Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Collins



Tres meses antes


—¿No vas a invitarme a pasar? —preguntó, mientras inclinaba la cabeza hacía un lado y me observaba con diversión.

—¿No deberías estar en Francia? —la pregunta salió de mis labios sin haberlo pensado antes.

Amanda rodó los ojos al cielo, y luego sin previo aviso, empujó mi cuerpo hasta lograr moverme de la puerta y entrar.

¿Qué rayos hacía ella aquí?

—Tuve unos problemas en el internado. Ya sabes, cosas insignificantes —lanzó a la ligera, como si su venida no significara que la muy tonta nuevamente había sido expulsada.

—Que te expulsen por tercera vez, no es algo insignificante, Mandy —la pelinegra lanzó un bufido, y sin dejar de pasearse por el departamento, siguió ignorando mi reclamo.

—¿Dónde está tu árbol de navidad? —investigó cambiando el tema por completo, esta vez si girando hacía mí.

—No hay uno —respondí con bastante fastidio; ella escogió el peor momento para venir.

—¿Y dónde voy a colocarme?

—«¿Qué?»

Mi tono de voz y mi rostro arrugado demostraron lo confundido que estoy ante su comentario. Ella no le tomó importancia, y al contrario lanzó una risa para nada graciosa.

—Porque soy tu regalo de navidad, Jay-Jay —expresó con esa sonrisa gigante que muestra todos sus dientes blancos y rectos. Caminó hacía mí y sin previo aviso, tomó mis mejillas y las presionó entre sus pequeñas manos cubiertas por unos guantes de franela negra.

—Hoy estás más enojado que de costumbre, ¿acaso te molesta mi presencia? —El puchero que sus labios formaron hizo que sin medir las consecuencias mis labios se curvaran al cielo en una sonrisa minúscula—. ¡Te he sacado una sonrisa! ¡¿Has visto eso mundo?! ¡Yo Amanda Hill he consiguido que Jayden se ría! ¡Y lo sigo haciendo!

Dio un paso lejos de mí, mientras aplaudía y sonreía como una niña en dulcería.

Sus gritos efusivos provocaron que mi rostro dejara la tensión para poder sonreír con plena libertad, haciendo así, que olvidara casi por completo el contenido de aquella carta y pudiera concentrarme en la chica dando vueltas al rededor de mi departamento, con los brazos extendidos y toda una luz irradiando sobre su piel, de su sonrisa y del sonido de sus risas.

No estaba tan seguro de los problemas que me haría tener a la hermana de mi peor enemigo en mi casa, pero de algo estoy seguro, y es que ella me haría olvidar muchas cosas.

De eso no había duda.

Actualidad

El estridente sonido de una canción indie sonando a todo volumen por el departamento, me da unas inmensas ganas de lanzar la bocina por la ventana, sin embargo al recordar lo temperamental y berrinchuda que es la dueña de tal aparato, conseguí dejar de lado tales ideas.

Caminé hacía la sala, con la única intención de conseguir bajar un poco el volumen, necesito terminar de revisar unos expedientes y con todo ese ruido me es imposible concentrarme.

En cuanto salgo del pasillo, no fue para nada sorprendente encontrar a Amanda sentada en el suelo con su cámara en la mano y un montón de papeles regados a su al rededor.

Sin que ella pudiera notarlo, tomé el control remoto y bajé algunos decibelios, hasta que estos estuvieron entre los rangos aceptables para mis sensibles oídos.

—¡Hey! ¿Por qué has hecho eso? —reclamó en cuanto notó la diferencia del sonido, mientras giraba su cabeza hacía mí, dejando de lado su cámara.

—Necesito trabajar, Mandy. Así que si vas a empezar con tus rabietas, lo mejor será que te vayas a tu residencia estudiantil —contesté con las cejas fruncidas y la voz firme.

Se podía decir que últimamente mi estado de ánimo no era el mejor de todos, y no era para menos, en el colegio me habían asignado como catedrático del área de psicología para algunos grados, además de mí trabajo como orientador estudiantil, contando con ello mi jornada por la tarde en la clínica del doctor Foster.; estoy al tope con mi agenda y las visitas de Amanda no son de mucha ayuda.

Sin contar que llevo más de una semana esperando noticias de Eleonor para saber de Issia, y para mi desgracia no he sabido nada de ninguna de las dos.

—Tranquilo, Jay-Jay. No tienes porqué estar tan alterado —se levantó del suelo, para luego acercarse a mí, haciendo ademanes con las manos como insitandome a calmarme—. Estás muy alterado, creo que necesitas un poco de aire fresco.

Sus enormes ojos color café, me observaron con detenimiento luego de decir tales palabras.

—Tengo trabajo que terminar, Mandy, no puedo darme el lujo de salir por "aire fresco"

Crucé los brazos sobre mi pecho, intentando parecer firme en mi decisión. No podía dejarme manipular por ella tan fácil, al menos hoy no.

—Eres un aburrido. Claro que tienes tiempo, puedes re acomodar luego tu agenda —propuso ahora también cruzando sus brazos e inclinando la cabeza de lado, sin dejar de atravesarme con esa mirada aniquiladora que poseía.

No podía creer que estaba siendo manipulado por una niña de dieciocho años.

—Mandy...

—Vamos, Jayden. Lo necesitas y yo también. Voy a invitarte un helado, ¿Qué dices? —tomó uno de mis antebrazos, mientras acercaba más su dulce rostro al mío y sonreía de esa manera tan tierna en que mostraba cada uno de sus dientes y achicaba los ojos al punto de conseguir que varias arrugas se le formaran al rededor.

¡Dios! ¿Por qué no podía negarme a sus exigencias?

—Bien, pero yo quiero un café en lugar de helado.

Soltó mi brazo en lo que se alejaba con el rostro fruncido y una mueca en los labios. Ya sabía que esa idea no era de su agrado.

—No, no voy a permitir que sigas ingiriendo cafeína; suficiente mal le haces a tu cuerpo al fumar. Sino quieres un helado, entonces te compro un té, pero natural, eh —volvió a tomar mi brazo, pero está vez consiguiendo que caminara junto a ella hasta la salida.

Como pude tomé mi chaqueta y mis llaves, para poder seguir sus pasos rápidos.

—Eres peor que mi madre, Mandy —apunté y ella tan sólo elevó los hombros, tomando el comentario como un cumplido—. Espera. Espera. ¿Y el tiradero que has dejado ahí?

Detuve mi paso y la obligué a hacer lo mismo, mientras señalaba con la cabeza hacía el mar de papeles tirados sobre la alfombra de mi sala.

Detesto tanto que sea una desordenada de primera.

—Los recojo cuando volvamos. Palabra de niña exploradora.

Elevó su mano derecha hasta la altura de su hombro, para luego intentar seguir caminando hasta la puerta de salida. Rodé los ojos ante su respuesta.

No podía creer el efecto que Issia tuvo sobre mí, porque ahora yo tampoco soportaba el desorden.

Qué afectado me dejó tu ausencia, muñeca.

Esa es la única solución que logro encontrar a mi pesar.

Porque de algo estoy seguro, y es que extraño a Issia, lo hago como jamás he extrañado a nadie. Cada mañana no hago más que imaginarla a mi lado, me engaño diciendo que ella está en la universidad o si acaso trabajando, pero sé que no es así. Tenía en claro que está en un lugar mejor para ella, en un lugar en el que según su tía ya ha mejorado, y yo también estoy seguro de ello.

Pero eso no quita el hecho de su ausencia, ni mucho menos el vacío que sentía al no tenerla junto a mí.

Ay, mi hermosa muñeca, ¿hasta cuando volverás a mí?

Con menos efusividad, y mis emociones dando vueltas en una rueda de la fortuna —o quizás de la desgracia —le seguí el paso a Mandy hasta el elevador. Lancé un suspiro involuntario en cuanto estuvimos allí, y es que tan sólo de recordar que entre estas cuatro láminas de metal Issia y yo nos habíamos besado por primera vez, provoca que su ausencia duela más.

No era capaz de hablar, o de emitir un sonido si me encontraba en este sitio. Es como si fuese un santuario que quiero respetar en su memoria. Sé lo estúpido que es, pero también tengo presente lo importante que es para mí.

Amanda había aprendido a leer todas esas facetas mías y respeto que lo haga, y también que pueda entenderme, porque sé que nuestra relación no funcionaría de no ser así.

Estos últimos tres meses hubieran sido insoportables sin ella a mi lado, y lo tengo muy presente, porque si no  se hubiera aparecido aquella tarde en mi departamento, quizás ahora las cosas serian distintas. A lo mejor Dios la mandó por esa razón, para evitarme la soledad y darme un nuevo hombro en el cual consolarme.

No podía  tampoco obviar la compañía de Corbin, ni la de Luisa, quienes se mantenían constantemente comunicados conmigo para saber de mi estado. También debía agregar que no están muy contentos que se diga con la aparición de Mandy, según ellos, no está bien que ella se la pase metida en mi departamento, no solo por su familia, sino también porque damos a entender que nuestra relación va más allá de lo que en realidad somos.

—¿En tu auto o en el mío? —la pregunta de Mandy consiguió hacerme volver a la realidad, dándome cuenta que había caminado hasta la salida del departamento en modo automático, tan sólo enfrascado en mis pensamientos y mis recuerdos.

—En el que sea —mi respuesta pareció satisfacerle, y cómo no, si le encanta tener el control de todo y todos a su alrededor.

Algo en lo que para mi desgracia, es sumamente parecida a Tayler.

Nos subimos a su auto, un Volkswagen clásico de color rojo, que su padre le regaló hace un año, para ir hacía el centro comercial más cercano.

Antes de que pudiéramos movernos, vi a Patrick trotando junto a Waffle, ambos van hacia el edificio, seguramente de regreso del parque. Sin darme cuenta, una sonrisa abandonó mi rostro.

Unas semanas después de la llegada de la carta de Issia, Patrick tocó a la puerta de mi departamento, no me dio mayor excusa, más que una cara inmensa de arrepentimiento, y un breve discurso diciendo lo mal que se sentía al saber que Issia estaba en un hospital psiquiátrico, y él no estuvo a su lado para apoyarla. Claro que también me dijo que aún no podía perdonarle lo que hizo, pero quería mantenerse al tanto de su bienestar.
Sin meterme a malos entendidos, le dije que él y yo aún éramos amigos, y si necesitaba algo podía contar conmigo, no sólo para escucharlo, sino también para brindarle información de mi muñeca, aún cuando yo no tenía mucha idea de ello.

Luego de varias días de visita, opté por darle a Waffle, después de todo sabía que había sido un regalo suyo para Issia, y era especial para ambos, además de que yo no era muy amigo de los animales, no porque los odiara, tan sólo no me gustan, aunque los soporto. Según mi madre, es porque jamás tuve una mascota, por tal motivo nunca me sentí cercano a ellos.

Patrick se llevó a Waffle con la única condición de que Issia jamás supiera que él lo tuvo en su cuidado, por ello sabía que estos eran los últimos días que estaba a su lado, ya que según el calendario, mi muñeca debía volver en esta semana.

Se supone que Eleonor iba a llamarnos, a Cameron y a mí, para que juntos fuéramos a recogerla, aunque no volviera a Washington —porque estoy consciente que no es lo mejor para ella—, pero no he sabido nada de ella, ni de su tía, desde hace una semana.

¡Una maldita semana! Y eso no hace más que tener los cabellos de punta.

Es quizás esa otra razón de mi mal humor, esa ansiedad, ese nerviosismo, esa agonía de no saber qué va a pasar con mi muñeca, y conmigo... con los dos.

Durante el trayecto, intenté de la mejor manera concentrarme en lo que Mandy decía, o tan siquiera en la música de Empire of the sun que salía de los parlantes del auto. Pero no podía, de nuevo, mi mente me llevaba a un mundo completamente distinto, en el que sólo podía pensar en ella, y en las muchas veces que viajamos juntos en mi auto.

Por un segundo creí que al llegar al centro comercial, mi mente y todo mi ser podrían concentrarse en la compañía de Amanda, pero no fue así, era imposible si Issia se seguía apareciendo en cada escena, en cada paso que daba ella estaba allí. Estoy consciente de lo mal que están mis acciones, de lo mal que yo estoy, pero no puedo olvidarla así como así, no puedo sacarla de mi corazón ni porque me paguen por hacerlo.

—¿Natural o verde? —a lo lejos escuché la voz de Amanda preguntándome sobre el té, pero toda mi atención estaba enfocada en la mujer de la mesa a un costado nuestro.

Sabía que no era Issia, se que tan sólo era otra alucinación, pero no lo parecía. La forma de su silueta, él como caía su cabello castaño hasta su cintura y la ropa que llevaba puesta me dejaba perplejo.

«No es ella, no es ella» repetí en mi mente, entonces, ¿por qué caminaba desesperado hasta ella?

—¡Jay! —escuché que gritaron, pero no detuve mis pasos.

Estoy plenamente consciente de lo mal que está hacer esto, pero no podía detenerme, no hasta verificar no era un producto de mi imaginación.

Mis pies terminaron de moverse con libertad hasta ella, pero antes de que mi mano pudiera tocar su hombro, fui interrumpido cuando sentí que mi otro brazo era sujetado por una mano más pequeña.

—Lo siento —se disculpó Amanda en cuanto todos los integrantes de la mesa, incluida la chica que yo confundí, giraron en nuestra dirección—. Vamos, Jay.

Me guió hasta la salida, mientras yo me pasaba las manos por el rostro, ¡Dios! ¿Qué pasaba conmigo?

No era la primera vez que pasaba, y en más de una ocasión me cuestioné si acaso estaba volviéndome loco, porque eso es lo que parecía.

Hice que la mano de Amanda me soltara, quería estar solo y así recapacitar mis acciones.

No lo entendía, de verdad que no lo hacía.

Me sentía tan frustrado ante la precaria situación que vivía últimamente, porque la extrañaba en extremo y eso me llevaba a esto, a imaginarla en todos lados, y peor aún, alucinara con su persona cuando yo tenía por seguro que ella seguía internada en el hospital psiquiátrico.

Pase mis dedos sobre mi frente, y luego presioné el puente de mi nariz, mientras me repetía mentalmente que necesitaba calmar esto. Necesitaba... necesitaba un cigarrillo, ¡Eso era! Necesitaba uno para poder tranquilizarme, luego de semejante escena.

Rebusqué entre los bolsillos de mi chaqueta, y cuando no encontré la cajetilla, terminé buscando entre las de mi pantalón, sin embargo no estaban. Mi cajetilla de cigarros no estaba, no estaba en ninguna parte. ¿Dónde los había dejado? Estaba seguro que haberlos traído, y es que yo nunca salía del departamento sin ellos; jamás.

—¿Buscas esto? —preguntó con voz burlona la chica a mi lado, con la cajetilla entre su mano.

—Los necesito, Amanda. ¿Tendrías la amabilidad de dármelos? —intenté quitárselos de la mano, sin embargo ella fue más rápida al mover su brazo y esquivarme dando media vuelta—. ¡Por Dios, Amanda! ¡No seas infantil y dame mi cajetilla!

De nuevo intenté quitarle mis cigarrillos, y de nuevo ella pudo volver a esquivarme. Estaba comenzando a exasperarme y tenía por seguro que ella no quería estar presente si yo llegaba a explotar.

—¡Maldita sea! ¡Dame eso! —expresé tratando de guardar la compostura, pero la vena en mi frente y la tensión en cada musculo de mi cuerpo y mi rostro, no están de acuerdo conmigo.

—¡Es malo para ti! ¡Es malo igual que el que la recuerdes cada cinco minutos! —respondió a la defensiva, con el mismo tono fuerte que yo imponía.

Amanda era muchas cosas, pero rara vez se salía de sus casillas y cuando lo hacía era peor que Cameron en un día normal. Eso ya daba mucho miedo.

—¡Lo se, Mandy! ¡Sabes que lo sé! Pero no puedo evitarlo, no puedo sacar su recuerdo así como así, ni tampoco liberarme de ella, así como ella lo hizo conmigo. No me pidas que la deje en el pasado, ni que deje de fumar. Ambas cosas son indispensables para mí.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez, el vaivén de mi corazón y mi respiración pesada me recordaban que necesitaba a Issia, lo hacía en serio.

Nada ni nadie me haría olvidarla. Nada, porque ella era lo mejor que me ha pasado en la vida, porque la amo como jamás lo he hecho con nadie y sobre todo, porque es mi muñeca.

—Lo se, Jay-Jay, pero no puedes seguir así. Tienes que continuar con tu vida, y dejar de esperar porque ella aparezca para seguir viviendo. No eres el mismo que conocí en el pasado, pareces un muerto en vida, como si estuvieras actuando en modo automático, y no puedo permitirlo —Tomó mi rostro con ambas manos y me obligó a verla a los ojos—. Tienes que dejar que las cosas fluyan, porque si continuas así, vas a terminar por volverte loco. ¿Qué va a pasar si ella no vuelve? ¿Si ella decide que quiere seguir su camino sin ti? ¡¿Qué vas a hacer?! Tú vida no puede acabarse por esa razón. Entiendo que la ames y todo eso, pero primero eres tú. Recuérdalo, Jay-Jay, porque tú fuiste quien me lo dijo a mí.

Presionó mis mejillas y me observó directamente a los ojos por algunos segundos, para luego recostar su cabeza en mi pecho. Podía sentir su respiración chocando contra mi cuerpo y la manera en que suspiraba. Respiré profundamente antes de negar con la cabeza. Amanda tenía razón.

Yo tenía que hacerme a la idea de una vida sin mi muñeca, por más difícil que eso fuera.

Aunque siempre podría tomarme de la esperanza que ella volvería en estos días y lo haría con la mejor actitud.

....

Al final ambos terminamos comiendo un helado, y cuando terminamos, aprovechamos para pasar por el centro comercial para comprar comida para preparar la cena. El regreso a casa fue más tranquilo y relajado que antes, incluso pude apreciar de la extraña música que escuchaba mi acompañante y disfrutar de su nada melodiosa voz al cantar.

Amanda usualmente estacionaba el auto en el parqueo subterráneo, pero está vez decidió dejarlo frente al edificio diciendo que luego le costaba sacarlo a causa de cómo se estacionaban mis vecinos, quienes le bloqueaban el paso. Así que teníamos que bajar las cosas y caminar hasta la entrada. Intenté llevar todas las cosas, pero ella lo impidió tomando la mayoría en sus manos y corriendo de mí para evitarlo. La alcancé, pero en lugar de quitarle las bolsas y ver su sonrisa burlona, pasé mis brazos sobre sus hombros y recosté mi cabeza sobre la suya.

—Gracias por todo lo que has hecho por mí, Mandy —susurré en su oído, mientras ella posaba sus manos en mis antebrazos y me observaba de soslayo meniando levemente la cabeza hacía mí.

Le sonreí y ella también lo hizo.

Y de nuevo, volví a olvidar mis penas y me embriagué de la presencia de está niña a la que quería con mi alma.

Mas esa paz no me duró mucho; como si algo fuera de mí me lo dijera, levanté la cabeza y logré ver el auto de Cameron estacionado a unos cuantos pasos de mí, ella no estaba allí, pero por el rabillo del ojo logré ver como una castaña corría hacía la parte trasera del edificio.

Mi corazón comenzó a bombear como loco y mis manos a sudar.

¿Era esta otra ilusión? ¿O ella de verdad había vuelto?

🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹

Hola, mis bellos y bellas muñecas. ¿Cómo están? ¿Extrañando a Collins?

Del uno al diez, ¿qué Tan emocionadas están con este nuevo capítulo?

¿Aún tienen dudas del amor de Collins hacía Issia?

¿Qué piensan de Mandy? ¿Les agrada? ¿No lo hace? ¿Por qué?

¿Creen que ella será un problema en la relación de Issia y Collins?

Y por último, ¿qué creen que haga Collins ante la aparente alucinación de Issia?

Estaré ansiosa de leer cada uno de sus comentarios, créanme que me encanta ver sus puntos de vista y las locuras que pasan por su mente.

Por cierto, ¿qué piensan de crear un grupo de Facebook? Ya saben, para poder conocernos e intercambiar opiniones.

Díganme para hacer uno. 🌚

Nos leemos la próxima semana, los amo muchísimo. Éxito en cada actividad que tengan estos días.

Mz

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro