Capítulo 3. La verdad no es elegante
Volvieron de Malibú al día siguiente solo para que Anthony hallara un motivo para vaciar más botellas que tenía en el bar. El suelo tenía varios charcos de alcohol y la barra del bar hacía gala de cinco botellas vacías.
Sentado en el sofá jugó con la copa de champagne en sus manos, el líquido dorado burbujeó ante el movimiento. Tony había decidido hacer una «pequeña» reunión, pero aquello no tenía nada de pequeño. ¡Había incluso gente que no conocía! La música era alta y las mujeres gritaban mientras unas se quitaban prendas innecesarias, Steve las creyó muy, muy necesarias.
El multimillonario y Thor habían orquestado aquel desastre. Thor y Tony, los dos príncipes de mundos distintos, pero con el factor común de los excesos. El dios del trueno había pasado mucho tiempo con ellos últimamente, con las recientes apariciones de alienígenas que fallaron en su domino y sometimiento a la Tierra.
A Stark era claro que el alcohol le había afectado desde hacía horas, haciendo de sí mismo el ridículo mientras Thor lo seguía y animaba. Varios cristales estaban hechos añicos en el suelo, y un par de paredes tenían daños, todo por los puños de Iron Man y el martillo de Thor.
Casi todos los vengadores se habían marchado ya, menos Bruce Barner y Natasha. El único vengador que entendía al cien a Tony cuando se ponía a hablar en jerga científica.
A Steve le gustaba ver ensimismarse a Tony en el mundo de la ciencia, incluso cuando no podía seguirlo podía verlo y admirarlo.
Pronto sintió el peso de Bruce a un costado, el científico no le había quitado el ojo desde el momento en que Stark se había dispuesto a vaciar el bar de su departamento.
—Está mal —comentó al tiempo en que terminaba el contenido de la copa.
—Lo sé —aseguró, él mejor que nadie se percataba del problema y más que nadie buscaba la solución—. Pero no sé qué hacer, Tony no es niño a quien pueda regañar las veces necesarias, o a quien pueda castigar. Incluso si fuese... —Pensó unos instantes cómo decir lo que debía—.
A un programa, con las influencias que tiene sería capaz de obtener lo que quisiera a la hora que lo deseara.
—Tal vez lo que necesita es un viaje muy largo.
Steve volteó a verlo sin entender, Barner le señaló a Thor con la mirada. El dios del trueno les sonrió y guiñó un ojo.
—Él puede llevarse a Tony a otro mundo, un mundo en donde es menos que nada, y en el cual no tendría ninguna influencia —explicó.
Bruce no le permitió contestar porque se levantó de inmediato y se fue sin despedirse, su trabajo estaba hecho: sembrar la idea en Steve. ¿Acaso todos lo veían como el hombre a quien manipular?
¿Mandar a Tony a otro planeta? Aquello lucía peor que mal, el capitán lo sintió incluso como traición. Una pareja superaba los problemas juntos, no se mandaban al otro extremo del mundo, y ni siquiera era eso, porque Asgard era otro mundo.
No sabía qué hacer, no mandaría a Anthony a un programa, eso sería en vano... de pronto, cayó en cuenta que no había solución en ese mundo y aceptó la derrota, si amaba a Stark debía de hacer lo que fuera para detener su autodestrucción.
Se levantó, dejó la copa en una mesa y fue hacia Tony, lo tomó de las piernas y cargándolo como si de un costal se tratara lo llevó hasta la habitación que compartían. No sin antes advertirle a Thor que necesitaba su ayuda, pues un gran peligro amenazaba a la Tierra.
Thor asintió orgulloso al ver que se le necesitaba.
Acomodó a Tony, y lo desvistió para dejarlo descansar, una noche más perdida, lo arropó y acomodó las almohadas a su alrededor. Había muchas de ellas.
Cuando volvió, el asgardiano estaba sentado en la barra del bar y bebía directamente de la botella.
—Ustedes, humanos, se embriagan con facilidad. Esto no es más que agua. —Se empinó la botella hasta terminarla.
Se encogió de hombros, él tampoco se embriagaba. Se acomodó frente a él.
—Necesito pedirte un favor.
—¿Tiene que ver con Stark?
Steve se sorprendió al verse descubierto. ¿Era tan fácil de predecir? ¿Los sentimientos que tenía por Anthony lo habían reducido a un libro abierto?
—No es un secreto que Tony tiene un problema —explicó el asgardiano—. Eras solo tú quien por amor se negaba a ver la realidad.
La relación entre él y Anthony no fue algo que se mantuvo mucho tiempo en las sombras, y gracias a su insistencia se había hecho de conocimiento público entre los vengadores, eran la familia de Tony, así que no estaba mal que se supiera de la relación. Y en honor a la verdad, le gustaba que se supiera, que todos vieran que estaba con Tony. Lo hacía sentir orgulloso.
Si el resto del mundo aún lo desconocía, era porque no estaba listo para ver a dos iconos de la nación ser pareja siendo del mismo género. Eso no le gustaba del todo, pues Iron Man seguía siendo el genio multimillonario playboy filántropo que toda mujer, y también hombre, deseaba para sí. Así que los fans continuaban agolpándose a su alrededor a la menor oportunidad, en momentos como esos a Steve le hervía la sangre, y aunque Tony los rechazaba con su habitual sarcasmo y demás, lo cierto era que no bastaba para quitárselos de encima. Era entonces cuando el Capitán América entraba en escena para alejar a Anthony de las garras de la fama.
—Si lo sabías porque le has seguido el juego —reclamó.
—Seamos honestos, incluso si lo de hoy no pasaba, Tony hubiera encontrado otro pretexto para beber. Entonces, ¿cuándo te gustaría que llegaran?
—No estoy seguro que ir con Stark sea lo más conveniente. —Había sido testigo del daño que era capaz de causar en Tony.
—Mi amigo, claro que lo es. Piensa en cómo se sentirá si despierta en un planeta que desconoce y encima sin conocer a nadie.
Dudó por unos instantes. Y una mierda, había sido un experto en esperar demasiado, no una segunda vez, estaría con él en todo momento.
—Espera un minuto, volveré enseguida —solucionó y corrió a la habitación que compartía con Anthony.
Eligió las maletas más grandes que encontró, y metió en ellas sin orden alguno la ropa de Stark, omitió los suntuosos trajes y zapatos, era probable que en Asgard fueran innecesarios además de extraños, hizo lo mismo con su ropa. Arrastró tras de sí las maletas y volvió con Thor.
—Sabes que en Asgard no les faltará nada. —El dios del trueno lo miró extrañado.
—Solo por si acaso —dijo y le entregó las maletas.
Entonces regresó por Anthony, afuera haría frío, así que tomó un par de chamarras del closet y lo vistió con parsimonia, no quería perturbar su sueño y despertarlo.
Lo tomó como si de una damisela se tratara, en otro momento Anthony se hubiera opuesto a semejante hecho, pero en ese instante estaba tan adormecido por el alcohol que no supo lo que pasaba.
Volvió a donde Thor, pero este ya no estaba, y supuso que se habría ido a la terraza. Caminó hacia allá y en efecto, el dios del trueno los miraba mientras a un costado tenía las maletas.
Se posicionó al lado de él, entonces el asgardiano elevó el Mjolnir y llamó a Heimdall.
—Ábrelo ya.
El guardián de Asgard obedeció e piso facto fueron bañados por luces de distintos colores. De allí provenía el nombre del puente en los cuentos de niños.
—Heimdall —saludó el asgardiano moviendo la cabeza.
Llegaron en solo segundos, Heimdall le dedicó una mirada un tanto extrañada a Thor debido a las maletas que llevaba consigo y este respondió con el mohín de quien no había tenido otra opción. Steve también recibió preguntas silenciosas en los ojos del guardián, pero se limitó a sonreír con Tony en los brazos.
Era de noche, y la ciudad lucía hermosa en las variedades de color dorado que la bañaban, la luz era rota por múltiples cristales dejando caer sobre la ciudad auroras boreales, el fenómeno más hermoso en la Tierra. Ahora comprendía la belleza y el anhelo impregnado en la voz de Thor cada que hablaba de su hogar.
Caminaron la mitad del puente cuando un par se caballos los alcanzaron. Inconscientemente Steve tensó los músculos del cuerpo, y apretó a Tony más en su pecho. En cambio, el asgardiano dejó caer las maletas y extendió los brazos.
—Sif, Fandral —llamó Thor—. Mis amigos, que alegría verlos.
Sif se apeó del caballo en un movimiento grácil y elegante que no creyó posible ante la vestimenta que exhibía.
—Ha sido un largo tiempo —señaló Sif.
—Lo sé, Midgard ha tenido bastantes problemas.
—Asgard también te necesita —acusó la guerrera.
—¿Y los vengadores? ¿No están ellos para velar por Midgard? —inquirió Fandral al tiempo en que bajaba del caballo.
—Yo soy un vengador también —dijo como si no fuera evidente.
Steve comenzaba a sentir frío, y viendo que aquella charla podía extenderse carraspeó ligeramente para recordarle a Thor la razón por la cual estaban allí.
—Tengo invitados, no es apropiado hablar de ello aquí a mitad de la noche.
—Supongo que podemos montar de dos en dos —propuso Fandral y le entregó las riendas a Thor—, pero qué hay con las cajas con ruedas.
—Mandaré por ellas.
El dios del trueno ayudó a Steve a subir al caballo, mientras Fandral montaba tras Sif. Aún se acomodaba a la forma del animal, cuando Thor ya había usado a Mjolnir elevándose por encima de ellos. Sonrió con orgullo y Sif le dedicó una mirada desaprobatoria.
La guerrera pronto hizo correr al caballo, y él intentó imitarla, pero lo cierto era que nunca, ni siquiera en la Tierra, se había visto en la necesidad de montar un corcel. Así que en lugar de hacer al animal correr, apenas consiguió hacerlo caminar. Maldijo en sus adentros, tal vez llegaran más rápido si bajaba y corría con Stark en brazos. Ridículo, cosas que hacía por amor.
La guerrera se percató del apuro y volvió por ellos.
—Nunca has montado —dijo afirmando más que preguntando.
Steve negó con el rostro y sintió como a su cara la sangre llegaba para dejar más en evidencia la vergüenza que sentía. Podía pilotar naves, con un poco de ayuda, motocicletas también, sin ayuda alguna, pero un caballo escapaba de su comprensión.
—Bájate, Fandral, tú irás con el... inválido.
Steve quiso protestar, dejar a Tony en manos desconocidas le producía casi dolor físico, porque quería a Stark y en ese momento lucía tan vulnerable que cualquiera era un peligro para Tony. Sin embargo, viendo que era en ese momento lo mejor, no dijo nada y cedió su lugar a Fandral al tiempo en que se sentaba tras Sif.
Entonces ambos caballos corrieron al mismo ritmo, cuando llegaron al palacio, Thor los esperaba con una sonrisa junto a tres damas, dos de ellas llevaban consigo sabanas dobladas.
—Gracias, Sif, Fandral —despidió a los guerreros quienes hicieron una breve reverencia y luego se dirigió a él—. Sígueme.
Lo hizo. Las estructuras del palacio eran fuertes y adornadas, los objetos dorados e incluso el color siempre presentes en cualquier esquina, había antorchas encendidas que dejaban caer sobras en los muebles, pero nada de ello opacaba lo que era evidente desde la distancia.
Se detuvieron frente a una enorme puerta, innecesariamente grande incluso para Hulk.
—Estos serán sus aposentos. —Thor abrió la portezuela con un empujón revelando una habitación tan lujosa como las de la casa de Stark, aunque con estilos muy distintos.
El hijo de Odín asintió y luego se marchó.
Entró a la recámara y las damas detrás de ellos, dejaron las sabanas sobre una esquina de la cama.
—Nosotras atenderemos las necesidades que lleguen a tener. —Una de ellas indicó la ropa que habían dejado—. Estas prendas son de dormir, por favor siéntanse libres de usarlas. Y sobre el buró hay una campanilla, por favor, háganla sonar cuando requieran algo. Con su permiso, nos retiramos para que puedan descansar.
Nuevamente Steve se encargó de cambiar a Anthony por los camisones que las mujeres les habían proporcionado.
Desnudó por completo a Tony, sin ningún otro motivo que el permitirle un descanso.
Suspiró, debía admitir que verlo desnudo también era un placer para él, algo a lo que podría volverse adicto con suma facilidad; empero, alejó esos libidinosos pensamientos de su cabeza y pronto se encontró junto a Tony.
Apestaba a alcohol.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro