de calmar su agitada respiración.
Hay algo que estaba pasando con él, y me negaba a creer que yo era la culpable que él estaba haciendo algo estúpido. Pero lo que no tenía sentido y que entendía mucho menos eran de los sangrados que había mencionado Drew. Trato de pensar una posible razón detrás de eso, pero la voz de Claire me trae de vuelta al momento.
—¿Ha dicho algo sobre eso? —pregunta, con la mano temblando ligeramente. Se estaba conteniendo demás.
Drew niega y se pasa una mano por el cabello, frustrado.
—Él no quiere hablar de eso, nos ha evitado, pero hoy...—de repente su voz es interrumpida por el sonido que emite el microondas dando a entender que ya estaban listas las palomitas.
Me escondo con rapidez detrás de la pared para que los chicos, en especial Drew, no se dieran cuenta que los estaba espiando. De un momento a otro, logro escuchar la escandalosa voz de Dan esparcirse por la casa, y reacciono cuando lo oigo, descongelándome de mi lugar y buscando un plato en donde situarlas.
La conversación que han tenido logró inquietarme bastante, pero más lo hizo el hecho que lo hayan hablado sobre el tema y no me incluyeran en la plática. Era Corey y aunque no estemos bien ahora, no significa que no me preocupo por él. Sé que es algo serio lo que sucede, pero también sé que ninguno de ellos hablará sobre el tema, asi que pongo mi mejor cara y me dirijo a la sala, donde se encuentran los demás, con una sonrisa fingida.
Al igual que ellos han hecho conmigo, pretendo que nada pasa e incluso me guardo algún comentario que tenga que ver con él.
—¿Quién está listo para una tarde de películas? —pregunto con entusiasmo, contagiando a los demás con él.
No es el momento para preocuparlos, asi que les daría tiempo para que ellos me contaran sobre el problema, pero por mientras, películas.
***
Se habían dado casi las diez de la noche y nosotros todavía estábamos aquí, en la casa de Claire.
Yo ya me estaba preocupando por la hora que era, puesto que mañana tenía que levantarme temprano para ir al trabajo.
Summer me había invitado a que me quedara con ellas a dormir ya que harían maratón de alguna serie, pero me negué rotundamente aun así ellas hayan insistido. Le pedí de favor a alguno de los chicos que me llevara a casa y ahora me encontraba en el auto con Drew, platicando sobre cualquier cosa que se nos ocurriera y con la radio a un volumen bajo.
—¿Has escuchado algo sobre él? —le pregunté con voz baja, casi en un susurro. No ocupaba decir su nombre para que supiera a quién me refería.
Las últimas horas lo he traído en el pensamiento más que nunca gracias a lo que había escuchado que me fue imposible no preguntar por él. Drew me echa una mirada rápida para después concentrarse en la carretera de nuevo.
—Creo que está en su casa. Tal vez puedas ir a visitarlo...—insinúa, pero al ver mi mirada, dice algo más—. O no puedes ir, cualquier opción puede ser mala o buena. Tú decides. —se encoge de hombros.
Su intento de broma logra sacarme una pequeña risa, en la cual, sorprendentemente, él me acompaña. Eran contadas las veces en las que Drew se reía, pero había notado que lo hacía más conmigo que con cualquier otra persona.
—¿Por qué sonríes más cuando estás conmigo que con cualquier otra persona? —la pregunta sale disparada de mis labios.
Nuevamente, él sonríe, y he de decir que se veía bien cuando lo hacía.
—Si hay una persona que sonríe menos que yo, esa eres tú, Soli —habla directo y me mira cuando estamos en un semáforo en rojo—. Sé que lo haces mucho porque los demás lo hacen, pero raramente la felicidad llega a tus ojos. Y ahora menos que Corey y tú están separados —otra broma—. Se ven de la mierda, ¿sabes?
Ignoro lo último que dice, sé que era cierto.
La luz del semáforo cambia a verde y él avanza. Estábamos a pocos minutos de llegar al apartamento.
—¿Sonríes para hacerme sonreír?
—Sí —asiente—. Lo hago porque, desde que te conocí, siento esta necesidad para aportar un granito de felicidad a tu vida, porque realmente siento que lo necesitas y en tus ojos cualquiera podría notarlo si se da el tiempo de ver —me da otra sonrisa relajada y pequeña—. Así que lo que sea que sucede, muéstrale el dedo medio y dales tu mejor sonrisa para arruinarles el momento.
No me di cuenta cuando llegamos a casa, porque las palabras de Drew habían calado tan dentro, que no podría hacer otra cosa mas que pensar en ellas.
Le doy un abrazo en el cual me río de sentir que me había correspondido. Drew era alguien que no le gustaba expresar mucho su cariño, pero por medio de palabras te hacía sentirlo. Él es alguien muy especial.
—Gracias, Drew. —le agradezco y me separo de él.
Le regalo una sonrisa plena y él asiente una vez. Ya había alcanzado el máximo de sonrisas que él podía dar.
—No me agradezcas, chica. Nos vemos mañana.
Al entrar al departamento, con el ánimo muchísimo mejor, prendo las luces y me desplomo sobre el sillón.
Irónicamente, decido prender el televisor otro rato, pero no le presto atención por estar pensando en unos ojos azules, una bella sonrisa y mechones castaños y rizados.
La preocupación me carcome por dentro y decido llamarle. El teléfono suena, pero no hay respuesta. Le marco un par de veces más, pero con cada llamada, solo me angustio más. Empiezo caminar de un lado a otro, pero entonces me planteo que él en realidad no quiere contestar mis llamadas porque simplemente no hay motivo para hacerlo. Intento llamarle una vez más, pero entonces escucho golpes desentonados llamar desde la puerta principal.
Me acerco a la ventana y miro quién vendría de visita a ésta hora. Al ver quien se encontraba del otro lado causa que se me acelere la respiración.
Abro la puerta e inmediatamente Corey se abalanza sobre mí, rodeándome con sus brazos, pero en cuanto él se acerca, olfateo que ha estado bebiendo.
—Te extraño, cariño, por favor perdóname...—su aliento golpea mi nuca y se me eriza la piel al sentirlo—. Te quiero tanto. —susurra.
Me separo de él y cierro la puerta detrás de nosotros.
Cierro mis ojos y cuento hasta diez para poder calmarme, porque viéndolo ahí, parado frente a mí me descolocó. No entendía por qué hacía esto, mucho menos entendía la razón de su comportamiento, que cabe recalcar, era muy desesperada.
—Estás borracho, Corey —le reclamo—, no sabes lo que dices.
—Sí, estoy más que borracho, pero eso no borra lo que siento por ti —toma mis mejillas con sus manos y me acaricia con los pulgares—. Tienes que creerme, cariño. Soy miserable sin ti.
Las ganas de llorar me invaden de nuevo, como las últimas semanas que he estado sin él. La diferencia era que antes no me permitía derramar lágrimas pero ahora sí dejaba que corrieran por mis mejillas, como ahora.
Era doloroso verlo en este estado de ebriedad y peor aún era saber que estaba así por mi rechazo, pero como la masoquista que era, debía comprobarlo.
—¿Por qué estás borracho, cariño?
—Porque te extraño tanto que dolía, y yo solo quería olvidarme de ti unos momentos —alza los brazos, a modo de rendición—. Pero aquí estoy, contigo, porque ni borracho podría sacarte de mi cabeza y corazón.
***
Despierto gracias al rayo de luz que daba contra mi cara.
Anoche, cuando Corey llegó borracho al apartamento y comprobé la teoría que me había plantado, no tuve nada más que decirle, porque me sentía responsable por el estado en que se encontraba, asi que no me quedó más remedio que acostarlo sobre mi cama y dejarlo descansar para poder estar a su cuidado.
Me había recostado un rato con él porque así me lo había pedido, y lo hice solo por el hecho que yo también lo extrañaba. Me aproveché del momento y lo abracé hasta que se quedó dormido porque sabía perfectamente que él no recordaría nada de lo que pasó...por eso me permití hacerlo.
Pero cuando por fin él concilió el sueño después de miles de veces en que me haya pedido que lo perdonara, no pude soportar más estar con él porque hacía que mi pecho se contrajera más, asi que con el alma en la boca, me levanté y me dirigí a la habitación de Summer, quedándome dormida sobre su colchón.
Con lentitud me estiro y me levanto de la cama para comprobar cómo se encontraba, no sin antes checar la hora que marcaba el reloj.
Eran las diez de la mañana.
No me preocupé mucho por la hora, había llamado al trabajo la noche anterior poniendo la excusa que estaba enferma. Me reportaría más tarde.
Camino hasta mi cuarto y abro la puerta, solo para encontrármelo vacío, con la cama tendida y una ramo de rosas reposando en medio de ésta. Me asusto al no localizar a Corey en mi habitación, asi que recorro la casa en su búsqueda, pero no lo encontré.
Se había ido.
Suspiro con tristeza y me adentro una vez más a mi cuarto, sentándome en medio de mi cama, tomando el buque de flores entre mis manos. Me doy el tiempo de contarlas; eran quince.
Después tomo la nota que se encontraba atada a ellas y sonrío sin saber qué sentir.
En letra redonda se podían leer dos palabas solamente: lo siento.
Eso logra ensanchar mi sonrisa porque la única manera en la que Corey hallaría la manera perfecta de disculparse, era por medio de rosas, las que había escogido especialmente para mí.
Y muy en el fondo, creo que ya lo había hecho.
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