Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18

Issia

Observé a Collins con bastante confusión, mientras analizaba cada acción que lo acompañaba. La menera en que evitaba mi mirada, como tragaba saliva nervioso, el temblor en su pierna izquierda, la forma en que se limpiaba las palmas de las manos sobre sus piernas, y como su respiración cambiaba de brusca a tranquila en pocos segundos, como si intentara calmarse a él mismo.

Intenté no parecer ansiosa, ni mucho menos escandalosa hacia lo que sea que fuera a decirme, sin embargo me moría por escuchar algo que para él parecía tener demasiada importancia.

De cierta manera asimilaba que esta verdad, tenía demasiado que ver con su frialdad y sus cambios repentinos de humor, pero algo dentro de mí también me decía que podía estar equivocada.

—No tienes que decirlo ahora —comenté en cuanto me percaté que por más que abría la boca, no lograba emitir una sola palabra—. Si quieres, puedes escribirlo, o puedo esperar a la noche para que tengas las ideas mejor acomodadas.

Mis opciones tan sólo demostraban que a pesar de estar conmocionada por sus confesiones, también podía ser paciente. Después de todo, yo tuve que esperar demasiado tiempo para contarle la verdad acerca de mi madre, y jamás fui capaz de decirle acerca de mi infidelidad hacía Marcus.

Lo entendía, y no iba a obligarlo.

El hecho de que estuviera dispuesto a hablar conmigo, me bastaba por ahora. Podía esperarlo, porque después de todo, aunque dicen que la verdad es mejor decirla a tiempo, a veces también hay que saber esperar por ella.

Si iba a cambiar algo con nosotros por ella, no importa si la decía hoy o dentro de una semana, el resultado iba a ser el mismo, así que qué más daba.

—Si no te lo digo ahora... —inició y yo sabía que le seguía a esa oración.

—Puede que mañana te arrepientas —terminé por él, mientras me levantaba para acercarme a él y tomar su rostro con mis manos—. Confío en ti, y no importa si me dices la verdad ahora o dentro de un mes. Nada; escucha bien, nada conseguirá sacarte de mi alma. Puedes tomarte el tiempo que consideres necesario para abrirte, te prometo que voy a entenderte.

Collins colocó su mano sobre la mía, y puedo jurar que el tacto tibio de su piel decía mucho más de lo que sus labios se atrevieron a decir. No tenía explicación lógica aquella conexión, ni mucho menos el hecho de entender con ello y con su mirada fundida en la mía, que le asustaba hablar conmigo.

Sonreí para brindarle confianza y luego proseguí a abrazarlo con demasiada fuerza. Dejé que la cercanía de nuestros cuerpos hablaran por ambos y se entendieran, porque podían hacerlo solos, sin necesidad de nada más, tan sólo sus brazos rodeando mi espalda, sus dedos presionando mi piel, sus piernas alrededor de las mías, mi cabeza entre el agujero de su cuello y la suya entre el mío, sintiendo su respiración tranquila y tibia golpeando sobre aquel lugar tan lleno de emociones.

Era así, como la frase de aquella noche en la hacienda de mis abuelos, cobraba sentido. Él dijo que no necesitaba quitarme la ropa para que hiciéramos el amor, y esto era la prueba viviente. Ahora lo entendía y me gustaba.

Amaba la manera en que nuestros cuerpos se amaban sin quitarnos nada más que el miedo.

Sólo nuestras almas conectadas, nuestros corazones palpitando al mismo ritmo y muestras respiraciones complementando a las del otro.

Collins es en verdad todo lo bueno que la vida me negó por años. Es mucho más que eso.

—Ahora soy yo quien siente que no te merece —pronunció con sus labios sobre mi hombro descubierto, y a pesar del escalofrío que recorrió mi cuerpo por tal acción, la conmoción de lo que dijo me alertó más.

—No pienses eso, porque ahora estoy segura que los dos nos merecemos. Tu y yo somos la pieza que el otro necesitaba soldar, ¿recuerdas? Tú me lo dijiste la noche que fingí contarte la verdad acerca de Marcus.

Collins lanzó una risa sin alejarse ni un solo centímetro, y mi piel no hacía más que erizarse ante su calidez.

—Claro que lo recuerdo, mi pequeña muñeca mentirosa —bromeó y me alejé lo suficiente para que pudiera ver mi cara de enojo que más bien parecía un chiste—. También recuerdo que te dije que no importaba nuestro desenlace, sino la historia, y estoy disfrutando mucho de ello, amor mío.

Depósito un beso sobre mi cuello y todo mi cuerpo se volvió gelatina.

Subió una de sus manos, y sus dedos comenzaron a trazar círculos sobre el tatuaje del sol entre nubes. Yo sólo rezaba por mantener la calma, y actuar con naturalidad.

—Si, pero porque nosotros no tendremos un desenlace, ¿cierto? Esa fue lo que quisiste decir, mi rayo de luz.

—Así es, muñeca. No quiero tener un final feliz, quiero una vida plena y feliz contigo, solo contigo— Sonreí con ganas, sientiendo como la emoción me recorría entera, luego me incliné y rocé sus labios con los míos, mientras un suspiro salía sin querer de mí—. Pero no puedo evitar tener miedo.

—¿De mí?

La inseguridad aún no me dejaba por completa y eso me asustaba. Me aterraba volver a ser aquella indefensa chica de hace meses.

Collins negó.

—Me aterra imaginar que un día el destino va a alejarnos.

—Creo que si el destino hace eso, en algún punto volveríamos encontrarnos —aseguré—. Nuestros corazones se eligieron mutuamente y volverían a hacerlo una y otra vez.

—¿Volverías a mí aún si te daño?

— Estoy segura que tú jamás serías capaz de dañarme —musité, pero de reojo lo vi negar levemente, como si supiera que en algún momento iba a fallar a sus promesas.

Me callé para no arruinar el momento, pero la espina de ese pequeño detalle, me mantuvo alerta. Creía conocer a Collins, pero él parecía no ser el mismo que hace unos meses atrás.

¿Tanto había cambiado desde que me fui? ¿O en verdad esto se trataba de todo lo que estaba haciendo Tayler hacía nosotros?

Quería creer que él era el único culpable de nuestros pesares, pero muy dentro de mí sabía que había cosas que ni siquiera él mismo controlaba.

(....)

El tiempo se pasó demasiado rápido entre sus brazos, y para nuestra desgracia, la hora de irme a trabajar, llegó. Mientras terminaba de comer, lo observé pasar las verduras en su plato de un lado a otro, como si estuviera dándole vueltas a algo dentro de su cabeza, intenté no incomodarlo con preguntas absurdas, pues tampoco quería invadir su espacio, aunque averiguar acerca de sus preocupaciones debería ser algo bastante cotidiano.

Así que preferí romper el hielo con otro tipo de plática.

—¿Por qué no fuiste hoy a trabajar?

Dejó de lado sus verduras y el utensilio, y me observó con asombro, como si esperase que yo pasara por alto aquel detalle. La verdad es que en un principio si lo hice, pero luego analicé que apenas era miércoles, y no había mencionado nada acerca de faltar.

Carraspeé cuando luego de algunos segundos, no hubo respuesta de su lado.

"¿De verdad ibas a ser tan tonta como para creer que confiaba en ti?"

Casi lanzo los cubiertos a la mesa, en cuanto aquella voz llenó mis oídos. Negué disimuladamente e intenté mantener la calma. Ella no iba a volver a envenenarme. Yo no era la misma Issia y nunca, nunca más iba a volver a ese asqueroso agujero.

—¿Estás bien, muñeca? —Su voz me devolvió a la realidad.

Sonreí para demostrarle que así era, y aunque la voz no volvió a surgir, tuve miedo por cómo llegó de la nada.

Volví a lanzar de nuevo mi pregunta, para disimular un poco mi cambio de humor, tampoco quería alertarlo a él con algo tan insignificante como esa voz dentro de mi cabeza.

—El colegio está de aniversario. Hoy los alumnos tuvieron una conferencia en el museo acerca los nuevos avances en tecnología ambiental, y prefería faltar.

La risa que salió de mis labios demostró cuanto me divertía su decisión, él en cambio tan sólo medio elevó las comisuras de sus labios, con un poco de vergüenza.

—¡Qué buen profesor! —lancé en broma y ahora en verdad rió.

Me encanta tanto su risa, más cuando salía tan natural como en este instante, y conseguía elevarme de los pensamientos pecaminosos de mi mente.

Luego de eso, las preguntas acerca de que tanto hacían durante estas fechas, salieron por si solas y él parecía bastante emocionado mientras me las comentaba. De alguna manera a mí me hacía recordar al colegio en donde estudié, y a él ilusión, señalando que le hubiera encantado estudiar en un lugar como aquel cuando pasó por esa edad.

Nunca me había interesado mucho por su adolescencia, y es que no lo creía algo necesario, pero tampoco podía negar que en este punto aquellos detalles de su vida me causaban curiosidad.

Apenas y sabía que su padre los había abandonado cuando él tenía doce años, y desde entonces su madre fue quien luchó porque él saliera adelante. También sabía que durante la secundaria no fue el típico rompecorazones y mucho menos aquello que se dice popular, ni deportista, ni nada más, era un simple alumno como cualquier otro, pero... quería saber más.

—Tú tampoco me has dicho mucho de esa época que tuviste de estudiante —mencionó en cuanto le expresé mi curiosidad.

—Conmigo las cosas eran tan ordinarias, o eso es lo que yo creo. Las personas me hablaban porque era hija del famoso juez Jonathan Haynes, y porque era novia de Marcus Rigen, el tipo más guapo del colegio. No fue fácil mi estadía en ese lugar, pues para aquel entonces los recuerdos de lo que sucedió con mi madre estaban muy recientes, y que el equipo de gimnasia del colegio me odiara, tampoco ayudaba mucho, Andrea se encargó muy bien de que las cosas nunca me fueran completamente fáciles. Era demasiado insegura, y en más de una ocasión traté mal a las personas que se me acercaban. Nunca fui a ningún baile, y aún me pregunto qué se siente todo eso, tampoco me gustaba asistir a las actividades de aniversario, pero mi padre me obligaba a ir.

Collins levantó los platos de la mesa, mientras yo terminaba de relatar algo tan vacío como las personas en esa institución.

—Los únicos amigos que hice fueron Patrick y Marcus, pero Patrick era el único que me comprendía a la perfección. De hecho, lo recuerdo llegando el viernes del primer baile al que él iría del colegio, a mi casa con varias películas que vimos en la sala de mi casa. Marcus se enojó demasiado conmigo aquella noche y también la de los viernes que le siguieron, pues ambos preferíamos quedarnos viendo la televisión que salir. Allí inició nuestra tradición —Los recuerdos me llenaban de nostalgia, y al mismo tiempo de alegría.

Collins parecía demasiado interesado en lo que yo relataba, pero yo quería escucharlo a él, estaba segura que lo que diría sería algo mucho más interesante.

Además, no quería seguir hablando de ese lugar, pues de alguna manera también le hacían mal a mi paz mental. En ese colegio también tuve la desgracia de conocer a Denovan, y hablar de él, nunca, pero nunca, sería mi tema favorito.

Collins revisó la hora en su reloj, al tiempo que depositaba los platos en el fregadero, y en cuanto se giró hacia mí, entendí que ya era hora de irnos.

Le insistí mientras bajábamos por el elevador, y él me insistía e insistía que no había nada interesante en esa etapa de su vida.

Al final, una vez dentro del auto, al fin cayó en mi terquedad y luego de un suspiro comenzó a hablar.

—Para empezar, los primeros dos años, no tuve amigos en mi grado, era amigo de los amigos de Luisa. Nunca fui parte de un club, ni tampoco de ningún equipo deportivo, como ya te lo había dicho antes. Por suerte comencé a salir con Sandy, una chica de mi grado, justo el año que mi prima y sus amigos se graduaron, aunque nuestra relación no duró mucho, pues comenzando que me hizo amigo de sus amigos, las peores personas que puedes imaginarte, unos seguros maleantes que siempre tenían dinero a pesar de la vida precaria de sus familias, ya te imaginaras de dónde provenía aquel dinero. Gracias a ellos, pasé de ser un chico inadvertido a un rebelde que se sentía poderoso por juntarse con esos tipos. No es difícil saber que iba con ellos aquella vez que me accidenté —señaló su mano como recordándome aquello—. El resto del año, terminé hablando tan sólo con mi compañero de biología, y sólo para saber cómo haríamos los trabajos en pareja. Eso es todo.

Lo observé con muchas más preguntas invadiendo mi mente, él en cambio no parecía feliz con haberme dicho todo aquello, y lo entendía. Quizás no debí insistir tanto en eso, pero ahora era muy tarde para estarme arrepintiendo.

—Lamento ser tan terca —apunté y a él pareció hacerle cierta gracia mis palabras.

—­Ahora me debes algo por obligarme a hablar de algo que no quería.

Por un segundo creí que tan sólo jugaba conmigo, pero él no mostraba un solo rastro de broma en sus facciones.

—¿Y qué quieres que haga?

—Sal a cenar conmigo esta noche —Sonreí sin dudarlo.

—Eso no me parece un problema, Collins.

—Entonces, ¿aceptas? —Asentí, pero a pesar de que mi decisión no parecía implicar ningún peligro, por la sonrisa perspicaz en sus labios, supe que quizás había hecho mal—. ¡Me alegra tanto escuchar eso, muñeca! Paso por ti a las siete para que nos encontremos con Luisa y Corbin en Petite Brise.

Si mis ojos hubieran podido salirse de sus órbitas, vaya que lo hubieran hecho. ¿En verdad había escuchado bien? ¿Collins había mencionado que su prima yo íbamos a cenar juntas?

¡No! Por supuesto y definitivamente, no iba a aceptar tal cosa.

—Tú prima y yo no hemos tenido una buena primera impresión, ni tampoco una segunda, una tercera, o una cuarta. Y créeme ni aunque esta fuera la mil, sería buena idea —recalqué, pero él parecía no escucharme—. ¡Cielos, Collins! No puedes obligarme a hacer algo como eso. Ambos sabemos que la cena terminaría siendo un desastre. Un absoluto y condenado desastre.

Collins emitió una minúscula carcajada, mientras estacionaba el auto, y yo no podía sentirme menos indignada y patética. ¿Es que acaso él no previa las consecuencias de sus actos?

—Paso por ti a las siete, muñeca —repitió y yo no pude hacer más que cruzarme de brazos mientras negaba una vez más—. Deberías bajar, se te va a hacer tarde.

Observé el reloj en mi muñeca y sin pensarlo dos veces, tomé mi bolso y abrí la puerta del auto.

—Ni creas que voy a ir contigo a esa cena —señalé, a un lado de la puerta.

--Nos vemos a las siete, muñeca.

Cerré con fuerza, demostrando que esta vez no se iba a salir con la suya. No iba a hacer lo que él pedía. No iba a poner en riesgo mi salud mental por una cena.

*******************

—¿Están listos para ordenar? —la voz del mesero, consiguió que quitara mi mirada amenazadora de Collins para posarla en él.

—Estamos esperando por nuestros acompañantes aún —respondió el tonto de ojos azules a mi lado. El mesero asintió y sin más se dio la vuelta, dejándonos solos una vez más —. Te prometo que todo va a salir bien, muñeca. Ya deja de verme a así —pidió y yo volví a entrecerrar mis ojos en su dirección.

—Debería acusarte por secuestro. Me subiste a tu auto contra mi voluntad.

La carcajada en sus labios, me hizo actuar por inercia para darle un golpe en el brazo que tampoco consiguió borrar la sonrisa en sus labios.

—Tú te veías bastante más entretenida en comerme la boca que en descubrir a donde te estaba guiando —recordó y me di un golpe mental por ser tan benevolente a sus besos y su cuerpo.

—Eres un tonto, pero si algo malo pasa él que pagará las consecuencias serás tú.

—Creo que voy a aceptar aquel castigo. Pero es un poco injusto, porque bajaste del auto sin que yo te lo pidiera.

Lancé un suspiro innecesario, pero lo cierto es que luego de ver el lugar, la curiosidad y el rugir de mi estómago me ganaron. El restaurante era todo un espectáculo, y no me iba a negar a conocerlo por dentro, mucho menos a probar que tan buena era la comida. Pero sí que si había sido muy tonta.

No volví a responderle a Collins, porque en verdad temía que nuestro juego terminara por volverse una pelea sería, porque entonces Luisa habría ganado y no lo iba a permitir.

Por otro lado, mis horas en el trabajo me sirvieron para recapacitar todo, y darme cuenta que no podía ocultarme toda la vida del peligro, porque lo admitía Luisa invocaba peligro en nuestra vida, pero ya era hora de mostrarle que yo no era la misma, y que podía enfrentarla y ser más fuerte que ella y su demandante actitud sobre Collins.

—Buenas noches —La voz de Corbin me sacó de mis pensamientos.

Erguí mi espalda y levanté la cabeza para demostrar la fortaleza que me guiaba esta noche. Mis ojos de inmediato se posaron en la pareja y en Mía en los brazos de su padre.

Luisa me observó con curiosidad, antes de tomar asiento frente a mí, por desgracia. Si de por si su presencia me molestaba, tenerla en mi campo de visión tampoco era de mucha ayuda.

—¡Te ves muy bien, Issia! —alagó el mejor amigo de Collins, y yo le sonreí quitando mi vista de su esposa, para dirigir mi atención ahora a él.

—¡Gracias! Tú también y ni hablar de Mía —tomé eso como excusa para poder tomar la mano de la misma, por primera vez.

La pequeña niña sonrió en mi dirección y eso acompañado de su tacto suave, consiguió que todo los malos pensamientos hacía su madre se disiparan en un dos por tres.

—Me alegra verte, Issia —La voz de Luisa consiguió que tragara saliva, no creí que fuera a dirigirme la palabra en toda la velada, y mucho menos para decir algo como aquello. En verdad me dejó conmocionada.

—¿Gracias? —la duda en mi respuesta dejaba en claro que no podía creerme sus palabras.

—Hablo en serio, por primera vez desde que nos conocemos, me alegra tanto que estés al lado de mi primo —Mi rostro adoptó una cara de completa confusión ante aquello. ¿Qué clase de juego era este? —. Sé que no iniciamos con el pie derecho, y que siempre me mostré indiferente e incluso asqueada ante tu presencia, pero ya va siendo hora que arreglemos las cosas. Me gustaría que nos lleváramos bien, y si se pudiera que fuéramos amigas. Estás al lado de la persona que más amo en la vida, además de mis padres, mi esposo y mi hija, y es justo que las cosas entre nosotras adopten otro ritmo.

Extendió su mano hasta donde yo me encontraba, la observé y luego de nuevo a su mano. Mi mente trabajaba a mil por hora repitiendo sus palabras y guardando todo aquello en una nueva carpeta, pero mientras la nueva información era archivada, los sucesos del pasado no hacían más que dar vueltas una y otra vez.

Luisa siempre se mostró fuerte e imponente hacía los que amaba, no la conocía muy bien, pero a leguas se notaba que era una orgullosa de primera y lo que acababa de decir le costó demasiado, y aun así, no me terminaba de convencer.

La parte que aún dudaba de todo a su alrededor, me repetía que esto era una trampa, pero por otro lado, me preguntaba, ¿Si esto era un juego, qué ganaba ella con molestarme?

Cuando no tuve una respuesta concreta a esa interrogante, volví mi vista a ella, y me di cuenta que en sus ojos había sinceridad.

—¿También te gustaría lo mismo, Issia?

Pero no sabía que responder. Podía decirle que no y arruinar por completo la velada y seguramente hasta pelearme más tarde con Collins, además de que terminaría humillándola, pero si decía sí, caía al vacío sin paracaídas.

Los pros y los contras de lo que debía hacer no se igualaban y todos en la mesa esperaban por una respuesta, una respuesta para la que no venía, ni estaba preparada.

¡Cielos! ¿Qué debo hacer? ¿Qué me diría mamá que hiciera en este momento?

🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂🌹🍂

¡Holaaaaaaaa!

¡Ahora si he vuelto!

Los extrañé tanto, como no sé imaginan. Collins e Issia también lo han hecho 🥺

¿Qué piensan del capítulo? ¿Les ha gustado?

Comentarios acerca de cómo Collins no le dijo la verdad a Issia:

¿Qué consecuencias tendrá esto?

¿Está Luisa siendo sincera?

¿Issia le dará otra oportunidad?

¿Quién quiere un maratón? 👀👀👀

Nos leemos pronto, los amo muchísimo. Gracias por seguir aquí conmigo 💖

Mz

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro