Capítulo 41
Porque quizás nunca fue amor
Collins
Di pasos cortos dentro del departamento, como si quisiera medir con mis pies la distancia entre la puerta, ellos y yo. No me atreví a decir nada hasta que no estuve seguro de poder hablar, ni siquiera sabía si iba a poder hacerlo después de todo.
Mantuve mi vista fija en el suelo, buscando fuerza para elevar la vista y observarlos. Moría de vergüenza y arrepentimiento. No había forma de continuar buscando excusas, cuando quedaba en claro que ellos iban adelantados en toda esta historia.
No sabía ni como iniciar, ni si podría hacerlo. Tayler me había mentalizado que cualquier cosa era mejor que delatar nuestro plan, pero ver a toda mi familia reunida, con esas miradas impenetrables, no me estaban dejando muchas opciones.
—No me has respondido, ¿Se atrasó tu vuelo o simplemente decidiste alargar tu viaje por dos semanas sin decirnos nada? —Fue Luisa la primera en levantarse y opinar.
Tragué saliva y recé porque se quedará en donde estaba, bastante lejos de mí, porque si se acercaba y trataba de golpearme, sé que no podría ni defenderme, mucho menos mentir o justificar decorosamente mis acciones.
—No fue lo que pasó —dije, al tiempo que elevaba la vista y me paraba firme. Sabía que, ante cualquier cosa, debía lucir decidido en lo que fuera a pronunciar.
—Por supuesto, de seguro tienes todo bien practicado. Ya, lanza tu gran historia.
Suspiré, y es que todo lo que tenía grabado, de pronto se esfumó y me dejó con un millar de lagunas en la cabeza; Solo con ver el rostro enfadado de mi prima, la mirada fulminante de Issia y la decepción en Corbin, propiciaba que nada de lo que dijera, sería digno de ser escuchado.
—¡Por Dios, Luisa! Basta de sarcasmo, déjalo hablar. Si no lo escuchamos, ¿cómo sabremos qué decisión tomar? —Corbin tomó las riendas de todo, bajando sus brazos y dándome una señal para que iniciara, aunque claro, mi prima lo único que pudo hacer fue lanzar un bufido, y observarme como quien trata de decir que sin importar que palabras fuera a pronunciar, la decepción sería esperada.
Las palmas de las manos me sudaban, estaba en verdad nervioso, y el olor a humedad mezclado con incienso, tampoco era de mucha ayuda para conseguir concentrarme.
Tuve que darle una repasada rápida a cada uno de ellos para tomar una decisión, lanzar la verdad de donde estuve y atenerme a que me juzgaran de traidor, o decirles esa falacia que Tayler se inventó, y con ello esperar a que las cosas se tranquilizaran.
Sé que no había mucho que pensar, que la respuesta estaba en mi propia cara, pero era tan difícil cuando una cosa intervenía involucrarlos en una pelea que no era suya, y la otra solo retrasaba la anterior.
Después de todo, la verdad saldría a la luz tarde o temprano, y en mis manos estaba decidir nada más cuando.
—Primero que nada, lamento haberlos puesto en este embrollo. No fue digno de mí que se preocuparan de esta manera, ni desaparecer sin dejar motivos —Cada uno tenía su forma de observarme, y admito que aun cuando eran distintas, tenían algo en común, ninguno estaba feliz de tenerme de vuelta, todo lo contrario—. No saben lo arrepentido que estoy por haberlos puesto así. Esta no era mi intención al principio.
Me quedé callado unos segundos, mientras un susurro me gritó por dentro que mientras más grande hiciera esto, más fuerte iba a ser el golpe final.
—Viajé para no sentirme tan miserable, necesitaba reencontrarme y aliviar mi pasado, sanar heridas que marcaron quien soy y definir que iba a ser de mí ahora —resumí todas las odiseas de las últimas semanas en esa pequeña oración, sin embargo, no era suficiente, ni para ellos, mucho menos para mí—. Tenía una promesa pendiente de cumplir, y eso justamente fue lo que intenté resolver.
Sabía que ellos querían detalles y que todas estas excusas no hacían más que alterarlos, pero lo cierto es que hablar con completa sinceridad tampoco era algo que pudiera entusiasmarme, o de lo que pudiera expulsar con tanta facilidad.
Issia se colocó de pie de inmediato, mientras se reía sin gracia alguna.
Cerré los ojos sabiendo que, de todos, era la más indignada, o la más afectada, pensé, dando un rápido vistazo a toda su anatomía. Me detuve en su muñeca vendada.
No fue difícil descifrar que allí estaba la razón por la que Cameron llamó desesperada.
—Les dije que hablar con un mentiroso de primera no resolvería ni una sola de nuestras dudas —me indigné y asombré por la forma seca en que mi muñeca mencionó tal cosa. Jamás la había escuchado así, tan dura, tan fría, tan furiosa.
—Issia —llamó Patrick, como si hubiera podido leer mi mente y le estuviera pidiendo que midiera sus palabras.
—Les dije que no iba a ser capaz de pronunciar la verdad, o, mejor dicho, no sería capaz de decirla en mi cara, en frente de alguien en quien jamás ha confiado —No sé si me dolía más sus palabras, o la forma en que me las decía, con tanto enojo, porque no era tristeza lo que cubría su tono de voz.
Luisa bufó dándole la razón, Patrick nuevamente intentó tranquilizarla, y Corbin solo observaba todo desde el fondo.
—No miento, Issia, el hecho de que no quiera entrar en detalles no significa que se trate de una mentira —me lastimaba ser así de brusco con ella, en especial cuando sabía lo que acababa de suceder con ella, por mi culpa.
—Deja de verme de esa manera —musitó entre dientes, di un paso atrás sin comprender a que se refería, mientras ella daba uno hacía adelante—. Deja de creer que soy de cristal, que debes cuidar tus palabras porque puedes dañarme. Lo que Cameron te ha dicho, es una maldita mentira, pero ya veo que de los dos, tú eres mejor para eso.
La tomé de la muñeca, la que no tenía vendada, sin comprender exactamente qué era lo que quería decir.
—¿Qué significa eso?
—Issia no intentó suicidarse, lo hizo porque descubrió que Cameron y tú nos habían visto la cara de estúpidos. Ella se arriesgó con tal de traerte de vuelta —respondió Luisa, y no supe si sentirme enfadado por la estupidez de las dos, o como un imbécil.
Me enojaba saber que mi muñeca puso su vida en riesgo por mi culpa, pero en el fondo aquello me llenaba de amor. Un extraño y espeluznante sentimiento.
—¿Entonces estás bien? —intenté no sonar demasiado feliz, pero fue imposible. Saber que no sufría de una recaída, me llenaba de alivio, pero su rostro no decía lo mismo.
—Lo está —Ahora fue Patrick quien habló, pero su tono no era el mismo, lucía más enfadado que antes—. No quería entrometerme, pero creo que será mejor que hablen otro día, cuando estén más tranquilos.
Issia al fin se soltó de mi agarre, como si hubiera olvidado que estaba tan cerca de mí, pero recobrar la cordura la hubiera permitido también recapacitar que tocarme era peligroso.
—¿Para que él tenga más tiempo de planear otra mentira? —inquirió con la cabeza en alto, llena de furia, y hasta podría jurar que de rencor. Era la primera vez que sus ojos me atravesaban de esa manera.
—Issia, yo creo que Patrick tiene razón —Después de tantos minutos, Corbin al fin salió a mi defensiva, pero no muy contento que se diga.
—Y yo le doy toda la razón a Issia —Mi prima aniquiló a su esposo con la mirada, mientras caminaba en dirección a la mencionada—. Eres un doble cara.
Las últimas palabras de Luisa, me demostraron que en verdad existe un poder inmenso al utilizarlas, en especial si buscan destruir a alguien. Creo que hubiera preferido recibir un golpe suyo en lugar de eso.
Me sorbí la nariz antes de darle una repasada rápida a todos dentro del departamento.
Luisa y Patrick al lado de Issia que, sin importar las diferencias del pasado, el odio y las riñas, allí estaban los dos para ella. Del otro lado, mi mejor amigo me aseguraba que yo no era ningún hipócrita ni mentiroso. Aunque tampoco se veía muy feliz ni convencido al estar de mi lado.
—No lo soporto más —enfoqué toda mi atención a Issia, quien mantenía los ojos cerrados, analizando lo que dijo o lo que iba a decir a continuación—. Yo ni siquiera tendría porqué preocuparme tanto por lo que hagas. Si ustedes dos desean escucharlo, háganlo, yo voy a tomar aire.
Casi de inmediato, se dio la vuelta y salió del departamento, no lo dudé dos veces al correr detrás de ella, por patético y estúpido que fuera a ser, porque sé que lo sería.
—No estoy mintiendo —repetí, pero por como cuadró los hombros, supe que escucharme no era lo que quería. Dejó de caminar, pero no se giró—. Muñ... Issia, puedo jurarte que esta vez no estoy mintiendo.
—Pero nos estás ocultando cosas, y eso también es engañar —se giró, con los ojos vidriosos, como si estuviera a punto de llorar—. Lo cierto es que tampoco me importa si quieres ser sincero con quienes te aman, o prefieres guardarte las cosas.
Elevó los hombros, restándole importancia a lo anterior, mientras que yo intenté acercarme y volver a jurar que no era así.
—¿Por qué no puedes entender que hay cosas que es mejor que no sepas? —Dejé de ser dulce, y desaté todo el enojo que había estado conteniendo, al verlos señalarme como si fuera la peor escoria de la humanidad—. ¡Tú me ocultaste por mucho tiempo lo que sucedió con Marcus! ¡Jamás fuiste capaz de contarme de las amenazas de Tayler y por la cara que siempre haces cuando lo menciono, a veces creo que hay algo que no me has dicho! ¡¿Por qué solo yo debo ser el malo en esta relación, Issia?! ¡¿Por qué solo yo?!
Ella arrugó el entrecejo y retrocedió. Lucía contrariada, y más enojada que antes.
Me pasé las manos por la cara, sin poderme creer aun lo que había dicho; jamás me creí capaz de lanzar tales cosas, yo no era así, pero toda esta situación sacó lo peor de mí.
—¡¿Así que de eso se trata?! —señaló, elevando la voz como si no le importara que sus vecinos pudieran escuchar nuestra discusión—. ¿Lo haces para pagarme con la misma moneda? ¿Es solo venganza? ¡Claro! ¡Cómo no lo vi antes!
Jalé mi cabello, ahora quien podría salvarme de esta conversación que jamás debió existir.
—¡Maldición! ¡No es así! No es así, Issia —traté de acercarme, pero ella retrocedió.
—¡Claro que lo es! No tienes por qué ocultarlo más. Todo este tiempo has querido ser el héroe, cargar conmigo y no nos ha llevado a ninguna parte. No tiene sentido alguno que sigas reprimiendo todo eso, ni que yo rebusque las razones por las que no quieres confiar en mí, cuando lo único que hice desde el principio fue tratarte como la estabilidad que me faltaba, y cuando quise cambiarlo, cuando quise ser tu apoyo, fue demasiado tarde, porque no nos iba a dejar funcionar —Cerró los ojos de nuevo—. No vamos a funcionar, Collins, porque quizás esto nunca fue amor.
Me reí para no explotar como quería volver a hacerlo.
—¿Estás escuchando lo que dices? ¿Cómo te atreves a decir que lo que sentimos no es amor? —La voz me temblaba mientras las palabras salían de mis labios—. Una cosa es que nuestra relación este como la mierda, y otra cosa es decir que no nos amamos.
—¡Bien! Pero, de cualquier forma, el amor no es lo único que mantiene viva una relación —Ese fue su ultimátum, y yo lo sabía. No sé ni porque quería martirizarme una vez más, al buscar acercarme y hacerla cambiar de opinión—. No importa cuánto tú lo desees, o cuanto yo lo quisiera, esto no va a funcionar, nosotros no funcionamos, y dudo que podamos hacerlo algún día.
—Eso no lo pensabas antes, Issia, lo sé porque siempre veo tus ojos y consigo leerte. Sé que la cagué, lo sé, pero tanto tú como yo sabemos que somos el uno para el otro.
Tomé su rostro, pero tan rápido como pude sentir su piel entre la mía, se esfumó cuando ella se alejó sin siquiera dejarme disfrutar del tacto.
—No, solo fuimos dos personas que coincidieron, pero necesitan seguir avanzando.
—¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? ¿Fue él? ¿Fue Damien? —No sé ni porque lo sacaba en la conversación, cuando no tenía sentido, pero necesitaba saberlo, necesitaba que dijera que no.
—¡¿Qué?! Él no tiene nada que ver. El problema somos nosotros dos —Vi una pequeña duda en sus ojos, y eso fue suficiente para volverme un imbécil por completo.
—Solo quieres tener el camino libre.
—Soy libre desde hace mucho tiempo, Collins. Deja eso ya. Él no tiene nada que ver aquí.
—¿Cómo puedo creer eso?
Vi la manera en que se contuvo para no darme un golpe.
—Vete a la mierda, Collins. No te reconozco.
Yo tampoco lo hacía, muñeca. Desde hace mucho tiempo.
Me quedé estático, sin nada más que poder objetar, y era bueno, después de todo, cada que abría la boca solo era para seguirla cagando. Ella en cambio, me observó una última vez antes de darse la vuelta y salir del edificio.
Sentí la necesidad de seguirla, me preocupaba que algo pudiera pasarle, que hiciera alguna estupidez estando sola.
—Este es tu departamento, voy a irme yo. Aunque no me gustaría que te quedaras sola —admití, pero por la forma en que nuevamente se detuvo, supe que otra vez la había cagado.
—No soy de cristal, Collins. No necesito que me estés cuidando, ni que creas que por no tenerte voy a aventarme ante el primer auto que se ponga enfrente.
No se giró, no dijo nada más, bajó las escaleras y se perdió de mi vista, dándome a entender que hablaba en serio.
Ella tenía razón, no era la misma; en verdad se había ido, pero siempre sería mi muñeca.
Issia
Perdí la noción del tiempo y de la distancia que recorrí, pero necesitaba salir; necesitaba estar lejos de él y despejar mi mente.
Todo había sucedido tan rápido, tan fuerte. Habían sido demasiadas emociones para unas pocas horas, y no estaba preparada para ello.
Ambos habíamos sido demasiado bruscos, el uno con el otro, tanto que fuimos casi irreconocibles. Por primera vez habíamos sacado nuestro verdadero yo, y para nuestra desgracia, no éramos compatibles.
Yo lo sabía, lo presentía desde hace mucho, pero no quise decirlo.
Asimilaba que se trataba de confusión, que solo era mi mente adaptándose a ser distinta y tenerlo de cerca. Supongo que la nueva Issia nunca lo aceptó del todo, porque ella no lo necesitaba tanto como la Issia del pasado.
Por supuesto, mi antigua versión lo necesitó, y sin él posiblemente no estuviera aquí, pero eso no lo sabía. Lo que, si sabía, es que yo había cambiado, pero él nunca lo hizo, todavía me sigue viendo como alguien que ya no existe, alguien que hace mucho desapareció.
Me cuesta creerlo y comenzar a soltarlo, pero si no lo hago, si sigo aferrándome a esperanzas y su recuerdo, estoy segura que jamás conseguiré avanzar del todo; él también necesita hacerlo, pero yo no soy nadie para exigírselo.
Sentir el aire meciendo mi cabello y refrescando mi rostro, me hace bien, aunque no puedo decir lo mismo de la temperatura de mi cuerpo, que a gritos me reclama haberme salido sin una chaqueta. Me hago la fuerte por algunos metros más, hasta que decido tomar mi celular y llamar a un taxi.
Tengo varias llamadas perdidas de Luisa, de Patrick y algunas también de Damien. No me molesto en devolverlas, aún sigo queriendo estar sola.
Mientras el auto llega hasta donde estoy, comienzo a darme cuenta que en verdad necesito un medio de transporte, que esto de depender de alguien que me lleve o tomar el metro y el autobús, comienza a ser cansado y hasta tedioso.
Sé que es peligroso tomar decisiones así de precipitadas, pero a pesar de ser todo un gasto, sé que lo necesito.
Definitivamente, debo comprar un auto, de algo podría servir todo ese dinero que mi padre me ha dado, aunque claro, probablemente luego se lo devuelva.
Deberle no es algo que me guste, pero en este momento, de verdad lo considero algo de vital importancia.
(...)
Cuando llegué al departamento, por suerte no está nadie, y me alegra, no sé qué hubiera hecho si aún hubieran estado dentro.
En la encimera hay una pequeña nota.
"Espero que estés bien. Mañana tengo el día libre, si quieres podemos salir.
Patrick"
Sonreí ante el gesto de mi hombre favorito en el mundo, y aun no sé si es porque volvamos a ser amigos, o por lo bueno que ha sido conmigo estos dos últimos días.
Sé que de no haber sido por él y Damien, las cosas no hubieran salido así. Ambos son realmente importantes para mí.
No me toma más de dos segundos tomar mi celular y mandarle un mensaje a Patrick afirmándole que estoy bien y que mañana lo esperaba en mi departamento para organizar una salida improvisada, aunque ni a él ni a mí nos gustara dejarnos llevar sin un plan.
Una vez que he enviado el mensaje, lo dudo mucho antes de terminar marcándole a Damien. Sé que bien pude haberle enviado un mensaje, pero no hubiera sido lo mismo, hay mucho que debo contarle, y cosas importantes de la que ambos tenemos que hablar.
Contesta al tercer tono.
—¿Todo bien? —se escuchaba un tanto cansado, como si hubiera estado durmiendo.
—Sí, eso creo. ¿Te he despertado?
—No, estaba estudiando un caso de verdad aburrido, creo que, si no hubieras llamado, ahora mismo estaría a punto de un colapso para querer lanzar mis documentos por la ventana y olvidarme de la carrera y el trabajo; gracias por evitarlo, eh —rio, y yo hice lo mismo porque su tono humorístico era contagioso—. ¿De verdad le diste un golpe en su punto débil a Collins? Patrick me dijo eso cuando me llamó para preguntar si estabas conmigo.
Arrugué el cejo por la indiscreción de Patrick al mencionar algo como eso.
—No fue así. Solo, creo que por fin terminamos.
—¿No habían terminado hace como un mes o algo así?
El que lo preguntara, solo me hacía ver cuán idiotas nos habíamos visto al decir una cosa, pero no creérnosla al cien por cien.
Me dio vergüenza decirle que sí, pero que ambos aún manteníamos la esperanza en volver con el otro pese a todo.
—Es complicado.
—Si tanto lo es, mejor hablemos de otra cosa. ¿Te conté que Lena Stewart, la sobrina de tu jefe, fue expulsada de la facultad?
Y con ese pequeño chisme de universidad, ambos pasamos gran parte de la noche hablando, carcajeándonos y hasta opinando de cosas que no tenían sentido, hasta que mi celular anunció que la batería se estaba agotando.
Hablar con él me hizo olvidar por lo que había pasado horas antes, y cuando desperté, fue como si todo hubiera sido un sueño, uno de los que parecen un film a blanco y negro en los que pareces solo un espectador y no despiertas emociones al recordarlo. Solo está ahí, recordándote un hecho, pero sin sentir nada.
Así sentía lo que había sucedido entre Collins y yo la noche anterior, y en verdad lo agradecía, porque no quería ver al pasado y recordarlo como la persona que fue en ese instante, sino como el caballero del que me enamoré el año anterior.
Al menos eso quería mantener en mí. Una buena imagen suya.
Me di una ducha y desayuné bastante rápido, mi humor estaba más que renovado, y no quería que nada lo cambiase.
Cuando la puerta sonó a las diez de la mañana, no pude no emocionarme como una niña pequeña. Ver a Patrick frente a mi puerta, con dulces de café y cintas de película en su mano, solo consiguió aumentar mi euforia hasta lanzarme a sus brazos.
Lo había extrañado como a nadie, y ver como a pesar del tiempo transcurrido las cosas entre ambos no habían cambiado, me hacía sentirme especial, y es que en un mundo donde la amistad está infravalorada, tener a un Patrick y una relación como la nuestra, era como encontrar el tesoro perdido de Indiana Jones.
—Cómo te extrañé, Piojosa —susurró, cuando la primera de muchas películas que planeábamos ver para reponer el tiempo perdido, acabó.
Me acurruqué a su lado y le di la razón.
—No tienes una idea de lo mucho que añoré recuperar lo que teníamos. Cada vez que abrazaba a Waffle, solo podía desear que un día él se convirtiera en ti —era tonto, lo sabía, pero era verdad.
—La única piojosa, eres tú, eh. Pero hablando de piojosos, ¿Dónde está Waffle?
