23.- Abrázame fuerte.
Lo que restó de la tarde la pasé con Grace en su casa viendo más películas y comiendo más chucherías. Realmente estaba pasando un buen tiempo.
Cada cierto tiempo iba y checaba cómo seguía Scotty, solo para encontrarme cada vez que seguía mejor. Y ahora que me pongo a pensar; lo que realmente causó que me derrumbara tanto ante la noticia solamente fue un disfraz ante lo que realmente estaba sucediendo con Corey, y venir para acá fue otra excusa para huir de él y de mis sentimientos.
Nunca había sentido lo que siento ahora, y estaba odiando el amor porque me hacía sentir cosas a las cuales yo no estaba acostumbrada a sentir. Más aún siendo la primera vez que los experimentaba de esta manera.
En tan solo tres meses y medio había caído completamente por él.
Realmente no tengo recuerdo de cuándo nos habíamos quedado dormidas en el sofá de su sala, pero al despertar, ambas estábamos recostadas sobre su cama. Lo más seguro era que mi tío haya sido el responsable de trasladarnos y le agradecía profundamente porque de no ser así, probablemente hubiéramos amanecido las dos con un terrible dolor de espalda y cuello.
Abro mis ojos lentamente al sentir un rayo de luz pegar contra mi rostro haciendo que llevara mi mano izquierda contra éste para cubrirme de él. Me quedo así unos segundos, minutos o tal vez un poco más que eso. Me sentía relajada, pero el momento no duró mucho al sentir cómo Grace se echaba encima de mí y escuchar sus ronquidos directo en mi oído.
Lentamente y con cuidado me zafo de su débil agarre y salgo de la cama. No estaba segura de qué horas eran, pero podía ver que todavía era temprano. No debían pasar de las nueve de la mañana. Me dirijo al baño y enjuago mi rostro y boca para después pasarme al gran ventanal que estaba en el cuarto de Grace. Siempre me había gustado la vista de esta misma, era realmente preciosa. Durante el tiempo que estuve ahí, viendo los pocos carros pasar y la gente caminar, me pareció ver uno que realmente no encajaba con la fachada de los demás. Pasó en un apuro, tan rápido que ni siquiera obtuve la oportunidad de echarle un vistazo a la persona que estaba conduciendo, pero la curiosidad muere al momento en que siento cómo me rugía el estómago, rogando por comida.
-Grace, levántate. Vamos a desayunar, que muero de hambre. -la sacudo levemente, sin conseguir respuesta. Repito lo mismo un par de veces, hasta que en una de ellas sentí cómo me dio un manotazo en el rostro.
Bien, entonces desayunar sola será. Genial.
Sin muchas ganas me hago mi camino hacia la cocina para ver qué había de comer, no sin antes fijarme por los demás cuartos en busca de los dueños de la casa. Afortunadamente, ellos ya se habían ido al trabajo, dejando la casa para nosotras dos, una vez más.
Con confianza tomo las cosas que creo necesarias para prepararme un apetitoso desayuno, teniendo en cuenta las raciones para dos personas. Al terminar de comer, acomodo todo en su lugar y tomo un pedazo de papel y una pluma para dejarle el recado a Grace que cuando despertara podía encontrar su porción en el microondas, listo para ser recalentado.
Después de eso, simplemente salgo de su casa, procurando dejar con llave la puerta detrás de mí. Dejo que mis pies comiencen a trazar el ya memorizado camino que sabían, despreocupándome por absoluto y solamente respirando el aire fresco del día. Momentos después es cuando me detengo al escuchar una conversación sobre una persona recién llegada a esta particular ciudad. Trato de esconderme un poco detrás de un arbusto que, convenientemente, se encontraba particularmente cerca de las chicas que mantenían la conversación.
-¿Acaso ya lo han visto? Es guapísimo. -se emociona una al decir aquellas palabras, haciendo que las demás se interesen más en la conversación.
-Yo no lo he visto, pero apuesto a que sí lo es. Todo mundo está maravillada con su llegada -otra chica junta sus palmas; las demás chillan. La edad promedio de este particular grupo no debía pasar de los quince años. A esa edad, cualquier chico parecía un ensueño-. Pero por lo que he escuchado, dicen que tiene una hermosa sonrisa.
La sonrisa burlona que tenía dibujada en mi rostro es borrada de golpe completamente.
¿Es que acaso...? No, no podía ser él. No podría pensar que Corey estuviera aquí, y menos por mí. No después de lo sucedido y menos aun cuando la descripción del chico haya sido "una hermosa sonrisa".
No me moví de mi lugar, sino que continué escuchando la plática que estaban teniendo las niñas, y conforme escuchaba más, más lograba llenarme de miedo e ilusión. Las chicas que afirman haberlo visto, lo habían descrito tan detalladamente que maldije internamente cuando solamente su imagen era la única que se mostraba en mi cabeza. Minutos después cambian de tema y decido irme de ahí. Conforme caminaba sin rumbo, manteniéndome en la banqueta y con la mirada en mis desgastados zapatos noté que me dirigía al parque inconscientemente.
Casi automáticamente saco el teléfono del bolsillo trasero de mis vaqueros y checo la hora; era pasado medio día. Decidiendo que todavía tenía otro día por delante y sin mucho más que hacer, tomo asiento en la banqueta, sintiendo el viento golpear suavemente mi rostro.
Horas después, cuando estoy convencida que ya había pasado bastante tiempo con mi buena amiga, la soledad, me devuelvo a casa para revisar cómo seguía Scotty.
Justo cuando estaba a punto de cruzar la calle, en un momento de distracción, la misma camioneta que había visto pasar a toda velocidad en la mañana por la estrecha carretera, por poco me llevaba de corbata. De puro instinto logré tomar unos pasos rápidos hacia atrás evitando un buen golpe, pero solo había hecho eso, porque después me quedé paralizada del susto, con el corazón latiéndome a mil por hora. El conductor se detuvo de golpe, tal vez temiendo haberme lastimado, pero yo estaba tan asustada que ni me di cuenta cuando se bajó de éste y se acercaba a mí.
Lo que sucedió después, pasó en cámara lenta. De un momento a otro, pude identificar por el rabillo del ojo que era un hombre, para segundos después, tenerlo frente a mí, agitado. Alzo mi vista y me sorprendo de lo que veo.
Era él. Era Corey.
Él había parecido reconocerme, porque vino directamente a mí. En un movimiento rápido posa ambas manos en mis mejillas, alzando mi rostro, obligándome a que lo viera a los ojos. Cuánto los había extrañado, solo para darme cuenta que ahora estaban un poco apagados. Al verlo ahí parado, frente a mí, el aliento se me va y no pude pensar en una sola razón para que él estuviera aquí. Sin pensarlo, me zafo de su agarre y envuelvo mis brazos alrededor de su torso, recostando mi cabeza en su pecho. Él me devuelve el abrazo mientras acariciaba levemente mi melena.
-Dios, Soli. Por poco pensé que pude haber causado un accidente...que pude hacerte daño. -la voz se le corta un segundo. Ignoré el hecho que me haya llamado por mi nombre en lugar de haberme dicho "cariño" como mayormente solía hacerlo. Tampoco era como que le preguntara la razón del porque no lo hacía, ya que yo le había dicho que dejara de hacerlo.
-No importa, no me importa -le resto importancia, para después despegarme de él, sin querer hacerlo en realidad-. ¿Qué haces aquí, Corey? -pregunto de repente, enfocándome en aquellos orbes azules una vez más mientras le regalaba una sonrisa temblorosa.
-Bueno, me enteré que tu hermano se había accidentado y que tú habías venido improvisadamente -puso unos centímetros de distancia entre nosotros, lo suficiente para tener espacio y para poder escucharnos. De pronto, comenzó a rascarse la parte trasera de su cabeza-. Después de no haber escuchado nada de ti por un par de días, me preocupé y tomé el primer vuelo hacia acá. No vine antes porque dejaste en claro que querías que te dejara en paz, pero no...no pude.
Me miró intensamente, como si pudiera ver dentro de mí. Yo me quedé en silencio, con la conciencia carcomiéndome por dentro al ver su mirada indecisa por no saber cómo reaccionaría. Simplemente me fue imposible no esbozar una grande sonrisa al escuchar sus palabras.
-Me alegro que estés aquí, cariño.
Me sorprendí al darme cuenta de cómo lo había llamado, mas no dije nada para retractarme de mis palabras, pero en definitiva él se había sorprendido más.
Y con esa simple oración osó por regalarme una de aquellas sonrisas de las cuales estaba segura ahora que no podría vivir sin.
***
Como era de esperarse, los cuchicheos y las miradas incomodantes estaban puesto sobre nosotros dos. Lo había invitado a dar la vuelta, para que conociera de dónde venía, posponiendo así el chequeo que se suponía que debía darle a mi hermano menor.
Cada chica que pasaba a nuestro lado, le regalaba una sonrisa coqueta a Corey y me fulminaban a mí cuando sus ojos me miraban. No le pude dar menos importancia; me sentía demasiado feliz en este momento como para dejar que eso lo estropeara. Decidimos tomar asiento en una banca, y mientras pasaban los minutos ahí, yo estaba queriendo armarme de valor para confesarle por fin lo que sentía.
-¿Corey? -le llamo. Él dirige su mirada hacia mí.
-Dime.
-Bueno, lo que pasa es que, eh, quería decirte algo -comienzo a mover mis manos del nerviosismo, dirigiendo mi mirada hacia ellas. Casi instintivamente, Corey se acomoda en su lugar, girándose un poco para quedar frente a mí un poco-. Es algo que debí decirte hace bastante tiempo, pero yo...no podía -alcé mi mirada y vi un particular destello en sus ojos. Eso logró ponerme más nerviosa-. Tal vez tú ya sepas lo que quiero decir...
-Quiero escucharlo salir de tus labios. -dice firme, con una sonrisa tierna en los suyos. Asiento una vez e inspiro hondo.
-Corey -suspiro y cierro mis ojos un momento-, creo...creo que estoy ena-...-mis palabras son interrumpidas de repente gracias al sonido de mi celular sonando por una llamada entrante. Pego un brinco en mi asiento y con rapidez contesto la llamada. Era Sean, avisando que Scott quería verme, para después colgar-. Era mi hermano. Tengo que regresar a casa.
Me levanto de mi asiento, apurada porque no pude finalizar mis palabras, pero antes que diera un paso, él toma mi mano.
-No hay apuro. Te llevaré, pero primero quiero que termines lo que no dijiste hace unos momentos. -se levanta él también y acerca significativamente. Pone un mechón rebelde detrás de mi oreja, mientras esperaba pacientemente. Ahora no estaba tan segura de admitirle mis sentimientos y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Su toque en mi mejilla logra erizarme la piel y hace que mis pensamientos se tornen nublados por su tierna caricia. Cierro los ojos, disfrutando del momento puesto que mi cobardía había salido a la luz, poniendo a la poca valentía que tuve por un momento, en un rincón muy escondido.
Paso saliva antes de hablar-: Lo que yo quería decir era que...-carraspeo-...agradezco mucho el que hayas venido hasta acá, por mí y por mi hermano también. -con esas palabras bastó para que su sonrisa se desvaneciera y que se separara. Con dolor en su expresión, me hizo un ademán para que no fuéramos de ahí, y sin rechistar le hice caso.
Una vez más lo había arruinado.
El camino a casa fue corto, pero tenso. Solo hablé para darle direcciones y él simplemente asentía. Llegamos a casa casi siendo las ocho de la noche. Bajamos del carro y nos encaminamos hacia mi casa; segundos después llegando a la puerta principal. Giro el pomo y le digo que me esperara afuera, que en un rato saldría. Como respuesta recibí otro asentimiento de cabeza. Afortunadamente Grace estaba ahí y discretamente le dije que lo acompañara. Le había llamado horas antes diciéndole que Corey estaba aquí. Obviamente ella ya estaba ansiosa por conocerlo y ni siquiera notó que en mi rostro había pesar, simplemente salió con él para acompañarlo.
Los vi desde la ventana charlar unos momentos, hasta que fui descubierta.
-¿Tan pronto ya te ofreciste con él también? -volteé, encontrándome con la única persona que era capaz de hacer un comentario así y no arrepentirse. Lamentablemente, todos los demás estaban ahí, incluyendo mi madre.
-No es nadie nuevo para mí, Beatriz. Mejor estaría que cerraras la boca. -dije, pasando de su lado e ignorándola. Realmente no estaba de humor tratar con ella ahora mismo. Pero el evitarla no era una opción, no para ella. De un momento a otro, abrió la puerta y diciendo unas cuantas palabras, invitó a pasar a Corey con una sonrisa coqueta.
Grace la miró mal, pero ella la ignoró, yo simplemente palidecí ante su acto.
En verdad no sé cuándo pasó, pero el momento de las introducciones habían llegado. Después de ese incómodo momento en que Corey tuvo la desgracia de conocer a mi familia, yo ya sabía lo que me estaba esperando.
-¿Qué te parece, madre? El pobre chico acaba de llegar a la ciudad y Soli ya lo engatusó. ¡Ni si quiera lo dejó acomodarse en el cuarto del hotel! -de repente se voltea con Corey- Y tú, cariño. No te dejes engañar por esta...ofrecida.
En ese momento sentí mi corazón partirse en pedazos. El castaño había borrado de sus labios la sonrisa tan peculiar que lo caracterizaba, mientras apretaba la mandíbula. Los ojos se me llenaron de lágrimas e inmediatamente Grace lo empujó fuera de la casa antes de darle la oportunidad de hablar. Se resistió un poco, pero al fin había cedido; en cuanto él puso ambos pies fuera de ésta, mi prima se regresó inmediatamente a mi lado, pero la vergüenza del momento me había dejado paralizada.
-¡¿Qué te pasa, Soli?! ¿Acaso estás loca? -gritó enfurecida mi madre- Que vergüenza que apenas lleve aquí un día el chico y tú ya andes ahí, haciendo de las tuyas....-rugió. Las lágrimas cada vez se acumulaban más en mis ojos pero no le daría el placer a mi hermana de verme llorar, así que con todo el esfuerzo del mundo me las tragué, mas no pude deshacer el nudo de mi garganta-. Mejor que alguien tan apuesto como él se hubiera fijado en alguien mejor como Beatriz.
Los siguientes momentos pasaron, la casa se llenó con gritos insultantes por parte de todos de la familia dirigidos hacia mi persona. Yo estaba escuchando a cada uno de mis familiares despotricar en contra mía, mientras que Beatriz se encargaba de gritar comentarios cada vez más y más degradantes. A mi lado, se encontraba Grace, defendiéndome contra los insultos de los demás.
No podría resistir más en esta situación. Me estaban arruinando y ni siquiera parecía haber remordimiento en sus facciones.
Mientras tanto, Sean y Scotty se encontraban al otro lado, con el primero sosteniendo mi mano con fuerza y con el segundo llorando, asustado por los gritos. Al segundo, sentí como Sean me soltaba y al siguiente escuché un golpe sordo sobre la mesa.
-¡Ya basta! -Rugió él con tanta fuerza que logró que todos los demás se callaran, incluyendo a Alex y Drake, que eran los mayores de los hermanos- ¡Ya estoy harto de tu mierda, Beatriz! ¿No crees que ya ha sido suficiente?
-Cálmate, hermano. Solo decimos la verdad... -contraataca ella con una sonrisa burlona.
-Claro -le responde con sarcasmo-. ¿Ustedes de verdad han sido tan ingenuos como para creerle? No hay que esforzarnos mucho, ¿verdad, hermanita? -se acerca a ella con paso intimidante, borrando su sonrisa y haciéndola retroceder- En realidad, la única ofrecida de la familia aquí eres tú, no Soli. De la que deberían de estar avergonzados son de ti, no de ella. Yo lo estoy, desde hace años. Solamente que has hecho un excelente trabajo con echarle toda la mierda a tu hermana menor, ¿no es así?
-Sean, cállate. -advierte Drake saltando en defensa a mi hermana mayor. Beatriz siempre había sido su favorita.
-No, no lo haré. Mejor hazlo tú y escúchame tú a mí -apunta con su dedo índice-. He estado viendo cómo sufre Soli por tanto tiempo a causa de ella, de todos ustedes, realmente, y nunca había dicho nada al respecto, pero ya se acabó -se voltea de nuevo con Beatriz y él le sonríe con burla-. Podría decirte una lista completa con todos los nombres con los que tú, Beatriz, te has ofrecido y acostado...¿quieres que empiece? Veamos, está Thomas, John, Aaron, Taylor... -comienza a enumerar. Y así lo hace por un par de minutos, hasta que se calla-. Y esos son solo de los que he escuchado mencionar de la bocaza de tu amiga Laura. Quién sabe con cuántos más te has revolcado.
Y con eso basta para dejar a todos sin palabras y a ella hundida en lágrimas, mas yo seguía con el nudo en mi garganta. No podía dejar de pensar en Corey y en todo lo que pudo haber escuchado. Después, escucho cómo Sean me pide disculpas al oído mientras me abrazaba con fuerza. Ahora me tocó a mí asentir a todo lo que él me decía.
-Espero que algún día me perdones, Soli. -me dice con los ojos llorosos, depositando un beso en mi coronilla.
Después de eso, me tomo unos momentos para tratar de tranquilizarme y armarme de valor para ir a mi encuentro con Corey. Abro la puerta con manos temblorosas y salgo, cerrándola después de mí.
Busco con la mirada su coche, y camino un poco, tratando de encontrarlo, para más adelante encontrarlo recargado sobre en capo del auto, increíblemente, fumando un cigarrillo con desespero. En momento en que me ve, lo tira al suelo, apagándolo son la suela de su bota y corriendo hacia mí. Yo me quedo en mi lugar, esperando por él.
-¿Estás bien, cariño? -desvío la mirada. Asiento y lo abrazo del cuello con fuerza, tratando de contener mis lágrimas- Soli, cariño. No siempre tienes que hacerte la fuerte.
Esa última oración bastó para que yo me derrumbara por completo, dejando que un sollozo enorme saliera de mi garganta acompañado de lágrimas gruesas. El clima sumamente helado de aquella noche solo causó que mi cuerpo temblara con más fuerza, haciendo que casi cayera al piso.
Me sentía débil. Me sentía derrotada.
Antes que alcanzara a tocar el suelo, Corey me atrapa y me levanta. Yo enredo mis piernas alrededor de su torso mientras lo apretaba más contra mí, sin dejar de llorar. Respiré hondo su aroma a colonia combinado con cigarrillo. Con lentitud empezó a caminar hacia la camioneta negra y abrió la puerta trasera.
Maniobró como pudo para meternos a ambos al asiento trasero. Seguía encima de él, pero después de unos momentos, me separó de él con suavidad.
-Estás temblando, cariño...-apuntó, quitándose su chaqueta. Lo miro con la vista nublada de lágrimas. Se le deformó el rostro cuando se encontró con el mío- ¿Qué puedo hacer para ayudar amenizar tu dolor? -me pregunta con desespero mientras me ponía la chaqueta encima.
Entre sollozos, pude articular algunas palabras-: Solo...abrázame. Abrázame tan fuerte como puedas y solo haz eso y nada más.
Después de eso no se dijo otra palabra.
Y esa noche, lloré, lloré y lloré hasta que no pude más, con él sobándome la espalda con un brazo, con el otro sosteniéndome fuerte y con sus labios depositando besos en mi cabeza cada minuto.
Lloré todo lo que nunca había llorado en mi vida; lloré todo lo que tenía guardado desde hace años hasta quedarme dormida.
Y con él a mi lado diciéndome que todo estaría bien.
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