Capítulo 2. El ardid del destino
Steve, cuando volvió a ser capaz de ordenador a su cuerpo qué hacer, siguió al hombre hasta la habitación. Stark estaba acostado bocabajo y una de sus manos colgaba de la cama, tenía oculta la mitad el rostro por la cama, estaba despierto y le dedicó una mirada un tanto avergonzada a Steve.
Con lentitud, como si temiera asustar a un animal salvaje, se acercó a Tony hasta quedar parado a un costado y Stark alzó el rostro solo unos centímetros, los suficientes para verlo por un instante, luego volvió a dejar caer la cabeza en la almohada.
El café de los ojos de Tony parecía ser sincero y tenía matices de arrepentimiento, como si se riñera por haberse expuesto como lo había hecho minutos antes, porque eso atentaba contra todo lo que una vez creyó y por lo cual construyó la barrera que lo separaba del mundo.
Los vengadores habían llegado a la vida de Tony como un bálsamo a una herida invisible, y Steve lo había apreciado gracias a sus habilidades de investigación en internet, Anthony no se mostraba como el anterior playboy que en su momento fue. ¿Qué seguía dando de qué hablar a los medios? Sí, lo hacía, pero ya no para satisfacer su ego, sino en pro de algo mejor, de anunciar que el mercader de la muerte también podía ser un vengador que cuidaría de la vida en la Tierra, que además de brindar cosas que explotaban como lo había hecho, podía proveer mejores cosas, bienestar e impulso a las mentes nacientes.
Era realmente difícil intentar descifrar los pensamientos de Tony, no solo porque se tratara de una persona singular, sino porque estaban en una relación romántica y él no tenía experiencia alguna en ello. Una vez, hacía mucho tiempo pudo haber aprendido algo, pero estaba seguro que los tiempos, y las personas en cuestión eran muy distintas... con ella no lo había intentado siquiera, solo fue casualidad y un accidente, y si era honesto había sido ella quien había hecho casi todo, y había sido hermoso porque él se pudo mostrar tal cual fuese, ser sincero pues podía ser la única oportunidad que tuviera en la vida. Experimentarían con él, sin garantía de que sobreviviera o de que su mente se mantuviera cuerda.
Empero, con Tony, con Tony había sido distinto, porque nació desde la admiración, la cercanía y el descubrimiento de la persona de oro que era Anthony, Steve deseaba estar allí para él, deseaba saberse necesitado y brindarle todo lo que podía al multimillonario, porque anhelaba poder hacer algo por Stark. Tony era esa persona por la cual estaba dispuesto a desatar una guerra, el hombre que se burlaba de él por no entender las referencias, el que se reía cuando construía un robot asesino, el hombre que gemía bajo él cuando le hacía el amor. Tony, su corazón, su amante... Su Tony.
Indeciso se arrodilló junto a la cama, incluso así quedaban sus ojos un poco por encima de los de Tony.
—Hey —dijo con voz suave al tiempo en que acariciaba le acariciaba la mejilla, le encantaba hasta el mínimo contacto con Tony, el tacto de su piel, el calor y cada línea ya bien definida—. Tú no necesitas cortarme las alas para mantenerme contigo, porque ya me tienes, Anthony. —Tomó la mano del hombre de hierro y la condujo hasta su pecho, dejó que la palma se colocara sobre su corazón y cerró los ojos por una milésima de segundo, el corazón le latía aún más que cuando libraba una pelea—. ¿Lo ves?
—Es un corazón fuerte, y luce grande —bromeó Stark.
Rio, y agachó la mirada a la mano en su pecho. Era cálida y grande, acarició el dorso de la mano con las yemas de sus dedos, pequeños círculos cargados de sentimiento.
—Lo es —aseguró y miró directamente a los ojos de Tony—. Y está así por ti.
—Sí, bueno, es uno de los súperpoderes de Iron Man. —Sonrió genuinamente y con cierto deje orgullo.
—No, es solo de Anthony.
Fue un rápido movimiento el que hizo su compañero, uno que lo obligó a levantarse y colocarse a horcajadas sobre él, Tony sonreía con cinismo, plenamente consciente de que su entrepierna estaba dura. Volvía a ser el Stark de siempre, solo él podía pasar de un momento emocionalmente íntimo a uno erótico.
Se deleitó con la forma de Tony, ese deseo que en se revelaba duro y deliciosamente húmedo, movió la cadera consiguiendo estremecer a Stark, su propio libido despertando y demandando más atención, volvió a jugar con sus caderas, presionando el miembro de Tony y robándole besos que silenciaron sus gemidos.
—Supongo que he de hacerme cargo, ¿eh? —Había aprendido una que otra respuesta de Stark.
—Es su deber, Capitán Rogers.
Cambió de posición, y las piernas de Tony pronto estuvieron alrededor de él. Se encargó de la playera con suma facilidad, una queja asomó a los labios de Tony porque la había roto en lugar de intentar quitársela con gentileza.
—Puedo comprarte otra.
—Seguro que sí.
Aprovechó para besarle el torso, para deslizar las manos sobre todo su cuerpo, presionando sus pezones hasta ponerlos duros, y succionándolos con la boca también. Sentía a Tony retorcerse bajo su toque, y aquello lo extasiaba, ser el quien podía brindarle tal placer era algo que disfrutaba sin culpa alguna. Apretó la morena piel de Tony, sujetó sus brazos por encima de la cabeza y se abalanzó sobre su boca, para terminar en la curva del cuello y jugar con la lengua en la clavícula de Anthony. Sentía a su amante retorcerse bajo su toque, elevando la cadera y suplicando por más.
Liberando las manos de Tony, desabrochó el pantalón, y lo ayudo al deslizar el resto de ropa hasta quitarse todo. Lucía glorioso, y era de él. Muy en el fondo, deseó que siempre fuera así, hasta que los mares se desbordaran, las montañas se mecieran con el viento y hasta que la luna cayera.
—Steve...
Tony enredó los dedos en su cabello, y llevado por el momento lo condujo hasta la parte más necesitada de su desnudo cuerpo, sonrió levemente, y entonces se concentró en besar el interior de sus piernas, otorgando también pequeños mordiscos que estaba seguro dejarían marcas, sin tocar el miembro de Tony, aún no debía.
—Steve —gimió por segunda vez el multimillonario.
—Lo sé.
Cogió el deseo de Tony con la boca, y la duda lo asaltó no tenía gran experiencia haciendo aquello y deseaba dejar complacido a su compañero, Anthony pareció percatarse de ello, así que lo tomó del cabello y lo guió durante unos segundo. Jugó con la lengua, e hizo presión con los labios, esperando que Tony lo sintiera como se suponía que debía sentirse... mientras con las manos recorría el resto del cuerpo de Tony, apretando su trasero, enterrando los dedos en la piel y acariciando la entrada que se veía tan tentadoramente cerca.
Stark intentó alejarlo con las manos, podía sentir en la boca el palpitar de su miembro, unos segundos después tragó el sabor del que era su amante, mientras se levantaba y desde la altura apreciaba el rostro sonrojado que dejaba expuesto el multimillonario.
Se limpió los restos discretamente con el pulgar, entonces Tony se puso de rodillas y comenzó a besarlo con fervor, mordiendo sus labios al tiempo que con manos hábiles intentaba desvestirlo. Steve frenó sus intenciones con gentileza y negó a la pregunta formulada en los ojos de Stark.
—También soy bueno haciéndolo —se defendió ante la negativa.
Y no lo dudaba, pero en ese momento no se trataba de él, sino de Anthony. Un segundo después se sintió orgulloso, Stark había dejado caer entre líneas que lo hizo bien.
—Nunca he tenido quejas —continuó el multimillonario haciendo un puchero.
—Anthony. —Clavó la mirada en los ojos cafés del genio, ya sabía del gran historial y aunque era el pasado de Tony, y él luchaba por convertirse en el futuro definitivo, no era algo que disfrutara escuchar—. Cállate.
El multimillonario alzó las manos en rendición y se metió bajo las mantas de manera provocativa, aunque una vez bajo las telas bostezó, estaba cansado. Y Steve no preguntó si deseaba compañía o no, se quitó los zapatos para meterse bajo las sabanas y se acomodó junto a su amante, por la espalda rodeó la cintura de Anthony atrayéndolo más a sí mismo, tanto que no se distinguiera dónde empezaba la espalda de su amante, y dónde su pecho.
—¿Steve?
—Mñn
—Estás duro.
Claro que lo estaba, acababa de tocarlo y verlo desnudo. La alta resistencia que tenía su cuerpo no se refería a ser un hombre de piedra, sino que podía mantenerse duro más que cualquier hombre.
—Ignóralo, en unos minutos pasará.
—Tengo duro al hombre más caliente del mundo a mi lado, ¿y me pides que lo ignore?
No respondió, pero sonrió al escuchar las palabras de Anthony.
De verdad que en cada resquicio del corazón lo tenía impregnado, no tenía remedio, lo amaba con todo lo que él era, alma, cuerpo y vida. Respirar su olor, oír su respiración a un lado, gestos tan mundanos lo hacían sentir en el firmamento, porque ese sentimiento era algo tan fuerte que lo conducía a lo que nunca había experimentado, y no había necesidad de lujosos viajes u ostentosos regalos para sentirse feliz, bastaba tener a Tony, le valía con verlo intentar cocinar donas y al final rendirse y ordenar por unas en el teléfono, o cuando se frustraba porque las ecuaciones no habían sido suficientes para hacer funcionar un no sabía qué, o cuando hablaba con dummy o bailaba al ritmo de cuanta canción quisiera, pero que Steve solo calificaba como sensual y precioso.
No creía en el destino, no creía en que las cosas estaban escritas en tinta indisoluble, eran dueños de sus acciones, personas conscientes de que cada acción conllevaría consecuencias, por eso se decía que el hombre poseía libre albedrío para obrar según su voluntad, eso implicaba amar y ser indiferente con quien eligiera. Pensar en que estaba al lado de Anthony aun con todo, imaginar que Stark lo elegía por sobre todas las mujeres hermosas que podrían dedicar su vida a hacerlo feliz, era algo pueril que lo hacía sentir más vivo que nunca, una emoción primitiva y pura que nacía en la esencia de su ser, y como todo un niño no estaba dispuesto a perderlo, ni de una ni de otra manera.
Entonces Tony se rio de la nada, un sonido ronco y grave que inundó cada recoveco de su alma vieja, sonrió en reflejo y apretó el cuerpo de Stark más hacía él.
—¿De qué te ríes, Anthony? —cuestionó.
—De la primera vez.
—¿Primera vez? —No seguía el hilo de las cavilaciones de Tony.
—Tu primera vez.
Sintió que su rostro hervía, y enterró la cara en la espalda de su compañero. Esa primera vez en que había estado en su interior, esa primera vez en que se hizo uno con Tony y lo besó como si fuera aire en un anhelo por hacerle saber todo lo que sentía. Esa primera vez en que Tony descendió entre sus piernas para robarle gemidos sorprendiéndose a sí mismo... Recordó, también, que Anthony se jactó de desflorarlo. Steve estuvo seguro que era, el desfloramiento, en ambas direcciones.
—Estabas tan nervioso y tan jodidamente sexy —continuó el multimillonario—, tocabas, apretabas todo como si necesitaras ser salvado.
—Era la primera vez —se atrevió a decir contra la espalda de Tony, las palabras iban cargadas de significado.
—Lo sé. —Stark tomó una de sus manos y le besó dorso—. Y me alegra haber sido tu primera vez en más de un sentido.
Lo era...era el primer amor inmenso y sin medida, la primera necesidad.
El silencio inundó la habitación, y Steve no soltó a su amante en ningúnmomento, lo que era más, había concentrado sus sentidos en escuchar los latidosde Tony.
—Hasta que la luna caiga —susurró cuando lo creyó dormido.
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