Le dio una repasada al lugar, y yo seguí su mirada, esperando porque se percatará de su presencia en el pequeño sofá al lado de la ventana. A veces me preguntaba cómo es que podía dormir tanto, en lugar de perro, parecía un gato o un perezoso.
—Por un segundo creí que se había salido ayer luego de... ya sabes. Ni siquiera recuerdo haberlo visto en tu departamento.
—Es que no lo estaba, Corbin es alérgico a los perros, así que Clarissa, la portera, lo estuvo cuidando.
Omití el decirle que no pasó la noche conmigo, porque gracias a mi entretenida llamada con Damien, olvidé que debía ir por él. La misma Clarisa fue quien me lo trajo hoy temprano.
—Hablando de ayer, hay algo que quiero preguntarte. Tranquila, no es sobre Collins.
Si no era sobre él, no comprendía que quería saber, pero de cualquier forma lo dejé continuar.
—¿Tienes algo con Damien? Lo pregunto porque Collins lo mencionó de una manera demasiada extraña, y luego cuando yo lo llamé porque no sabíamos en dónde estabas, se puso muy alterado, casi tanto como el día que te llevaron al hospital.
Negué, porque era verdad, yo no tenía nada con Damien, pero al hacerlo también me entró la duda y me encontré recordando la extensa llamada del día anterior, su risa, sus chistes, y ocurrencias.
—Somos amigos. Durante todo este tiempo, nos hemos vuelto... más cercanos.
No supe por qué decirlo me costaba tanto, y porque mis mejillas se sonrojaron como si fuera una mentira, o si como haber pronunciado tal cosa me pusiera nerviosa. Quizás lo hacía, pero no quería eso, y menos frente a Patrick.
—Por supuesto, pero no creo que Collins lo culpe de separarlos por una simple amistad.
Negué porque justamente tenía que recordarlo.
—Collins no sabe que dice.
—Vamos, Iss. Tu y yo nos conocemos desde que teníamos trece años, y sé que cuando un chico te revuelve la cabeza, siempre intentas omitir el tema —tomó mis manos entre la suyas—. Confiésate, querida. Con lujo de detalles.
Me reí al principio por su pésima interpretación de voz de señora, pero luego de varios segundos, terminé por contarle todo, sin excluir ni un solo hecho, o un solo sentimiento o pensamiento. Supongo que desde hace mucho necesitaba sacarlo para dejarme de sentir confundida y afrontar las cosas como era debido.
Y creía que era algo complejo, pero terminó siendo mucho más profundo.
—Tengo dos teorías: La primera, es que estás intentando suplantar el amor de Collins con su amistad, y la segunda, es que en verdad te gusta este chico —rodé los ojos.
—Ambas son una tontería, además, no quiero una relación cuando acabo de salir de otra.
—Yo no dije nada de una relación, piojosa, que tu veas eso en él solo confirma mi segunda teoría.
Aparté la vista, tratando de hacerme la desentendida.
—Y, ¿Por qué no la primera?
—¿De verdad me lo preguntas? Tendrías que ser yo para ver cómo te brillaban los ojos mientras contabas todo, y como de inmediato lo has emparejado a él y la palabra "relación".
—¡Vamos! Solo es confusión.
Me levanté como si seguir escuchándolo me revolviera todavía más.
—Que quieras convencerte de ello, no lo hace una realidad —se detuvo un segundo—. No estás anclada a Collins de por vida, y darle una oportunidad a Damien no lo hace a él tampoco una segunda opción.
Asentí, pero no compartía su pensar.
—Tienes razón, pero no necesito estar en una relación para sentirme completa, por el momento, estar sola me gusta más.
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Fin 👀
JAJAJAJAJA No es cierto, pero ya está cerca, como a siete capítulos o quizás un poco más.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Se esperaban esta reacción de Issia?
¿Collins de verdad se pasó con lo que le dijo?
¿Patrick anda loco y por eso le aconsejó a Issia salir con Damien? ¿O hizo bien?
Gracias por leer, los amo muchísimo y recuerden una cosa. Yo soy la reina del drama y en esta historia, todo puede pasar todavía, no se desesperen 👀
Los amo, cuídense, quédense en casa si pueden, vean películas, lean más libros y si pueden, aprendan algo que siempre quisieron.
Mz
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