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Capítulo 6

Capítulo sorpresa, espero lo disfruten... 💖

Issia

Me mantuve con la misma sonrisa tonta durante toda la entrevista con el licenciado Stewart. Casi sentía que caminaba entre nubes, y fue quizás esa actitud tan llena de vida, la que me ayudó a conseguir un trabajo de nuevo en el bufete.

El licenciado de hecho, se mostró tan feliz con tenerme de vuelta, y aunque no iba a estar trabajando directamente con él, dijo que le complacía que estuviera nuevamente con ellos.

Para ser sincera, yo también estaba realmente feliz de volver, porque aunque no era el trabajo soñado, estaba rodeada de casos llenos de incertidumbre, y podía empaparme de ellos a diario.

Salí satisfecha de aquella oficina y rápidamente corrí entre los pasillos para buscar a Damien y darle la gran noticia, se lo debía, después de todo, fue él quien me ayudó a conseguir esta cita.

Lo encontré, en el camino hacia la oficina de la licenciada Monroe, iba saliendo con varios papeles entre las manos, y parecía un poco enojado, así que por un lacónico segundo dude en sí acaso molestarlo, sin embargo fue él quien levantó la vista y se fijó en mí a unos cuantos metros de distancia.

Sonreí porque ciertamente no había nada que me hiciera cambiar mi actitud, y él de inmediato pareció entender el porqué de aquel rasgo en mi rostro, pues dejó su actitud fría y me observó con dulzura.

—¿Lo conseguiste? —investigó con ese tono suave que solía utilizar cuando hablaba conmigo.

—¡Si! ¡Si! —expresé antes de lanzarme a sus brazos sin miedo alguno. Era quizás sólo la euforia del momento, y todos aquellos sentimientos que se habían juntado desde el momento en que me crucé con Collins.

Sentí su cuerpo tenso al principio, pero pronto, también, como sus brazos poco a poco rodeaban mi cuerpo y sus manos se amoldaban a la curva de mi espalda, mientras las mías se encontraban enredadas detrás de su cuello.

La incomodidad se hizo presente luego de algunos segundos, y de inmediato busque crear distancia para evitar mal entendidos, después de todo, aún recordaba lo interesado que estuvo él en mí antes de que yo comenzara a salir con Collins.

Me separé de él colocando mis manos sobre su pecho y dando un leve paso atrás, él en cambio se quedó donde estaba, con sus manos fijas a mi cintura, como absorto en lo que acaba de suceder.

Nunca había hecho algo como esto.

Carraspeé para darle a entender que su cercanía comenzaba a serme incómoda, y él, luego de cerrar los ojos y negar con la cabeza, me soltó y dio un gran paso hacia atrás.

—Lo siento —susurro a penas—. Entonces, ¿has conseguido nuevamente trabajo? —Su voz fue esta vez más segura, aunque podía identificarse levemente lo rasposa que salía gracias a la incomodidad del momento.

Sonreí para demostrarle que no me importaba mucho aquel arrebato suyo, aunque lo hacía, y luego proseguí a contarle lo que había sucedido con el licenciado Stewart. Intenté ser lo más breve posible, pues no quería afectar su trabajo, ni su pronta hora de almuerzo, así como tampoco la mía. Mi tía era algo estricta con respecto a los horarios de comida, además que era el último día que estaría conmigo, ya que debía regresar a la hacienda para vigilar la producción de jaleas, el negocio que le dejó mi abuelo.

—Es asombroso que estés nuevamente aquí, Iss. No es por nada, pero deberíamos salir a celebrar —alentó mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho, y de paso veía la hora en su reloj—. Es hora de almorzar, vamos, conozco un lugar genial que no queda muy lejos y es económico.

—Gracias por la invitación, Damien, pero voy a almorzar con mi tía. De hecho, creo que se me hace tarde para ir con ella —me disculpé, apretando un poco los dientes para no demostrar que de cualquier manera no quería salir a comer con él. Me agradaba Damien, en verdad lo hacía, pero hasta hace algunos meses no encontraba ni un solo tema de conversación que no fuera sobre el café de nuestros jefes, y ahora aunque estaba realmente agradecida por todo lo que había hecho por mí al investigar y decirme sobre Tayler, y su ayuda con el empleo, no creía que pudieras salir y hablar con él de algo... no teníamos mucho en común, claro está.

—Oh. Pero al menos déjame llevarte con tu tía —propuso.

Lancé un suspiro y sonreí de la mejor manera que podía mientras elevaba los hombros. Qué le podía hacer, yo tampoco quería ser descortés con él, luego de deberle tanto.

Bajamos por las gradas principales hasta el primer piso, luego de que él fuera por su saco a la oficina, y en seguida nos encaminamos a su auto, un Mercedes Benz plateado. Subí luego de que él quitara el seguro desde  el mando al lado de su asiento y una vez dentro, él arrancó el auto, y al mismo tiempo, también se encendió su estéreo. Una estridente canción envolvió el pequeño espacio, él rápidamente le bajó el volumen, aunque aún quedó un poco alto para mi gusto, en cuanto notó la mueca que hice y la manera en que me tapé los oídos con las manos.

—Lo lamento. ¿Está bien así?

—Sí —mentí, rezando por dentro por llegar lo más rápido posible al hotel.

—¿Qué tipo de música te gusta? —investigó cuando paramos en un semáforo. Me giré hacía él para responderle.

—La clásica. Me gusta la música clásica, aunque también un poco la música instrumental.

—Yo prefiero el rock, aunque también me gusta el rock alternativo y cuando no tengo ánimos, prefiero el jazz —dijo, sin dejar de ver al frente.

Me quedé callada, sin saber que responderle, pero también buscando en mi mente algo que decir, no quería que él se diera cuenta de algo obvio.

—¿Cómo vas con la universidad? —investigué luego de algunos segundos.

Él respondió rápidamente, como si hubiera estado esperando a que yo hablara y me interesara por su vida.

—Estupendo. Voy a graduarme en unos meses —anunció y la sonrisa auténtica que se formó en sus labios demostraba a la perfección lo orgulloso que estaba de decirlo. También sonreí, me alegraba tanto por él, yo había sido testigo de lo mucho que le costó llegar hasta donde estaba. Incluso de lo mucho que luchó durante todos estos años para comprarse este auto y cambiar la motocicleta que su padre le había regalado ya hace mucho.

No sabía mucho de su vida, pero de lo poco que estaba enterada, era que sus padres no tenían mucho dinero, y que él dejó de estudiar un año para ayudarlos con su situación económica. También sabía que si llegó a la universidad, fue gracias a una fundación que le había dado una beca y le pagaba la residencia en que vivía.

Damien era admirable.

—¡Eso es genial, Damien! —Expresé y él elevó sus hombros, aunque su felicidad expiraba en cada poro de su piel—. Espero estar invitada.

—Claro que lo estarás. Seré muy feliz si te veo allí, Iss, lo juro.

Negué sin creerme lo que decía, aunque no sabía si lo decía en serio o quizás tan sólo jugaba conmigo. Las chicas de recepción decían que era bromista, sin embargo yo aún no lo había comprobado.

—No lo creo, mi presencia no va a causar mucha diferencia en el día más feliz de tu vida —Giré está vez hacía él y descubrí como me observaba de reojo. Era un tanto incómodo, pero sabía que él no haría nada sabiendo que yo no podría corresponder jamás sus sentimientos.

—De hecho te equivocas en dos cosas. La primera, si harás una diferencia porque te aprecio bastante. Y la segunda, es que aunque ese día realmente es importante para mí, estoy seguro que no va a ser el más feliz de mi vida.

—Gracias —dije a la ligera—. Entonces, ¿Cuándo será ese día?

Para no querer saber mucho de él, estaba siendo muy curiosa. Lo aceptaba.

—Cuando me case con el amor de mi vida —respondió sin tapujos.

Elevé las cejas ante sus palabras. No podía creer que alguien como él dijera eso. Bueno, qué sabía yo, ni siquiera lo conocía lo suficiente.

—Tu novia de seguro también anhela que llegue ese día —comenté, y de inmediato me di un golpe mental, pero no por mi indiscreción, más bien por lo idiota que estaba siendo al creer que él estaba interesado en mí.

"Que ego tan grande Issia. Qué ego."

—No tengo novia —agregó entre risas—. Pero cuando la tenga, espero que comparta la misma idea que yo en pasar una vida juntos y emocionarse por planear nuestra boda.

Ahora fue mi turno de reír ante sus locas ideas.

Definitivamente me faltaba conocer mucho de mi compañero de trabajo.

********

—Mastica tu comida, pequeña esperanza —musitó mi tía, en cuanto notó la forma en que comía.

No podía controlarme, había emoción en cada poro de mi piel, en tan sólo minutos, Collins estaría esperándome y no quería perder ni un solo minuto.

El estómago se me hacía un nudo y las piernas y las manos no paraban de temblarme.

«Tranquilízate, Issia»

Por el cielo que no podía hacerlo, aunque lo intentara.

¡Iba a salir con Collins! ¡Iba a hacerlo luego de tres meses!

Ni siquiera me creía haberlo tenido tan de cerca; haber visto esos globos oculares que me tenían encantada, su sonrisa, su barba, sus labios, sus mejillas, su cabello, todo de él. Todo lo que me encantaba y seguía tal y como lo recordaba.

Su voz, y su mano sobre la mía... ¡Maldita sea! Aún sentía la electricidad en todo mi cuerpo con ese recuerdo.

Él había despertado mi corazón; un corazón que lo anhelaba con desesperación.

—¡Dios! ¡Issia! —expresó esta vez mi tía en tono de reproche—. Tranquilízate, por favor.

—Lo siento. Lo siento —me disculpe, tomando la servilleta al lado de mi plato para limpiarme la comisura de los labios—. Estoy llena, voy a regresar al hotel para arreglarme un poco.

Me levanté de la silla dispuesta a irme, pero mi tía lo impidió colocando su mano sobre la mía.

Se limpió también la comisura de la boca con su servilleta.

—Estas hermosa así, Issia. Collins te dijo que llegaría a las cuatro y falta más de una hora para eso, termina tu comida y luego ambas nos regresamos al hotel —me negué al principio, pero su persistencia pudo más que mi terquedad.

Terminamos de comer diez minutos después, y luego de pagar la cuenta, nos encaminamos hacia el hotel. No estaba muy lejos realmente, sólo eran dos cuadras, así que en menos de diez minutos nos encontrábamos allí.

Rápidamente corrí hacia mi maleta y comencé a darle vueltas para encontrar algo que ponerme, ciertamente no quería verme mal. Quería sentirme linda para mí.

Bufé irritada cuando descubrí que tan sólo habían vestidos estampados de colores y zapatillas bajas. En verdad necesitaba mi ropa, no soportaría un día más con estas prendas.

Tomé el vestido menos soso que encontré y me metí al baño para lavarme los dientes y cambiarme, ya no me daba tiempo de darme una ducha y secarme el cabello, así que lo mejor sería sujetarlo con algún gancho.

Me observe en el pequeño espejo, y sin pensarlo mucho, tomé el poco maquillaje que había en la mesilla de al lado —que era de mi tía porque él mío estaba en el departamento de Collins— y retoqué un poco mi rostro.

Una vez fuera de allí, preferí préstele sus sandalias a mi tía y su suéter negro, ya que de esa manera me sentía más yo, que con esos vestidos que Jane me había obsequiado.

Metí en mi bolso las cosas necesarias y con ansias tomé el celular para esperar por un mensaje o una llamada de Collins informando que ya estaba abajo.

—Faltan cinco minutos, ya llegará —susurró mi tía, mientras se sentaba a mi lado sobre la cama y tomaba mi mano.

—¿Me veo bien? —la duda en mi voz era notable.

Ni siquiera podía respirar como era debido. Estaba bastante nerviosa por esta salida y ni siquiera sabía si debía o no.

Después de todo, aún tenía dudas sobre esa tal Amanda Simons.

—Increíble, hija —presionó mi mano entre la suya—. Voy a irme mañana en la mañana, así que te dejaré un poco de dinero para que pagues otras noches en el hotel y comida mientras consigues un departamento o una habitación en alguna residencia. Tus abuelos han depositado dinero en tu cuenta para que pagues el contrato y la primera cuota, y dicen que...

—No puedo aceptar ese dinero —la interrumpí—. Han hecho ya demasiado por mí, y encima de todo cada mes pagan la colegiatura de la universidad.

No quería ser una carga, aunque tampoco sabía de dónde sacaría dinero para un departamento, pero ya me las arreglaría yo sola.

—¡Issia no seas terca! Tus abuelos lo han depositado porque te aman y quieren lo mejor para ti, no puedes despreciar su amor.

—No lo desprecio, tan sólo no quiero ese dinero.

—Issia...

—Bien. Voy a aceptarlo como un préstamo, y mes a mes les voy a pagar un poco —negocié, sabiendo que continuaría insistiendo.

—Como si tu abuelo fuera capaz de aceptarte dinero —se burló, para luego levantarse de la cama.

Estaba dispuesta a responderle, sin embargo el sonido del teléfono de la habitación lo impidió.

Lo contesté ya que estaba más cerca de la mesilla en dónde se encontraba, y en cuanto escuché lo que dijo la recepcionista, una sonrisa tonta se dibujó en mi rostro.

—Dígale que bajo enseguida —colgué y rápidamente corrí para despedir a mi tía, quien me advirtió que más valía que volviera temprano. Lancé una carcajada, pero le aseguré que así sería. Conocía tanto a Collins que sabía que sería incapaz de permitir que regresara al hotel demasiado tarde y tampoco sería capaz de pedirme que fuera con él a su departamento.

Ansiosa y con la emoción rondando en todo mi cuerpo como una corriente eléctrica, me metí al elevador y bajé hasta la recepción del hotel.

La sonrisa y el brillo en mis ojos aumento en cuanto lo vi de espaldas recostado sobre una columna, con las mangas de su camisa celeste dobladas sobre sus antebrazos, un pantalón de tela azul y las manos entre los bolsillos de este.

Me acerqué con cuidado, dando pasos cortos y cuando estuve a pocos pasos de él, toqué su hombro para que se diera la vuelta.

Me observó detenidamente, con una sonrisa y una mirada radiante, de esas que son capaces de robarte los mejores suspiros.

—Qué hermosa, muñeca —la profundidad de su voz provocó un agujero en mi estómago y mil y un mariposas revoloteando sobre aquel lugar.

—Gracias. Tú te ves bien informal —me di un golpe mental ante tal oración.

«¿Informal? ¿Qué clase de cumplido era ese?»

Collins enarcó una de sus bien tupidas cejas, sin borrar esa maldita y encantadora sonrisa.

—Digo... te ves bien... —intenté corregirme en cuanto lo vi dispuesto a preguntar por mi declaración—Es decir, lo informal hace que te veas guapo... no es que normalmente con tus trajes no lo hagas, pero... bueno, entiendes el punto.

Negó con todo y una sonrisa más grande, mientras presionaba su labio inferior entre sus dientes.

«Se veía tan fascinante cuando hacía eso...»

—Gracias. Tú te ves fascinante cuando me ves así.

—¿Ah? —la inmensa duda se hacía presente en todo mi rostro.

¿Acaso había hablado en voz alta?

¡Joder! Pero que tonta estaba.

Coloqué mis manos sobre mi rostro en cuanto sentí la pena recorriendo mi cuerpo.

¿Qué diablos sucedía conmigo?

—Te ves muy dulce cuando te sonrojas —comentó al tiempo que tomaba mis muñecas entre sus manos y de esa manera dejaba al descubierto mi rostro lleno de vergüenza—. ¿Nos vamos?

Asentí aún con pena, cosa que a él parecía no importarle. Soltó mis muñecas para que pudiéramos caminar, y aunque creí que iríamos así, rápidamente sentí su mano buscando la mía para entrelazar nuestros dedos.

Bajé la vista para ver cómo nuestras manos y dedos encajaban a la perfección, y cómo mi corazón latiendo como loco y esa corriente eléctrica dentro de mi ser me lo confirmaban. Luego subí la vista para examinar su reacción, para descifrar si acaso él también sentía lo mismo.

Lo encontré con su vista puesta en mí, y aquella acción provocó que las mariposas en mi cuerpo explotaran de emoción, para luego renacer en cuanto me guiñó un ojo.

No tenía más respuesta a aquellas acciones que sonreír, porque no podía ni siquiera describir el centenar de emociones que albergaban dentro de mí.

Y ya me imaginaba el torbellino que se aproximaba con esta salida.

Porque de algo estaba segura y era que con Collins mi sistema nervioso sufriría pronto un colapso.

En especial si seguía observándome de esa manera, si su vista se fijaba tanto en mis labios y su lengua humedecía tanto los suyos

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¿Les ha gustado el capítulo? En verdad espero que si.

Comentarios acerca de él:

Dudas, preguntas, amor:

Pregunta random: ¿Alguna vez han dicho en voz alta algo que no deberían?

Nos leemos pronto, los amo muchísimo, gracias por todo este amor 💖

Mz

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