Solución
—Yo… solo quise detenerlo, no quise que lo mataras. ¿Cómo pudiste?
—¡Silencio, déjame pensar!
Tenemos muy pocas soluciones a este problema. No pienso ir a la cárcel por matar a una lacra como él. Aún me falta mucho por hacer.
—Debemos deshacernos de este cuerpo cuanto antes. No sabemos cuándo llegará la bruja de tu madre y esto nos podría salir caro. No pienso ir a la cárcel por esto.
—¿Qué piensas hacer entonces? ¿Planeas ocultar esto?
—¿Qué pretendes? ¿Quieres ir a la cárcel?
—Yo no fui quien lo hizo.
—Eres mi cómplice, Estefanía. ¿Acaso tienes planes de entregarte? No sé tú, pero por este cerdo no pienso pasar mis últimos años encerrado. Me da lo mismo si quieres largarte y dejarme solo con este problema, a fin de cuentas, no se suponía que debías regresar y lo hiciste. Así mismo como regresaste, puedes irte. Yo veré como me las arreglo — me levanté, arrastrando su cuerpo por las manos en dirección a la puerta.
—¿Qué piensas hacer? — su llanto me tenía harto.
Ignoré sus preguntas y solo me limité a arrastrar su cuerpo. La única manera de desaparecer bien su cadáver es cortándolo en pequeños trozos. No podemos cargarlo hacia el auto entero o los vecinos nos verán y podrán llamar a la policía. El problema es que no sé cuándo va a regresar esa bruja.
—¡Te estoy hablando, Athan!
—¡Joder, te dije que te calles!
Arrojé su cuerpo por las escaleras para no pasar tanto trabajo.
—Por Dios, esto es horrible — sollozó.
—¿Horrible? Horrible es todo lo que este despreciable ser nos ha hecho. Si no tienes nada bueno que aportar, ¡lárgate!
Cerré la puerta de la entrada y arrastré la mesa más cercana para ponerla detrás. Mi cabeza estaba hecha un completo desastre. Arrastré su cuerpo hacia la cocina y ella se acercó a paso lento, todavía llorando como una Magdalena. Un cuchillo de la cocina no creo que me sirva de mucho. Por mi cabeza se cruzó su caja de herramientas y fui en busca de ella. Él guardaba herramientas en el armario; entre las cosas que habían, lo que me llamó la atención fue el machete que solía usar para los árboles del patio. La sierra hace mucho escándalo y puede despertar sospechas en los vecinos. Necesito pensar claramente en lo que haré. No puedo cometer errores.
—¿Qué harás con ese machete, Athan?
—¿Qué no ves? Jugar béisbol.
No sabía cuán afilado estaba, hasta que solo hice una pequeña prueba en su brazo y su piel se desprendió. Mientras que para mí fue algo magnífico, Estefanía salió corriendo a vomitar. El olor a sangre había dejado de ser nauseabundo, tal vez porque ha sido mi aliada por muchos años.
Mis manos estaban cubiertas de sangre y en cada machetazo solo podía sentir las salpicaduras de sangre en mi rostro, lo cual me obligaba a cerrar los ojos cada vez que golpeaba. Nada de esos vídeos y películas que había visto, se podían comparar con lo que estaba contemplando ahora, más a ese sentimiento de satisfacción que florecía en mi interior al ver su cabeza desprendida de su cuerpo y sus extremidades.
¿Los órganos y los huesos de un ser humano son así de frágiles? Es simplemente maravilloso, tener la dicha de explorar la pudrición y suciedad que habita en el interior de una rata tan miserable como él.
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