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Capítulo 11. Ápeiron y el problema más hermoso del mundo


Antes que nada, muchas gracias a los que han leído esta historia. Y doblemente gracias a los que han votado... triplemente gracias a los que han comentado, también xDD 

Y nada, este es el último capítulo; sin embargo, tengo otra historia Stony (porque Stony es amor, vida, paz y más amor) llamada "Ojos eternos", por si gustan leerla... Ah, y pronto vendrá "El herrero de corazones", ese será un fanfic mucho más largo que este. Y de nuevo, gracias a todos :DD

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—Tony, vamos a la cama. —Envolvió los brazos en la cintura de su amante.
—Aún no.
—Es tarde.
—Aún no termino.
—Lo harás mañana, vamos, Tony. Quiero dormir contigo. —Realmente lo quería, las últimas noches Tony llegaba cuando estaba a punto de amanecer, incluso cuando lo había ido a buscar.
—¡Qué aún no termino dije!
Lo miró incrédulo ante la reacción, y esos segundos le bastaron para darse cuenta de lo profundas que eran las ojeras bajo sus ojos, de los secos que estaban sus labios y del temblor de su cuerpo.
—Tony... —Fue una súplica, una plegaria que le pedía un descanso, un poco de tiempo, una pizca de sí.
—Dime algo, Rogers, ¿de verdad quieres ayudarme? Porque con esta actitud no lo parece. ¿O te has arrepentido? ¿Sientes que traicionas a tu país por un hombre dipsómano? —Aventó las hojas que tenía en las manos—. Si es así solo dilo, no quiero enfrascarme en algo que soy el único que desea. —Y las gemas de sus ojos comenzaron a cristalizarse a la par que la voz se le rompía.
Salvó el espacio que separaba sus corazones, y lo envolvió entre sus brazos pegándolo a su cuerpo tanto como le era humanamente posible. Stark... su idiota genio multimillonario.
—No es eso, amor.
Tony rio entre hipos.
—¿Acabas de llamarme amor?
—Sí —confirmó con la vergüenza agolpándose en su rostro—. Vamos a descansar.
El genio cedió a su súplica y abandonó el laboratorio que Thor le había facilitado.
Llevaba semanas inmerso en la investigación, buscando, analizando y modificando su sangre para crear el suero que repararía el daño que a consciencia se había hecho.
Esa noche tuvieron sexo otra vez.
Tony aún sudaba.
—Me alegra que el suero del super soldado haya mejorado todo en ti.
—Cállate, Tony.
—No, es en serio. Resistes en tu potencial más que cualquier humano, y tienes una fuerza en las embestidas que me d...
Escucharlo hablar así tenía dos efectos en él: el primero, era avergonzarlo; el segundo, despertar su deseo. Volvieron a hacerlo, tantas veces que Tony terminó gritando tan fuerte que temió que todo Asgard los hubiera escuchado.
—Estúpido cachorro sobre desarrollado.

—Estúpido genio caprichoso y grosero filántropo —replicó.

—Lenguaje —repitió con burla.

Y Steve enterró el rostro en las almohadas, habían pasado años de eso y Tony no lo olvidaba, sintió las manos de Anthony acariciarle el cabello y los hombros desnudos, entonces volvió a mirarlo y encontró los ojos de Tony con sincera ternura en ellos.

❤💙

Respiró con dificultad por el golpe que la doncella guerrera le había propinado en el pecho. Era fuerte, esa mujer era magnífica y peligrosa. La primera doncella en ser honrada como guerrero en palabras de Thor, Steve supuso que eso habría henchido de orgullo a la familia de la guerrera.

En un rápido, pero costoso movimiento, escapó de una patada que Sif dirigía a sus piernas, rodó y recuperó el escudo perdido segundos antes. Apenas tuvo un instante de descanso, pues la guerrera no le permitió más al golpearlo con la espada de práctica, lo recibió con el escudo, pero la fuerza viajó por su brazo hasta el hombro y tuvo que retroceder. 

Comenzaba a valorar todavía más el escudo que Howard Stark le había hecho, ese metal soportaba gran parte del impacto y sus brazos no tenían que sufrir en todo momento lo que estaba pasando. 

Evitó más golpes dirigidos a su cabeza, hasta que él y Sif quedaron sin más armas que las manos con las que habían nacido.

¿Cómo era que Stark aguantaba eso? Prácticamente entrenaba con dioses, Sif, Fandral, Hogun y estaba seguro se le escapaba un nombre más eran guerreros que gracias a su longevidad tenían tiempo de sobra para entrenarse y convertirse seres letales con un arma o sin ella. 

Hizo lo que no debía, lo que sabía que no se permitía nadie en un combate; sin embargo, había sido tan instintivo como el respirar que fue inevitable: buscó con la mirada a Tony entre los espectadores.

Tony lo había retado a intentarlo cuando le aconsejó qué no hacer en los entrenamientos. No había sido alguna disputa ni nada, tan solo simples palabras como las habían sido aquellas que impulsaron a casi todo el equipo a intentar levantar el martillo de Thor. 

Entonces sintió el choque del asfalto contra su espalda al tiempo en que Tony hacía de sus labios una pequeña «o», los hilos de dolor se filtraron hasta pecho, y Sif aprovecharía el momento de confusión para sacarlo de una vez por todas del juego. No lo permitió, giró a la izquierda, hacía su escudo, ignoró el malestar y lo tomó por tercera ocasión, la guerrera fue tras él justo como lo esperaba.

Intentó golpearlo con sus peligrosas piernas, y él rechazó cada golpe hasta que la prensó de la muñeca, torciéndole el brazo hasta que la espalda de ella quedó en su pecho, con la otra mano sostuvo el filo del escudo contra el fino cuello de Sif. Estaba hecho, había ganado. 

—¡Es suficiente, mis amigos! —La voz de Thor se hizo escuchar a pesar de los gritos de los guerreros.

Soltó a la doncella y ella se sobó el cuello con una sonrisa. No estaba enojada, estaba... ¿agradecida? Steve supuso que se debía al hecho de haberla tomado en serio, y no tratarla como una inferior al ser una doncella. 

Volteó hacía el hijo de Odín, sorprendiéndose en el acto al verlo vestido como lo que el llamaría un cazador, vestía sólo cuero y llevaba consigo dos arcos y tres aljabas. No tenía la gran armadura, ni la capa y no había tampoco rastro del martillo.

Había; empero, equinos tras él. 

—Thor —dijo a modo de saludo.

—Mi amigo, necesito de la valiosa ayuda que un midgardiano me pueda otorgar. 

—¿Acaso estoy pintado? —Tony alzó las manos en fingida ofensa—. También soy un midgardiano, el más grandioso de hecho.

—Hoy No, Stark. —Thor colocó una de sus manos en su hombro y lo palmeó.

—Pero nunca digas nunca —replicó astuto Tony. 

Thor le sonrió y le extendió las correas de un caballo.

—Yo no sé montar —rechazó. 

—No te preocupes, Sif me advirtió se eso, este caballo está entrenado para seguir al mío. Lo usaba Loki cuando éramos niños —explicó y de los labios le nació una tierna sonrisa al decir lo último.

Steve oteó el alrededor a la espera de un dios de cabello oscuro que reprendiera al hijo de Odín por semejante revelación, no llegó. 

Asintió y tomó las riendas con desconfianza, y se obligó a montar, Thor lo hizo un segundo después. Al siguiente, Steve se aferraba con fuerza a los rieles, si Thor condujera autos en la Tierra como hacía correr a su montura, sin duda ganaría mucho como profesional o perdería todo con las multas de tránsito.

Como no debía ocuparse de guiar al caballo, concentró sus ojos en el alrededor. Se habían adentrado al bosque, altos árboles los rodearon y el inconfundible aroma a tierra mojada lo invadió. Era reconfortante, y aunque era probable que en la cacería de esa tarde no haría más que levantar al ciervo, le agradaba asistir, se preguntó la razón por la cual no habría podido ir Tony, si al final de cuentas Thor haría todo.

Sin embargo, jamás se detuvieron dentro del follaje, Thor los condujo de nuevo al pueblo de Asgard, y continuó el derrotero sobre el cuadrúpedo animal.
Pararon la marcha hasta una herrería. Steve frunció el ceño, ¿el herrero real no estaba disponible? ¿Los arcos necesitaban algo? 

—¿En qué me necesitas? —inquirió al apearse de caballo.

Siguió a Thor hasta encontrar al herrero sin respuesta le parte del asgardiano. 

—Contigo a mi lado Loki no sospechará.

—¿Cómo? 

—Su Majestad. —El hombre que debía ser el herrero inclinó la rodilla ante Thor.

El hijo de Odín ya no respondió a la cuestión. 

—Requiero de sus servicios, mi buen hombre.

—Estoy a sus órdenes. 

—Dos anillos de oro. —Sacó de una bolsa que ocultaba muy bien, un lingote y lo puso sobre las manos del herrero—. Incruste juntas estas gemas en ellos. —Volvió a sacar del mismo lugar piedras doradas y verdes.

Steve entendió por qué requería de su ayuda. Loki no podría sospecharlo, al fin y al cabo eran un par de criaturas tontas, en voz del hechicero, haciendo alarde en una cacería de la fuerza bruta. 

Una idea se formó en su cabeza, más que una idea fue una convicción, él debía buscar también un anillo para Stark. Y aunque en la Tierra la idea de un matrimonio homosexual aún no era algo común, lo cierto es que tenían una posibilidad, una ranura para casarse en su mundo, porque había aprendido de Anthony Edward Stark para lograr un objetivo no se trataba de cambiar la mentalidad para hacer, sino de hacer para cambiar la mentalidad. Sí, en definitiva, quería ser el esposo de Tony Stark. Quería, más que nada, que Tony fuera su esposo.

—Será un placer. —El hombre examinó el material que le acababan de dar—. Pero es demasiado oro para dos anillos. 

El dios del trueno volteó a verlo como si adivinara sus pensamientos.

—De ese lingote pueden salir más de 4 anillos —señaló como si no fuera obvio. 

—Lo sé —murmuró, el aesir ya les había dado mucho, los había hospedado, alimentado e incluso vestido, no creyó correcto usar más de los recursos que le ofrecía—. Está bien, me encargaré de ello después.

Quería darle a Tony algo que él mismo comprara o hiciera. 

Tal como lo hubiese pensado, regresaron al bosque y Thor argumentando que dado que había matado al ciervo, le correspondía cargarlo.

—¡Steve! —Anthony corrió a él apenas puso un pie en el castillo—. Tienes que venir, ya.
La sangre del ciervo le corría por la espalda, tenía que deshacerse de la presa primero, Tony al percatarse de la situación le ordenó a un guardia ayudarlo. Una vez libre, Tony lo guio hasta el laboratorio improvisado. 

—¿Qué sucede?

—Lo hice. Sé cómo repararme. —Tomó una jeringa en sus manos y la alzó triunfante—. Dado que no busco ser como tú, todo chapado a la antigua con ideales tan puros como el alma de un inocente... —Tony fingió un escalofrío—. No hace falta la radiación, pero sí esta inyección que me hará dormir por al menos un día. 

—¿Dormir?

—Sí, bueno, dormir, desmayarme de dolor, es lo mismo. 

—¿Un día de dolor?

—Steve, no será de inmediato, podemos decir que solo los últimos minutos serán agonía. ¿Pero qué es eso comparado con años a tu lado? Además, para eso están esas jeringas. —Señaló tres más en la mesa—. Es anestesia que me hará dormir, no dolerá. 

—¿Estás seguro?

—Tanto como de que te amo. 

No replicó, en su lugar ayudó a Tony a enterrar la aguja en su piel y, presionó hasta que el líquido blanco desapareció en el cuerpo de Anthony.

—Steve, mi amigo. —El dios del trueno volvía a aparecer—. Te he traído un par de manzanas para ti y Stark, por ayudarme a cazar. —El aesir le tendió ambas manzanas a él. 

—Gracias.

Stark recibió la manzana de él, seguía con la manía de no agarrar nada de las manos de otro, excepto de él como quedó claro. 

Un incómodo silencio se hizo entre ellos, Thor los veía ansioso y esperando a que comieran los frutos. Le resultó extraño, pero imaginó que debía tratarse de alguna extraña costumbre asgardiana.

—Por favor, cómanla. Es en agradecimiento, a Loki le ha parecido perfecto el ciervo que pidió.
Stark fue el primero en morderla, y Steve en acabarla. 

Y Thor descubrió su verdadera forma, Loki los veía con una sonrisa.

Apretó los dientes, a la espera de escuchar que los había envenenado. Stark había hecho un suero para sanar el daño hecho por la bebida, así que tal vez podría hacer algo para evitar que murieran envenenados. 

—Tony, tú deseas un hijo. Lo sé. —El hechicero se acercó a él—. Pero mi magia aún no puede hacerte fértil, necesito tiempo para seguir aprendiendo. —El dios agachó la mirada y al levantarla la clavó en él—. Y acaban de dármelo.

Fue entonces cuando Steve cayó en cuenta en que la manzana nunca había sido roja, el resto de la corteza revelaba su todo dorado original. 

Era una manzana de Idunn.



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