Capítulo 23
Aunque no lo creas
Collins
Mi mano me ardía ante la manera tan brusca en que presioné el celular. Quería lanzar todo lo que estuviera a mi paso, romper lo primero que se mi pusiera enfrente, pero sabía que de nada serviría, porque ninguna de aquellas acciones conseguirían que Issia apareciera por arte de magia.
Traté de tranquilizarme, mientras volvía a respirar, está vez inhalando más fuerte.
¡Maldita sea que quería matar a Tayler!
—¿Cómo es posible que eso haya pasado? Se supone que para eso la están vigilando. ¡Maldita sea! Hay como seis hombres vigilando sus pasos, ¿Cómo mierda es que ninguno sepa que pasó con ella?
Las personas comenzaron a girar en mi dirección en cuanto me escucharon casi gritarle a Frederick, pero poco me importaba. Estaba furioso y no era para menos, la mujer que amo estaba, seguramente, en manos del peor imbécil del universo.
—Collins hacemos lo que podemos. Se supone que uno de mis hombres la escoltó hasta el auto de Damien McCain, pero le perdimos el rastro luego de eso.
—¿Y dónde está ese idiota? ¿Qué no se supone que los estaban protegiendo a ambos?
—Tampoco tenemos idea de dónde se puede encontrar. El auto en el que se fue estaba abandonado en la carretera donde se encuentra la misma cabaña.
Refunfuñé molesto ante sus declaraciones. No me podía creer nada de esto, en verdad que sentía que mi sangre hervía y en cualquier momento explotaría.
—Carl McCain desea hablar con usted —recitó luego de algunos segundos de silencio de parte de ambos. No fue necesario que preguntara de quien estaba hablando, pues el apellido lo dejaba bastante claro.
—Señor Jayden Collins, un gusto, como sabrá, soy el hermano mayor de Damien y al igual que usted estamos bastante interesados en encontrarlos a ambos, ¿tiene alguna idea de dónde podrían estar?
Rodé los ojos y me ahorré el tener que mandarlo al carajo. ¿En verdad me estaba preguntando eso?
—Si lo supiera no estaría tan furioso con su ineptitud —me limité a decir, y por la risa del hombre al otro lado de la línea, me dejaba en claro que no me creía nada. ¿Qué le pasaba a semejante idiota?
—Tenemos evidencia que demuestra que Tayler Hill ha estado en contacto con usted —tragué saliva en cuanto mencionó tal cosa—. No se preocupe, esta información es confidencial, así que por favor, podría decirme si él no lo ha buscado en las últimas horas.
—Si no le importa, preferiría darle esa información a Frederick —no me fiaba ni un poco de él y su hermano.
Últimamente no me quería fiar ni siquiera de mi propia sombra.
Por un segundo creí que aquel hombre con vos gruesa me obligaría a hablar con él, sin embargo, aceptó sin rechistar y me pasó de inmediato a mi colega.
—¿Cómo es que ese hombre sabe acerca de mi cercanía con Tayler? —susurré mientras me pegaba lo más que podía a un rincón en el fondo del pasillo, donde el ángulo de la cámara no lograba observarme.
—Trabaja para el FBI, igual que yo —mencionó como si fuera algo obvio—. Pero, sabes que no vamos a hacerte nada, eres como nuestra linterna en esta tiniebla hacía su organización. Ahora, dime, ¿ha estado en contacto contigo?
—No, no he sabido nada de él desde hace varios días.
Coloqué mis dedos sobre el puente de mi nariz, buscando tranquilizarme.
—¿Y no has intentado marcarle para saber que es lo que pasa o qué busca?
Está vez si reí con ganas. Cómo si ese hijo de papi fuera capaz de decirme uno solo de sus planes.
—Utiliza un número confidencial, no hay ni siquiera rastro de su registro en mi historial de llamadas, estoy seguro que ni siquiera ustedes han podido detectar sus movimientos gracias a esto.
—No, por supuesto que no, pero si tenemos registro de esas llamadas gracias al satélite, lo que no podemos averiguar es su ubicación, es como si las realizara en un punto ciego del planeta.
—Es un dispositivo dentro de su celular —respondí como si estuviéramos hablando de una receta de cocina.
—Lo suponíamos. Si tenemos información de Issia te lo haremos saber de inmediato —y sin más, terminó la llamada.
Me quedé parado donde estaba, con el celular entre las manos, otros cuantos segundos, mientras intentaba tranquilizarme y buscar fuerzas.
Tenía que mantener la calma y la compostura, al menos hasta que Tayler me dijera que era lo que estaba pasando. Él siempre actuaba con un doble sentido, y si en verdad tenía a Issia, en cualquier momento me llamaría para amenazarme, negociar, o al menos burlarse de mí.
O eso era lo que esperaba.
Porque en verdad esperaba que se tratara de él y no de Rice. Ese hombre era... era como el diablo, o quizás peor.
Guardé el celular en mi bolsillo, y antes de volver a donde se encontraba Amanda, me pasé las manos por el rostro. No sabía que hacer con ella tampoco. Hoy por la tarde me advirtió que su padre vendría, pero ni siquiera le tomé importancia, y ahora con esto. ¡Dios santo! Quería salir corriendo de ser posible, pero no era hora de actuar como un maldito cobarde.
Aún así, en lugar de sentarme a su lado, me quedé unos cuantos centímetros alejado de ella, tan sólo observando como jugaba con un juego de sombras y se lo colocaba en la palma de la mano con sus propios dedos.
—¿Dónde está su celular? —la voz de Cameron consiguió que pegara el brinco de mi vida.
—¡Qué te pasa! —Exclamé en voz baja, mientras me giraba y la veía con un traje negro que la hacía ver como toda una investigadora privada—. Lo tiene en su bolso, pero no ha recibido una sola llamada.
Mi respuesta no pareció convencerle a Cameron, y sin decirme nada, caminó hasta ella e intercambió unas cuantas palabras, y algunos gritos, también.
—¡Por Buda! ¡Devuélveme mi bolso! —gritó Mandy y casi tuve la necesidad de colocar mis dedos sobre mis oídos—. Esto esta contra mis derechos, no me puedes mangonear de esta manera.
—Claro que puedo —agregó Cameron, agachándose hasta quedar a su altura, con una sonrisa llena de altanería, mientras sacaba todo lo contenido dentro del bolso de quince mil dólares de Amanda, sobre la silla a un lado—. Voy a tomar esto en lo que te escoltan para interrogarte. Tú vienes conmigo.
Esto último lo dijo hacía mí, caminando con el celular en la mano. Un oficial llegó para tomar a Amanda del brazo y por un segundo estuve a punto de ir en su dirección para pedirle a ese hombre que no fuese brusco con ella, pero los ojos aniquiladores de Cameron me lo impidieron.
—¿Era necesario que la trataras así? —pregunté en cuanto llegamos a su oficina.
—No, pero con alguien tenía que rematar que no sepa nada de mi mejor amiga —mencionó, como si lo que acababa de hacer no hubiera sido un abuso de poder—. No me veas así, que para empezar es nuestra principal sospechosa en este momento.
—¿Enloqueciste? Amanda está lejos de querer ayudar a Tayler, de ser así el FBI ya hubiera venido por ella —o Frederick ya nos hubiera informado de aquello. Cameron tan sólo estaba buscando una manera de hacerla pagar por caerle mal.
—Ella estaba en nuestro poder gracias a que la trajiste —inició con esa sonrisa diabólica en su rostro—. Tenemos que agradecerte eso.
—No tiene sentido alguno. Para empezar, Tayler se ha encargado de cubrirla muy bien, la mitad de esta oficina está controlada por él, incluida tú.
Se levantó de su silla hasta tomarme del cuello y con fuerzas de quien sabe donde sacó, consiguió que callera recostado sobre el escritorio hasta quedar a su altura. Tenía que admitir que esta mujer de verdad daba miedo.
—No se te ocurra volver a mencionar algo como eso dentro de este lugar, reverendo pedazo de escoria, porque puedo meterte preso por haberlo estado encubriendo todo este tiempo—me soltó, y de inmediato sentí como me ardió el cuello por su arrebato —. Además yo no estoy de su lado, todo es parte de una estrategia.
—No me quieras ver la cara de imbécil, Cameron, se muy bien que es lo que ha estado pasando, sé perfectamente porque Tayler te tiene a su lado y mantiene tanta confianza contigo. Tú eres quien lo ha ayudado a evadir a la policía, ¿o me equivoco?
Cameron se dio la vuelta hacía la pequeña ventana, mientras respiraba más exageradamente que de costumbre.
—Tú eres quien limpió el nombre de Amanda para que nadie supiera de su existencia en la ciudad, por eso sabes tanto de ella, por eso sabes tanto de mí. Tu puesto no es tan importante como para tener toda esa información —confesar todo eso tan sólo basándome en lo que acababa de ver, iba a costarme muy caro si me estaba equivocando, pero con todo lo que estaba pasando, la adrenalina en mi cuerpo me hacía cometer locuras sin ver las consecuencias.
Cameron se giró hacía mí con los ojos rojos, como si estuviera furiosa, pero a la vez nerviosa. Sus manos se habían vuelto puños y la fuerza que imponía era tanta, que sus nudillos poco a poco comenzaron a volverse blancos.
—Fue un error —explicó con la voz neutra, mientras observaba esta vez hacía otro lugar en vez de a mí—. No creía que esto fuera a ser tan... tan grave. Se supone que él era inocente, me dijo que todo era una equivocación en sus apuestas, que no tenía nada que ver con esa organización. Me juró que su familia iba a ayudarme a entrar al FBI si lo ayudaba a que no pisara la prisión en cuanto comenzaron a buscarlo. Le creí, ¡Joder! ¡Le creí! Por eso quedó libre, pero ni él, ni yo, contábamos con las demás demandas que llegaron después, demandas que me dejaron en claro que era un maldito delincuente, pero las cosas ya estaban hechas y a mí no me quedó de otra más que callar y quedarme a su lado.
¡Maldita sea! ¿Por qué no estaba equivocado?
Escucharlo salir de sus labios fue peor de lo que creí. Issia iba a matarla si se enteraba que gracias a ella, ese idiota estaba libre. Si hasta yo quería hacerlo, por haber cometido tal idiotez.
Es que en verdad la había cagado. Pero, ¿quién era yo para estarla juzgando de esta forma? Claramente yo tampoco estaba libre de pecado.
—¿Cómo se entero la policía de quien es Amanda? —omití todo lo que me había dicho, porque también estaba seguro que ella no quería escuchar mis condolencias, ni tampoco mis reclamos.
—Alguien llamó, luego de revisar las cámaras del bufete.
—¿Una coartada?
—Lo más probable, pero no sabemos porqué. Ni siquiera yo lo sé —Eso era extraño, Amanda tampoco parecía saber nada, y las opciones comenzaban a acabarse.
—¿Cuándo fue la última vez que estuvieron juntos? —la castaña despeinada frente a mí, elevó las cejas tanto que estás amenazaban con salirse de su frente—. Sólo quiero saber que fue lo último que te dijo que planeaba hacer, si es que acaso lo mencionó.
Quizás no obtendría nada de esto, pero al menos debía intentarlo.
—Tayler no dice mucho, al menos no cuando no le conviene. Pero en ningún momento pareció estar interesado en hacer que su hermana pagara sus platos rotos, aunque ya sabes que no se tienta el alma ni siquiera por ella.
Elevé los hombros dándole la razón. Ese desgraciado quería demostrarnos cuanto miedo debíamos tenerle, o tan sólo quería que nos destruyéramos entre nosotros para dejarle el campo libre a él.
Esto que hizo con Amanda lo dejaba claro, sin embargo seguía sin encontrarle mucho sentido, ella podía hablar y delatarlo, ¿por qué haría esto? O, ¿quién sería capaz de jugar contra Tayler Hill e idear todo esto?
Nadie tenía el poder que ese idiota poseía... a no ser que se tratara de...
—Revisa el historial de llamadas de Amanda y busca a su padre allí —ordené, y por un momento creí que ella sería capaz de gritarme que no le dijera que hacer, pero sin rechistar desbloqueó el celular gracias a un aparato guardado en su cajón y prosiguió a hacer lo que le indiqué.
Su frente se arrugó mientras más deslizaba sus dedos por la pantalla, como si lo que hubiese encontrado allí no cuadrara con todo esto.
—Las últimas llamadas que tiene son tuyas, no hay nada ni siquiera en el historial de llamadas borradas —bufé. Tenía que ser una maldita broma, y no se porqué no lo pensé antes, si su padre se hubiera comunicado con ella, aquellas llamadas también hubieran sido marcadas como las de Tayler, como si nunca se hubieran registrado—. Un momento...
Elevé confuso mi vista hacía ella, el tono que utilizó no me daba muy buena espina.
—¿Lo reconoces?
Colocó el aparato frente a mí y de inmediato asentí, no fue necesario que viera aquella fotografía por más de un minuto.
—Tal parece que ambos se han estado viendo. Ayer fue la última vez que salieron.
—¿Qué hay de sospechoso en eso?
—Para mí, que salgan porque Amanda es como un misterio, y para ti, que él te quiera fuera del camino.
Elevé los hombros, pues aquella declaración tenía poco sentido para mí, ¿por qué tendría yo que creer aquello?
—"Entonces, ¿te gusto?" —expresó haciendo una voz más aguda de lo normal—. "Lo de hoy estuvo bien, pero sabes que no puedo sacármela de la mente" Respondió él, ¿de quién crees que estén hablando?
La pregunta de Cameron no hizo más que alterar mis nervios. No tenía cabeza en este momento para estas idioteces.
—Podría ser cualquier persona. ¿Podríamos volver a lo que de verdad importa?
—"No sé que me guste más de ella. Si sus ojos, o su sonrisa, o quizás la forma en que ríe cuando lanzo mis estúpidos chistes. Ya se que no debo quererla, que ella tiene a alguien más dentro de su corazón, pero ¿qué hago para no sentir lo que siento? Si cuando estamos juntos en la oficina, no puedo hacer otra cosa más que buscar excusas para estar cerca de ella"
Me acerqué hasta Cameron para quitarle el celular y comprobar con mis ojos que lo que recitaba era verdad. Y para mi maldita desgracia, si lo era. Él muy maldito recitaba varias veces que estaba perdido por alguien más, y por un mísero minuto estuve por gritarle a Cameron que dejara de reírse, porque se refería a alguien más, pero todo era tan claro, más luego de ver cómo Amanda le preguntaba si no le importaba que Issia estuviera conmigo.
Por lo menos tenía presente que lo que nosotros sentíamos era tan fuerte que él no cabía por ningún lado. Pero tampoco me podía fiar que no fuera un imbécil.
—Estar enamorado es peligroso, Collins. ¿No crees que sería suficiente razón para considerar a Damien sospechoso? Él haría lo que fuera para quitarte del camino.
Asentí, pero yo sabía que mis sospechas eran más por celos que por cualquier otra cosa.
Yo no podía guiarme de mis celos hacía él, por estar interesado en Issia, ni tampoco podía dejar que la castaña loca desconfiara de Mandy solo por no agradarle.
Necesitábamos mas personas de nuestro lado que en contra nuestra, pero Cameron tenía razón en algo, nuestro enemigo estaba mucho más cerca de lo que imaginábamos.
Issia
—Necesito que me des tu celular y esos pendientes.
—¿Quién eres? —fue lo primero que se me ocurrió preguntar, pero ella parecía más interesada en lo que me pidió que en dar explicaciones.
Mi estado de ánimo, y mis emociones no estaban como para soportar un asalto también.
—No quiero hacerte nada, eh —exclamo como si hubiera leído mis pensamientos, al tiempo que se quitaba la mascarilla negra de la boca y luego elevaba las manos, lo que me dejó ver en ella unas extrañas cicatrices en sus palmas —. Tan sólo quiero ayudarte y para eso, necesito que me entregues tu celular y todo tipo de aparato electrónico, y, esos pendientes.
Para no quererme hacer nada, estaba actuando muy contrariadamente.
Estuve por volver a rechistar, pero a sabiendas que seguir hablando con la mujer desconocida en el asiento de copiloto, era sólo perder tiempo en el que Tayler podía encontrarme, levanté el celular del suelo, me quité los pendientes y se los entregué; no recordaba haber traído nada más.
Ella sonrió y sin decir más, abrió la puerta del auto dispuesta a salir, pero en cuanto hizo aquel gesto, mi mente me aseguró que la conocía, que la había visto en algún lugar, aunque no estaba segura de ello.
—¿Quién eres? —volví a investigar, ella giró en mi dirección una última vez, provocando que sus rizos rojos se mecieran sobre su espalda y sin dejar de sonreír, respondió algo que me dejó aún más confundida.
—Para casi todos, un fantasma; para ti, la persona que te ha salvado el pellejo.
(...)
El olor a moho me hizo arrugar la nariz, mientras buscaba el encendedor de la luz.
No recordaba que este lugar apestara así cuando lo visité por primera vez, aunque lo más probable es que aquel día estuviese más emocionada por conocer el departamento e imaginarme en él, que en si necesitaba una reparación. Tampoco es como si aquel olor fuese algo que pudiera intoxicarme, podía vivir con él y soportarlo, al menos en lo que Damien venía por mí.
Me senté en el único sofá, mientras trataba de respirar y tranquilizarme. No tenía manera de comunicarme con nadie, ni mucho menos dar señales de vida, y de cierta manera aquello también me llenaba de alivio, así Tayler no podría dar conmigo o hacerme daño.
Al menos en algo si podía estar agradecida con aquella ladrona, porque lo de salvarme no se lo creía ni un poco. Bien podía dar una declaración, pero de qué serviría, con la policía interesada en encontrar a Tayler Hill para desmantelar la organización para la que trabajaba, era más importante que, como me habían asaltado sin siquiera mostrarme un arma.
Bien, Issia, perdiste tu celular y unos aretes bellísimos que te regaló tu abuelo.
Volví a pasarme las manos por el rostro, mientras dejaba de lado ese mísero detalle, y me enfocaba en la aparición de Tayler, tan repentinamente, lo que dejaba en claro, que había estado más cerca de mí, de lo que hubiera imaginado.
No me cabía en la cabeza que estuviera a salvo, pero tampoco podía estar tan tranquila, ese prepotente me quería ver destruida y yo sabía, que no se iba a detener hasta conseguirlo. Y también tenía presente, que llegar por mí y darme un escarmiento o quizás una amenaza, no era su única forma de dañarme. Él bien podía ir por Collins, por Cameron, o incluso por Patrick, y dañarlos sólo para hacerme daño a mí, para hacerme pagar, según él, lo que yo le debía.
Eso me tenía hecha un manojo de nervios. El sólo hecho de imaginar que pudiera dañar a alguien que quería, provocaba que mis entrañas se revolvieran y dejara de ser la Issia nueva y fuerte, y me convirtiera en la Issia débil y frágil de hace unos meses.
La presencia de ese hombre, no hacía más que dañarme sin siquiera tocarme.
Me hacía arder y sufrir, y lo odiaba, lo odiaba tanto o más que a los hombres que mataron a mi madre y nos tuvieron secuestradas durante todos esos días.
Mi psicólogo me había dicho que tenía que disolver todo este odio para avanzar y poder dejar todo esto atrás, pero no podía, simplemente no podía hacer eso.
No iba a estar tranquila, hasta que pagaran, aún cuando la venganza fuera algo insano, yo quería hacer justicia. Quería hacerlo, porque sino, jamás estaría en paz conmigo.
Quería que Tayler pisara la cárcel para que nunca volviera a dañar a nadie como me había dañado a mí, y también quería que aquellos hombres sufrieran por igual a lo que mi madre padeció y yo aún sufría, porque no soportaba más con esta carga.
Mis manos estaban hechas puños sobre la tela del sofá, y no fue hasta que el sonido de la puerta me hizo volver en sí, que fui consciente de ello y de cómo me dolía, también, aquel gesto.
No estaba segura en si debía o no abrir, no me podía fiar, porque a pesar de que este lugar tan sólo lo conociéramos Damien y yo, también estaba la posibilidad que alguien me hubiese seguido y estuviese allá afuera dispuesto a hacerme daño.
Y es que, los recuerdos de cómo Tayler me había dañado en el pasado, tampoco me dejaban pensar con claridad. Pensar en eso, tan sólo consiguió que en lugar de acercarme a la puerta, comenzara a hacerme una bolita sobre el sofá. No sabía exactamente porqué, pero el recuerdo de cómo sus hombres me llevaron a aquel callejón y luego él apareció con ese... poco hombre a su lado, hasta que consiguieron introducirme en una habitación, si es que a eso podía llamársele así, en una bodega abandonaba, ocupó por completo mi mente y me bloqueó.
Me sentí débil, sucia, impotente, angustiada, temerosa y un sinfín de cosas más, que poco podía hacer conmigo misma.
Quería gritar, pero mi voz estaba apagada. Moverme, pero mi cuerpo no respondía. Olvidar, pero mientras más lo intentaba, más vivo se volvía aquel recuerdo.
—No, no, no... —supliqué en voz queda, y ya para ese momento estaba segura que mi rostro estaba empapado en lágrimas, porque el sabor salado se introdujo en mis labios.
Sentía la necesidad de arrancarme la piel, así como también el dolor, pero no podía. De nuevo, no me sentía tan fuerte para lograrlo.
"Es tu imaginación. Es tu imaginación"
Me repetía, pero poco conseguía con eso.
"Eres fuerte, Issia. Eres fuerte"
Pero no podía convencerme.
Sus manos en mi cuerpo, la risa de ese prepotente, sus caricias sin sabor, su voz, sus manos reteniendo mis golpes...
—Issia, soy yo, Damien. ¿Qué pasa?
Sin siquiera pensármelo dos veces, tan sólo con haber abierto los ojos y con ello comprobado que era cierto, aún entre lo deforme que se veía gracias a la presión de mis párpados y mis lágrimas cayendo como torrenciales de lluvia, me lancé sobre él, buscando apoyo.
Mis manos hechas puño, se presionaron sobre su pecho, y mi cabeza se enterró entre ellas y el agujero de su cuello, mientras lo sentía a él temeroso por abrazarme, pero la manera en que buscaba desesperada su cercanía, lo obligó a hacerlo, colocando sus manos alrededor de mi espalda, mientras la acariciaba con delicadeza.
Me sentía como hace mucho no lo hacía, pero sin aquella voz que me gritaba que era patética y lo agradecía, porque oír eso siempre me hizo sentir culpable por sentirme triste, como si tuviera la obligación de estar feliz todo el tiempo, como si no pudiera tener letargos en los que llorar me ayudara a sentirme mejor.
Ahora sabía que sí, que llorar no me hacía menos que Damien, ni que tampoco el que él me viera de esta forma, significaba que por ello tuviera que juzgarme.
No todos en el mundo van a juzgarte por eso, y yo ya lo sabía bien.
Dejé que mi cuerpo sacara toda esa presión mientras más llanto salía de mis ojos, sin embargo, me quedé otros cuantos minutos, mientras aún sollozaba y terminaba de tranquilizarme.
No fue hasta ese momento, en que estuve un poco más tranquila, que me percaté que Damien estaba cantando, casi susurrando en mi oído. Su voz no era algo que pudiese considerarse una obra de arte, pero su gesto lo valía.
—The sweetes dream will never do,
I'd still miss you babe.
And I don't wanna miss a thing.
Hizo una pequeña pausa, como si estuviera siguiendo el ritmo imaginario de la canción, y yo fui incapaz de moverme, pues quería seguir escuchándolo.
—Lie closet to you.
Feeling your heart beating.
And I'm wondering what you're dreaming
Wondering if it's me you're seeing
Then I kiss your eyes
And thank God we're together
I just wanna Stay with you in this moment forever
Forever and ever.
—No sabía que te gustara cantar —musité, levantando levemente mi cabeza de donde se encontraba escondida. Damien no hizo el amago de detenerse, y eso me pareció extraño, pero a él parecía no importarle hacer tal cosa, hasta parecía disfrutarlo.
Lo hacía con tanta pasión, pero haciendo gestos divertidos que demostraba que nunca perdía su esencia. Él era simplemente agradable siendo el mismo.
—Creí que hacerlo te ayudaría a sentirte mejor —expresó mientras se apartaba unos cuantos centímetros, espacio que le dio la oportunidad de ver mi rostro y estudiarme, al tiempo que movía una de sus manos para colocarla sobre mi mejilla—. ¿Estás mejor ahora?
No hice más que asentir, y es que por alguna razón mi voz había parecido quedarse estancada en mi garganta en cuanto me hizo aquella pregunta. Fue como si su tacto delicado sobre mi mejilla hubiera hecho revolotear algo dentro de mí, junto con su cercanía, su mirada preocupada y su voz cantándome.
Era quizás solo la emoción del momento.
Por supuesto que eso era. No tenía ni tiempo, ni cabeza para darle vueltas a este asunto, así que darle esta solución fue lo mejor.
O la mejor manera de cubrir dichas emociones sin sentido alguno.
Pero tampoco podía negar, que mi corazón dio un brinco en cuanto el deslizó su pulgar sobre mi pómulo. Yo no podía permitir esto, estaba comenzando a desvariar con tantas cosas al mismo tiempo.
—Gracias por... por esto —expresé, mientras giraba la cabeza sin ser demasiado brusca y de inmediato, también hice que mis manos lo empujaran levemente.
No quería ser tan obvia ante lo incómodo que se volvía tenerlo cerca.
Él me liberó de sus brazos, tan despacio y tan delicadamente que incluso sobre la tela podía sentir el calor que expiraban sus dedos. Cerré los ojos un lacónico segundo y luego volví a enfocarme con un golpe mental por mal interpretar todo esto. Damien tan sólo era amable conmigo, tanto como yo lo hubiera sido si lo hubiera encontrado en la misma situación.
—Me asusté mucho cuando no abrías la puerta y luego, cuando te vi llorando, imaginé lo peor —comentó, mientras yo me acomodaba mejor en el sofá y él se quedaba de pie frente a mí—. Nunca he sido bueno cuando veo a alguien triste, pero tampoco podía dejarte así como así. Mientras te abrazaba recordé a mi padre cantándome canciones por las noches, y asimilé que podía servir. Creo que lo hizo.
Sonrió luego de declarar sus razones y me pareció dulce lo que hizo. Dejé de lado la confusión de mi cabeza, y me enfoqué en su ayuda.
—Se podría decir que si, pero no cantas muy bien —bromeé y él se hizo el ofendido colocando su mano sobre su pecho. Al menos pude reír sin dificultad luego de ello.
—Yo preocupándome y tu me juzgas. Vaya manera de tratar a tus amigos, Iss.
Amigos.
Por supuesto que sí. Damien y yo éramos amigos, ya no sólo compañeros de trabajo.
—No lo haría si no cantaras tan mal —lanzar aquel comentario, por ofensivo que parecía ser, no me pareció lo peor, y es que con Damien actuar era bastante fácil.
—No parecías incómoda mientras me llenabas la camisa de lágrimas y mocos, eh —lancé una risa sin más en cuanto dijo aquello. Quise hacerme la ofendida, pero no podía hacerlo, no era tan buena actuando como él.
Ya ninguno mencionó nada luego de ello, tan sólo nos observábamos y nos reíamos sin preocupaciones, como si Tayler Hill no nos tuviera al acecho y nuestros parientes no estuvieran preocupados por nuestro paradero.
¡Joder! Lo había olvidado.
—Damien, ¿le has llamado a tu hermano para decirle donde estamos? —mi pregunta consiguió que él también dejara de reír.
—No. Ni siquiera me vine en su auto.
—¿Qué? ¿Por qué?
De nuevo la preocupación comenzó a invadirme.
—No me lo vas a creer, pero en cuanto iba a subirme al auto, una chica de rizos pelirrojos se acercó a mí y me quitó las llaves. Intenté detenerla, pero tan sólo musito un "Tómalo como un favor" y luego me lanzó las llaves de otro auto —Escucharlo mencionar tal cosa me hizo confundirme aún más—. Cuando se fue, traté de llamarle a Carl para informarle lo que había sucedido, pero no tenía el celular en mi bolsillo. No sé exactamente si tomar esto como un robo, porque más bien parece un intercambio. ¿No te lo parece a ti?
Asentí y de inmediato recordé lo que me había sucedido a mí. Algo tan similar, con una chica que parecía ser la misma.
¿Quién era? ¿Por qué lo había hecho? O mejor dicho, ¿Por quién?
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Antes de que me maten, juro que tengo una buena razón para no haber actualizado... mi laptop no funcionaba 🥺🥺
Pero, la buena noticia es que he podido escribir dos capítulos desde otra computadora, así que mañana subiré el que correspondía a esta semana. ¡Yeii!
Y, ¿qué me dicen? ¿Les ha gustado el capítulo?
¿Qué sospechan?
¿Qué planea Tayler?
¿Será Damien sospechoso? ¿Amanda? ¿Cameron?
¿Quién es la chica misteriosa?
Nos leemos mañana, mis bellas muñecas. Las amo ❤️
Mz
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